José Luis Romero: Crisis

JULIÁN GALLEGO

El problema de las crisis históricas y los reordenamientos futuros que ellas pueden ocasionar es una cuestión que atraviesa la obra de José Luis Romero y que va adquiriendo en su recorrido intelectual una formulación cada vez más precisa merced al desarrollo concreto de los acontecimientos, así como a la interpretación activa de los mismos que el autor lleva a cabo.

En el artículo sobre las concepciones historiográficas y las crisis (1943) el concepto de crisis es delimitado de modo general como “mutación y transformación, desarrollo de elementos endógenos y captación e incorporación de elementos nuevos, y estructuración del todo en un nuevo orden con nuevo sistema de valoraciones”. Esta propuesta se enriquece con una determinación más sutil de los diferentes tipos de crisis: las hay de afirmación y las hay de reelaboración, lo cual no inhibe la simultaneidad de ambos tipos en una misma crisis histórica. Así, de manera inseparable, Romero concibe a la crisis junto con el nacimiento que ella produce.

Tal es la estructura claramente perceptible en su enfoque: aparecen posibilidades que se expresan en el crecimiento económico y el avance de fuerzas sociales nuevas; la búsqueda de un nuevo orden a partir de estos procesos será el proyecto de una elite ilustrada. La concepción global del cambio social que pone de relieve Romero implica, pues, explorar la existencia de condiciones de posibilidad para que la mutación se produzca. El desarrollo de esas condiciones ocurre hasta cierto punto de modo autónomo; una vez dadas, es susceptible que aparezcan proyectos ordenadores de los cambios acontecidos. Así, si en el punto de partida de una crisis parece haber un despliegue automático de las contradicciones inherentes a la sociedad, la observación de los probables cursos que esa crisis habilita y su cristalización posterior en un proyecto que los contemple y les dé sentido suponen el análisis de las dimensiones posibles del cambio, esto es, el paso del orden potencial al fáctico, paso que se piensa siempre como una apertura (1953): la dialéctica de la historia y el sujeto, cuyas conjunciones se debe intentar conocer para configurar a un sujeto “consciente” de su lugar en la historia.

La situación social, económica y política de una época contiene ciertas posibilidades que pueden o no ser asumidas desde las ideas. A su vez, éstas pueden permitir la articulación de ciertas potencialidades dirigidas a reelaborar la estructura. No obstante, eso que aparece en forma potencial sólo puede llevarse a cabo, sólo puede pasar de la potencia al acto, si media un sujeto que lo concrete, un sujeto que generalmente es una élite en posesión de una imagen clara del porvenir, es decir que comprende en toda su dimensión histórica el proceso social.

En efecto, en la concreción de una crisis el autor plantea la existencia del desacople entre, por un lado, el desarrollo de las situaciones de hecho y las fuerzas nuevas que esto crea, con sus consiguientes demandas sociales y políticas que apuntan al cambio, y, por el otro, la actitud de una élite dirigente que se cierra a toda posibilidad de transformación tratando de conservar su posición; cuando una parte de esta misma élite percibe la necesidad del cambio esto provoca una escisión en el seno del grupo rector, encontrando en el plano de las ideas formulaciones para interpretar lo que ya estaba sucediendo en el plano de las realidades (1942: crisis de la república romana; 1948: crisis del mundo burgués; 1950: crisis del mundo medieval).

El intersticio entre posibilidad y realidad constituye, pues, el terreno para la acción del sujeto. En el pensamiento de Romero el sujeto es producto de la dialéctica entre dos fuerzas: los sistemas de ideas, esto es, las cosmovisiones desde las cuales se asimila la realidad; la realidad, que excede la teoría y que, por ende, no puede ser plenamente formalizada. Pero la resultante de ambas fuerzas no es una mera sumatoria sino la creación de un grupo social que, al adecuar los sistemas puros de ideas a la realidad, genera en ese proceso ideas adecuadas para tal fin. Pero entre las posibilidades de las ideologías y las de las situaciones existe siempre una primacía de lo real. Toda transformación es posterior a sus condiciones de posibilidad. Toda posibilidad es previa a su realización. Pero todo cambio es posterior a la crisis que lo engendra y necesita. El cambio es el ordenamiento que un sujeto hace de una situación abierta por una crisis. Estamos, pues, ante la dialéctica constante, realizada por el sujeto, entre lo fáctico y lo potencial enlazados por lo contingente.

De este modo, en la interacción del orden fáctico con el potencial Romero insinúa la figura del sujeto histórico; las posibilidades de cambio constituyen, pues, el campo de acción de esta figura. Es claro que el desarrollo más o menos automático de una situación es condición necesaria pero no suficiente para que la misma se transforme. En efecto, la mutación de las condiciones materiales puede darse sin que existan ideas que den cuenta de la nueva situación. Sólo una nueva cosmovisión hará posible escudriñar las transformaciones y elaborar un proyecto de acción en función del cambio. Para Romero, establecer la posibilidad histórica para una época dada implica no quedar cautivo del resultado y evitar todo tipo de fatalismo.

1942b. La crisis de la república romana. Los Gracos y la recepción de la política helenística, Buenos Aires, Losada.

1943g. “Las concepciones historiográficas y las crisis”, Revista de la Universidad de Buenos Aires, 3ª época, año I, nº 3, julio-setiembre.

1948c. El ciclo de la revolución contemporánea. Bajo el signo del 48, Buenos Aires, Argos.

1950c. “El espíritu burgués y la crisis bajomedieval”, Revista de la Facultad de Humanidades y Ciencias (Montevideo), nº 6.

1953g. “Reflexiones sobre la historia de la cultura”, Imago Mundi. Revista de Historia de la Cultura, nº 1, setiembre.

Textos sobre José Luis Romero y el concepto de crisis

Gallego, J. “José Luis Romero y el pensamiento histórico de las crisis”, prólogo a J. L. Romero, Crisis históricas e interpretaciones historiográficas, Buenos Aires, Miño y Dávila Ediciones, 2009, pp. 13-22.