Una breve historia de España de Ramón Altamira. 1946

En la ardua tarea de compendiar un vasto saber en un número reducido de páginas, Rafael Altamira ha logrado un éxito innegable. No es tarea fácil. La prolijidad de la investigación, la frecuencia de las incursiones a las capas profundas de un problema, la clara conciencia de los imprecisos contornos que posee toda grave cuestión cuando no se la quiere esquematizar, todas estas preocupaciones y hábitos intelectuales suelen crear en el estudioso prudente y cuidadoso cierta incapacidad para iniciar la difícil faena de establecer los esquemas simples de una síntesis y para llevarla luego a cabo, dejando de lado cuanta observación, cuanta anécdota, cuanta inferencia acude inesperadamente a su espíritu.

En historia, esta dificultad ha crecido hace algún tiempo, y acaso sea en esta disciplina en la que resulta más lamentable. Cada día más, el hombre de la calle, aun el que, en términos generales, no acaricia la aspiración de llegar a ser un hombre culto, siente en su espíritu, agitado por las múltiples resonancias del acaecer histórico contemporáneo, el apetito por conocer cuál ha sido el curso del pretérito, sospechando –no sabemos sí con razón o sin ella– que ha de hallar una pauta, una sugestión para desenredar la madeja del presente. Y, ciertamente, puede afirmarse que esa curiosidad es legítima y que es mejor satisfacerla que olvidarla para vivir con la plena conciencia que corresponde a la dignidad del hombre.

Para el hombre americano –o, más exactamente, para el hispanoamericano– la necesi¬dad de conocer la historia general se concentra muy especialmente en la de conocer la historia de España. Allí está su raíz y su núcleo, su fondo perdurable sobre el que se han afianzado múltiples influencias sin lograr disiparlo ni siquiera resquebrajarlo. Y aquella necesidad se satisface –para el hombre que sólo quiere el resultado y no las búsquedas– solamente con la síntesis vivaz, con el ensayo de conjunto que le ahorre la fatiga de la propia elaboración. Para cumplir esta misión, el libro del ilustre historiador español Rafael Altamira que ahora Sudamericana publica en su segunda edición bajo el título de “Manual de historia de España”, reúne óptimas condiciones. Maduro y profundo, Altamira decanta en él un vasto saber y una no menos vasta experiencia en cuanto a exposición sencilla y ordenada. Siempre ha sido un maestro, y en su larga docencia no ha perdido nunca de vista el principio de que toda en¬señanza se condiciona según el discípulo, de modo que, en esta empresa, ha podido ajustar el denso caudal de sus conocimientos a los intereses res¬tringidos del curioso lector que no aspira más que a enterarse de las grandes líneas del desarrollo histórico de un país en cuyo seno está oculto más de un secreto que nos atañe muy directamente.

El “Manual” que ahora se reedita, alcanza hasta la Segunda República y su relato concluye en la trágica peripecia de lo que él llama “la supuesta guerra civil española”. Acaso bastara esta indicación para comprender cuán grande es el interés de este libro, en el que los hilos conductores de la vida española se continúan sin cortarse hasta el más vivo presente; pero no es eso sólo lo que le da su interés. Altamira ha incluido en su libro una sucinta pero sagaz reseña del desarrollo de la cultura española, cuyo desenvolvimiento acompaña paso a paso el curso de la historia política y social. Y en el juego de las diversas manifestaciones del espíritu español, queda de manifiesto la vigorosa capacidad creadora de este pueblo singular, brillante en la doble peripecia de las armas y de las letras.