La crisis de la República romana

FRANCISCO AYALA

No pretende ser esta nota sino una llamada de atención a los distraídos, a los que no se enteran, pura y simplemente, y también a aquellos que incurren en otra especie de negligencia, más humilde, por cuanto trata de establecerse al amparo de una coartada: me refiero a quienes, concediéndolo todo por adelantado y haciendo al autor toda clase de reconocimientos, eluden el contacto con el libro a pretexto de que el tecnicismo o especialidad de éste rebasa los límites de la preparación común y la general competencia.

Tal pretexto no sería válido en el caso de este libro, “La crisis de la república romana”, que acaba de publicar el joven historiador José Luis Romero[1]. Pues Romero, que ha llevado al extremo la exigencia para consigo mismo en cuanto a rigor técnico, que ha desenvuelto su tema con un dominio magistral – hasta donde mi juicio alcanza- en el manejo de las fuentes, ha sabido, en cambio, eximir al lector del esfuerzo de las tesis áridas, le ofrece un cuadro animado y viviente del proceso de crecimiento de la Roma republicana y de la crisis institucional que este crecimiento determina, hasta llegarse a la constitución del Imperio. El lector actual, que, absorbido por los acontecimientos gigantescos de que es testigo nuestra generación, pudiera acaso emprender con cierta inicial inapetencia una lectura relativa a otros tan remotos en el tiempo; no tarda en prenderse a ella, apasionadamente, intuyendo, y comprobando en seguida, que aquel nexo histórico está contemplado ahí por los ojos de un hombre que ha visto y visto en profundidad, con participación cordial, el nexo histórico del presente, y que, en virtud de esta experiencia, es capaz de descubrir y extraer la conexión de sentido alojada en aquella pretérita crisis.

Ciertamente, el propio autor había ofrecido, en anteriores escritos, testimonios anticipados de su capacidad y su vocación para trabajar la Historia en una forma comprensiva, que persigue y captura el sentido de los fenómenos, más allá de los dispositivos instrumentales, y que, superando lo anecdótico, establece el facto histórico en la complejidad de sus motivaciones y en el juego de sus condicionamientos, haciéndolos inteligible y rico.

El cuadro de la crisis de la República Romana es presentado así, algo que habla de nuestra vida, que tiene relación con la experiencia de nuestro mundo actual, que expresa en cifras nuestras angustias y problemas, todo ello, no con sacrificio del rigor científico, tal como podría conseguirlo —y lo consiguió de manera excelsa— el genio del poeta, sino más bien como resultado y fruto de aquel rigor.

Tan fecundo es el pensamiento histórico de que nos ofrece muestra este libro que, trascendiendo su contenido propio y el propósito que lo inspira, todavía alcanza a indicar, por vía de sugestión, cuestiones sociológico-culturales tan actuales y apasionantes como la de los contactos de cultura, la de las ideologías y mentalidades y la del equilibrio de libertad y determinación, es decir, de Historia y Sociología, en el acontecer concreto.

Acerca de esto, precisamente, me propongo llamar la atención de los distraídos. Quizás, y casi de seguro, el libro de José Luis Romero pasará sin gran repercusión de momento: pero creo no equivocarme al pronosticarle ulteriores efectos e influjos decisivos. Porque significa, para nuestro ambiente intelectual, la inauguración de un modo de concebir la ciencia histórica, desusado hasta ahora, y, sin duda, más profundo y rico que el habitual.


[1] José Luis Romero, La crisis de la República Romana. Los Gracos y la recepción de la política imperial helenística. 20,5 x 14; 178. p. Buenos Aires, Editorial Losada, 1942. $ 3.50.