José Luis Romero

PAULA BRUNO

Italo Calvino señala: “los clásicos son esos libros de los cuales suele oírse decir: ‘Estoy releyendo’… y nunca ‘Estoy leyendo’” (7); a esta caracterización suma otras igualmente lúcidas; entre ellas: “un  clásico es un libro que nunca termina de decir  lo que tiene que decir” (9). En suma, podría aventurarse que releemos a los clásicos porque siempre tienen algo para sugerir. A estas y otras características de los clásicos propongo sumar esta máxima: un clásico es un libro que se puede ordenar en diferentes anaqueles de la biblioteca. Este hecho puede traducirse en esta imagen: ¿en qué lugar de la biblioteca de un especialista o un curioso se acomoda Latinoamérica: las ciudades y las ideas? Las posibilidades son varias: libros de referencia sobre América Latina, ensayos de interpretación sobre los destinos y las derivas latinoamericanas, historia de las ideas, ensayo de interpretación urbana, crónica histórica latinoamericana, historia de las mentalidades, entre otras.

José Luis Romero (1909-1977) fue un historiador argentino que se interesó en la cultura occidental, en el sentido amplio que permite ese término. Como se ha señalado numerosas veces, su proyecto historiográfico no tuvo fronteras nacionales, se inscribió más bien en una idea de historia social entendida como historia global. Romero fue una figura central de la renovación historiográfica que tuvo lugar en Argentina entre 1955 y 1966; esa etapa de la historia estuvo caracterizada por una modernización cultural general. La modernización intelectual de entonces encontró su correlato en los ambientes académicos asociados con la Universidad de Buenos Aires y en las producciones surgidas en su seno. En estos años, se concretaron investigaciones encuadradas en lo que se denomina entre nosotros “historia social” cuyos responsables son parte de un “grupo renovador” que llevó adelante un aggiornamento en la forma de conocer el pasado. Existe consenso a la hora de destacar que el Departamento de Sociología de la Facultad de Filosofía y Letras, fundado por Gino Germani, y el Centro de Historia Social, dirigido por José Luis Romero, fueron los motores de esta renovación.

Los científicos sociales relacionados con estos ámbitos y estas personalidades encarnaron un programa con rasgos definidos que pretendía modificar “la forma de funcionamiento global del proceso de producción historiográfica”, a la vez que proponía “nuevos temas, enfoques, técnicas y métodos” (Miguez, 12). A tono con un clima de época vigente a escala internacional, acompasado por los aportes de la Sociología Funcionalista, la Teoría de la Modernización, las diferentes vertientes del marxismo y Annales, la Historia comenzó a definirse como una ciencia social y el trabajo interdisciplinario pasó a ser parte de la agenda de estas figuras.

Los resultados de esta tendencia renovadora se evidenciaron en una pujante actualización de los estudios sociales. La Sociología pasó a ser una disciplina con la que la Historia se asoció felizmente y esta tendencia colaboró a que ambas ramas del saber  se consolidaran. La utilización de variables analíticas y metodológicas provenientes de la Sociología, considerada como la ciencia social que debía dotar de teoría y método a la Historia, renovó las formas de pensar la sociedad argentina y su pasado, y organizó interpretaciones globales de algunos procesos históricos que, superando una narrativa histórica basada en el relato institucional-político, dieron como fruto análisis totalizadores. Aunque la historia política no perdió centralidad, en este marco cambió de signo al ponerse en diálogo con aspectos sociales y económicos. Temas de corte estructural y la intención de explicar la totalidad del pasado argentino por medio de un esquema que daba cuenta de la transición de una sociedad tradicional a una sociedad moderna fueron los ejes que sostuvieron las lecturas sobre las transformaciones políticas y económico-sociales de largo plazo. Así lo demuestran obras hoy clásicas, como Política y sociedad en una época en transición, de Gino Germani, y otro libro del autor que nos ocupa: Las ideas políticas en la Argentina

El golpe de Estado que tuvo lugar en Argentina en 1966 interrumpió este proceso de renovación y la inestabilidad política que marcó el ritmo de la vida argentina desde entonces no hizo más que profundizar la imposibilidad de desarrollo de esta tendencia. Los años que se desplegaron entre 1966 y 1983 estuvieron atravesados por un general oscurantismo de la vida cultural argentina. Durante la última dictadura, abierta en 1976, año de publicación de Latinoamérica: las ciudades y las ideas, el contexto de represión generalizada que recayó fuertemente sobre estudiantes, profesores, intelectuales y la población en general colaboró a que ciertas tendencias que se habían ya dado luego de 1966, como la del exilio de intelectuales, se profundizaran. El “grupo renovador” que se consolidó en los sesentas vio interrumpidas sus labores y la Historia como disciplina quedó en manos de otras instituciones que se consolidaron en estas décadas. Las mismas, como destacó Tulio Halperin Donghi, circunscribieron el terreno histórico a “la dimensión institucional, que es aquella sobre la cual las fuentes utilizadas proporcionan datos que no requieren ninguna complicada manipulación y cuya presentación no exige tampoco un demasiado intenso esfuerzo interpretativo” (1986, 21). En un contexto nacional –y regional– signado por este panorama y estas dinámicas, Latinoamérica: las ciudades y las ideas fue un libro excéntrico y con escasas posibilidades reales de tener un impacto inmediato. El libro contiene una agenda que casi contradice palabra por palabra la caracterización recién citada de Halperin Donghi. Latinoamérica: las ciudades y las ideas es un libro que en un contexto caracterizado por la inercia y la descripción anestesiada podía ser considerado, incluso, “peligroso”. Sin dudas, Latinoamérica fue un libro incómodo en el contexto reseñado. José Luis Romero presentaba allí una serie de interpretaciones que lejos estaban de ser complacientes, no asociaba los destinos latinoamericanos a utopías, pero tampoco a indefectibles catástrofes. En una reimpresión de 2005, se ha revelado que el mismo circuló por unos años en un formato clandestino entre alumnos de Rafael Gutiérrez Girardot; quizás esa fue una prueba fehaciente de una de las ideas de Romero: “Latinoamérica (tiene) una aire de irreprimible e ilimitada aventura” (247).

Los clásicos de hoy han tenido, algunas veces, derivas inesperadas. Luis Alberto Romero resalta, en este sentido, que Latinoamérica: las ciudades y las ideas no tuvo repercusión local inmediata, por haber aparecido en el referido contexto de la dictadura militar en Argentina, pero tampoco la tuvo en los ámbitos académicos internacionales. Parece ser que el destino del libro fue dejar sus huellas con la cadencia del largo plazo y diferenciarse de un libro de boom historiográfico.

El diagnóstico sobre el impacto del libro es otro a la luz de las dinámicas historiográficas posteriores a 1983. En el contexto del regreso a la democracia, aquella tendencia surgida en la década del sesenta e interrumpida por los sucesivos golpes de estado, que legó análisis y relatos globales y que no logró consolidarse en los años posteriores, ocupa el lugar de una visión clásica o de referencia en la historiografía argentina. Ese foco de renovación pasó a ser un espejo en el cual mirarse para los historiadores profesionales que ocuparon espacios desde entonces. Ahora bien, ese oasis renovador no tuvo como prioridad de su agenda el tratamiento del mundo de las ideas. Sin embargo, José Luis Romero que, como se ha mencionado, fue uno de los responsables de la renovación de los sesentas, fue un antecedente recuperable e indiscutido para dar forma a una tradición de historia de las ideas en Argentina. Había abierto y marcado un camino, como lo demuestra su compromiso con la publicación Imago Mundi, y un libro que escribió en 1965, El desarrollo de las ideas en la sociedad argentina del siglo XX.  En esta serie debe ubicarse la obra que aquí nos ocupa. Hoy, a cuarenta años de su primera edición, es una obra de referencia obligada para las Humanidades y las Ciencias Sociales[1].

Esta suerte no es casual, el libro contiene en su interior una agenda de investigación rica en preguntas y provocaciones sobre cuestiones como los estilos de vida y sociabilidades, las ciudades que dan forma a las ideas y las ideas que animan los debates intelectuales en los centros urbanos, los conflictos entre sectores sociales y los fenómenos derivados de las dinámicas campo-ciudad, entre tantos otros. Por su parte, el tono del libro es una incitación completa a la interpretación. Por ejemplo, Romero no duda en categorizar fenómenos latinoamericanos con etiquetas contundentes, como “ciudades hidalgas”, “ciudades patricias”, “ciudades burguesas” y “ciudades masificadas”, cada una de ellas, en sí mismas, es hoy una cantera desde la que pensar la producción en las Humanidades y las Ciencias Sociales sobre América Latina y sus focos urbanos. Por su parte, en tiempos en los que las tendencias de historia global e historias conectadas se imponen en las agendas historiográficas internacionales pueden encontrarse en Latinoamérica: las ciudades y las ideas formas sugerentes de pensar y debatir lo transnacional.

En suma, y retomando a Calvino, este clásico no ha terminado de decir todo lo que tiene para decir. Así lo demuestran las varias ediciones en español y en otros idiomas[2]; y constata este hecho el interés que la figura de José Luis Romero continúa generando en investigadores de distintas generaciones y países, como lo expone el sitio web que lleva su nombre abierto recientemente (https://jlromero.com.ar/).

Obras citadas

Calvino, Ítalo. Por qué leer los clásicos. México D. F: Tusquets Editores, 1994.

Germani, Gino. Política y sociedad en una época de transición. Buenos Aires: Paidós, 1965. Halperin Donghi, Tulio “Un cuarto siglo de historiografía argentina (1960-1985)”. Desarrollo

Económico 100 (1986).

Miguez, Eduardo. “El paradigma de la historiografía económico-social de la renovación de los años ´60, visto desde los años ´90”. Fernando Devoto (comp.), La historiografía argentina en el siglo XX (II). Buenos Aires: Centro Editor de América Latina, 1994.

Romero, José Luis. Las ideas políticas en Argentina. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 1998 [1956].

—. Latinoamérica: las ciudades y las ideas Buenos Aires: Siglo XXI Editores, 2005 [1976]. Romero, Luis Alberto. “La historiografía argentina en la democracia: los problemas de la construcción de un campo profesional”. Entrepasados, año 5, 19 (1996): 91-106.


[1] Sobre José Luis Romero pueden verse: Tulio Halperin Donghi, “José Luis Romero y su lugar en la historiografía argentina”, en Desarrollo Económico, vol. 20, n. 78, 1980, pp. 249-274; Carlos Altamirano, “José Luis Romero y la idea de la Argentina aluvial”, en Id, Para un programa de historia intelectual y otros ensayos, Buenos Aires, Siglo XXI, 2005, pp. 77-104; Omar Acha, La trama profunda Historia y vida en José Luis Romero, El Cielo por Asalto, 2005; José Emilio Burucúa, Fernando J. Devoto y Adrián Gorelik (eds.), José Luis Romero: Vida histórica, ciudad y cultura, San Martín, UNSaM Edita, 2013.

[2] Entre otras, pueden verse: Latinoamérica: las ciudades y las ideas, Siglo XXI, 5ª reimpresión en 2001, con prólogo de Luis Alberto Romero; Le cittá e le idee: storia urbana del Nuovo Mondo, Nápoles, Guida Editori, 1989, con traduzione di Marco Cipolloni; Latin America: Its Cities and Ideas, Washington, Organización de los Estados Americanos, 1999, con prólogo de Juan Carlos Torchia Estrada (Disponible en línea: http://www.educoas.org/Portal/bdigital/contenido/interamer/interamer_59/index.aspx?culture=en); América Latina As cidades e as ideáis, Río de Janeiro, Editora UFRJ, 2004, con traducción de Bella Josef.