Las ideas políticas en Argentina

MARCELO ROCA

En la incalculable producción editorial de la actualidad —en nuestro país y en el resto de los países latinoamericanos, salvo contadas excepciones— se advertía la ausencia de un plan editorial que estuviera destinado a difundir los signos, las tendencias y los valoras constitutivos y expresivos de lo típicamente regional americano.

Fondo de Cultura Económica de Méjico, en una magnífica colección sobre temas varnáculos, ha procurado colmar ese vacío. De ella hemos recibido una obra de un autor y sobre un tema argentinos, cuya publicación —anotémoslo de paso—, ’a través de un resonante éxito de librería, ha revelado hasta qué punto se ha acrecentado en el país la preocupación por los problemas fundamentales que atañen a nuestro desarrollo histórico y a la formación de la conciencia nacional.

Nos referimos a la obra de José Luis Romero, “Las Meas Políticas en Argentina”. La figura de José Luis Romero es sobradamente conocida como para intentar una semblanza. Ex profesor universitario, hombre de acción y pensamiento, periodista y escritor de nota, es uno de los historiadores jóvenes más serios de la Argentina.

En esta obra, como nos lo explica su autor en el prefacio, ha procurado ofrecer “una visión panorámica de las ideas políticas argentinas a los lectores de América”. Una oportuna advertencia inserta en el prefacio citado, nos anticipa su método y punto de partida: “Las ideas políticas que el autor ha tratado de precisar y seguir en el hilo del tiempo —dice Romero— no son aquellas puras y originales en que ha florecido el genio especulativo; son también los remedos de ideas cuyas deformaciones constituyen ya un hecho de cultura de profunda significación; y son ciertos impulsos que entrañan y presuponen una determinada predisposición, con los que se nutrirán luego las ideas claras y distintas, apenas entrevistas en el momento primero de su irrupción, pero latentes en su indecisa forma, y en su orientación aproximativa”.

José Luis Romero, al trazar este panorama de la historia ideológica de la Argentina, ha sustituido el esquema tradicional, la habitual periodización aplicada a las distintas etapas de nuestro desenvolvimiento histórico. Fundado en “la observación del proceso de transformación de la realidad social”, ha señalado tres períodos constitutivos de ese desenvolvimiento; la era colonial, la era criolla y la era aluvial, en la cual, según Romero, aún estamos. Sobre la formación de los ideales, las tendencias y los caracteres típicos de nuestra personalidad histórica, le atribuye suma importancia a la época colonial, y advierte que para la comprensión cabal de la realidad argentina es preciso establecer una honda correlación entre aquella y las etapas sucesivas. “La colonia es, pues, —puntualiza Romero— nuestro pasado más remoto; pero es ya nuestro legítimo pasado y las múltiples contingencias del desarrollo histórico no han podido borrar las huellas de sus pasos. Más aún, cabría afirmar que los esquemas que por entonces se dibujan, perduran y constriñen el proceso de nuestro desenvolvimiento”.

Dos brillantes capítulos dedica el autor al estudio de la segunda de estas etapas. En el primero de ellos procura definir y ubicar históricamente, en sus yerros y en sus aciertos, a la minoría culta e ilustrada bajo cuya inspiración y ardor revolucionarios se gestó la jornada inaugural de Mayo; en el segundo, los orígenes y los caracteres de la democracia elemental e inorgánica encarnada en la imagen abrupta del caudillo y la montonera. Finaliza el examen de esta época con un lúcido análisis sobre el movimiento de conciliación nacional surgido bajo la inspiración de la generación de 1837 y cuya más honda y rigurosa formulación teórica se encuentra en tres obras capitales de nuestra literatura política: el “Dogma Socialista”, de Echeverría, el “Fragmento preliminar al estudio del derecho” de Juan Bautista Alberdi y “Facundo” de Domingo Faustino Sarmiento.

Se cierra el libro con un epílogo en el que el autor señala los interrogantes que plantea el ciclo aluvial, aún inconcluso por el que todavía atravesamos. En este epílogo se contiene una observación esencial para la comprensión del curso turbulento, paradojal y a menudo caótico de nuestra historia política: “…el primero y más importante de los interrogantes que se ofrecen a los argentinos de hoy es el destino posible de ese conglomerado social de imprecisa fisonomía que constituye la realidad del país. Sería difícil afirmar —añade Romero— cómo somos los argentinos, cuáles nuestras características predominantes, cuáles los rasgos que nos son comunes”. Quién pueda alcanzar la tranquilidad de ánimo propia del sabio, comprobará — sospecha el autor— que el alma argentina constituye un enigma porque la personalidad colectiva del país se halla en plena elaboración”.

Es éste un libro de valor y mérito plurales. Constituye a nuestro juicio la más completa y constructiva síntesis de nuestro pensamiento político que se haya intentado hasta el presente. Escrito con sencillez —con una sencillez no exenta de preocupación por la belleza formal de la prosa-, en un lenguaje claro y singularmente preciso, elaborado con la inteligencia y la sensibilidad que descubren al escritor auténtico, “Las Ideas políticas en Argentina”, revela además, una investigación prolija y sutil de nuestro pasado histórico y una clara representación de la realidad y la vida argentinas.