José Luis Romero, la biografía y la historia

ROSENDO FRAGA

Academia N. de Ciencias Morales y Políticas

Maquiavelo y la historia

En Maquiavelo historiador (1943) José Luis Romero plantea la relación de Maquiavelo y la historia, de la cual ha sido al mismo tiempo sujeto y estudioso. Para Romero, Maquiavelo “es el más alto exponente de la mentalidad burguesa en el siglo XVI”, algo clave para entender su personalidad y su obra. Según su interpretación, la mentalidad burguesa es el resultado de la evolución y transformación que se produce en la sociedad cristiano-feudal, predominante en el siglo XI, cuando surge la burguesía, que se despliega plenamente en el siglo XVI. Sin advertir esta situación no se puede conocer ni comprender la forma de ver el mundo de Maquiavelo, que se expresa toda su obra escrita.

Esta transformación se produjo lenta y persistentemente, desde el seno del mundo cristiano feudal en el siglo XI y se caracterizó por el resurgimiento de las ciudades y el comercio y la aparición de nuevos grupos sociales en el marco de una sociedad que hasta entonces se dividía en propietarios y no propietarios de la tierra. La característica de ese mundo era su inmutabilidad. Con el traslado de población del entorno rural al urbano y la aparición de una sociedad diferente, la realidad social comenzó a dejar de ser considerada inmutable.

Cuando Maquiavelo escribe, a principios del siglo XVI, ya se han desarrollado en su país, la futura Italia, nuevas clases con una imagen profana de la realidad social. Así, en ese tiempo se suscita “una insaciable curiosidad urgida por la necesidad del aprovechamiento y muy pronto se conformó una nueva actitud cognoscitiva, basada primero en la experiencia y, muy pronto, en la repetición metódica de la experiencia”.

Asimismo, para entender a Maquiavelo es necesario considerar el momento y el lugar histórico en el que vive: nace en Florencia en 1469 y muere en un pueblito de sus afueras en 1527. Se trata de una Italia todavía dividida en cinco entidades que hoy llamaríamos subnacionales: los Estados Papales, al norte Florencia, Venecia y Milán, y al sur Nápoles. Entre las cinco se producen en este momento conflictos, guerras, alianzas y rupturas. La cuestión no es la unidad italiana, como lo será en la segunda mitad del Siglo XIX, sino el equilibrio entre estas cinco unidades políticas. Sobre ellas actuaban dos monarquías que se disputaban el predominio en la Europa continental, España y Francia, que estaban culminando sus procesos de consolidación nacional, y la expansión político-militar era una herramienta para lograrlo. Las entidades subnacionales italianas buscaban, de acuerdo a las circunstancias, apoyo en una u otra de estas dos potencias.

Maquiavelo actúa en el marco de una de las cinco: Florencia, de donde proviene su experiencia política. Participa de las luchas políticas internas y externas de esta ciudad y ese es el contexto de su experiencia y formación política. Cumple funciones en un órgano de gobierno clave que combina relaciones exteriores, defensa y policía, I Dieci di balia, que era la segunda secretaría de la Signoria.

Es un republicano, entendiendo por ello el rechazo al principio de la legitimidad por la sangre de la monarquía. Opta por un régimen en el que el gobierno se determina por el poder económico y político profano, soslayando la justificación del ejercicio del poder por legitimación divina.

En cuanto a su obra histórica específica, escrita en los años de su exilio que dura hasta su muerte en las afueras de Florencia, se da en un contexto en el cual el concepto de la historia todavía no es preciso, y se encabalga con lo que hoy son otras disciplinas. Como ejemplo de esto, Romero cita la discusión, en época de Maquiavelo, acerca de si la historia es ciencia o arte.

Sus funciones lo llevan a tratar con los hombres del poder de la época. En particular con César Borgia, quien para él era un arquetipo del hombre de estado “moderno”, con un nuevo sentido de la organización militar y política y con el explícito ejercicio de la “razón de estado”. Su figura en gran medida inspira la de Il Principe.

La idea sobre el desarrollo de la historia de Florencia articula la obra de Maquiavelo, pero la desarrolla específicamente en los Decennali. Se manifiesta en la que dedica al tema militar, que redacta mientras está ejerciendo el poder: Relazione sulla istituzione della nuova milizia (trasladado luego, en parte, a una Ordinanza di fanteria).

En su exilio, el historiador estricto parece manifestarse sólo en la Istorie fiorentine y en La vita di Castruccio Castracani, el signore de Lucca, pero incursiona también en la literatura con La Mandragola y en temas militares como en Dell’arte della Guerra.

Romero ve en Maquiavelo un modelo de interacción entre la historia y el poder, con el pasado como generador de experiencias hacia el futuro y una reflexión profunda sobre el poder y la política. Pero ante todo, como dijimos, ve el pensamiento, la acción y reflexión de Maquiavelo como arquetipo de la transformación del pensamiento burgués en el campo de la acción política.

La biografía

En los trabajos reunidos en 1945 en Sobre la biografía y la historia  José Luis Romero profundiza en un tema que -como explica- está presente en el estudio y difusión de la historia desde los tiempos clásicos. Sostiene que ha sido común considerar la biografía como una “subsidiaria” de la historia o como un género más popular, manteniendo los especialistas la prioridad por el desarrollo del “proceso” de los sucesos históricos. Pero a la vez señala que la gente de la cultura ha estado más cerca de ella, por la mayor proximidad con la literatura del tipo biográfico, donde donde los sentimientos y las subjetividades entran a jugar en la materia humana.

La biografía novelada, que tuvo un “éxito notorio” en la primera mitad del siglo XX, no debe ser tomada en forma displicente, y las críticas que recibe están, sobredimensionadas. Se han escrito muy buenas biografías noveladas como las de Emil Ludwig, Hilaire Belloc, André Maurois, Stefan Zweig, Lytton Strachey o Marcel Brion.

Con antecedentes en la época clásica, la biografía novelada puede considerarse como una “modalidad interna de la biografía”. Desde otro punto de vista, historia y biografía han sido consideradas como dos caras de una misma moneda, es decir, una unidad bifronte de valores equivalentes. Solo con una óptica simplística se puede sostener que la historia se desarrolla en el marco de la humanidad mientras que la biografía se limita al de la individualidad.

Respecto al origen del tipo biográfico, lo encuentra plenamente desarrollado en el mundo griego. Las historias mitológicas de los dioses entran en esta categoría, conviviendo con la leyenda y la religión. En una adscripción más contemporánea lo incluiríamos en la literatura, pero en los siglos precristianos se lo consideraba historia.

El proceso de gestación de las creencias religiosas, combinado leyenda, literatura e historia, ha sido central para el desarrollo del tipo biográfico. Para el griego, de este proceso surge la figura del héroe del mundo. Pero en el ámbito cristiano esto deviene en las biografías de los santos, usualmente llamadas “vidas ejemplares”. Pretendían ser biografías, pero los milagros, relatados como hechos históricos, de acuerdo al modelo de los Evangelios, en realidad derivan de creencias y tradiciones orales que establecen un puente hacia atrás con los dioses de la mitología griega y el politeísmo del mundo romano. Este género biográfico, que tiene un antecedente con San Jerónimo en el s. IV, llega a su plenitud en la Edad Media,.

Cuando la biografía asume al ser humano como sujeto de la historia se manifiesta la entidad bifronte de la relación historia-biografía. El “arquetipo” es una forma extrema del sujeto biográfico, ya que pierde exactitud histórica al elegir cuáles características personales del biografiado se exaltan y cuáles se ocultan o disimulan. Un ejemplo es la historia del Cid Campeador, que muestran un modelo de caballero español medieval detrás de la misión político-religiosa de expulsar a los musulmanes de la península ibérica. En el mundo medieval occidental, la figura del estadista y el guerrero -motivo central de la biografía- se planteaba así con el modelo del arquetipo.

Este ha jugado un rol muy importante en la enseñanza de la historia de los últimos siglos y en alguna medida influye todavía hoy. En nuestro caso, las figuras de José de San Martín y Manuel Belgrano fueron planteadas en la segunda mitad del siglo XIX con un definido carácter arquetípico.

El estudio de la personalidad íntima del sujeto biográfico suele dejar en segundo plano el contexto histórico. Para equilibrar esta situación, el estudio del hombre y su tiempo es un intento por evitar este exceso intimista o por lo menos articularlo con el proceso general en el cual transcurre.

Ya en los biógrafos griegos, se daba el fenómeno de que la proximidad acentuaba la certeza histórica y, en cambio, al escribir sobre hechos lejanos o distantes en el tiempo, la leyenda tenían una influencia mayor.

Con el Renacimiento -coherente con los valores que impone el afianzamiento de la burguesía, concepto central en la visión histórica de Romero- se extienden las biografías de personas que, sin ser guerreros, estadistas o santos, provienen del ámbito de la ciencia y la cultura. Tal el caso temprano de la “Vida de Dante” de Boccaccio. El sabio humanista y el artista creador, el hombre de estado, el prelado y el cortesano presentan nuevos aspectos y matices que se incorporan al tipo biográfico y en alguna medida lo alejan del arquetipo.

Es a comienzos del Siglo XVI cuando Maquiavelo se aleja del arquetipo del político para mostrarlo tal como fue, a través del relato de una personalidad “vigorosa y convulsionada” como la de Castruccio Castracani. En la Edad Moderna se debilita la biografía como tipo histórico. La necesidad de apoyar la construcción del estado nación moderno fortalece la mirada de la historia como proceso. La biografía contemporánea -sostiene- puede servir como documento y análisis de otros problemas que deben atraer la atención del historiador.

Este libro pone de manifiesto una vez más que José Luis Romero, visto a la distancia, además de ser un historiador minucioso, profundo y lúcido, es ante todo un intelectual cuyo pensamiento con el correr de los años entra en el campo de lo que puede denominarse sabiduría.

Estamos en momentos en que la crisis global generada por la pandemia plantea interrogantes en el campo de la cultura sobre cómo serán sus formas de expresión y conservación. Ya la universidad se plantea como un tipo “híbrido” que combina la enseñanza presencial con la virtual, pero que empieza a definirse más por la segunda modalidad. El libro en papel, objeto cultural por antonomasia desde la Edad Media, está siendo reemplazado masivamente por el libro virtual.

Pero obras como esta sobrevivirán a estas transformaciones: este sitio que las cobija da una garantía instrumental de supervivencia en el tiempo.


Textos de José Luis Romero relacionados

Romero, José Luis. Maquiavelo historiador. Buenos Aires, Nova, 1943.

Romero, José Luis. Sobre la biografía y la historia. Buenos Aires, Sudamericana, 1945.

Romero, José Luis. “Maquiavelo, ideologías y estrategias”. En Raíces, nº 10, Buenos Aires, septiembre de 1969.

Romero, José Luis. “Maquiavelo. A 500 años de su nacimiento”. En Hebraica, nº 536, Buenos Aires, marzo-agosto de 1969.

Romero, José Luis. “Nicolás Maquiavelo”. En Estuario, Montevideo, noviembre de 1958.

Romero, José Luis. “La biografía como tipo historiográfico”. En Humanidades, tomo 29, La Plata, 1944. [Incluido en Sobre la biografía y la historia. 1945.]

Romero, José Luis. “Los hombres y la historia en Groussac”. En Nosotros, nº 242, Buenos Aires, julio de 1929.

Romero, José Luis. “Biografías de ayer, vidas de hoy”. En Clave de Sol, primera parte, Buenos Aires, septiembre de 1930.

Romero, José Luis. Mitre, un historiador frente al destino nacional. Buenos Aires, La Nación, 1943. [Incluido en Argentina: imágenes y perspectivas. 1956.]

Romero, José Luis. “Sobre la biografía española del siglo XV y los ideales de vida”. En Cuadernos de la Historia de España, tomos 1-2, Buenos Aires, 1944. [Incluido en Sobre la biografía y la historia. 1945.]

Romero, José Luis. “La biografía como tipo historiográfico”. En Humanidades, tomo 29, La Plata, 1944. [Incluido en Sobre la biografía y la historia. 1945.]

Romero, José Luis. “Estudio preliminar”. En Hernando del Pulgar, Libro de los claros varones de Castilla, Buenos Aires, Nova, 1944. [Incluido en Sobre la biografía y la historia. 1945.]

Romero, José Luis. “Fernán Pérez de Guzmán y su actitud histórica”. En Cuadernos de Historia de España, tomo 3 , Buenos Aires, 1945. [Incluido en Sobre la biografía y la historia. 1945.]

Romero, José Luis. “Sobre la biografía española del siglo XV y los ideales de vida”. En Cuadernos de la Historia de España, tomos 1-2, Buenos Aires, 1944. [Incluido en Sobre la biografía y la historia. 1945.]

Romero, José Luis. “Estudio preliminar”. En Boccaccio, Vida de Dante, Buenos Aires, Argos, 1947.

Romero, José Luis. “Estudio preliminar”, en Suetonio, Vida de los doce Césares, Buenos Aires, Clásicos Jackson, 1948.

Romero, José Luis. De Heródoto a Polibio. El pensamiento histórico de la cultura griega. Buenos Aires, Espasa Calpe, 1952. 2da ed., con prólogo de Domingo Plácido, Buenos Aires, Miño y Dávila, 2009.

Romero, José Luis. “La figura de Alfredo Palacios”. En Redacción, vol. 5, nº 51, Buenos Aires, mayo de 1977.


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