José Luis Romero, historiador de Occidente

CLAUDIO CÉSAR RIZZUTO
(IMHICIHU, CONICET- UBA)

Introducción

José Luis Romero se destaca en la historiografía por la diversidad en su campo de investigación: inicialmente estudioso de la antigüedad clásica, luego medievalista, también publicó textos dedicados a la historia contemporánea, la argentina y la latinoamericana. De alguna manera, la calificación de historiador de Occidente y de la cultura occidental – en sus diversos avatares- le sienta muy bien. Este aspecto se confirma a lo largo de su vida. En sus libros -incluyendo alguno inconcluso-, sus cursos, su correspondencia, y entrevistas, así como en planes y bocetos conservados en su archivo queda claro que el proyecto de escribir una historia de la cultura occidental lo acompañó, no sin transformaciones, desde mediados de la década de 1940 hasta su muerte en 1977. Este trabajo tratará de rastrear cronológica y temáticamente el problema de la cultura occidental a lo largo de su obra, de modo de mostrar la amplitud y a la vez la flexibilidad de su quehacer historiográfico.

Bautismo de Clodoveo. Maestro de Saint Gilles, 1500.

De historiador de la antigüedad a medievalista

Si bien el libro La cultura occidental, publicado en 1953, puede ser el núcleo de análisis fundamental para un texto como este, las reflexiones sobre nuestro autor en la materia datan al menos de 1943, cuando realiza un primer esbozo de historia de Occidente, que fue reformulándose a lo largo de varios años [1]. La cultura occidental constituye a la vez una toma de posición sobre un tema debatido y es a la vez el adelanto de un trabajo muy ambicioso, que trató de hacer en las décadas subsiguientes, cambios de concepción mediante, y que quedó inconcluso. Como se verá, a lo largo de su vida realizó varios “sumarios” de la evolución de la cultura occidental, que se conservan. Luego de una divergencia inicial –mediada por su pasaje de la historia clásica a la medieval- mantienen una perspectiva homogénea, que justifica considerarlo un proyecto de investigación de largo alcance. Así, el recorrido de este texto abarcará más de treinta años. Como se mencionó, una página impresa conservada en el Archivo José Luis Romero, de julio de 1943, contiene el temario de una conferencia titulada: “Un esquema de la constitución de la Cultura Occidental”. Allí aparece una primera pista de cómo nuestro autor consideraba a Occidente [Ver anexo 1]. En el sumario se detalla una evolución desde la Antigüedad hasta la época contemporánea, con breves títulos que refieren a los diferentes momentos de cambio. Recuérdese que la reflexión sobre el tiempo histórico ocupó un papel central en la obra de Romero. En sus trabajos a lo largo de su vida, los años no refieren a sucesos desconectados, sino que son indicativos de edades o épocas que tienen una consistencia interna, con determinadas características o tendencias. A su vez, la categoría de “crisis” ocupa un lugar central en el análisis del proceso histórico, extendiendo el tratamiento de la crisis de la república romana de su tesis doctoral, defendida en 1937 en la Universidad de La Plata[2]. La peculiaridad del sumario de esta conferencia, respecto de lo que postularía posteriormente, y en línea con las investigaciones sobre la Antigüedad que venía desarrollando, es que se habla de la formación de Occidente en el mundo greco-romano,  bajo los títulos “La crisis de los siglos IV-V a. C. y la constitución de la conciencia occidental”, “La crisis del siglo II a. C. y la constitución del mundo occidental”, para luego pasar a “La crisis de los siglos III-IV d. C. y la diferenciación de la cultura occidental europea”. Se desprendería que, según una tradición arraigada, el origen de la cultura occidental remonta a la antigüedad clásica, con este cambio de palabras entre “mundo” y “cultura”, que se repitió en la época posterior y que en su vocabulario, si bien el primero enfatizaría la cuestión de la espacialidad, muchas veces tienden a asimilarse[3]. No debe olvidarse, a su vez, que Romero se consideró a sí mismo como historiador de la cultura, siendo este término realmente ordenador y hasta podría decirse “global”, a menudo asociado al concepto de vida histórica, que fue el trasfondo de toda su empresa historiográfica[4]. Otro documento, sin fecha, pero probablemente de esos años, está titulado “La cultura occidental. Plan inicial” [Ver anexo 2] [5]. Describe una obra en catorce capítulos que parece desarrollar esta misma concepción. No hay referencia a las edades, y el peso del mundo antiguo parece ser mayor: los capítulos avanzan periódicamente, y hasta el capítulo V, trata todavía de la Antigüedad (“La época imperial”). La Edad Media ocupa tres capítulos (temprana, alta y baja) que no aluden a la formación de la cultura occidental. Asimismo, la referencia del índice es cronológica, no contiene otra referencia, como se verá en los desarrollos posteriores. Esta concepción fue modificada más tarde. En un artículo publicado en 1947 dedicado a Isidoro de Sevilla, de sus primeras publicaciones de su etapa de medievalista, que data al menos de 1944 y seguramente por la influencia de la llegada al país de Claudio Sánchez Albornoz, puso un particular énfasis en la importancia de la temprana Edad Media en la construcción de la cultura occidental[6]. En este caso se subraya el papel de este obispo cristiano del siglo VII, que recuperó los saberes grecorromanos, cuya obra sirvió durante siglos de referencia a los eruditos. En palabras de Romero: “Tiempos anárquicos de entrecruzamiento y lucha de influencias, tiempos informes, pero pletóricos de vida vigorosa y creadora, la Temprana Edad Media elabora la forma de la cultura occidental con materiales heterogéneos a los que procurará ordenar y homogeneizar”[7]. Se presenta aquí este elemento central de su obra, en la que se concibe la cultura de manera heterogénea, abierta e incluso donde recurrentemente se recuperan aspectos perdidos o suspendidos. Otro aspecto similar que destacaba es el rescate en Isidoro de cierto patriotismo, que podría vincularse con la Antigüedad y que por su vía tomó una nueva forma en la historia de la cultura occidental[8]. En el mismo año de 1947, en un artículo publicado en Caracas, al estudiar el patetismo medieval, señaló que si bien las concepciones cristianas podrían predominar en este punto, siempre sucedió en combinación con otras tradiciones “sobrevivientes o incorporadas luego al ámbito de la cultura occidental”[9]. Un año después, en 1948, Romero publicó El ciclo de la revolución contemporánea, su principal obra sobre la historia europea de los siglos XIX y XX[10]. Allí menciona algunos aspectos que tuvieron desarrollo en su obra posterior. Declara que la conciencia burguesa es una de las formas peculiares de la cultura occidental[11], e introduce el tópico de las edades de la historia occidental, que sintetiza el gran proyecto historiográfico de Romero. El año 1848, con sus revoluciones en Europa, abrió la tercera edad de la cultura occidental, que un siglo después estaba en peligro, advertencia con la cual concluye el libro[12]. La Edad Media, una obra de síntesis publicada en 1949, presenta algunos puntos de interés sobre lo dicho. Escrita para la serie Breviarios, de la editorial mexicana Fondo de Cultura Económica, se ajusta a la periodización clásica, y no incluye una precisión sobre el momento de surgimiento de la cultura occidental; quizá también aún dudaba entre lo que podría denominarse una concepción “antiquista” y otra “medievalista”. Si bien no lo dice con la claridad con que lo dijo más tarde, advierte que se conforma cierta cristiandad occidental que, sin embargo, permanentemente se vincula, influye y es influenciada por mundos externos como el Islam o Bizancio[13]. En palabras de Romero: “El mundo occidental comenzaba a moverse ahora al impulso de nuevos incentivos, muchos de los cuales venían de más allá de las fronteras del área del cristianismo occidental”[14]. A pesar de que al comienzo del libro destacaba, en línea con cierta historiografía que se estaba extendiendo ampliamente en la época, que no se podía establecer una fecha fija y que los procesos de este tipo comenzaban mucho antes y continuaban mucho después de lo que indica una fecha, la discusión Antigüedad-Edad Media no es un mero problema cronológico: el cristianismo, elemento que se volvió predominante, no existía en los siglos en los que, en su primera conferencia de 1943, Romero colocaba el surgimiento de algo “occidental”[15]. Como se ha dicho, en Romero las “etapas” o “edades” no son meros “accidentes cronológicos”: tienen una consistencia interna. Sus reflexiones sobre la aparición de la burguesía en la Edad Media, que fue su objeto de estudio por varias décadas, contienen varios puntos de interés. Algunos de estos temas se desprenden de sus primeros textos de historia medieval, dedicados a la biografía y los valores en el siglo XV español[16]. En 1949, en una carta al filósofo español José María Ferrater Mora, con quien tuvo intercambio epistolar entre 1944 y 1967, afirma este interés con mayor decisión: “Ahora he centrado mi interés en la baja Edad Media, donde creo hallar algunas de las claves que buscaba, y que creo haber sorprendido: el siglo XIV, primer ensayo general -fracasado- de la modernidad. Son innumerables los datos curiosos y significativos que ofrece ese período tan estudiado. De allí para atrás y de allí para adelante, tomo notas sobre mil cosas que me parecen reveladoras, y como no puedo con el genio, empiezo a preparar un libro sobre esa época -que llamaré LA EDAD FLORIDA- para rebatir a fondo la tesis de Huizinga e intentar una explicación que integre el fenómeno del barroco flamenco borgoñón y el fenómeno del naturalismo italiano. Sólo el juego de ambos explica algo a mi juicio: la época misma, y los contenidos oscilantes de toda la cultura occidental”[17]. Como se ve, la obra de Huizinga, con su énfasis en la corte y la cultura nobiliaria, por otra parte historiador admirado por Romero, era lo que le producía un malestar, probablemente por la ausencia en este relato del mundo burgués y el hecho de destacar lo que se termina de la Edad Media, y no lo que la Edad Media podía contener como preludio, en este caso seguramente el espíritu burgués[18]. Así, el siglo XIV aparecía bajo cierta clave, que por otra parte fue lo que quedó fuera de análisis en La revolución burguesa en el mundo feudal (1967) y sería objeto del libro inconcluso Crisis y orden en el mundo feudoburgués (póstumo en 1980). Como estaba planteado (La Edad Florida), con un arco temporal del XIV al XVII, fue incluido en otros esquemas y solo parcialmente desarrollado por Romero. En la concepción de Romero que se desarrolla en estos años, la burguesía surgida en la Edad Media dejó de lado las ideas predominantes del orden cristianofeudal, retomó otros aspectos de los legados, por ejemplo provenientes del mundo romano, y desarrolló tendencias del “espíritu occidental” antes adormecidas, a la vez que actitudes nuevas[19]. En este contexto, la cultura occidental era considerada desde el punto de vista de la relación conflictiva entre dos fuerzas –la cristianofeudal y la burguesa- resultando una dialéctica, con muchos matices, entre dos diferentes maneras de entender el mundo[20]. En este sentido, se destaca la capacidad de Romero para detectar singularidades que luego podían volverse la norma, como al recordar que Benito de Nursia (480-547) había incluido el trabajo manual entre las obligaciones de los monjes, valoración que se volvió clave y con el tiempo caracterizaría al hombre burgués, al hombre occidental: “en última instancia el occidente europeo se satura progresivamente de espíritu burgués”[21].  A fines de octubre de 1953 se publica, en la colección Esquemas de la editorial Columba La cultura occidental, obra fundamental para explicar los trabajos posteriores de Romero y lo que tenía planeado hacer cuando lo sorprendió la muerte en 1977. En los mismos días de esa publicación, con fecha de 6 y 7 de noviembre de 1953, nuestro autor dicta un breve curso en la filial de Rosario del Colegio Libre de Estudios Superiores, sobre “La Edad Media y la Cultura Occidental” [Ver anexo 2] [22]. Luego de una introducción conceptual, se refirió a “La temprana Edad Media y los legados que componen su acervo”, y “El primer avatar de la cultura occidental”. Quien haya leído la obra de 1953 percibe la familiaridad. Aquí, la cultura occidental se compone en la Temprana Edad Media, a partir de la combinación y transformación de determinados legados en un “primer avatar”, feliz metáfora que reemplazaría la palabra “edad”, que utilizó en otras ocasiones y es más común en el discurso histórico. Una conferencia anterior, en la filial de Bahía Blanca del Colegio Libre, en abril, fue dedicada a “La historia de la cultura y la crisis contemporánea” [Ver anexo 4]. Aunque la información periodística no menciona la cultura occidental, probablemente giró alrededor del mismo tema, como se verá a continuación. En una carta a Ferrater Mora, en abril de 1950, le informa que se hallaba dando cursos en el Colegio Libre sobre la cultura occidental [23]. Agrega lo que sería su posición predominante: “Conste que después del diálogo aéreo, sigo creyendo que la cultura occidental empieza con la Edad Media, más un período de incubación antiguo; pero lo propio es la Europa desde las invasiones” [Ver anexo 5] [24]. Tiempo después, a fines de 1952, incluso barajaba con el filósofo español la posibilidad de escribir juntos una historia de la cultura occidental, señalando -en el tono divertido de estas cartas- que si no lo hacían habría competencia entre ellos[25]. Obviamente, esta frase al pasar nunca se concretó, y es así como se llega a la obra de 1953.

Roberto de Normandía en la Primera Cruzada. Jean Joseph Dessy, 1838

La cultura occidental y los proyectos a largo plazo de la década de 1950

La cultura occidental es una de las obras más logradas de Romero. El historiador británico Peter Burke, en su texto dedicado a nuestro autor, destacaba su capacidad para escribir libros pequeños sobre grandes temas[26]. El libro ronda las setenta páginas. Una introducción, un capítulo sobre los legados que constituyen la cultura occidental, y tres capítulos que corresponden a cada una de las tres edades, resumen brevemente la historia occidental desde una perspectiva cultural, mirada que siempre enfatizó Romero y que dialogaba con historiadores y filósofos como Jacob Burckhardt, Wilhelm Dilthey, Oswald Spengler, Johan Huizinga, Werner Jaeger y José Ortega y Gasset, entre otros[27]. A diferencia de lo que parecía afirmarse en 1943, y en línea con algunos avances que se han señalado, en este libro se sostiene que la cultura occidental se conforma en la Temprana Edad Media, a partir de tres legados: el grecorromano, el germano y el hebreo-cristiano[28]. De la combinación o fusión de estas tradiciones, nunca sencillo, surge la cultura occidental que tiene luego su propia evolución, en ocasiones retomando elementos de esas tradiciones que habían quedado olvidados. Como se dijo, Romero distingue en la historia occidental tres edades. La primera edad corresponde más o menos a lo que comúnmente se denomina Edad Media, los siglos V-XV. La segunda edad se corresponde cronológicamente con la Edad Moderna, enfatizando en este caso el siglo XVIII y 1789 como límites, y no 1848, como había escrito en 1948. La tercera edad comprende desde esos límites hasta el presente. Respecto de cierto momento “originario”- difícil en la visión temporal de Romero donde a menudo suele haber “algo” antes del comienzo- interesa que los tres legados no se conjugan al mismo tiempo, sino que de alguna manera lo germánico llega a un mundo romano-cristiano que se venía combinando desde hacía dos o tres siglos[29]. El orden cristiano-feudal fue el primer avatar de la cultura occidental, el primer ajuste de los legados que lo conformaban[30]. Por su parte, como se dijo, en su concepción, se retoman aspectos dejados de lado y existen saltos en el tiempo, como el concepto de universalidad que se extiende en la tercera edad, con sus conexiones con los legados romano y cristiano[31].Es interesante a lo largo del libro el tratamiento del “no Occidente”. Respecto de la Edad Media -algo que puede verse ampliado en otros trabajos suyos- reconoce el papel que tuvieron las influencias musulmana y bizantina, sobre todo para introducir ideas que colaborarían con la convulsión del sistema cristiano-feudal, en especial en el siglo XV. En este sentido puede interpretarse la nueva recepción de Aristóteles, distinta de la realizada por los escolásticos[32]. No debe olvidarse el pequeño libro dedicado a las Cruzadas, de 1943, y que ya en un texto de 1944 había destacado estas relaciones[33]. A su vez, en el proyecto con el que en 1951 obtuvo la beca Guggenheim, se planteaba estudiar “la otra Edad Media”, a partir de reconstruir una serie de elementos provenientes de las zonas mediterráneas, destacando el contacto con el mundo musulmán [Ver anexo 3] [34].  En este sentido, respecto del mundo contemporáneo, Romero considera que el espacio geográfico-cultural de Occidente no es estático. En relación a la tercera edad, y en especial en referencia a los años en que se escribe el libro, los de la “Guerra Fría”, Romero señala la existencia de una disputa entre los pueblos que forjaron inicialmente Occidente y aquellos que posteriormente adoptaron algunos aspectos de la cultura occidental. El “Oriente” que se enfrentaba a Occidente en esos años, la Unión Soviética y la naciente República Popular China, era en realidad un Oriente occidentalizado[35]. Provocativamente, añade nuestro autor: quizá sea este “el mejor título de gloria que pueda ostentar la cultura occidental en la Tercera Edad”[36]. Si bien esto remite a conceptualizaciones de Romero que derivan en cuestiones mucho más amplias, aquí muestra su carácter abierto y dinámico, frente a concepciones de Occidente a menudo estancas, como por ejemplo las centradas solo en la Europa occidental originaria: “la cultura occidental no está indisolublemente unida a las comarcas que le dieron origen”[37]. No debe olvidarse que ya en esos tiempos se hablaba de una decadencia de Occidente, y como se ve, Romero trató de responder a ello en su obra[38]. En el texto de 1953 da algunas pistas que, sin resultar proféticas, remiten a algunos esbozos de planteos que resuenan en el tiempo actual (2025): “es solo una crisis de la cultura occidental de la Tercera Edad”, no su crisis definitiva[39]. Esta obra tuvo en los planes de Romero una derivación: realizar un trabajo en tres tomos bajo el título “Historia de la Cultura Occidental”, según se conserva en su archivo en documentos escritos hacia 1953-1954. Este proyecto surgió sobre todo por sugerencia del argentino Arnaldo Orfila Reynal, director de la editorial Fondo de Cultura Económica, quien conocía a Romero desde los años ’30, en el ámbito intelectual de La Plata y en la común militancia en el Partido Socialista[40]. Se proyectaba una obra de alta divulgación, en tres tomos, de escritura rápida. En La Edad Media estaban los insumos fundamentales para el primer tomo. Como se mencionará, comenzó a escribir el segundo tomo en 1953 y lo abandonó en 1955. Entre todos estos esquemas conservados se vislumbran algunas diferencias. Cabe destacar que se trata de esquemas para un proyecto editorial encargado, como lo había sido La Edad Media. Como trabajo, era algo significativo, pues por entonces el Fondo pagaba generosamente a sus autores y sobre todo porque, desde 1953, debió suspender sus viajes a Montevideo, debido a las restricciones impuestas por el gobierno. El primer manuscrito [Ver anexo 6], contiene en primer lugar el índice de un libro sobre “la primera edad”, con la extensión prevista para cada parte: presentación del tema (diez páginas), planteo técnico del problema (diez páginas), y cinco capítulos que están indicados por conjuntos de siglos, que van del III al XV (doscientas cincuenta páginas). Como se ve, este esquema tiene semejanzas con lo que terminó siendo su libro La revolución burguesa en el mundo feudal, cuya investigación y escritura, que comenzó por entonces, le demandó más de veinte años.

El cambista y su mujer, Quentin Massys, 1514.

Luego se encuentra otro esquema, ya de un futuro libro de ochocientas páginas, titulado “Historia de la cultura occidental”, que parece ser un plan para desarrollar más ampliamente el libro de 1953 [Ver anexo 7]. El Prólogo e Introducción: diez páginas cada uno. Primera parte -Los legados “heleno-romano”, “hebreo-cristiano” y “germano-celta-eslavo”, unas sesenta páginas en tres capítulos. Segunda parte -La Primera edad, denominada “eclesiástica-feudal”- con cinco capítulos, divididos por grupos de siglos del V al XV:  doscientas cincuenta páginas. La Tercera parte -La Segunda edad, la “nacional-burguesa”- consta de cinco capítulos: primero: De la Primera a la Segunda Edad. 1480-1520; segundo:  los siglos XVI y XVII [De la Reforma a la Declaración de Derechos, 1520-1688] [41]; tercero: el siglo XVIII. Capítulo IV: La segunda edad. La Cuarta parte -la Tercera edad, llamada “La era socialista”- consta de tres capítulos, sobre el período 1815 -1950. El esquema de la segunda parte corresponde a la obra “La Segunda edad”, siglos XV a XVIII, que comenzó a escribir en 1953 e interrumpió en 1955 [42]. De una u otra manera, se halla en una década de reflexión recurrente donde las conceptualizaciones son reelaboradas y diversamente establecidas. Por esos años, entre 1951 y 1952, Romero dictó en el Colegio Libre de Estudios Superiores dos cursos dedicados a la Edad Moderna [43]. Por su parte, en un programa para un curso en el Colegio Libre sobre “Cómo se formó la cultura occidental” -anterior a 1952, cuando decidió comenzar por la Temprana Edad Media y cercano a la idea de “La edad florida”, plantea un esquema similar, con importantes diferencias. El mundo greco romano vuelve aparecer en detalle en la narración de la cultura occidental como “el hogar originario” y el ámbito de la “primera síntesis”. En la siguiente síntesis, “El triunfo de la Iglesia de Roma”, remite al triunfo del cristianismo en el Imperio. La tercera síntesis es “El Santo Imperio Romano-Germánico y el Papado”. La cuarta síntesis es “La expansión de la Europa cristiana”, en la que detalla “Fin de las invasiones” y “La expansión hacia la periferia”, que remite a la expansión política de los siglos X y XI y la cristianización de los países nórdicos y Europa oriental. Cierra el panorama con la quinta síntesis: “La cultura de las burguesías”. En las últimas clases se proponen distintas síntesis globales de la cultura occidental y, al final – “El espíritu de la creación occidental”- hay dos afirmaciones importantes, que remiten a su proyecto de “La edad florida”: la cultura occidental se termina de definir en el siglo XIV y el proceso que allí culmina es el punto de partida del desarrollo cultural del mundo occidental”[44]. El último subtítulo parece sugerir cierto paso de la cultura occidental al mundo occidental, como sinónimo de modernidad; sin embargo, como se dijo, en otros casos cultura o mundo occidental se utilizan indistintamente[45].

Las meninas, Diego Velázquez, 1656.

Realización parcial del proyecto y ediciones póstumas

Luego de estos papeles inéditos, hay un largo periodo de preparación de la que ha sido su obra más importante: La revolución burguesa en el mundo feudal, publicada en 1967. Obviamente, esto fue acompañado en el plano profesional por la reincorporación como docente a la Universidad de Buenos Aires a partir de 1958, lo que significó un período de estabilidad laboral hasta su jubilación en 1965. En línea con el giro en la investigación de Romero producido en la década de 1950, su título tentativo durante años fue “Los orígenes del espíritu burgués”, hasta que, poco antes de su edición en 1967, lo remplazó por un título más en línea con algunas discusiones de la década de 1960 en la historia social[46]. La primera parte de esta investigación se publicó como un artículo en 1959, y fue, casi sin cambios, el primer capítulo de La revolución burguesa[47] Cabe destacar, antes de detenerse en algunos aspectos de esta obra, que la misma, como se ha dicho, correspondería de alguna manera al primer tomo de esa historia de la cultura occidental que le habían encargado, aunque se trata de un libro de investigación, de índole distinta de una obra de divulgación.[48] Respecto del concepto de mundo occidental, utiliza el término como equivalente de cultura occidental[49]. Por ello, ya para la temprana Edad Media, “unidad cultural del mundo occidental de raíces romanas, hebreocristianas y germánicas”[50]. Esta última frase, que retoma la tesis del libro de 1953, muestra el uso del término mundo occidental para épocas tempranas. En línea con los proyectos de la década de 1950, se narra la expansión en los siglos XI y XII hacia las periferias de los territorios de Europa que no estaban cristianizados[51]. Ya en el prólogo introduce reflexiones sobre la época posterior a la medieval, anunciando la necesaria secuela del libro[52]. Sin decirlo con la claridad con que lo expresó posteriormente, la obra se halla bajo la órbita de los planes de más de diez años atrás, aunque en un registro más sofisticado y más extenso. La propia secuela –incompleta[53]– del libro fue publicada póstumamente[54]. Asimismo, el hecho de dictar la materia Historia Social General desde 1958 en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, que abarcaba desde la crisis del Imperio Romano al fin de las guerras mundiales, lo mantuvo siempre en vinculación con la historia contemporánea. Entre 1960 y 1962 dictó tres cursos en el Departamento de Graduados de la Universidad de Buenos Aires dedicados al mundo contemporáneo[55]. En 1967, al postularse por segunda vez a una Beca Guggenheim, propone un proyecto de investigación centrado en las ciudades, donde se abandona el término occidental. Esto habría resultado de un reordenamiento de su plan de trabajo, otorgando un carácter civilizador a las ciudades. Ya en 1966 creó un “Seminario de Estudios del mundo urbano” (SEMUR), que le sirvió de referencia institucional, pues por entonces no tenía ninguna afiliación universitaria. Para esa investigación organizó un sistema para la clasificación de datos de más de cien ciudades, europeas y otras surgidas de las expansiones occidentales.  Este sistema incluye Áreas, Períodos y Datos (este último con múltiples divisiones y subdivisiones)[56]. Cierto giro latinoamericano se vincula con los esquemas de La revolución burguesa…: las ciudades coloniales iberoamericanas eran otro espacio de expansión de la cultura occidental, aspecto que desarrollará en el último libro que publicó en vida.  También incluyó ciudades de Asia y África que fueron resultado directo de las expansiones europeas de los siglos XVI y XIX. Según el proyecto para la beca, se buscaba estudiar los siglos XIV-XVII con una metodología ambiciosa que incluía tratados, planos, material de archivo, obras de arte y arquitectura. El giro de Occidente a lo europeo no puede considerarse definitivo, como se verá a continuación con las obras posteriores. Empero, queda la pregunta de por qué se hace este cambio, dado que al comentar su propia obra como antecedente al pedido de beca en la carta no menciona La cultura occidental, de 1953, como se hace con otras obras.

Barrio judío de Londres, Gustave Doré, 1872.

Estudio de la mentalidad burguesa, publicado póstumamente en 1987, recoge un curso dictado en 1970. Se ocupa ampliamente de la Edad moderna, aunque no de manera exclusiva. Allí se desarrollan aspectos ya mencionados en sus obras anteriores, sobre todo la idea de que la cultura occidental que se extiende tanto en los siglos XV y XVI y en el siglo XIX con la colonización europea del mundo es la cultura de la burguesía[57]. Sin embargo, como ya había destacado también con anterioridad, esta mentalidad burguesa que triunfó en el mundo occidental (aquí tampoco tiene una connotación particular este término) había comenzado gradualmente a disgregarse luego del Romanticismo[58]. La pregunta por el burgués, y su respuesta, era fundamental para “la peculiaridad de la cultura occidental y los caracteres de su curso histórico”[59]. Otro punto de interés en este curso de 1970 es la problemática del enmascaramiento, estrategia cultural clave de la mentalidad burguesa entre los siglos XIV y XVIII, que Romero ya había adelantado para la segunda edad en el texto de 1953 y que repetirá en un curso de 1971 en la Biblioteca del Consejo de Mujeres sobre las ciudades en la historia, en especial la gótica y la barroca[60]. En una conferencia en Buenos Aires, en 1972, vuelve de alguna manera al vocabulario de los proyectos de la década de 1950. La conferencia se titula “La ciudad occidental” y ha sido editada hace algunos años dentro de un libro bajo el mismo nombre. Allí comenzaba el curso anunciando lo que era su proyecto:

La libertad guiando al pueblo, Eugène Delacroix, 1830.

“El propósito fundamental de todos mis trabajos ha sido elaborar una historia de la cultura occidental… La sinteticé en un pequeño libro La cultura occidental, de 1950, y entré en materia en un primer volumen, La revolución burguesa en el mundo feudal, aparecido en 1967. Tres volúmenes continuarán este, si los dioses me protegen. El tema de esta obra extensa, cuyo título de conjunto será Proceso histórico de la cultura occidental me llevó poco a poco al análisis cuidadoso del proceso de formación de la sociedad de la cultura occidental”[61]. Aquí se halla declarado su proyecto, que en parte tenía en papeles inéditos hasta el momento, pero se le agrega el criterio de proceso, en lugar de solo historia. Además, se incluye el libro de 1967 como primer volumen, cosa que no está advertida en la propia obra[62]. Este es uno de los proyectos de Romero (los tres volúmenes restantes), que como se verá, tenía planeado hacer al momento de su muerte. La conferencia de 1972, además, realiza una especie de balance de su obra. Le había interesado, y le seguía interesando, identificar quien había sido el sujeto, el protagonista de la cultura occidental[63]. Aquí precisa que el mundo occidental se habría constituido a partir del siglo XI, es decir, coincidiendo con el inicio de “la revolución burguesa”, como había mostrado en el libro de 1967, siendo la ciudad el punto capital de estudio de la cultura occidental, algo más que meras ciudades físicas[64]. El fenómeno urbano es considerado como acumulación de creación, siendo variadamente representativo de la cultura occidental[65]. Así, aparecía con fuerza un nuevo objeto en la obra de Romero, que siempre estuvo presente, pero que se convertiría en uno de los proyectos de los últimos años de su vida y que tuvo algunos resultados, siendo Latinoamérica: las ciudades y las ideas (1976) la referencia fundamental[66]. Luego de la revolución industrial, la ciudad se volvió una peculiaridad de esa etapa que obsesionó a los estudiosos de la cultura occidental[67]. No obstante, más adelante en la conferencia, la definición de mundo occidental parece acercarse a sinónimo de cultura occidental:

Ringstrasse, Viena, litografía, 1900.

“El mundo occidental es, esencialmente, el área del Imperio romano donde se produjo el impacto de las religiones orientales – la hebrea y la cristiana- y luego el impacto étnico de las situaciones del norte, en especial de los germanos, los celtas, los eslavos y de algunos grupos eurofineses. Esta es el área central de ese mundo, que no se contuvo dentro de ese límite, sino que intentó inmediatamente extenderse hacia su periferia… Pero el mundo occidental no se agota en esta área; toda la llamada Edad Moderna es la etapa de expansión de Europa, y en términos culturales diríamos que es también la de la cultura occidental: Europa europeíza el mundo”[68]. Como se ve, todos los términos parecen ser intercambiables: cultura occidental, mundo occidental e incluso Europa. Al margen de los desarrollos vinculados al estudio de la revolución burguesa que marcan el principal aporte de Romero a la historiografía, se conserva en este fragmento el señalamiento de un núcleo originario de la Temprana Edad Media y de la combinación de tradiciones y culturas que caracterizan la cultura occidental, a pesar de que luego haya sufrido múltiples transformaciones, en especial por la formación de la mentalidad burguesa que le otorga una peculiaridad. Se acerca, además, al problema de la “occidentalización”, tópico clave de la historiografía posterior[69]. José Luis Romero falleció abruptamente en Tokio, en febrero de 1977, en el marco de la reunión de la Universidad de las Naciones Unidas. Pocos meses antes, en septiembre y octubre de 1976, mantuvo unas conversaciones con el historiador y divulgador Félix Luna que fueron publicadas y que revelan en qué situación de investigación se hallaba nuestro autor en ese momento, qué proyectos tenía y cómo evaluaba su trayectoria. Obviamente, eran los comienzos de la una cruenta dictadura militar en Argentina. En esas reflexiones se hallan algunas referencias de interés para el problema de la cultura occidental.

Bomba atómica, Hiroshima, Japón, 6 de agosto de 1945.

Por una parte, en línea con los antiguos proyectos, Romero declaraba que estaba preparando una obra sobre el desarrollo de la ciudad occidental y otra obra, que estaba compuesta por cuatro tomos de la que La revolución burguesa en el mundo feudal era el primer volumen, y que llevaría el título “Proceso Histórico del Mundo Occidental”. Afirmaba, además, que tenía casi terminado el segundo tomo. Como se ve, al igual que lo dicho arriba, se reemplazó cultura occidental por mundo occidental, pero utilizándolos como equivalentes, podría decirse: el tomo dedicado a la Edad Media era parte de la obra[70]. Por otra parte, es interesante cómo en la definición que Romero daba de sí mismo remite a los papeles de su archivo que se han citado aquí: “Yo digo siempre que soy un medievalista, pero en realidad soy un especialista en historia occidental”. A su vez, señalaba su descontento con cómo había sido escrita la historia de Occidente, proponiendo así la originalidad de su obra[71].

The Beatles, 1965.

Palabras finales De esta manera, más de treinta años después del esquema de la primera conferencia, y más de veinte del pequeño libro que había hecho de esbozo de una gran obra, Romero continuó el camino que se había trazado, con muchas dificultades, interrupciones y cambios. No obstante, deja un legado que permite continuar reflexionando sobre la historia occidental, que es también, en su concepción, la historia argentina y americana. Es este carácter occidental el que permite unir la enorme versatilidad que contiene su obra, donde, de otra manera, las relaciones son difíciles de establecer, y poco se comprende si se las quita. Alguna vez declaró que tendía a pensar que solo un medievalista podía entender bien los procesos argentinos[72]. Queda la pregunta de si al decir medievalista no se refería en realidad a un historiador de occidente, siendo el medioevo, en la mayoría de los textos que se han analizado aquí, la etapa constitutiva de esta cultura que luego se ha extendido por todo el mundo.

Anexo

  1. “Un esquema de la Constitución de la Cultura Occidental”. Sumario de una conferencia. Mercedes, 13 de julio de 1943.
  2. “Cómo se formó la cultura occidental”. Esquema de una conferencia. Sin fecha. C. 1943.
  3. Presentación a la beca Guggenheim y el plan de trabajo. Abril de 1951 [ver aquí].
  4. Conferencia sobre “La historia de la cultura y la crisis contemporánea”. Colegio Libre de Estudios Superiores, filial Bahía Blanca, abril de 1953.
  5. La Edad Media y la cultura occidental. Dos clases. Colegio Libre de Estudios Superiores, filial Rosario, noviembre de 1953.
  6. Historia de la Cultura Occidental, primer esquema, manuscrito. 1953.
  7. Historia de la Cultura Occidental, segundo esquema, manuscrito. 1953.
Fragmento del manuscrito “Historia de la Cultura Occidental, segundo esquema”, 1953.

[1] “Un esquema de la constitución de la Cultura Occidental”, material proveniente del Archivo José Luis Romero, con fecha de 13 de julio de 1943.

[2] Muchos de los trabajos de esta temática se compilan en: Romero, José Luis. Crisis históricas e interpretaciones historiográficas, edición de Julián Gallego, Buenos Aires, Miño y Dávila, 2009. Los trabajos de Romero sobre la Antigüedad se hallan recogidos fundamentalmente en: Romero, José Luis. Estado y sociedad en el mundo antiguo, estudio introductorio de Julián Gallego, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2012; Romero, José Luis. De Heródoto a Polibio. El pensamiento histórico en la cultura griega, prólogo de Domingo Plácido, Buenos Aires, Miño y Dávila, 2019.

[3] Véase: “Mundo Occidental” en http://vocabularios.caicyt.gov.ar/historiaoccidente/index.php?tema=18, 23 de octubre de 2025.

[4] Puede agregarse de ejemplo que en sus tiempos en la Universidad de la República en Montevideo, entre 1949 y 1953, dirigió Seminario de Historia de la Cultura, que nucleó a un grupo de historiadores uruguayos; posteriormente continuó dirigiéndolo, de manera honoraria, hasta 1973. Véase: Juan Antonio Oddone, “Presencia de José Luis Romero en la Universidad uruguaya”, En Cuadernos Americanos, nueva época, año II, nº 10, México, 1988. https://jlromero.com.ar/textos_sobre_jlr/presencia-de-jose-luis-romero-en-la-universidad-uruguaya. 20 de noviembre de 2025

[5] Es posible que se trate del esquema de alguno de los libros de texto que escribió por entonces.

[6] Sobre los vínculos entre Romero y Sánchez Albornoz, aparentemente mucho más personales que teóricos: Astarita, Carlos. “José Luis Romero medievalista. Años 1940-1967”, Sociedades Precapitalistas, Vol. 12, 2022. https://www.sociedadesprecapitalistas.fahce.unlp.edu.ar/article/view/spe074/16522 20 de octubre de 2025.

[7] Romero, José Luis. “San Isidoro de Sevilla. Su pensamiento histórico político y sus relaciones con la historia visigoda”, Cuadernos de Historia de España, nº 8, Buenos Aires, 1947, pp. 5-71 recogido en: ¿Quién es el burgués? Y otros estudios de historia medieval, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1984, pp. 77-125, en este caso p. 79. Cabe destacar además que Romero enseñó Historia de la historiografía en la Universidad de La Plata hasta 1946, y luego en Montevideo hasta 1953, por lo que su pasó al medievalismo por la vía de los historiadores medievales puede vincularse con la asignatura que dictaba. Esto puede verse también en sus estudios de las crónicas medievales y de la historiografía griega. Los textos que se ocupan de las crónicas se hallan en Ibid., pp. 126-138 y 152-159.

[8] Ibid., p. 115.

[9] Romero, José Luis. “El patetismo en la concepción medieval de la vida”. En Revista Nacional de Cultura, nº 64, Caracas, septiembre-octubre de 1947, recogido en ¿Quién es el burgués?, pp. 49-56, aquí p. 54.

[10] La otra obra a destacar es: Romero, José Luis. Introducción al mundo actual. La formación de la conciencia contemporánea. Buenos Aires, Galatea-Nueva Visión, 1956. Incluye dos ensayos, encargados por la Universidad de Montevideo, “Introducción al mundo actual” y “La formación de la conciencia contemporánea”, incluidos luego en La crisis del mundo burgués, edición de Luis Alberto Romero, prólogo de Tulio Halperin Donghi, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 1997, pp. 21-76 y 77-172.

[11] Romero, José Luis. El ciclo de la revolución contemporánea, prólogo de Sergio Bagú, Buenos Aires, Editorial Huemul, 1980, p. 23.

[12] Ibid., pp. 24 y 263.

[13] Romero, José Luis. La Edad Media, México-Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2000 (1949), pp. 74, 110, 113-114 y 194.

[14] Ibid., p. 184.

[15] Ibid., p. 9.

[16] Estos trabajos se hallaron inicialmente compilados en: Romero, José Luis. Sobre la biografía y la historia, Buenos Aires, Sudamericana, 1945. También en: Romero, José Luis. ¿Quién es el burgués?, pp. 172-214.

[17] De José Luis Romero a José María Ferrater Mora, Adrogué (Buenos Aires.), 22 de marzo de 1949. Se halla en https://jlromero.com.ar/archivos_jlr/romero_ferrater_mora/ 21 de octubre de 2025.

[18] Obviamente se refiere a Huizinga, Johan. El otoño de la Edad Media Estudios sobre la forma de la vida y del espíritu durante los siglos XIV y XV en Francia y los Países Bajos, Madrid, Revista de Occidente, 1930.

[19] Romero, José Luis. “El espíritu burgués y la crisis bajomedieval”, Revista de la Facultad de Humanidades y Ciencias, Montevideo, nº 6, 1950, recogido en ¿Quién es el burgués?, pp. 17-33, aquí p. 28. Algunos de estos ensayos ya habían sido recogidos en: Romero, José Luis. Ensayos sobre la burguesía medieval, Buenos Aires, EUDEBA, 1961.

[20] Romero, José Luis. “¿Quién es el burgués?”, El Nacional. Papel Literario, Caracas, 18 de marzo de 1954, recogido en ¿Quién es el burgués?, pp. 34-38, aquí pp. 35 y 38. 

[21] Romero, José Luis. “Burguesía y espíritu burgués”, Cahiers d’Histoire Mondiale, vol. 2, nº 1, París, 1954, recogido en ¿Quién es el burgués?, pp. 39-48, aquí pp. 46 y 40.

[22] Ver Anexo 2.

[23] “En cuanto a la historia de la cultura occidental, estoy preparándome a través de un curso de tres años cíclicos que estoy dando en el Colegio Libre. Tengo ya -sospecho- un caudal de ideas claras, y lo que es más importante, me siento en posesión de un método histórico-cultural seguro”, De José Luis Romero a José María Ferrater Mora, Adrogué (Buenos Aires), 25 de abril de 1950. Se halla en: https://jlromero.com.ar/archivos_jlr/romero_ferrater_mora/ 9 de septiembre de 2025.

[24] Idem.

[25] “Ud. ha llegado a estar bien preparado, podríamos escribir juntos una colosal Historia de Occidente que, de otro modo, tendremos que escribir por separado haciéndonos una ruinosa competencia”. De José Luis Romero a José María Ferrater Mora. Adrogué (Buenos Aires), 22 de diciembre de 1952. https://jlromero.com.ar/archivos_jlr/romero_ferrater_mora/ 9 de septiembre de 2025.

[26] Burke, Peter. “Romero, historiador de las mentalidades”, en José Luis Romero. Vida histórica, ciudad y cultura, José Emilio Burucúa, Fernando Devoto y Adrián Gorelik (eds.), Buenos Aires, UNSAM edita, 2013, pp. 97-108.

[27] Dedicó varios textos a la historia de la cultura, publicados en vida e incluidos en una de las compilaciones realizadas por Luis Alberto Romero, por ejemplo “Reflexiones sobre la historia de la cultura”, “El punto de vista histórico cultural” y “Los conceptos de cultura: bases para una morfología”, en Romero, José Luis. La vida histórica, Buenos Aires, Siglo XXI, 2008, pp. 121-130, 131-137 y 145-182.

[28] Nótese que la mención de “hebreo-cristiano” no es menor de cara a algunos debates que se venían dando al menos desde el siglo XIX. Por ejemplo, una reseña contemporánea a la obra, bastante descontenta del tratamiento del cristianismo que se realiza, cuando resume los legados, habla de “cristiano” y no “hebreo-cristiano” como hace Romero: Martínez de Hoz, José. “La cultura occidental”, Ciudad, 1, Buenos Aires, Primer trimestre de 1955.

[29] Romero, José Luis. La cultura Occidental. Del mundo romano al siglo XX, Buenos Aires, Siglo XXI, 2011, p. 28.

[30] Romero, José Luis. La cultura Occidental, p. 38.

[31] Romero, José Luis. La cultura Occidental, p. 62.

[32] Ibid., pp. 38-39. No se ha hallado un trabajo sobre Romero y el estudio del mundo musulmán: para el mundo bizantino: Francisco, Héctor Ricardo. “José Luis Romero y la civilización bizantina”, Archivo Digital de obras completas de José Luis Romero, disponible en: https://jlromero.com.ar/temas_y_conceptos/jose-luis-romero-y-la-civilizacion-bizantina/. Consultado 1 de septiembre de 2025.

[33] Romero, José Luis. Las Cruzadas, Buenos Aires, Atlántida, 1943. “[con los estudios del siglo XIX] surgieron, en efecto, importantes conclusiones acerca de las influencias orientales, bizantinas, árabes, en occidente”, Romero, José Luis. “Los conceptos de cultura”, p. 151.

[34] Presentación a la beca Guggenheim, abril de 1951. Archivo José Luis Romero. Ver Anexo 3.

[35] Romero escribió numerosos artículos en el diario La Nación dedicados a la política internacional en esos años, hoy recogidos en: Romero, José Luis. La guerra fría vista desde Buenos Aires. Los editoriales en La Nación 1954-1955, textos compilados por Luis Alberto Romero, Buenos Aires, Editorial SB, 2025.

[36] Romero, José Luis. La cultura Occidental, p. 64.

[37] Romero, José Luis. La cultura Occidental, p. 15.

[38] Por su parte, el tema de la occidentalización o europeización del mundo, Romero lo tomaba de Paul Valery, como declaraba en: Romero, José Luis. “La formación de la conciencia contemporánea”, p. 111.

[39] Ibid., p. 66.

[40] Sobre Romero y Orfila Reynal véase la introducción de Luis Alberto Romero al manuscrito sobre “La segunda edad” que se mencionará más adelante: https://jlromero.com.ar/textos/la-cultura-occidental-la-segunda-edad-siglo-xvi-xviii-1953-1955/ 20 de octubre de 2025.

[41] Aquí aparecen los temas desagregados: A- El cuadro político social, B – La dilucidación de los ideales modernos, C- La posición del hombre, D- La imagen de la realidad natural, E- La imagen de la realidad social, F- Las formas de la creación.

[42] Véase: https://jlromero.com.ar/textos/la-cultura-occidental-la-segunda-edad-siglo-xvi-xviii-1953-1955/ consultado 21 de octubre de 2025. Dicha elaboración se halla mencionada en la correspondencia con Ferrater Mora, hablando Romero de sí mismo en tercera persona: “En sus muchos ocios perpetra la historia de la cultura occidental que piensa mandar al fondo (pero con mayúscula) y abunda en los materiales para los orígenes”, De José Luis Romero a José María Ferrater Mora. Adrogué, Buenos Aires, 12 de septiembre de 1955. https://jlromero.com.ar/archivos_jlr/romero_ferrater_mora/ 10 de octubre de 2025. Aquí orígenes refiere a “Los orígenes del espíritu burgués”, título inicial de lo que publicó en 1967 como “La revolución burguesa en el mundo feudal”.

[43] Véase: Dos cursos sobre los siglos XVI y XVII en el Colegio Libre de Estudios Superiores (1951 y 1952) – José Luis Romero 21 de octubre de 2025.

[44] En su libro sobre Maquiavelo, ediciones en 1943 y 1969, aludía a la “gran crisis del siglo XV”, como de donde surgía la nueva estructura política-social y espiritual de la Europa Occidental: Romero, José Luis. Maquiavelo historiador, México, Siglo XXI, 1986, p. 89.

[45] Realiza esta distinción para hablar del mundo de posguerra: Santiago, Dulce María. “La visión de la cultura occidental de Francisco Romero y sus fuentes”, en https://jlromero.com.ar/temas_y_conceptos/la-vision-de-la-cultura-occidental-de-francisco-romero-y-sus-fuentes/#_ftn3 2 de septiembre de 2025.

[46] Agradezco a Luis Alberto Romero la aclaración en este punto.

[47] Romero, José Luis. “Sociedad y cultura en la Temprana Edad Media”, Revista Histórica de la Universidad, nº 1, Montevideo, 1959.

[48]  Esa investigación comenzó formalmente en 1951, luego de la estadía de un semestre en la universidad de Harvard, donde pudo consultar y microfilmar las fuentes necesarias, inaccesibles desde Buenos Aires. A diferencia de la mayoría de los trabajos que había hecho, dedicados a la Baja Edad Media, varios de los artículos ya citados, decidió comenzar su emprendimiento en lo que consideró el origen de su historia, hacia fines del Imperio romano. Agradezco a Luis Alberto Romero esta aclaración.

[49] Romero, José Luis. La revolución burguesa en el mundo feudal, Buenos Aires, Sudamericana, 1967, p. 63.

[50] Ibid., p. 135.

[51] Por ejemplo, Ibid., p. 235-256.

[52] Ibid., pp. 17-18.

[53] Nota del Editor. Quedó sin escribir una sección del penúltimo capítulo, sobre las ciudades, y el último, sobre mentalidades y concepción del mundo. En el Archivo se encuentra el esquema desarrollado de esas partes, listo para la escritura. Se trata de temas sobre los que había escrito numerosos artículos, reunidos en el volumen Quién es el burgués. En esos años dictó el curso “Estudio de la mentalidad burguesa”, editado como libro, que cubre ese período. Con esos elementos es posible reconstruir la parte faltante.

[54] Romero, José Luis. Crisis y orden en el mundo feudoburgués, Buenos Aires, Siglo XXI, 1980.

[55] Pueden consultarse en: https://jlromero.com.ar/textos/examen-del-siglo-xx-1960/, https://jlromero.com.ar/textos/los-cambios-cientificos-y-sociales-en-el-mundo-contemporaneo-1961/, https://jlromero.com.ar/textos/problemas-de-la-cultura-contemporanea-1962/, consultado 21 de octubre de 2025. No debe olvidarse, tampoco, que enseñaba Historia Contemporánea en sus años de enseñanza en Montevideo. Agradezco esta información a Luis Alberto Romero.

[56] Son unos veintidós folios que pueden consultarse en el Archivo José Luis Romero.

[57] Romero, José Luis. Estudio de la mentalidad burguesa, Buenos Aires, Alianza, 1987, pp. 20-21. Ya en 1954 había señalado “el hecho trascendental del creciente aburguesamiento del mundo occidental”, Romero, José Luis. “Burguesía y espíritu burgués”, p. 48.

[58] Romero, José Luis. Estudio de la mentalidad, p. 61.

[59] Romero, José Luis. “¿Quién es el burgués?”, p. 34.

[60] Por ejemplo: Romero, José Luis. Estudio de la mentalidad, pp. 73 y 85. Romero, José Luis. La cultura occidental, pp. 47-49; Romero, José Luis. La ciudad occidental. Culturas urbanas en Europa y América, Buenos Aires, Siglo XXI, 2009, pp. 146-147.

[61] Romero, José Luis. La ciudad occidental, p. 47.

[62] En 1979, dos años después de su muerte, la editorial Siglo XXI, creada y dirigida por Arnaldo Orfila Reynal, reedito La revolución burguesa en el mundo feudal. En la tapa y portada, bajo el título figura “Volumen I”, sin otra aclaración., que muchas veces extraño a quienes lo advirtieron.  Romero había acordado con Orfila la edición de los tres volúmenes restantes, que planeaba escribir. Agradezco a Luis Alberto Romero esta aclaración.

[63] La ciudad occidental, p. 47.

[64] Ibid., p. 49.

[65] Ibid., p. 61.

[66] Romero, José Luis. Latinoamérica: las ciudades y las ideas, Buenos Aires, Siglo XXI, 1976.

[67] Ibid., p. 50.

[68] Ibid., p. 55.

[69] Un ejemplo que ha sido muy influyente en los estudios americanistas: Gruzinski, Serge. La colonización de lo imaginario.  Sociedades indígenas y occidentalización en el México español. Siglos XVI-XVIII, México, Fondo de Cultura Económica, 1991.

[70] Luna, Félix. Conversaciones con José Luis Romero. Sobre una Argentina con Historia, Política y Democracia, Buenos Aires, Sudamericana, 1986, segunda conversación, p. 40 y quinta conversación, p. 127.

[71] Ibid., primera conversación, p. 27.

[72] Ibid., tercera conversación, p. 58.