Ideas políticas argentinas

DARDO CÚNEO

José Luis Romero ha compuesto un libro de interés constante con el registro completo de las ideas políticas en nuestro país. Será, pues, una guía de información y orientación, que estaba faltando para la comprensión de los procesos argentinos, vistos desde un ángulo polémico y cruzados por fuertes pasiones. Las ideas políticas de los capitanes de un pueblo definen, en gran parte, la índole y la substancia, la posibilidad y la imposibilidad, de ese pueblo. Ellas constituyen claves que si no siempre explican, con más frecuencia reflejan y en toda circunstancia son motivo de acceso a la comprensión de la época y sus hombres.

El itinerario de las ideas políticas argentinas no es, en este libro de examen, ordenación y crítica, presencia sin dependencia ni relación con el escenario y su tiempo. Por el contrario, una de sus virtudes primeras consiste, precisamente, en que las ideas se van formulando y entablan polémica en nombre de realidades sociales, en representación del clima de su época. Cada tesis tiene su marco explicativo. Cada exposición —y con ella la silueta y el alma de su expositor— aparecen medidas y explicadas en función del clima de su época y del conjunto de factores que obraron para determinarle a la época ese determinado clima.

Las constantes económicas y sociales han sido consultadas. “El autor —nos dice José Luis Romero en la “Advertencia”— ha tenido muy en cuenta, para dar sólido apoyo al análisis, las características y la evolución de la estructura económica y social en que hunde sus raíces el mero fenómeno político”. Es decir, la idea política aparece encuadrada en las realidades económicas y sociales. Método seguro.

Ese seguro método ha combinado acierto tan importante —suficiente para definir la excelencia del libro— como el desarrollo del segundo capítulo, destinado a registrar la “era criolla”. ¿Dónde están las ideas políticas del hombre y la sociedad criolla?. ¿Dónde se las encontrará radicadas? ¿Son ideas exclusivas de la ciudad de Buenos Aires que, asomándose al río que comunica con Europa, hace las veces de corresponsal del estilo y mensaje europeos? José Luis Romero abarca todo el panorama de la realidad argentina y recuenta todos los factores y presencias que se movilizan en él. Hay, para su juicio, una línea de la democracia doctrinaria. Esa es cosa sí, de ciudad o de ciudades. Es liberal y centralista. Su expresión y su clave es Buenos Aires. Es minoritaria, antipopular, culta. Su realización culminante es el estado rivadaviano.

La otra línea —en verdad, podemos decir la otra Argentina— es la de la democracia inorgánica. Es la montonera del interior. Es el sentimiento federal. En la montonera, en el alzamiento del paisano, en el descontento y el recelo del interior con respecto a la política centralista de Buenos Aires —centralista con Rivadavia y centralista con Rosas— hay elementos confusos, contradictorios, sin forma —pero, acaso, sí con estilo (¿la barbarie no tiene también su estilo?) de democracia. Democracia popular. Democracia que surgía de realidades sociales y económicas.

El capítulo acerca de la democracia inorgánica comenta el federalismo doctrinario de Dorrego. “Su federalismo —advierte el historiador— era otra cosa que el de los caudillos, porque si coincidía en sus fundamentos, difería notablemente en cuanto al carácter que esa concepción política había tomado en manos de los omnipotentes señores de las provincias. Para los caudillos, el federalismo era una consigna, una palabra mágica que, si entrañaba un sentimiento autonomista, significaba con mayor claridad todavía un régimen autocrático, sostenido en su beneficio. Para Dorrego, en cambio, el federalismo era una doctrina de sólidos fundamentos jurídicos”. Dorrego es la expresión menos confusa, menos contradictoria, menos instintiva de la línea de la democracia inorgánica. Dorrego, en verdad, reclama capítulo aparte.

Al drama promovido por el desentendimiento de esas dos líneas de la democracia argentina —consecuencia de dos realidades económicas y sociales en todo diferente— sucede la formulación del pensamiento conciliador que inicia el equipo echeverriano y que Mitre, Sarmiento, Avellaneda realizan entre el 62 y el 80. Es el pensamiento político de la “era aluvial”. La inmigración modifica el panorama. Entonces, se arquitectura la Argentina que es hoy, enfrentándose —y realizándose— el liberalismo conservador y la democracia popular. Esta ultima se representa en los nombres de Leandro Alem y Juan B. Justo.

Libro con sentido y acierto de gula. José Luis Romero ha cumplido una labor que provoca nuestro agradecimiento.