Argentina: imágenes y perspectivas

HUGO RODRÍGUEZ ALCALÁ

“Me apresuro a declarar que no soy especialista en historia argentina” –escribe el medievalista José Luis Romero en el prólogo del libro que aquí se reseña–. “Quizá conozca mejor” –agrega– “los textos medievales que los documentos de nuestros archivos. ”

Pero es el caso que aunque medievalista por especialidad, el profesor Romero es un hombre del Renacimiento, lo cual le capacita para trascender de todo especialismo. De aquí que el medievalista, en función de tal, durante sus laboriosas jornadas porteñas, pueda embarcarse libremente con rumbo al siglo XIII y vivir con fruición en la Edad Media; luego reaparecer, renovado y ágil en su populosa Buenos Aires para asistir a una asamblea política y pronunciar un discurso doctrinario en su carácter de líder del partido socialista; luego ir a la universidad para dictar una clase; más tarde presidir una reunión de ensayistas, novelistas y poetas y pasar el resto del día en su despacho de director de una gran revista discurriendo sobre los temas más varios, en compañía de otros escritores de intereses igualmente universales.

Aunque según confesión propia el Sr. Romero no es un especialista en historia argentina, es autor sin embargo de un libro muy importante, aparecido en 1946, el cual supone un hondo conocimiento de la historia de su patria: Las ideas políticas en Argentina. Esta obra, que completa otra ya clásica de Alejandro Korn sobre tema afín, ha consagrado al Sr. Romero como autoridad en los temas que trata en su Argentina: Imágenes y Perspectivas. Los cuales temas son de una gran variedad porque atañen a los complejísimos problemas que plantea una nación como la Argentina.

Resulta, pues, muy difícil en una reseña como esta tratar todos los temas que el Sr. Romero desarrolla con suma competencia y lucidez crítica. Sin embargo, estos temas son correlativos, interdependientes, de modo que, si se analizan algunos, el análisis se encuentra con todos ellos. De aquí que si elegimos el complejo tema de las tres mentalidades existentes en la Argentina, confrontamos el problema de la vida pública de ese país desde un haz de sugestivas perspectivas; asistimos idealmente al drama histórico de su democracia, cobramos conciencia del conflicto de las minorías y las masas rioplatenses, y, todo esto, nos conduce a inquisiciones de carácter histórico. Así, apenas consideramos un tema de cualesquiera de los once ensayos que componen el libro, inmediatamente movilizamos la totalidad de las cuestiones cuyo planteamiento integra la obra.

Limitaremos, pues, esta reseña a una consideración sumaria del segundo de los ensayos del libro, el titulado “Los elementos de la realidad espiritual argentina ”.

Una meditación detenida sobre las tesis de este ensayo y sus implicaciones bastaría —por las razones antedichas— pera plantearnos todos los principales problemas históricos, sociales y políticos de la Argentina tales como nuestro autor los plantea.

La tesis fundamental del Sr. Romero, en este y en otros ensayos, es que la realidad espiritual argentina se caracteriza “por su bajo índice de coherencia interior”, lo cual es resultado de una “yuxtaposición de mentalidades diversas y recíprocamente reacias a su fusión. ” (p. 19).

La mera formulación de esta tesis plantea de inmediato una tríada de problemas. El primero, sociológico, atinente a la índole en sí de esa falta de coherencia; el segundo, histórico, que considera la génesis de la aludida yuxtaposición; y, el tercero, psicológico, referente a la naturaleza de esas mentalidades y a las razones de su impenetrabilidad. Pero esta tríada constituye une clasificación meramente metódica, pues la divisoria por ella establecida manifiesta una indisoluble correlatividad.

El análisis de esta tesis de la yuxtaposición de mentalidades estancas nos hace ver a grandes rasgos, aunque claramente, la visión que el Sr. Romero tiene de la historia argentina. En efecto: esa falta de coherencia interior que el Sr. Romero indica como resultante de una yuxtaposición de mentalidades constituye la clave del pensamiento histórico y sociológico de nuestro autor.

El cual pensamiento se funda en los siguientes postulados:

1) En la Argentina existen tres tipos de mentalidad que son: la criolla, la universalista y la aluvial.

2) La tercera mentalidad, posterior a las dos primeras y engendrada por la rápida transformación demográfica y económica de la nación a fines del siglo XIX, representa a la mayoría.

3) Mientras estas tres mentalidades no logren una síntesis, fusión o armonía, “nada importante ocurrirá en la Argentina. ” (Es decir, el país no podrá resolver el gran problema de la convivencia nacional mediante una democracia cabal).

4) La mayoría “aluvial” debería adherirse a los ideales de la minoría “universalista. ”

La mentalidad criolla es la que creó un estilo de vida de raíces hispánicas en el Plata y tuvo un perfil bien definido hasta mediados del siglo pasado. El predominio de esta mentalidad se identifica con todo un ciclo de la historia argentina. A este ciclo, que dura desde 1810 hasta 1880, el Sr. Romero llama “el ciclo de la Argentina criolla.

Los hombres que dirigen los destinos de la Argentina tras la caída de Rosas y a partir de la constitución de 1853 representan la mentalidad universalista. Son una minoría intelectual, hostil al criollismo. Estos hombres quieren transformar la realidad económica, social y espiritual de la República. Para lograr este fin abren las puertas a una inmigración que acude como un aluvión a su llamada, y ejercitan una política encaminada a desarrollar en gran escala la riqueza material del país. Gobernar es poblar; gobernar es enriquecer el país. Sueñan estos hombres con una Argentina –para decirlo metafóricamente— en que se decida la guerra del poncho con el frac, con la victoria del frac. La nación debe descriollizarse para pertenecer al concierto de las naciones civilizadas de Occidente.

Esta política tiene resultados rápidos. Se produce una profunda transformación en la Argentina. En cinco lustros se duplica la población del país con el aluvión de los inmigrantes; la riqueza se desarrolla en forma vertiginosa y, como consecuencia de estos dos fenómenos concomitantes, aparece una tercera mentalidad: le mentalidad aluvial. Es entonces cuando la realidad espiritual argentina muestra “una línea de fractura” y cuando la historia del país entra en el segundo ciclo que todavía no se ha cerrado: el ciclo de la Argentina aluvial.

Hoy todavía coexisten, hostiles, yuxtapuestas, las tres mentalidades susodichas. La primera —la criolla– es hostil a la masa aluvial. “Apegada a la tradición vernácula de origen español”, es ésta una mentalidad anacrónica pues “es expresión de una realidad ya inexistente. ” La segunda, esto es, la universalista, hostil a la mentalidad criolla “y hostil pero esperanzada frente a la mentalidad aluvial”, está representada por una minoría intelectual que, “a veces, para defender el carácter riguroso de su concepción… se esfuerza por mantenerse alejada de la realidad inmediata, sin hacer concesiones, o tratando de hacerlas tan insignificantes como pueda.” (p. 26)

La tercera mentalidad, la aluvial, mayoritaria, está adscripta a una masa híbrida de orígenes, cuyo folklore tiene dos expresiones muy reveladoras: el tango y el sainete. Esta masa aluvial profesa un materialismo claramente manifiesto en una filosofía del éxito, traducido ya como ascenso social ya como logro de riquezas o ambas cosas a la vez.

Sumamente interesante es la aguda caracterización de estos tres tipos de mentalidad. Ella interesa no sólo al sociólogo, al folklorista y al teorizador político, sino también el crítico literario. Y esto se debe a que el Sr. Romero filia muy sutilmente los tipos de literatura que han surgido de esas tres mentalidades y, a su vez, se basa en estos tipos de literatura para iluminar mejor los rasgos de esas mentalidades. (Ver las páginas 23 y 27 del libro).

¿Cuál es la solución que propone nuestro autor? Le solución ya ha sido insinuada más arriba: la masa aluvial mayoritaria debe lograr una homogeneidad y diferenciación espiritual de que aun carece. Para ello sería deseable que pudiese adoptar ciertos valores éticos de raigambre española de la mentalidad criolla, los cuales podrían “constituir bases firmes, siquiera por algún tiempo todavía, para nuestra ordenación espiritual. ” (p. 27) El Sr. Romero no nos dice cómo podría ser posible tal cosa, pero es bien claro en su opinión de que sólo la mentalidad universalista podrá orientar constructivamente a la aluvial. La mentalidad criolla, expresión de una realidad ya desvanecida, mal puede inspirar a la masa aluvial. (Ver pp. 26-27)

Las múltiples implicaciones de las ideas aquí sumariamente formuladas tienen claro y convincente desarrollo en las tres partes en que se divide el libro, especialmente en los ensayos titulados “Indicaciones sobre la situación de las masas en la Argentina”, “El drama de la democracia argentina”, “La Enciclopedia y las ideas liberales en el pensamiento argentino anterior a Caseros”, “Las ideas revolucionarias y la revolución”, “Martínez Estrada, un renovador de la exégesis sarmientina” y “Mitre: un historiador frente al destino nacional. ”

Los enfoques de estos temas muestren la coherencia y rigor de las ideas directrices de las investigaciones del Sr. Romero, y a su luz logramos nítidas imágenes de la Argentina actual desde perspectivas sabiamente escogidas.