Bernheim y la historia. 1940

Quienes se preocupan por los problemas generales de la ciencia histórica sin tener fácil acceso a la bibliografía en lengua alemana, acariciaban, desde hace varios años, la esperanza de ver traducida al español la obra de Ernest Bernheim, vinculada a estas cuestiones, que había adquirido, a través de las citas reiteradas de los especialistas, el carácter de autoridad.

En 1889 había publicado el sabio medievalista alemán su Lehrbuch der historischen Methode, cuya doctrina y cuya orientación divulgaron, en lenguas más accesibles entre nosotros, los manuales de Langlois y Seignobos y de Ballesteros. Fue un poco más adelante, en 1905, cuando apareció la que suele conside-rarse su obra fundamental, Einleitung in die Geschichts wissenschaft, en donde el pensamiento gnoseológico y la orientación metódica de Bernheim se exponen en forma sistemática.

De esta última obra –como de la anterior– conoció el público alemán varias ediciones, las últimas de las cuales han sido retocadas por el autor para defender su posición frente a nuevas corrientes historiográficas. Retirado de su cátedra de Greifswald desde 1921, el anciano maestro, que ha de cumplir muy pronto noventa años, no ha abandonado su actividad intelectual y no ha cejado en la defensa y profundización de su pensamiento, el cual –digámoslo desde ahora– no mantiene ya la indiscutida validez que se le acordaba en los primeros años del siglo. En efecto, ya en su tercera edición de la Einleitung, Bernheim se esfuerza por señalar la inconsistencia de las escuelas que se ha dado en llamar “expresionistas”, y se lo ve tomar posición, al mismo tiempo, frente a la Teoría de los valores tal como la encuentra expuesta en Rickert. Esta edición –que no es la última– es la que acaba de aparecer traducida al español.[1]

La bibliografía sobre los problemas generales de la ciencia histórica es extraordinariamente escasa en nuestro idioma y es doblemente pobre por la ausencia de traducciones de cuanto ha producido el pensamiento alemán sobre esos temas; apenas podrían citarse cuatro o cinco nombres de autores germánicos o de tendencias emparentadas –Rickert, Spengler, Vierckandt, Huizinga– que se hayan hecho familiares al lector culto de lengua hispánica. Por raro azar han aparecido el año último, en lenguas vecinas a la nuestra, dos obras fundamentales sobre la cuestión: una es el magnífico volumen de Croce La storia come pensiero e come azione, y la otra es el apretado y profundo trabajo de Raymond Aron Introduction a la philosophie de l’histoire. Además de ser nuevas, las dos obras cuya aparición señalo son también modernas, típicas –cada una a su modo– del pensar histórico de nuestro tiempo, que puede no ser totalmente ajeno al sector de habla española que haya meditado atentamente sobre la obra de los autores ya traducidos y, en especial, el ensayo de Huizinga Sobre el estado actual de la ciencia histórica y el breve y sustancioso trabajo de Hans Freyer, Los sistemas de la historia Universal, colocado a la cabeza de la Historia Universal publicada bajo la dirección de Walter Goetz.

Para este lector, quizá el libro de Bernheim, ahora traducido, no signifique una lectura de trascendencia en su formación historiográfica. Lo que constituyó su principal mérito hace treinta años fue, fundamentalmente, la sistematización del método histórico, en cuya elaboración se trabajaba –en Alemania sobre todo– desde los tiempos de Niebuhr y de Ranke. Bernheim establece el valor “científico” del método crítico y sistematiza las etapas del trabajo histórico. Pero su obra padeció el triste destino de ser muy pronto clásica y sus ideas –sistematización, en última instancia de una técnica ya indiscutida– constituyeron en muy poco tiempo la ortodoxia en materia histórica: fue así cómo su contenido se divulgó por manuales de mayor o menor vuelo y adquirió, poco a poco, un carácter escolar. Esta circunstancia podría, en cierto modo, restar interés a la aparición del libro de Bernheim en español; pero no es licito olvidar su extraordinaria significación, que comparte con el Lehrbuch que había publicado antes el sabio alemán y del que no poseemos traducción. Lo que debe verse en ellos es el resultado de toda la labor renovadora de la historiografía del siglo XIX, fijada en forma definitiva dentro de un sistema metodológico. En este sentido, el valor de la obra de Bernheim no admite discusión. Pero no sólo encontramos eso en ella. La cientificidad que reconoce en la historia no proviene solamente de su precisión metodológica sino de la naturaleza genética de sus investigaciones y de su concepción. En la base de este pensamiento late todavía la concepción evolucionista del siglo XIX y con ella se limita y restringe la validez actual de la posición de Bernheim. Cabe, pues, distinguir en el libro del historiador alemán un valor prácticamente definitivo –el de la sistematización metodológica– y un valor suspectible de revisión que resulta de su actitud gnoseológica, tan típica de su tiempo como aquella otra preocupación por los problemas del método.