La vida histórica

MARGARITA SCHULTZ

Este libro contiene una serie de ensayos del historiador José Luis Romero compilados por Luis A. Romero. Los ensayos fueron escritos entre 1936 y 1976, periodo de cuarenta años. En este caso, el lapso y la continuidad de la meditación pueden proporcionar al lector una valiosa oportunidad de reconocer las grandes líneas de su pensamiento. Se reúnen aquí, entonces, la experiencia de un historiador y la de un epistemólogo de la historia.

¿Cuáles son esas líneas de pensamiento? Se distinguen dos ámbitos de reflexión articulados: el relativo al sentido que Romero atribuye a la Historia y el que corresponde a la Historiografía. La Historia es para Romero una ininterrumpida continuidad de diversidades fácticas a las que subyacen relaciones más profundas, implícitas y menos numerosas. A su entender, el repertorio de opciones de la vida humana es limitado. Los fines y aspiraciones varían, históricamente, dentro de ciertos márgenes. La libertad de opción se ejerce entre unos límites, que marcan entonces una “constante humana”. El decurso histórico es una fluencia, de manifestaciones variadas, en un cauce. Ese flujo continuo es la “vida histórica”, vivida, viviente y por vivir. El sentido de la vida, por debajo de las dimensiones temporales – pasado, presente, futuro –, aclara de una vez la problemática esencialmente “humana” de la Historia: el ser humano es el creador de la Historia. Sus actos son “creación creadora”, las estructuras que produce son “creación creada”.

La coherencia de un pensamiento epistemológico se prueba cuando la caracterización del objeto de estudio – aquí, la Historia – se concilia con la caracterización de la actitud cognoscitiva – la Historiografía. Como historiógrafo se asume José Luis Romero lejos de la posición positivista-determinista; su actitud es la de rescatar el valor hermenéutico de la síntesis subjetiva. La Historiografía no es una “ciencia natural”, sino una “ciencia histórico-social”. Como tal debe interesarse por realizar esas síntesis descubridoras del sentido de cada momento histórico, el cual no podrá inferirse de la mera acumulación de datos. ¿Qué busca la Historiografía? El pasado vivo, al cual pregunta por su identidad, por sus normas, por sus sistemas de valores y juicios. ¿Con qué objeto? Para proyectar ese conocimiento al porvenir que es, en verdad, lo “por vivir”. La Historiografía, según estima Romero, no es la tarea de un “nostálgico coleccionista” sino, en un sentido, la de un pedagogo del futuro. El conocimiento del pasado no es un método de coacción; desde su punto de vista, el pasado conocido permite una mayor libertad de decisión.

La actitud del Historiógrafo debería estar, asimismo, en las antípodas de “la peligrosa seguridad del realismo ingenuo”, que no es otra cosa que la universalización del propio sistema de preferencias. Como podemos advertir, con otros términos, Romero se planteó conscientemente la cuestión del etnocentrismo y las fallas de las generalizaciones en este dominio, originadas en una incomprensión insensible de las singularidades históricas.

Con estos temas José Luis Romero toca los ribetes éticos de la labor historiográfica. La conciencia histórica – que es conciencia de devenir y de fragilidad del presente – debe indagar en el “espectro” del pasado sobre su verdad. Al respecto cito un pasaje de su ensayo “La Historia y la Vida”: “No es cosa fácil lograr la certeza de que poseemos la imagen verdadera y pura de la extinguida realidad que constituye el pasado histórico. El riesgo es grave, si queremos acudir con su consejo a socorrer la angustia de la vida; porque es con la falsa, con la aparente, con la cercenada verdad con lo que se ha construido todo lo que ha sido erigido contra la verdad”.

Este libro, presenta, pues, una variada reunión de temas que atraerán no sólo a quienes se interesan por la Historia. Hay reiteraciones de contenidos, comprensibles en un libro constituido por ensayos compilados; hay ciertos excesos retóricos, que por momentos retrasan el fluir de las ideas. Pero lo importante es que los problemas de la epistemología de la Historiografía han sido abordados con sentido crítico. Es un mérito de actualidad, que trae al presente estos trabajos.