La intransigencia no es camino. 1957

AMÉRICO GHIOLDI

He leído en “La Vanguardia” el reportaje hecho al profesor José Luis Romero tendiente a aclarar las declaraciones que, semanas atrás, hizo en un semanario socialista de los Estados Unidos.

Días antes de leer “La Vanguardia”, he conocido un anticipo de las declaraciones, pues fueron entregadas, además, a diarios burgueses, según el vocabulario habitual en estos casos. Como las declaraciones hechas en los Estados Unidos se refieren a un problema político que interesa a los socialistas en primer término, aunque no exclusivamente, y como las declaraciones del reportaje reciente abarcan tópicos de importancia, quiero contribuir con algunas consideraciones a la dilucidación de los temas.

En primer término corresponde recordar que el reportaje publicado en esta ciudad por una revista que lo tomó de “The New Leader”, transcribe opiniones del ciudadano Romero sobre la situación del país, las diferencias entre los partidos tradicionales y el gobierno provisional, las luchas contra Perón y finalmente, el pronóstico sobre el resultado de las elecciones próximas. Después de expresar que en la presente situación el Dr. Arturo Frondizi ganara las elecciones, formula declaraciones de tal naturaleza, que incluso suponen una comparación entre Franklin D. Roosevelt y el Dr. Arturo Frondizi. Dice que el Dr. Frondizi representa las ideas que en los Estados Unidos encarnaron en su tiempo Franklin D. Roosevelt y el New Deal.

Para interpretar estas palabras y el tono general del reportaje, que tanta sorpresa causó a la mayoría de los miembros del Comité Ejecutivo del Partido Socialista, no se necesita ni aplicar criterio socialista, ni existencialista, ni católico, sino simplemente el criterio directo, elemental y de buena fe. Tales manifestaciones, en la oportunidad política en que han sido formuladas, resultan beneficiosas para la propaganda del frondizismo, sobre todo por la inusitada comparación con Roosevelt. En plena acción concreta e inmediata, cuando el Partido Socialista está empeñado en una actividad política propia y se dispone a darse su fórmula presidencial, el miembro del Comité Ejecutivo del Partido Socialista lanza calificaciones que no pueden dejar de ser estimuladoras para la propaganda de los amigos del Dr. Frondizi.

No tengo la menor duda de que el Dr. Romero no se propuso hacer propaganda para Frondizi, pero en su intento de aplicar criterios históricos ha formulado un juicio político que será debidamente aprovechado. El Dr. Frondizi es presentado en el reportaje como una categoría política, o sea como el representante del industrialismo nacional. La presentación es muy generosa. El reporteado no ha visto todo lo que además hay en él, los que con él se mueven, los que le acompañan en la aventura, los recursos de que se vale y que maneja. Nada importa. Lo importante para el Dr. Romero es la categoría: ser representante del industrialismo nacional. El Dr. Romero ha salvado el alto nivel de los principios de la abstracción clasificadora. Como hombres concretos los propagandistas del Dr. Frondizi sabrán sacar jugo de esas declaraciones. De modo tal, que lo menos que puede decirse es que el Dr. Romero prescinde en absoluto de las condiciones de la acción y no mide suficientemente las consecuencias políticas de sus declaraciones.

Las declaraciones de Romero causaron sensación en el Partido. El disgusto de los miembros del Comité Ejecutivo Nacional era inocultable. El reportaje hecho por “La Vanguardia” es hijo de la sorpresa general.  “No queremos creer que el Dr. Romero haya hecho tales manifestaciones.” Con esta consoladora glosa, afiliados calificados del Partido esperaron una aclaración, sino el desmentido rotundo.

Llegó entonces, el reportaje. Por él nos enteramos que la única corrección consiste en modificar el modo del verbo, porque el Dr. Romero ha dicho que Frondizi “ganaría” pero no aseveró que “ganará”. La precisión científica de la predicción histórica quedó a salvo, pero la repercusión política de las declaraciones subsiste. Bien lo advierte el Dr. Romero, cuando manifiesta “que la revista lo ha transcripto (al reportaje) con un título que no es el original y que pone énfasis injustificado y deformante sobre una respuesta a una de las tantas preguntas” que le formuló el periodista. Un poco tarde ha advertido las consecuencias inesperadas de sus juicios históricos en el campo de la política electoral.

Las declaraciones recientes en el reportaje no rectifican sino ratifican total y plenamente las declaraciones a “The New Leader”. Agrega lo que podríamos llamar fundamentos de sus declaraciones, por el tono y las indirectas a compañeros socialistas, no definidos en el reportaje, que reciben peor trato que el Dr. Frondizi, a quien se lo ha considerado comedidamente, como una categoría de la realidad política, y a aquellos poco menos que como traidores del socialismo.

El Partido Socialista tiene una función propia que desempeñar. La ha desempeñado desde sus orígenes y no la ha desnaturalizado bajo Perón ni bajo la revolución. No se propone el Partido Socialista interpretar a la burguesía terrateniente ni al capitalismo industrial. Esto es cierto de toda verdad. Pero tampoco se propone representar otras cosas, ni es muchas otras cosas, que también se juegan en la política, como ser la dictadura, la demagogia, la corrupción política, la función envilecedora de los subsidios capitalistas a los partidos políticos, el peligro de golpes arteros, sabotajes, etc.

Por la insistencia con que se refiere a cierto tópico, parece que el Dr. Romero le preocupan mucho las pequeñas intrigas en favor de uno u otro candidato (a la verdad que hasta ahora no hay sino un candidato) y las alianzas electorales, previas o posteriores a las elecciones, dentro o fuera del colegio electoral.

Como estas declaraciones pueden confundir, creo que debe decirse que en el Partido Socialista no ha sido planteado el problema de una alianza o pacto con ningún partido. De acuerdo con sus estatutos, el Partido elegirá el candidato a la presidencia de la república y se dará su propia plataforma electoral, sea en el Congreso del mes de junio próximo o en otro posterior a la realización de la Convención Constituyente. El programa del Partido será el más avanzado y progresista y se inspirara, con toda seguridad, en los principios del socialismo democrático que el Dr. Justo afirmara teórica y prácticamente en la república.

De las declaraciones surgiría la postulación de una intransigencia socialista en todos los planos, que nace detrás de la intransigencia radical.

Yo sé bien que la intransigencia es un modo de ser característico de cierta mentalidad política argentina. Perón cultivó y aplicó la intransigencia. En él la intransigencia fue más que un estado de la mente una estrategia de gobierno. El Dr. Frondizi se llama intransigente, pero no encuentra obstáculo a trabajar codo con codo con los comunistas, con los amigos de Perón y a dejarse halagar por los nacionalistas totalitarios de “Azul y Blanco”. El dictador aplicó la intransigencia como un instrumento para atomizar al país en serie de grupos intransigentes. Él hizo el totalitarismo para él y atomizó a los demás. Incluso se burló de todos, porque trató de satisfacer la oposición intransigente, incluyendo en la ley N° 13.645 (art. 5°) el principio de que estaba prohibido no ser intransigente, es decir, que estaba terminantemente prohibido toda suerte de entendimiento entre los partidos políticos.

Juan B. Justo es el maestro de los anti-intransigencia, en todos los planos; impugna la intransigencia dogmática o religiosa, la intransigencia para considerar problemas económicos y relaciones de clase, y la intransigencia de carácter político de todos conocidas. Pocos años antes de su muerte, pronunció una extraordinaria conferencia que figura en el libro “La realización del socialismo”, en que se manifiesta categórica y terminantemente contra el vicio de la intransigencia socialista, que se pretendía introducir en nuestras filas. El punto de partida de sus consideraciones fue Carlos Marx, el autor del “Manifiesto Comunista”, donde se destruye la teoría de la intransigencia política. No es este el momento de resumir la extraordinaria conferencia del Dr. Justo y los medulares conceptos históricos sobre lucha de clases, partidos de clase y las relaciones que necesariamente tienen los partidos obreros con los partidos no obreros. Yo estoy seguro de que muchos quedarán sorprendidos hoy si leen este fundamental trabajo del maestro, al cual no hay que abandonar nunca. Por lo demás, el modo de pensar de Juan B. Justo era coincidente con el pensamiento de los socialistas democráticos de todo el mundo, que en numerosas oportunidades, y en estos tiempos difíciles cada vez con más frecuencia, han debido entrar en relaciones con partidos no socialistas, unas veces para la defensa de grandes principios democráticos y otras para el ejercicio del poder.

El problema es muy actual y muy práctico. Si nosotros somos partidarios de la representación proporcional y sostenemos además que de un Congreso, elegido por tal método de sufragio, debería elegirse al Presidente de la República, no podríamos de ningún modo dejar de concebir que en un momento determinado nuestros votos parlamentarios serán absolutamente indispensables para la designación de un Presidente. ¿Cómo podría calificarse de traidor a Guy Mollet, socialista francés, que gobierna por resultado de una coalición en el Parlamento, como consecuencia lógica, natural y ordinaria de la vida institucional de Francia? ¿Cómo podríamos calificar de traidores a los socialistas suecos, en el poder desde hace más de un cuarto de siglo, y que cuentan con la colaboración de otro partido? ¿De dónde se saca que los socialistas italianos, los belgas, los ingleses durante la guerra, hayan sido traidores porque han trabajado en colaboración, con otros partidos políticos?; y acaso, los socialistas españoles, ¿no han buscado y mantenido contacto codo con codo con representantes de otros partidos, incluso con partidarios de la monarquía, para salir de la terrible encrucijada histórica en que se encuentra España, y que para los desde afuera podrá ser una abstracción, pero para ellos representa el drama de la vida de un pueblo mártir?

El Dr. Frondizi quiere asegurarse que todos los partidos sean intransigentes, porque desea beneficiarse con la mayoría relativa y minoría absoluta a fin de gobernar con el poder ejecutivo de máximas facultades. Su intransigencia no tiene otro sentido, porque no es intransigencia con el capitalismo al que defiende, ni es intransigencia con la iglesia, sobre la cual no quiere hablar, para no perder los votos de los liberales ingenuos ni los votos de la jerarquía experimentada.

Hace varias décadas que la realidad argentina es muy difícil y ahora se ha puesto peligrosa. Ante ella no podemos parapetarnos tras una ficha clasificadora arrancada del personal archivo de citas. Por eso desde hace varias décadas, el Partido Socialista, sin perder su personalidad, se ha colocado en disposición de colaborar para salir de las dificultades.

En el último cuarto de siglo sólo hemos hecho un pacto electoral de carácter nacional. El único, según creo, en toda la historia socialista.  Fue el del año 1931 al constituirse la Alianza Demócrata Progresista – Socialista. En 1945, el Partido Socialista dio sus votos a la Unión Democrática, sin imponer condiciones ni entrar en pactos. Más que un pacto de generosidad, este debe ser calificado como actitud de inteligencia. Cuando aprobamos el pacto con los Demócratas progresistas en 1931, Justo ya no estaba entre nosotros, pero al fundar el Partido Socialista, en el primer estatuto redactado por él, incluyó una cláusula que autoriza los acuerdos políticos con otra agrupación, cuando sean debidamente aprobados por la autoridad partidaria. En toda su larga vida el Partido sólo una vez aplicó esta cláusula. Y ahora no está en juego su aplicación, desde que nadie ha promovido alianzas con ninguna agrupación política y, por el contrario, el Partido se dispone a nombrar sus candidatos y darse su plataforma electoral.

Podría citar la posición histórica de un maestro del socialismo como lo es el Dr. Nicolás Repetto, a quien el Partido y los diarios podrán consultar su opinión sobre estas materias.

También puedo citar opiniones de Alfredo L. Palacios – ¡qué magnífico candidato socialista y de la Nación! – quien en su memorable “Mensaje a la Juventud” y en sus declaraciones a los diarios de los primeros días de marzo del corriente año, reiteradamente manifestó su inquietud sobre el momento argentino y la necesidad de que los partidos políticos deben posponer sus intereses a los del país y que hoy más que nunca es imperiosa la solidaridad de todos los argentinos. El límite de la unión para defender la democracia está dado en la fórmula “Todos unidos, pero sin confundir los ideales”. Palacios sabe bien de las dificultades de la hora. Afirma siempre la solidaridad socialista, pero sabe también que habría que hacer un gran esfuerzo para encontrar políticos animados de grandes ambiciones generales, y que es necesario defender la revolución libertadora, acosada hoy por sus enemigos, a los que Palacios combatirá caballerescamente pero sin cuartel.

No pongo en duda, por supuesto – y la aclaración sobraría – la buena fe del compañero José Luis Romero. Concluye sus recientes manifestaciones con un llamado a entender “la realidad”, porque esa es la condición primera del método socialista, que, como es sabido, persigue el trastrocamiento de la realidad, según la terminología que nos es cara a los socialistas desde las tesis sobre Feuerbach.

Sin embargo, yo tengo la impresión a través de este episodio y de otros planteos del Dr. Romero, que con frecuencia habla de “realidad” pero sólo maneja “abstracciones de la realidad”. Invoca a la realidad, pero se maneja con casilleros y fichas confeccionadas sobre la base de otros estudios, resultando así citas de citas, o comentarios de glosas. Las fichas y las clasificaciones no son la realidad dramática. Yo tengo la impresión que la realidad concreta escapa a menudo de sus manos.  La realidad no se ha dividido nunca en dos grupos, dos grupos únicos, eternos, que serían absolutos e inalterables no obstante las variaciones del mundo. La diferenciación de la realidad es más profunda y más rica que las ofrecidas por los casilleros. Las palabras son fáciles de ordenar y las fichas pueden ser colocadas en un orden en el cajón.

Pero la realidad desborda las clasificaciones. La realidad no es el esquema abstracto de la realidad.

Por herencia de Justo y por enseñanza de los maestros que le siguieron, el Partido Socialista argentino es un ejemplo de cómo se estudia la realidad, cómo se la vive en la concreta y perentoria existencia y no en las abstracciones y cómo se trabaja para transformarla.

Para cumplir su obra, el Partido Socialista argentino ha visto siempre, no de hoy, sino de toda la vida, que uno de los peores vicios de la inteligencia, es la presumida intransigencia, que ata las mentes a esquemas y los cuerpos en bandos, siendo que la realidad proteica evoluciona y se transforma de infinitas maneras en infinitud de planos y a veces nos ofrece situaciones dramáticas que no elegimos, y que no podemos eludir buscando consejo en el casillero. En la realidad hay clases y luchas de clases; una clase obrera empobrecida bajo la tiranía y con vida continuamente difícil hoy. Hay en la realidad un socialismo que es el movimiento para levantar el nivel de vida y redimir a los trabajadores. Pero también hay otras cosas muy perentorias. Una revolución que si fracasa y no llega a término, puede ser substituida por una dictadura.

Hay fuerzas que trabajan empeñosamente para crear el caos social a través del sabotaje y de las bombas. Hay tráfico de armas por todos los costados de la frontera. Si la revolución no pudiera llegar – lo que no creo – a término para dar el gobierno a los que el pueblo elija, la clase trabajadora volverá a ser hundida. Por muchos años volverá a carecer de los órganos populares de acción social y de acción histórica. Dejo a otros que encasillen esta realidad.