Reseña de ‘El mundo de los Césares’ de Teodoro Mommsen. 1947

TEODORO MOMMSEN: El mundo de los Césares. Ed. “Fondo de Cultura Económica”, México, 1945.

El título de este libro no corresponde a ninguna de las obras de Teodoro Mommsen, el gran historiador alemán que renovó los estudios romanos: Wenceslao Roces, el excelente traductor que ha vertido el texto al español, lo ha ideado para agrupar un vasto conjunto de páginas del maestro en las que quiere ver cierta unidad de tema. Componen el conjunto tres partes. La primera está constituida por una obra completa: la que Mommsen tituló Las provincias desde César basta Diocleciano y completada su Historia Romana; advertimos que el traductor le ha incorporado, a guisa de introducción, una parte del tomo III de esta última obra, con lo cual se altera la numeración de los capítulos. La segunda la componen una serie de mapas y otra de retratos. Y la tercera, finalmente, está formada por los fragmentos de la Historia Romana que se refieren a la economía, la religión y la cultura. En resumen, el volumen es, esencialmente, una primera traducción española del notable estudio sobre las provincias en la época imperial, a la que se agrega una selección de fragmentos que el editor considera complementarios. Como no podía menos de ocurrir dada la autoridad de Wenceslao Roces, la selección es inobjetable; pero con todo, parece justo señalar que debe preferirse el mantenimiento de la forma original de las obras que se traducen, tanto para facilitar su consulta como para no inducir a error a los lectores.

Sería ocioso señalar aquí la extraordinaria significación que tiene Mommsen en el campo de los estudios romanos. No sólo por el aporte que implica la utilización del método epigráfico debe considerárselo un renovador; lo es también por la grandeza de su concepción y por la clarividente penetración con que plantea algunos problemas fundamentales de la historia romana. En cuanto a esta obra, que corresponde a su madurez, es conocida su importancia. Constituye el primer esfuerzo para asentar la historia de la época imperial sobre datos no literarios, sin prescindir por eso totalmente de los grandes historiadores latinos, aunque tratando de corregir el criterio interpretativo, que nos han legado, especialmente Tácito. Mommsen enseña a ver el Imperio no desde la ciudad de Roma —la ciudad caduca y pervertida que nos muestran Suetonio, Tácito o los historiadores de la Historia Augusta—, sino desde la periferia, desde las provincias que, por entonces, están elaborando su fisonomía, su personalidad. Y es bien sabido que las provincias del Imperio no son sino el cuerpo mismo de la Europa medieval, de la Europa moderna, de la Europa de hoy, en gran parte. Mídase la significación de este esclarecimiento del panorama de la romanidad.

Una traducción excelente permite una lectura provechosa de este libro por tantos motivos interesantes. Y, pese a la objeción señalada, el lector culto no dejará de agradecer al editor el que haya incorporado al volumen los capítulos de la Historia Romana a que nos hemos referido.