Pensamiento emancipador y pensamiento conservador

GREGORIO WEINBERG

La ya imprescindible, y prestigiosa por cierto, “Biblioteca Ayacucho”, enriquece su catálogo con dos obras de real trascendencia: Pensamiento político de la emancipación (1790-1825) y Pensamiento conservador (1815-1898), antologías sabiamente prologadas por José Luis Romero, y cuya compilación, notas y cronologías realizó el mismo con la colaboración de Luis Alberto Romero.

Ambos estudios preliminares son de una infrecuente densidad conceptual y claridad expositiva. Un gran historiador – mejor todavía, un gran humanista – preocupado por su circunstancia, repiensa, en el primero de esos libros, el proceso de formación de las ideas matrices de nuestra emancipación, aquellas que, en cierto sentido, sirvieron para conformar los pasos iniciales de las incipientes nacionalidades. Y lo hace con una eficacia ajena a la simplificación, con hondura y fervor, matizando la incidencia de los factores, demostrando su comprensión por la compleja diversidad de corrientes ideológicas que dieron forma a aquel mosaico, es cierto, pero prestando simultáneamente la atención debida a su ardua inserción en la realidad (contradictorio e íntimo vínculo que proviene de la “inadecuación de los modelos extranjeros a las situaciones locales latinoamericanas en ese momento y, sobre todo, de la existencia de otras ideas, imprecisas pero arraigadas, acerca de esas situaciones y de las respuestas que debía dárseles”). Esboza, con acierto y prolijidad, las influencias, mas destaca, al mismo tiempo, la “dinámica propia” que adquieren los procesos, con sus altibajos, cuando escribe: “Por eso la historia latinoamericana de los tiempos que siguieron a la Emancipación parece un juego difícilmente inteligible, una constante contradicción en el seno de una realidad institucionalizada según modelos difícilmente adaptables, en la que irrumpían cada cierto tiempo y de imprevisibles maneras unas tendencias genuinas que reivindicaban su peculiaridad y que la tornaban más anárquica y confusa”.

El desarrollo interno de los 35 años que abarca el trabajo, las referencias a las modificaciones constantes de la sociedad latinoamericana durante ese lapso, la refracción en el paisaje físico y humano del Nuevo Mundo de los acontecimientos extranjeros, permiten a José Luis Romero abordar numerosas cuestiones; así, los rasgos de la tradición y el origen de algunas fuentes teóricas extranjeras, las respuestas intentadas, las alternativas propuestas, las disyuntivas por momentos discutibles; además de problemas plurales suscitados, luego de la ruptura de los vínculos con las metrópolis, por los esfuerzos encaminados a legitimar los movimientos independentistas, pasando por los enfrentamientos – estrepitosos y a veces sangrientos – de los centralistas y federalistas, monárquicos y republicanos, hasta el resurgimiento, entre nosotros, de las ideas de nación y de patria, revestidos aquí de nuevas connotaciones. Son, por otro lado, actitudes que abarcan un espectro difuso nada fácil de aprehender, desde el voluntarismo de los grupos jacobinos hasta la adoptada por los defensores acérrimos de un orden económico social que ya se revelaba anacrónico.

La teoría centralista

En la segunda obra, Pensamiento conservador, aborda nuestro autor las profundas modificaciones internas y la diversidad de matices que adquiere, en nuestra América, esta corriente, “cuya preocupación por el orden coincidió con una teoría centralista del poder”. Tan interesante como compleja, y por lo demás indispensable para una comprensión profunda de los acontecimientos, esta línea, ha sido, por lo general, descuidada; y esto por razones que el mismo J.L. Romero se encarga de explicar: “… Es bien sabido que la vida histórica no se compone sólo de lo que cambia aceleradamente, y ni siquiera de lo que cambia en el mediano plazo. También forma parte de ella lo que cambia lentamente, y, sobre todo, lo que parece no cambiar a fuerza de ser insignificantes sus transformaciones a lo largo de extensísimos plazos. En rigor, sólo la justa percepción del juego que se produce entre esos componentes permite una exacta y rigurosa comprensión del conjunto de la vida histórica y ninguno de ellos puede ser olvidado”. Esta proposición, que es un desafío para el historiador y sobre todo para su sensibilidad humana, exige un estudio concienzudo y sagaz, como el que aquí se ofrece, de las diversas variedades del quehacer político, desde las propuestas del conservadorismo liberal hasta el ultramontano, desde el pragmatismo con que en algunos casos se admite la modificada realidad que se pretende consolidar hasta el utopismo de los restauradores, empecinados éstos últimos en una actitud impracticable. Esta corriente de pensamiento, cuya concepción autoritaria inicial en algunos casos derivó hacia “una ideología nostálgica e ineficaz”, muestra por momentos, a través de sus “avatares” curiosa y sugestiva actualidad.

El rigor recopilador

La recopilación de la primera de las obras comentadas recoge 123 documentos y testimonios de primera instancia; la segunda 55. Todos ellos, fuentes insustituibles, son de primordial importancia e interesan a todos los países del Nuevo Mundo (sin omitir por cierto al Brasil ni a Haití, con injustificadas razones casi siempre excluidos). Haber logrado organizar material tan complejo constituye por sí mismo un logro que agradecerán todos los lectores, cualquiera sea su nivel de inquietudes o especialización. Y esto es tanto más apreciable cuanto que el aislamiento bibliográfico sumado a la crónica penuria de las bibliotecas que padecemos, son obstáculos casi insalvables aun para quienes tienen la osadía de perseverar durante años en la búsqueda de una referencia o una obra. Las ricas cronologías (la del Pensamiento conservador abarca, por ejemplo, más de un centenar de páginas) facilitan las coordenadas indispensables para situar hombres, obras y acontecimientos de América Latina y del mundo exterior.

La obra de Romero

Además del señalado valor intrínseco, creemos oportuno subrayar que estos libros serán también un aporte de primer orden para aumentar el conocimiento y ahondar la comprensión del vasto mundo de las ideas de José Luis Romero – sus inquietudes, sus intereses, sus métodos –, pues a casi dos años y medio de su fallecimiento, ya se está haciendo sentir la necesidad de estudios panorámicos y críticos sobre su obra y trascendencia.