Maquiavelo historiador

RICARDO LATCHAM

No es copiosa la bibliografía, en español sobre Maquiavelo y los complejos asuntos derivados de su interpretación. El escritor y profesor argentino don José Luis Romero, que nos visita actualmente, ha publicado en Buenos Aires un enjundioso ensayo sobre la significación historiográfica de un autor que es, además de historiador, una figura singular en otros campos de la actividad intelectual y que plantea a quien lo afronta varias cuestiones previas que debe encarar so pena de desvirtuar su propósito fundamental. No es el señor Romero un hombre desconocido en las disciplinas del saber y pronto encuentra los medios fértiles de colocar a Maquiavelo en su escenario histórico e intelectual. Agitado por la pasión política, el escritor florentino veía en ella una de las inspiraciones más nobles del espíritu y la experiencia obtenida en la vida lo obligaba a partir de una concepción fiel desarrollo histórico, para desembocar luego en su inicial disciplina, con experiencias y deformaciones, que constituyen el aspecto polémico y crítico de este apretado análisis. El cuadro de la vida espiritual italiana en el Renacimiento no por conocido deja de entrañar dificultades y peligros, que el historiador argentino sortea con la severidad del hombre acostumbrado a sintetizar y a condensar sus copiosas lecturas. Resulta así un Maquiavelo nuevo y despojado de los convencionalismos y considerado en sus posturas intelectuales decisivas que abarcan la totalidad de su pensamiento, tan estrechamente trabado, según Romero, que no es posible delimitarlo sin alterar su profunda significación.

Un atento examen da la obra total de Maquiavelo, dice el escritor argentina, demuestra la existencia de una profunda y coherente concepción de la vida histórica, subyacente en observaciones aisladas o en el desarrollo narrativo o expresada en una digresión circunstancial, pero susceptible siempre de ser captada por un análisis riguroso. Y esto se logra en el penetrante estudio situando su teoría de las formas elementales de la vida social y política, luego como una concepción del campo de las transformaciones históricas y, por fin, como una caracterización de la vida histórica y de sus principios.

Maquiavelo afirmó por primera vez el concepto de nación como típico de las entidades históricas, al que agrega la idea similar de patria como típica del vínculo de obligación moral y jurídica que une al individuo en su rango de ciudadano con el Estado Esta idea es analizada por Romero como uno de los núcleos de su concepción historiográfica y a su sombra se desenvuelve la estructura del desarrollo histórico.

La élite, consiste, para Maquiavelo, en el grupo de los que son capaces, por contraposición a la masa, de ser completamente buenos o completamente malos. Estas minorías vienen a ser los protagonistas del desarrollo político, es decir, del fenómeno histórico por excelencia, y de su seno se desglosan las personalidades directoras, algunas de las cuales, si son capaces de llevar sus designios hasta las últimas consecuencias y realizar sus finalidades, modelan el tipo maquiavélico, que tantos escritores no han logrado definir o han desfigurado capciosamente.

El capitulo cuarto de este libro se halla consagrado a los caracteres de la labor historiográfica de Maquiavelo y resulta el más concentrado de ideas y de nitidez crítica. Maquiavelo está frente a la Edad Media en una posición polémica y de negación continua, porque vive un momento de reacción contra ella y su vigoroso espíritu de análisis no es capaz de sobreponerse para adoptar una actitud comprensiva frente a lo que en ella es peculiar y creador. (Página 108).

La deformación de algunos personajes, evidenciada en sus testimonios históricos, confirma la validez de la observación de Romero y constituye el ápice de su revisión de Maquiavelo. Sin embargo, con el cuadro de Florencia, su ciudad, Maquiavelo forja un material histórico que constituye su creación más completa y fecunda. Maquiavelo, según Romero, no es ya un humanista, ni por su concepción de la historia, ni por su sentido de la vida, ni por su formación, y su actitud es ya la del individuo contradictorio y afirmativo al mismo tiempo que configura al hombre moderno. La historia, para Maquiavelo, se torna útil al hombre, que aprende en sus enseñanzas que sus fines no son sino su realización como ser terrenal, y que tal actividad está sujeta a principios de legalidad. La historia es, pues, un registro de experiencia humana y el saber histórico es una experiencia vital, imprescindible e irrenunciable, inherente al hombre y unido indisolublemente a su más específica actividad, que es el cumplimiento de su voluntad de dominio, manifestada en su obrar político.

El ensayo del señor Romero, publicado por la Editorial Nova, es un aporte valiose y los estudios historiográficos y a la interpretación de uno de los espíritus más complejos y gloriosos del Renacimiento.