Reseña de Latinoamérica: las ciudades y las ideas

ARTURO ROIG

Todos los que hemos tenido el privilegio de haber tratado personalmente a José Luis Romero y que durante años habíamos seguido de cerca sus inquietudes intelectuales, teníamos conocimiento de su proyecto de hacer una historia de América Latina a partir del desarrollo de sus ciudades. Ahora tenemos, felizmente, en nuestras manos este libro Latinoamérica: las ciudades y las ideas que ha editado siglo XXI, obra de madurez, fruto de una larga experiencia de uno de los más destacados historiadores sociales con que cuenta la cultura latinoamericana contemporánea. El libro lo esperábamos y sabíamos de su importancia, lo que no esperábamos era este duro final que nos ha dejado desolados, la muerte de nuestro amigo, en el momento mismo en que alcanzaba la realización de una de sus más caros proyectos.

Hacer una historia social a partir de la ciudad, no es tema nuevo, en particular dentro de la literatura argentina. Sarmiento en su conocido Facundo había ya centrado la historia en la contradicción de la ciudad y el campo y había intentado hacer, como él mismo lo declaraba, una especie de “mapa de las ideas” en relación con el mapa de las ciudades; por su parta, Juan Agustín García en su libro La ciudad indiana, y siguiendo en parte el modelo que había propuesto Fustel de Coulanges, intentó años más tarde, reconstruir otro momento de la historia argentina, a partir de un valioso análisis de la ciudad colonial, esfuerzo historiográfico vigente aún en mas de un aspecto. Dentro de esa tradición argentina y en el intento ahora nuevo de ver la problemática en un marco continental, se inscribe para el libro de José Luis Romero.

América Latina ha conocido sucesivas etapas de autoafirmación en las que se llegó a tomar conciencia de un destino común, de una historia unitaria. En esa toma de conciencia sus escritores han jugado un papel importante, muchas veces fundamental. Baste recordar como ejemplares esfuerzos en este sentido, la obra de José Enrique Rodó en el 1900 o la de José Vasconcelos, unas décadas más tarde. A. ellos se suma ahora Romero con este vivo panorama histórico-social que nos abre a la comprensión de nuestro proceso y que no es solamente un logrado intento historiográfico, sino que incluye a su modo las virtudes sugeridoras del ensayo.

Se incorpora asimismo Romero a los grandes esfuerzos de síntesis que han dado una de las tónicas de nuestro mundo latinoamericano contemporáneo, en un intento fructífero de visión totalizadora, al lado de obras como El Pensamiento Latinoamericano de Leopoldo Zea y Las Américas y la Civilización de Darcy Ribeiro. Libros estos que señalan, junto con el que comentamos, uno de esos momentos en los que la América Latina alcanza para sí misma una autocomprensión que rebasa ampliamente la mera intención historiográfica. Obras todas ellas en las que no se ha temido la aventura del pensamiento y que a la vez que estudian un pasado y un presente, están avizorando un futuro y son por eso mismo creadoras en el más pleno sentido del término.

Conocíamos el estilo de José Luis Romero, caracterizado por una exposición clara, precisa, organizada siempre sobre una información documental amplia y sugestivamente seleccionada. Esto último alcanza en Latinoamérica: las ciudades y las ideas su grado máximo. En sus páginas aparece una a veces impresionante visión caleidoscópica con la que se organiza el nutrido material documental, revivido no sólo a partir de una larga búsqueda y selección de textos, sino también a partir de una experiencia personal fruto de la pasión con que Romero visitó durante años nuestro continente. Estamos ante ese tipo de historias que escribieron los grandes historiadores viajeros en los que la recreación del pasado resultaba imposible sin el tránsito personal por el escenario mismo de los hechos.

La historia que nos presenta José Luis Romero es por otro lado, el relato apasionante de la historización de América Latina. Se trata del modo cómo un continente es organizado para forzarlo a entrar en la historia mundial, y cómo al fin entra en ella y termina por ocupar un lugar en la misma. Desde aquel mundo indígena predominantemente rural, desde aquella destrucción de los pocos pero significativos centros de vida urbana prehispánicos, hasta la organización de ese mapa de ciudades que es, recordando otra vez a Sarmiento, al mismo tiempo un mapa de las ideas dentro de una evolución cambiante, se lleva a cabo aquel proceso de historización de que hablábamos. El libro de Romero no es, pues, únicamente la historia de las ciudades y de sus ideas, incluye necesariamente también una filosofía de la historia de América, vista a partir de su desarrollo urbano e ideológico.

Bajo este punto de vista, el libro de Romero resulta ser una de las contribuciones más vivas para la investigación de esa dialéctica de la conciencia americana dentro del proceso de constitución de la conciencia burguesa, fenómeno éste último de la historia mundial que Romero había rastreado ya con particular lucidez desde sus orígenes medievales y que lo había destacado como uno de los más importantes estudiosos de la historia social europea dentro de los investigadores de América Latina.

La evolución de la sociedad latinoamericana, desde la constitución de aquella primitiva estructura urbana a la que denomina “ciudad hidalga de indias”, hasta la organizada como “ciudad masificada”, nos ofrece un rico panorama histórico visto desde los centros de decisión que la han regido y constituye un bello ejemplo de reconstrucción de configuraciones históricas. El método de José Luis Romero se apoya en los legados del historicismo contemporáneo, utilizados con un equilibrado sentido, dentro de una arquitectura serena que le permite lograr una reelaboración del pasado a partir de vivencias captadas por un acto de simpatía, sin caer sin embargo en un esteticismo, ni en un vivencialismo. En efecto, un impulso dialéctico nos hace transitar desde una configuración histórica a otra, hasta llegar a la etapa final de las ciudades masificadas, momento en el que Romero asume su propia época y nos abre a un futuro incierto, mas no avizorado por el escritor con actitud de rechazo. El concepto de “masa” que sirvió en la literatura social de las primeras décadas de este siglo para impugnar las nuevas formas comunitarias y para justificar los viejos ideales aristocratizantes de la “ciudad burguesa”, se presenta en la obra de Romero signado con un peso valorativo en el que aparece claramente superada aquella actitud ideológica, con lo que el historiador alcanza gracias a eso mismo una serena objetividad.

Otra de las lecciones del historicismo ha sido la de exigir que la historia de las ideas se la realice como parto de una historia más amplia. El circunstancialismo había sido justamente una respuesta no siempre debidamente lograda de aquella exigencia, como consecuencia de una cierta imprecisión de la noción misma de circunstancia de la cual partía. El libro de Romero significa un intente positivo de superar esa dificultad. La circunstancia de que se parte es clara y perfectamente definida, es la ciudad latinoamericana, que como foco económico y social productor de ideologías, permite abordar el estudio de la idea a partir de una muy concreta realidad. La ciudad es por eso mismo considerada en sus funciones. No se trata de la descripción formal de una estructura, sino de mostrar la de la ciudad en su funcionalidad dentro de un contexto social amplio, viste como un complejo sistema de contradicciones dadas entre lo ciudadano y lo campesino, entre la ciudad de Indias y la ciudad europea, entre la ciudad litoral, abierta a lo nuevo y la ciudad mediterránea, mantenedora de antiguos valores. Se trata de una historia conflictual, como es toda historia, vivamente señalada dentro del estilo siempre mesurado y a la vez sugerente de este libro que pasa a ser desde ahora uno de los clásicos del ensayo histórico-social latinoamericano.