Presentación
por Luis Alberto Romero
Los esquemas y guías de clase referidos a Roma, la ciudad eterna, provenientes del Archivo José Luis Romero, se relacionan con su investigación sobre la Historia del mundo urbano occidental, que desarrollaba al momento de su muerte. Hay guías similares sobre otras ciudades, que pueden consultarse en este Sitio: París, Nueva York, ahora Roma y próximamente Buenos Aires
Lo que aquí se presenta es una síntesis de tres clases -una de ellas doble- sobre Roma y su historia. Al final se agrega una nota periodística, publicada en el semanario Hebraica, que es la crónica de una de las conferencias.
Se incluye el PDF de la versión original de una de las guías y su transcripción, que reproduce parcialmente el diseño original. En ésta, las palabras o frases corregidas manualmente por el autor se incluyen entre paréntesis y en itálica, vg.: (agregados). Los comentarios editoriales van entre corchetes, vg.: [Comentarios editoriales].
José Luis Romero y el estudio del mundo urbano
Desde 1966, luego de retirarse de la universidad, José Luis Romero comenzó a desarrollar la idea de estudiar el mundo urbano occidental, centrado en cien ciudades europeas y latinoamericanas, a las que agregó algunas asiáticas y varias africanas.
A medida que desarrollaba la investigación, el tema se fue dividiendo en dos proyectos, del que habrían de resultar dos libros, uno dedicado a la Historia del mundo urbano occidental y otro a la Estructura histórica del mundo urbano. Sobre este segundo han quedado partes escritas y esquemas, que pueden consultarse en este Sitio.
El proyecto sobre la Historia del mundo urbano occidental tuvo un fruto acabado en uno de los libros más importantes: Latinoamérica, las ciudades y las ideas, publicado en 1976, un año antes de su muerte. Allí se advierte que la ciudad se había convertido a la vez en la clave para estudiar el proceso del mundo occidental -cuya expansión se articulaba en torno del concepto de mundo urbano- y en el objeto al que referir las distintas ideas relativas a la “vida histórica”, otro de sus libros inconclusos.
La parte europea, que había estudiado desde otro ángulo en sus libros La revolución burguesa en el mundo feudal (1966) y Crisis y orden en el mundo feudoburgués (edición póstuma de 1982), era el núcleo de este proyecto. No hay textos del libro proyectado, pero existen publicaciones sobre temas específicos, así como clases grabadas de cursos sobre el tema, que se insertan claramente en el proyecto. Estos textos están reunidos en el volumen La ciudad occidental (Estudio preliminar de Adrián Gorelik. Buenos Aires, Siglo XXI Editores, 2009), y en este Sitio puede leerse separadamente cada uno de sus textos.
Cómo estudiar cien ciudades
En 1966 J. L. Romero creó un Seminario de Estudios del Mundo Urbano (SEMUR), que existía solo en su escritorio y en una papelería con la que -ya lejos del mundo universitario- se auto dotó de una existencia institucional. Seleccionó cien ciudades -principalmente europeas y americanas, más algunas asiática y africanas, como Casablanca, Marakesh, Túnez, Tánger- y organizó sus viajes para estudiarlas a fondo. En 1970, una segunda Beca Guggenheim (había obtenido la primera en 1951) le posibilitó un largo viaje por Europa y los bordes coloniales.
Por entonces estudió sistemáticamente a los sociólogos, economistas, antropólogos y urbanistas que se ocupaban de la ciudad, de los que habla en la clase inicial del curso dictado en 1965 en la École d’Hautes Études en Sciences Sociales (incluido en La ciudad occidental). Su escritorio -y luego la habitación vecina, que habían ocupado mis hermanas- se llenó con planos de ciudades, organizados en una mapoteca, exhibidores para imágenes de ciudades y guías turísticas, insumos principales de su trabajo.
Una clase o un texto ocasional era la ocasión para reunir la información sobre una ciudad y para experimentar una forma de organizarla, que suponía una elaboración conceptual, cuyas idas y venidas pueden registrarse en las distintas guías. En las guías del curso París en su historia, las más desarrolladas que nos han quedado, el esquema general, con seis grandes etapas, es similar al que desarrolló en Latinoamérica, las ciudades y las ideas, publicado en 1976.
La información utilizada proviene de fuentes muy variadas y de calidad diferente: la bibliografía histórica, la literatura, los mapas de la ciudad, las guías de turismo -particularmente las Michelin-, y una Enciclopedia Larousse, de fines del siglo XIX, así como de las notas tomadas en los recorridos intensos de esa y otras muchas ciudades.
Estas guías son muy similares a los esquemas que preparaba para escribir sus textos, y en algunos casos se puede confrontar el esquema y la realización escrita. En los contenidos, y particularmente en el diseño -realizado con los limitados recursos de una máquina de escribir portátil- puede advertirse la meditada jerarquización y ordenación de los temas y sus partes. La versión a máquina era el resultado de infinidad de esquemas previos, hechos a mano, en los que fue organizando la información y desarrollando y puliendo las ideas. El desarrollo continuaba. Frecuentemente, el esquema de la clase o conferencia dejaba espacios en blanco, en los que posteriormente se iba agregando nueva información.
Roma, la ciudad eterna. 1970/1973
INTRODUCCIÓN
a. ¿Via Veneta o el Foro? La ciudad eterna.
b. La dolce vita. La romana de Moravia. Las llaves de San Pedro de Peyrefitte.
Y la frase de Taine de 1864.
Me preguntas si se divierte uno en Roma. Divertirse es una palabra francesa, y no tiene sentido más que en París, Aquí, cuando no se es del país, hace falta estudiar; no queda otro recurso.
…
¿Que espectáculo tan fúnebre el de esta Roma, ayer noche, tan negra, sin tiendas y con algunos faroles alejados unos del otros. La plaza Barberini, donde me alojo, es un catafalco de piedra donde arden algunas antorchas olvidadas… y la fuente, apenas visible, murmura en el silencio con ruido de espectro
c. La eternidad del poder.
– La tradición y el poder.
– La transferencia.
– Identidad y variedad
I – ROMA REPUBLICANA
a. La ciudad latina e itálica.
– La sociedad republicana.
– Patricios y Plebeyos.
– Gobierno urbano y gobierno territorial.
– La ciudad austera.
. Coriolano
. Camilo
. Cincinato
. Los Escipiones
. Cornelia.
b La conquista.
– Transformaciones sociales.
– Senadores, caballeros y proletariado.
. Plauto y Terencio.
– La helenización de las costumbres. Lúculo. Las villas.
– El desarrollo de la ciudad física.
. Capitolio y foro. El muro serviano (s. IV a.c.)
II – ROMA IMPERIAL
a. La ciudad sensual y lujosa
b. La extensión de la conquista
c. La obra urbanística: Augusto, Nerón d. 64
d. La sociedad plutocrática.
– Viejos y nuevos ricos.
– Petronio, Banquete de Trimalción; Juvenal, Sátiras; Marcial, Epigramas.
– Parásitos. Clientelas.
– Las villas.
– El coloquio. Los juegos.
e. Las masas
f. La crisis del siglo III d.C.
– Muro Aureliano (275)
– Fundación de Constantinopla
– Invasión de Alarico , 410.
III – LA CIUDAD POLÍTICO ECLESIÁSTICA
a. La formación de la ciudad cristiana.
– Pedro, 68 d.C.
– Catequesis y persecuciones. Catacumbas.
– San Jerónimo. Tertuliano. San Agustín.
– La lucha por la primacía episcopal.
– Triunfo: Gregorio el Grande.
– Las iglesias.
b. La ciudad cristiano feudal (S. VI/XI)
– La conquista: ostrogoda, bizantina, lombarda.
– Carlomagno y los carolingio. La consagración imperial.
– Las luchas por el papado. Teodora, Marozia.
– La formación del patriciado romano. Las Torres fortificadas.
– Cultura secular: Alberico, Crescencio.
– La ciudad leonina.
c. La ciudad teocrática. (1073- 1305)
– Gregorio VII. La lucha con el emperador.
– Federico II
– La revolución laica y comunal de 1143. Giordano Pierleoni y Arnaldo de Brescia.
. El intento de Brancaleone, 1254-58.
– Las luchas entre familias patricias.
– Bonifacio VIII.
. El poder universal.
. El jubileo de 1300.
. El esplendor y la imagen dantesca de la ramera.
– La presión extranjera.
d. La ciudad sin papa (1305 – 1377).
– La sociedad romana.
– Cola di Rienzo.
. El cardenal Albornoz.
e. El papado romano contra Avignon (1377-1415)
IV – LA CORTE PONTIFICIA
a. De 1415 a 1585
– La autoridad pontifical. La corte papal. La curia.
– Las guerras de Italia. El saco de Roma, 1527.
– La sociedad romana.
. Las grandes familias y el ordenamiento de la nobleza pontificia .
. La plebe.
. Los extranjeros.
. Pasquino y Marforio.
– La urbanización. El desarrollo artístico.
– El movimiento de Esteban Porcari (1447/53).
– Los papas: Della Rovere, Borgias, Médicis -Juan y Julio-, Farnesio.
b. De 1585 a 1644.
– Sixto V 1585 / 90.
– Urbano VIII 623 – 44.
c. De 1644 a 1797
– La corte pontificia.
– La sociedad romana.
– El desarrollo de la ciudad arqueológica.
. Piranesi.
. Goethe.
. Casanova.
V – LA CIUDAD DISPUTADA (1797 / 1870)
a. La lucha por Roma. La Roma romántica.
– 1797 – República romana y la ciudad libre.
– 1815 – La restauración de los Estados Pontificios.
– El desarrollo del liberalismo. Mazzini, Arnolfini y Safi.
– La revolución republicana romana en 1848.
– La restauración de 1849 de los Estados Pontificios con ayuda francesa.
. La ocupación francesa.
b. La descripción de Taine (1864)
c. 1870. Toma de Roma por Vittorio Emmanuele.
VI – LA CAPITAL DE ITALIA: Época de los Saboya.
a. 1870: Porta Pia. Roma capital del reino de Italia.
– Retracción del papado.
b. La organización del nuevo centro de poder.
– El Quirinal.
– Víctor Manuel II y sus ministros.
c. El desarrollo de la vida oficial.
– Burocracia, parlamento, justicia: la aparición de un nuevo personal civil.
d . La formación de dos sociedades, y la marcha hacia una nueva sociedad.
– La inmigración del norte y del sur.
– El desarrollo demográfico:
1870: 226.000
1880: 285.000
1900: 400.000
1912: 462.000
– La retracción – y presencia – de la aristocracia vaticana, y sus adláteres.
– El enfrentamiento con grupos inmigrantes (de nivel alto y medio; de nivel bajo) .
. Clase alta romana.
. Extranjeros, mendigos.
– El enfrentamiento de las formas de mentalidad:
. liberalismo y progresismo, ateísmo, etc. vs. catolicismo y tradicionalismo.
.. Henry James, Daisy Miller
. El lenguaje.
– El enfrentamiento de las formas de vida.
. Viejo y nuevo lujo.
. Clases medias y populares.
. Carnaval.
. la disolución de la aldea.
e. El desarrollo del mercado interno y los cambios económicos.
– La ciudad burocrática y diplomática.
– Las clases medias.
– El turismo.
f. El desarrollo comercial y bancario.
g. El desarrollo edilicio de 1881 en adelante.
– La especulación sobre vía Nazionale y via Vittorio Emmanuele.
. Quirinal, Viminal y Esquilino Pincio.
h. Escuela y Universidad.
VII – LA CAPITAL DE ITALIA: Época fascista
a. La consolidación de una nueva sociedad.
– La nueva plutocracia.
– La alta burocracia.
– Los líderes políticos.
– La clase media.
b. La población: 1930: 1 millón?
– Política anti urbana de Mussolini.
c. El desarrollo industrial.
– Química, aparatos de precisión, vagones de ferrocarril,
– óptica y fotografía, tipografía, vestido,
– cine.
4.- La nueva élite fascista.
5. El testimonio de Moravia: La romana, Cuentos romanos, El conformista.
6. El remodelamiento edilicio.
– L’impero.
– Los nuevos barrios.
VIII – LA CAPITAL DE ITALIA: La democracia cristiana.
a. La sociedad y las ideologías.
b. El desarrollo industrial y comercial.
Roma: de Rómulo y Remo a Federico Fellini
En Hebraica, Buenos Aires
El Profesor José Luis Romero, doctor en Historia, fue catedrático y decano de la Facultad de Filosofía y Letras y rector interventor de la Universidad de Buenos Aires. Escritor. Vicepresidente de la Sociedad Argentina de Escritores. Becado por la Fundación Guggenheim para estudiar la historia de la Edad Media y los orígenes de la idea del burgués en Estados Unidos.
Desarrollar el periplo de la historia de Roma desde los albores de su fundación litúrgica hasta su conversión en ciudad turística, “singular oasis de una vida sin compromiso”; explicar todas sus etapas vitales, sus avatares, sus decaimientos y sus glorias, en el lapso de una charla; decir que Roma ha sido siempre una ciudad singular, acaso única, arquetípica, y probarlo histórica y realmente, fue el tema que se impuso el profesor José Luis Romero en una de las reuniones de HEBRAICA durante el ciclo “La ciudad como problema histórico social”.
En su exposición, clara, concisa, metódica, el público pudo recorrer, imaginativamente, los vericuetos sombríos y los sitios soleados de la existencia milenaria de una ciudad llamada con justísima razón eterna; una ciudad una vez virtuosa y otra orgiástica; un día republicana y otro feudal; altiva o arrasada hasta sus cimientos: hija del surco rural del arado o capital del mundo, con sus Césares y sus pontífices; sus artistas y sus parásitos; en todo el esplendor de su belleza, de sus formas, en la austeridad de sus códigos o en la flaqueza de sus vicios.
Un curioso enigma
El disertante comenzó su conferencia señalando la curiosa relación entre lo que una ciudad es históricamente, lo que ha sido y lo que representa en la realidad, por la imagen que ha creado de sí misma, trasformándose en modelo de un estilo de sociedad. “Ningún caso tan ejemplar como el de Roma —dijo— que se ha mantenido en el tiempo como un curioso alarde de diferenciación e identidad y como un fenómeno que constituye por sí mismo un curioso enigma”. Enseguida habló de las resonancias que Vía Véneto suscita en la actualidad, entroncándola con el ámbito publicitario a que la condujo el film de Fellini “La dolce vita”, y de lo que la ciudad fue en 1864, durante la ocupación de los franceses, “un lugar para estudiar”, según, la expresión melancólica de Hipólito Taine, “porque divertirse es palabra francesa que no tiene sentido más que en París”. “De modo —añadió— que esta imagen actual de ciudad del ocio, después de haber sido la cabeza de un imperio, expresa algo que ha ocurrido en los últimos 25 años y que nos pone sobre la pista del desarrollo que ha tenido la antigua metrópoli”.
La ciudad de lujo
Siguiendo ese desarrollo reseñó la existencia de Roma desde su infancia, con sus dioses, sus hombres virtuosos. su sociedad de preocupaciones coherentes, que declinan al convertirse en una urbe conquistadora, poderosa, cosmopolita, disgregada, invadida de extranjeros ávidos, dependiente de las zonas que dominaba. “Alguien, entonces, empieza a creer que Roma es común a todos y no patrimonio exclusivo de su sociedad urbana”, dijo el profesor Romero para comparar ese fenómeno con lo sucedido en la Argentina, con Buenos Aires y el proceso de la federalización. “El país entero descubrió que vivía a expensas de Buenos Aires, su puerto, su aduana y pensó que era injusto que todo el país reportara beneficios a la ciudad capital y que. sólo lo disfrutaran sus habitantes”. Roma, dueña del mundo, se trasformó en usufructuaria de las riquezas del orbe; entonces aparecieron las dádivas, “el precio que el emperador pagaba por mantener una ciudad de lujo, enteramente parasitaria, con sus grupos plutárquicos, con la gente del patriciado que bebe los vinos de Grecia y come truchas del Mar Negro, que vive suntuosamente hasta que la grandeza del imperio empieza a decaer.
La ciudad sombría
Todo ese mundo fascinante fue revivido por el profesor Romero haciendo comentarios sobre sociología, economía, literatura; señalando oportunamente lo trascendente y lo intrascendente; lo beneficioso y lo perjudicial para la ciudad romana y para quienes la imitaban. Al entrar en la decadencia, Constantino traslada la capital del imperio a Constantinopla; Alarico pone sitio a la ciudad eterna y la devasta y comienza la era de la ciudad feudal y la aparición de los Estados pontificios.
Aquí el historiador guió a su público atento por la ciudad subterránea, la de las catacumbas y Pedro con su nueva religión “distinta a las religiones racionales que no ofrecían la esperanza de la salvación eterna”. Luego esa ciudad sombría, temerosa y perseguida, sale a flote y se convierte de nuevo en una entidad poderosa y otra vez legal, que funciona —por la mediación del papa y los obispos diseminados por el mundo— a través de la misma estructura de poder que tenía el imperio.”
La ciudad parásita
Más adelante describió la ciudad cortesana, con sus poetas, sus teólogos. filósofos, artistas y caballeros, con su régimen de vida distinto al régimen sombrío en que se había vivido: es cuando el papa abandona Avignon y vuelve a Roma, predominan los españoles y los Médicis y se instituye el mecenazgo. Es la época del alto nivel intelectual y estético: la era de Miguel Angel y Rafael en que el papa es “un señor que vive a la manera de los señores, en forma regocijada, sin que esto signifique una caída en la baja sensualidad”.
Es el tiempo de las grandes familias cardenalicias, pero por debajo de esto “había toda clase de gente; lo que no había —señaló- era gente que trabajara”; son los parásitos en la ciudad parásita. Pronto la urbe pierde su poder político sin perder su poder económico, porque la Roma que nunca se sintió obligada a buscar una manera de vida, que nunca fue una ciudad con grandes terratenientes ni con una clase industrial o mercantil poderosa, nunca dejó tampoco de ser rica.
La ciudad moderna
De pronto, en 1797, surge un intento revolucionario republicano rápidamente sofocado, pero que pone en evidencia que en Roma existe una población ajena a las altas clases señoriales que siempre la han dominado. Hasta que en 1815. después del Congreso de Viena, se le restituyen al papado sus estados señoriales y este vuelve a adquirir “aunque cada vez más lánguidamente, el sentimiento de ser una superestructura de la organización mundial de la fe cristiana”. Es cuando aparecen la revolución interna, los liberales, los carbonarios, y al estallar en 1848 la revolución liberal en todo el mundo, también estalla en Roma y uno de sus tribunos es Mazzini. La rebelión es derrotada y la ciudad se convierte, una vez más, en una posesión exclusiva del papado con el apoyo del ejército francés. Después de 1870 Víctor Manuel entra en la metrópoli y la proclama capital de Italia. Y empieza una nueva era: la moderna.
La ciudad turística
De ahí el profesor Romero pasó a describir “una ciudad brillante y turística” en que la convirtió la dictadura fascista de Benito Mussolini. El viaje aleccionador a lo largo de la historia, varias conductas y muchas vidas dentro de los muros de una urbe de antiguo poderío que arrastraba no sólo el peso de sus símbolos sino también el peso de una gran riqueza arqueológica, finalizó con estas palabras: “Y esa riqueza de museo la convirtió de nuevo en la ciudad parásita, en la ciudad que heredó el refinamiento de la corte pontificia, en la ciudad que constituye un tesoro arqueológico y que ahora ofrece el curioso espectáculo del mundo de los turistas, un descanso para los que están de vacaciones. Otrora capital del imperio, ha conseguido construir, como ninguna otra metrópoli de la tierra, este singular refugio que puede ser llamado el oasis de una ciudad sin compromiso”