Presentación
Luis Alberto Romero
José Luis Romero y el filósofo español José Ferrater Mora sostuvieron una correspondencia frecuente entre 1944 y 1955, que se mantuvo, con intermitencias, hasta 1967. Se conocieron en 1944 en Santiago de Chile, donde Ferrater transcurría su exilio republicano y Romero enseñaba en los Cursos de Verano que organizaba la Universidad de Chile. Las conversaciones se prolongaron en una correspondencia tan intensa como chispeante, en las que ambos discutieron sobre sus respectivos proyectos intelectuales, que por entonces confluían en una preocupación común: los orígenes y el desarrollo de la “cultura occidental”.
En 1950 Ferrater se instaló en el Bryn Mawr College, en Pensilvania; en 1951 J. L. Romero estuvo seis meses en la Widener Library de la Universidad de Harvard y la correspondencia fue remplazada por charlas personales. En 1953 J.L. Romero comenzó a editar su revista Imago Mundi, y la correspondencia, que se hizo más frecuente, se centró casi completamente en la colaboración de Ferrater a la revista, como autor, reclutador de colaboradores y promotor de suscripciones, tareas en las que Ferrater puso su mejor empeño.
En 1956 Imago Mundi dejó de publicarse. La vida de ambos cambió muchos y la correspondencia se interrumpió, salvo por el pedido de Romero a Ferrater en 1961 de un artículo para la Revista de la Universidad de Buenos Aires, quepor entonces dirigía. En 1967Romero estuvo algunos meses en Estados Unidos. Las últimas cartas se refieren a un posible encuentro; no sabemos si se concretó.
Esta correspondencia tiene un interés especial en relación con la evolución intelectual de J. L. Romero, y especialmente su concepción de “cultura occidental”, que fue madurando a lo largo de su vida, hasta llegar a un plan para una extensa historia de la cultura occidental. Alcanzó a escribir los dos primeros volúmenes: La revolución burguesa en el mundo feudal, en 1967 y Crisis y orden en el mundo feudoburgués, que quedó inconcluso.
En ese largo proceso de elaboración hubo un salto decisivo a principios de la década de 1950, cuando publicó el pequeño libro La cultura occidental (1953) y escribió “La cultura occidental. La Segunda edad”, cuya redacción interrumpió en 1955. En estas cartas Romero habla extensamente de esa etapa del largo proceso de elaboración.
Fernando Devoto realizó un estudio exhaustivo de esta correspondencia, escrito especialmente para este Sitio José Luis Romero.
Clara Jalif ha publicado un estudio de la correspondencia entre Ferrater y el filósofo Francisco Romero, hermano mayor de José Luis.
Correspondencia entre José Luis Romero y José Ferrater Mora. 1944 – 1967
De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
Santiago de Chile, 27 de marzo de 1944.
Sr. D. José Luis Romero
BUENOS AIRES
Muy estimado amigo:
Nos alegró mucho recibir su carta del 22 de Febrero y de saber que están bien; esperamos que, como allí indica, escriba pronto más largo y con la mayor frecuencia, aun cuando ya me imagino que estará azacanado por el trabajo. Yo también lo estoy por el momento -y a ello se debe que no le haya contestado antes. Doy fin a la preparación de la 2ª ed. de mi Diccionario de Filosofía, y como he tenido que hacer una ampliación bastante voluminosa en un tiempo relativamente muy breve, me he pasado muchos días de la mañana a la noche -los sigo pasando- sin poder hacer otra cosa. Hay siempre mil pequeños problemas que no acaban de resolverse. Pero tengo la confianza de que a principios de la semana próxima me será posible enviar ya el original y quedar descansando unos días -que bien los necesito. Renée inició sus clases en el Colegio Francés y está también muy ocupada. Por lo visto, el versículo del Génesis (3, xvii) sigue funcionando con toda precisión.
Claro que deseamos reunirnos con ustedes un día cuando la situación lo permita y ya imaginamos las largas disputas que sostendremos con ustedes y con su hermano Francisco para dejar el mundo perfectamente arreglado -que, por cierto, le conviene bastante. Yo recibí carta de su hermano hace unos días en la que me contestaba a algunas preguntas para mi 2ª edición; le voy a contestar dentro de muy breves días y, entretanto, salúdelo en mi nombre con todo afecto.
Gracias por la colección de “Archaion” -que me interesa. Me agradaría seguir recibiendo los próximos números. Recibí también carta de la casa del libro italiano con indicación de lo que les queda. Es, desde luego, poquísimo -como ellos admiten- y no hay nada filosófico apenas que pueda interesar. Le agradezco mucho estas gestiones y le recuerdo que también me prometió enviarme algunas cosas suyas que tengo gran interés en leer.
Yo espero remitirle pronto mi “Unamuno” -que debe de estar a punto de salir, según creo- y mis “Formas de la vida catalana” que esta tarde empiezan a tirarse en Santiago. Deseo tener algún tiempo de respiro, primero para descansar unos quince días y luego para hacer algunos de los trabajos que llevo pensados hace mucho tiempo y que el citado versículo del Génesis me ha impedido hasta ahora iniciar.
Saludos de Renée para su mujer, a los que añada los míos. Espero prontas noticias suyas y le manda un abrazo.
Ferrater Mora
https://jlromero.com.ar/wp-content/uploads/2024/01/JFM-a-JLR-27031944.pdf
De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
Santiago de Chile, 19 de julio de 1944.
Sr. Don José Luis Romero
BUENOS AIRES
Querido amigo:
Me llegó su carta del 2 de Junio y la contesto de regreso de Valparaíso, donde he dado, ante un público demasiado numeroso, diez conferencias de filosofía. El cierto número de conferencias que me comprometí a dar este año y la preparación de mi siempre postergado libro sobre la muerte me ocupa todo el presente año. Celebro que le haya agradado mi “Unamuno” y desearía que lo mismo ocurriera con mis “Formas de la vida catalana”. Creo que a fin de año saldrá en la biblioteca de Francisco mi libro “Cuatro visiones de la historia universal”, así como, en México, la segunda edición, muy ampliada, de mi “Diccionario de Filosofía”. Habrá así, por lo menos, la impresión de que trabajo mucho. No deje usted de enviarme el esquema del sumario que me promete acerca de los temas que le ocupan; como muchos de ellos rozan efectivamente mis preocupaciones, me agradará mucho analizarlos y discutirlos conjuntamente. Así, espero que podamos comenzar esa “consulta epistolar permanente” de que usted me habla y que me será de gran provecho.
Hemos tenido en los últimos tiempos algunas preocupaciones; Renée tuvo que acudir dos veces a una clínica: la primera, porque, estando embarazada y en la confianza de que todo transcurriría normalmente, tuvo algunas hemorragias y un aborto causado por un quiste en el ovario. Por lo tanto, hubo que extirparle ese quiste en una segunda algo complicada operación. Lo peor es que confiábamos en que eso permitiría que un próximo embarazo transcurriera normalmente y que, contrariamente a tal cosa, el médico dice que, por tener endometriosis, es posible que le ocurra como la vez anterior. Ahora le están haciendo unas aplicaciones de diatermia, con lo cual -dicen- podrá tener un embarazo normal. En fin, las complicaciones médicas son cada día más complicadas.
Usted me prometió algunas cosas que no recibí. Voy a hacer un detalle de ellas:
Su libro sobre el imperio romano, que tengo gran interés en leer.
Me dijo que se me enviaría -por Raimundo Lida- la revista de la Universidad, pero no me ha llegado. Me agradaría tenerla, así como los números que vayan saliendo.
Tampoco he llegó la revista Logos, donde hay un trabajo suyo. Yo tengo aquí los Nos 1 y 2. ¿Podrían enviarme los que hayan salido hasta ahora y anotar mi nombre como receptor de la revista en lo sucesivo?
Adjunto cheque de $6.- m/ arg. Es para suscribirme a “Correo Literario” un año. Aquí es difícil encontrar la revista y me agradaría recibirla en lo sucesivo. Se lo envío a usted para que lo transmita a los amigos editores de la publicación.
Si usted ve algún artículo ahí sobre mi “Unamuno”, le agradeceré me lo remita.
Me disculpará por esta lista y por las libertades que me tomo, sobre todo imaginando lo ocupado que estará usted ahora. Pero, sobre todo, no deje de escribirme con mayor frecuencia; ya sabe que recibimos con alegría sus cartas. Saludos a Teresa, y un abrazo de su amigo,
Ferrater Mora
https://jlromero.com.ar/wp-content/uploads/2024/01/JFM-a-JLR-19071944.pdf
De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
Santiago de Chile, 28 de noviembre de 1944.
Sr. D. José Luis Romero
BUENOS AIRES
Querido amigo:
Recibí su carta cuando estaba pensando en escribirle con el fin de decirle dos palabras sobre sus últimos trabajos. Pero, ante todo, hemos de felicitarles muy sinceramente y muy cordialmente por el nacimiento de Luis Alberto Romero Basso, que esperamos crezca con vigor al tiempo que amengüe sus vigorosos clamores. Mi mujer envía a Teresa un gran abrazo y tanto ella como yo esperamos poder saludar un día, con toda la familia, al nuevo ciudadano.
Me llegaron sus “Bases para una morfología de los contactos de cultura” y “Sobre la biografía española del siglo XV” -que ayer mismo llegaron repetidos. Los he leído con agrado creciente y ambos me parecen excelentes. Pero si he de darle mi elección, le diré que se inclina por el segundo. He aquí las razones: las “Bases” están, repito, muy bien, pero por constituir -según imagino- un prolegómeno a indagaciones ulteriores, andan forzosamente por caminos ya más frecuentemente hollados en los últimos tiempos. El trabajo sobre la biografía española del siglo XV se me antoja, en cambio, una osada y afortunada incursión en territorios casi vírgenes. No hay que decir, por otro lado, cuanto me interesó particularmente este trabajo, que me aclara muchas cosas hasta ahora inadvertidas. Y tal vez sea la mayor cercanía de su tema a ciertas actuales preocupaciones mías lo que ha hecho que haga la mencionada elección -una elección que, he de insistir, en nada quiere amenguar el valor de las “Bases”; por el contrario, yo quisiera que prolongara usted las líneas que en ellas inicia, porque su libro es, además de una efectiva labor, una magnífica promesa.
De los encargos hechos, hasta ahora solamente ha quedado sin cumplir el envío de “Logos”. Yo tengo los N°s. 1 y 2, pero no el 3 ni los demás que hayan podido aparecer. Le agradezco muchísimo la promesa de envío de su libro sobre la República romana; yo lo adquiriría aquí si lo hubiese, pero no lo he podido encontrar en las librerías mejor surtidas.
No deje de escribirme, tal como me promete, con más frecuencia -y espero que lo haga ahora que va a terminar el curso. Especialmente acerca de los temas de que hemos hablado y que nos preocupan mutuamente. No hay que decir cuánto nos alegraría a mi mujer y a mí verles de nuevo en Chile, ¿será posible? Nosotros iríamos a Buenos Aires si no fuesen las dificultades que usted ya conoce. Este fin de semana estuvimos en Valparaíso -el Viernes daba yo una conferencia en Viña del Mar-; nos acordamos mucho de ustedes.
Un buen abrazo de su amigo,
Ferrater Mora
Muchos saludos de su amiga y felicitaciones
Renée
https://jlromero.com.ar/wp-content/uploads/2024/01/JFM-a-JLR-28111944.pdf
De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
S. f. [primeros meses de 1945].
Estimados amigos: Hace mucho tiempo que no tenemos noticias de ustedes. ¿Les llegaron las nuestras enviadas, me parece, en Noviembre? Nos agradaría tenerlas a nuestro nuevo domicilio:
Esperamos que haya mucho bueno que contar.
Un saludo cordialísimo de sus amigos,
Ferrater Mora
De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
Santiago de Chile, 30 de mayo de 1945.
Sr. D. José Luis Romero
BUENOS AIRES
Querido amigo:
Me corresponde ahora a mí excusarme por el retraso en responder a su carta del 8 de Marzo. Tengo mis razones: la primera, el traslado de domicilio de que le hablé en una breve tarjeta; la segunda, el haberme encargado de una cátedra de Filosofía Moderna y Contemporánea, y de media Cátedra de Metafísica y Ontología en la Universidad de Chile; la tercera, la natural pereza y cierto secreto deseo de venganza en eso de los retrasos… Como usted verá inmediatamente, la razón más substancial es la segunda: tengo nueve horas semanales de clase; de ellas, tres de seminario, pero las seis restantes están hechas más bajo forma de conferencia que de clase propiamente dicha, por lo que inclusive preparo un poco la forma literaria de exposición. Con esto tendrá usted una leve idea de que en manera alguna navego en la ociosidad. Tanto más cuanto que siempre aparecen algunos compromisos ineludibles, y, desde luego, hay dos de ellos que pienso cumplir, aunque sea con algún retraso: ante todo, la redacción de una larguísima introducción a la filosofía contemporánea, probablemente en dos volúmenes, que me encargó su hermano Francisco; luego, la confección de un largo prólogo a una obra de Bergson que está traduciéndose en una editorial de Buenos Aires. En fin, termino con la exposición de mis labores, porque espero haberle abrumado suficientemente con las razones de mi por otro lado no tan considerable tardanza en escribirle.
Espero le haya llegado un ejemplar de mis “Variaciones sobre el espíritu”, que le hice entregar por la Sudamericana.
El problema que usted plantea en su carta y en el cual está trabajando es suficientemente complejo para que pueda haber en torno al mismo un “debate aéreo”. Mi opinión es un tanto ecléctica: la antigüedad y la edad media pueden ser estimadas como período formativo y de preparación para la época moderna estimada como la única plenamente occidental, pero ello sólo en tanto que el Occidente se reduzca, por así decirlo, a la “madurez de Occidente”. Desde otro punto de vista, tengo la plena convicción de que el Occidente comprende a la antigüedad y a la edad media, y ello por un motivo a mi entender bastante claro: sea cual fuere el particular contenido que adscribamos a esa cultura occidental, y que no obstante los muchos contenidos que posee, existe una forma general común que sólo la filosofía permite poner de manifiesto. Se debe esto a que con la filosofía se revela el descubrimiento de una forma de tratar con la realidad que llamamos la “razón humana” -razón que tal vez se encuentra en Oriente como facultad y aun como potencia, pero que no existe como “invento”. El hombre occidental es el hombre que descubrió la razón y, con ello, esa forma particular de razón que es la filosofía. Tanto es así que lo verdaderamente importante de la crisis actual, lo que hace de ella una crisis auténtica y no un momento confuso como, por lo demás, casi todos los de la historia humana, es el hecho de que ese “vivir según la razón” (en el sentido especial apuntado) está llegando a su fin, no para sumirse ciertamente en un irracionalismo, sino para vivir de un modo en que el conocimiento del ser no es concebido ya como la forma más alta del ser humano (prescindiendo de que el hombre se dedique o no a ella); basta con que así lo estime, aun cuando jamás dedique un minuto de su vida a tal faena). Me parece que Ortega y Gasset ha dicho sobre el particular cosas bastante sensatas, y le recomiendo, si es que no lo conoce ya, el trabajo “Apuntes sobre el Pensamiento”, que figura en el No. 1, Año I, de la bonaerense Logos. Alguna discusión sobre este punto se halla también en los artículos “Filosofía griega” y “Filosofía oriental” de la edición segunda de mi “Diccionario de Filosofía”, y aunque sé que peco de inmodestia al remitirle a usted a un texto mío que, por su forzosa brevedad además, es sobremanera incompleto, me excuso de hacerlo porque allí se expresa mi opinión sobre la materia. Por lo demás, esta opinión viene confirmada por la historia efectiva de la filosofía que se viene haciendo desde hace unos cien años, historia que, como su hermano ha mostrado con incomparable elegancia, se distingue de la que era sólita en el siglo XVIII, cuando la historiografía, sobre todo en virtud de Voltaire, comenzó a hablar de los chinos y de los “bárbaros” y de sus respectivas filosofías, precisamente como reacción contra un concepto demasiado angosto del Occidente derivado de la teología agustiniana de la historia. Usted sabe, por lo demás, infinitamente más que yo acerca de este punto. Lo que quiero decirle es que mi opinión y, en general, la de los filósofos discrepa un tanto de la de usted, que, por lo que veo, se inclina hacia el concepto de la antigüedad y alta edad media como período formativo de un posterior Occidente, que la modernidad ofrece con madurez plena. Pero, dado el anterior eclecticismo, creo que esta discrepancia puede encontrar un término, como dirían los filósofos, de orden superior que la envuelva. Podría, así decirse, que hay, desde luego, un período y una historia occidental poseedores de un perfil propio, pero que este período y esta historia se hallan más conclusos y cerrados en sí mismos durante la modernidad que durante una etapa que, como la antigua y alta medieval, parece hincar demasiadamente sus raíces en otros supuestos. Por ejemplo, y para no citar sino un caso, por lo demás bien significativo, se podría decir que la tendencia a un saber del ser en virtud de la cual emergió la filosofía y se “inventó” la “razón” tiene una raíz doble: la tendencia oriental al estatismo y al “desnacimiento” de la existencia a que me he referido con alguna extensión en el Cap. III de mi “Unamuno”, y la tendencia, más racional, de la mente a una consideración “identificadora” de los objetos, tal como la que ha visto, con inaudito detalle, Meyerson en sus amplias investigaciones.
No deje de escribirme tan pronto como tenga un poco menos de trabajo que el habitual. Renée y yo les enviamos a los dos un cordial saludo. Un buen apretón de manos de su amigo,
Ferrater Mora
https://jlromero.com.ar/wp-content/uploads/2024/01/JFM-a-JLR-30051945.pdf
De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
Santiago de Chile, 8 de septiembre de 1945.
Sr. D. José Luis Romero
BUENOS AIRES
Mi querido amigo:
Ayer mismo le transmití a Latcham su encargo. Por mi parte, no tengo que decirle que estoy completa, sincera y afectuosamente a su lado y que deseo que bien pronto, normalizadas las cosas, pueda usted regresar a su habitual trabajo. Yo no supe nada de eso hasta que, hace pocos días, me llegó una carta de su hermano Francisco. Tenía noticia de que había exonerados, pero no sabía que estuviera usted entre ellos (aunque, dados sus entusiasmos, hubiera debido imaginármelo). No sé si en tal caso es adecuado, pero vaya mi felicitación. Usted tendrá que dármela también a mí, pero debido a un acontecimiento de muy diferente naturaleza: Renée tuvo un chico hace aproximadamente tres semanas, después de haber pasado muy malos ratos, pues, a causa de diversas hemorragias, tuvo que permanecer en cama tres meses y a última hora hubo necesidad de practicar una operación cesárea. Afortunadamente, todo anduvo muy bien y ahora está casi repuesta, y el muchacho está en excelente estado.
Le agradezco infinitamente su injustificado entusiasmo a propósito de mis “Variaciones sobre el espíritu” y de buena gana le daría la subvención que me pide por la propaganda realizada si no fuera que, dado el escaso volumen físico del libro, la que yo recibiré será demasiado escasa para repartirla. Espero que dentro de poco podré enviarle, o hacerle enviar, un ejemplar de mis “Cuatro visiones de la historia universal”, que aparece en Losada. El libro fué escrito hace más de cuatro años y es sin duda un poco prematuro (me parece que muchas de las cosas que allí constan podrían ser hoy día algo más maduras e inclusive expresadas en mejor estilo). Pero no quiero pedir disculpas anticipadas para que no crea usted que quiero hacerme propicio su juicio.
Me agradará mucho que, tan pronto como salga de sus actuales quehaceres y preocupaciones, conteste usted en su próxima (que espero realmente próxima) a mis sugestiones. También espero que no deje de enviarme -como me promete- esas cosas suyas y de Nova, que leeré, no es menester decirlo, con el mayor interés y gusto. Me interesan mucho los problemas que usted trata y la forma como usted los trata y no dejo de esperar que algún día nos dará usted el gran libro que nos ha prometido y que nos va a aclarar muchas de las cosas apasionantes y oscuras que significan una crisis histórica.
Saludos de Renée y mías para su mujer; un abrazo de su buen amigo,
Ferrater Mora
https://jlromero.com.ar/wp-content/uploads/2024/01/JFM-a-JLR-08091945.pdf
De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
Santiago de Chile, 26 de febrero de 1946.
Sr. D. José Luis Romero
Buenos Aires
Muy querido amigo:
Que los lloriqueos, aun del rorro más apacible del mundo, hacen retrasar la correspondencia, es un hecho comprobado tanto por filósofos como por historiadores. En tales condiciones, la frase de Pascal: L’esprit de ce souverain juge du monde n’est pas si indépendant, qu’il ne soit sujet à être troublé par le premier tintamarre qui se fait autour de lui, no resulta nada exagerada. A pesar de todo, hacía tiempo que me mordía la conciencia pensando en que ya debía haber contestado a su carta de Noviembre. Pero cuando regresé ayer de unos días pasados en una maravillosa propiedad de unos amigos, que domina toda la bahía de Valparaíso, y me encontré con el ejemplar de “Sur” donde apareció su artículo, los mordiscos de la conciencia ya fueron insoportables. “Llore o no el niño”, me dije, “ha llegado la hora de que la respuesta se haga efectiva”. Como conjurado por un superior poder, el niño cayó presa del más profundo sueño. Dicho lo anterior, ya puedo escribir con toda tranquilidad que, con excepción de los elogios (aun cuando, he de confesarlo, también me gustan mucho), su artículo me encantó por todos conceptos. Es lo mejor que he visto no sólo sobre mis Cuatro visiones, sino también sobre lo que, si el término no parece excesivo, podría llamarse mi “obra”. No necesito decirle, pues, que le estoy infinitamente agradecido. Tanto más cuanto que usted ha podido y sabido ver lo que es más difícil advertir: que, en virtud de múltiples circunstancias, he intentado tejer una quinta visión de la historia sobre el cañamazo de las cuatro ofrecidas. Claro está que todo es aún bastante insuficiente: si el libro tiene fortuna y se hace posible otra edición, no modificaré nada, pero sí introduciré un largo epílogo que ponga en claro muchas cuestiones hasta ahora insuficientemente dilucidadas. Por ejemplo -y para no citar sino una- la cuestión, tan debatida y tan oscura aún, del historicismo. Porque me parece ver más claramente cada día que esta cuestión del historicismo nos plantea – entre otras- la cuestión esencial de la historia. Por un lado, la historia es de tal índole, que sólo por ella misma parece poder ser comprendida. Y ésta es la justificación última y esencial del historicismo aplicado a la historia. Por el otro, parece como si -de un modo análogo a la famosa pregunta que hace Bergson con respecto a la nada- la consideración de la historia por sí misma requiriera demostrar que la pregunta: ¿Por qué hay una historia y no ninguna? constituye un pseudo-problema. En otros términos, sólo la eliminación de tal cuestión del ámbito de la posibilidad justificaría íntegramente el historicismo. Por demás está decir que yo quisiera mostrar que tal pregunta es justificada y, por consiguiente, mostrar que el historicismo es una de las maneras -por cierto, bien fecunda- de considerar la historia, pero no la única.
Para resumir, quisiera en tal epílogo mostrar los fundamentos metafísicos en que se basa mi teoría, hasta ahora indemostrada, de la historia. Pero no quisiera ahora que esta carta se me convirtiera en el epílogo, aunque he de confesar que tengo hartas ganas de ello. Quiero reiterarle únicamente mi agradecimiento por un artículo que he leído bien emocionadamente.
Como hace algún tiempo que (por culpa mía) estamos incomunicados, ignoro cómo siguen sus proyectos. Por un lado, no sé si va usted a reanudar sus clases anteriores. Por el otro, me agradaría saber si tiene usted muy adelantada su obra sobre los ideales de la romanidad. Lo que al respecto me decía usted en su carta última, en respuesta a ciertas indicaciones mías, me parece bien justo, pero el tema merece discusión larga. Cierto que puede usted por el instante soslayar el problema y atenerse a esa visión de la novedad que Roma introduce en el Occidente -novedad que constituiría el cimiento sobre el cual se edificaría el mundo occidental-. Pero la cuestión del Occidente seguiría en pie. Tanto más esencial es esta cuestión cuanto que vivimos en unos instantes en que se ha hecho problema el Occidente entero, cuando menos en su aspecto “europeo”, y podemos preguntarnos si no va a acontecer con él lo que sucedió en Grecia: que, perdido su poder, se transfunda, diluida, su cultura a orbes más espaciosos. Por eso me parece que su libro podría proporcionar una clara luz sobre un tema que es cualquier cosa menos académico. Nadie mejor que usted para tratarlo, porque en las páginas de La historia y la vida he visto defendida con extremo vigor la justa tesis de que una historia realmente viva es una historia que aúna el saber histórico con la conciencia histórica, conciencia que parece alborear únicamente cuando, como usted dice (p. 35), hay un período que no está en marcha simplemente, sino que ha llegado a una encrucijada. No tome usted por mera retribución a sus elogios el que le diga ahora que he leído su libro con interés sostenido. De punta a punta creo ver en él la actitud de ese historiador realmente vital que sólo aparece en los momentos en que la historia funciona no como crónica, sino como recobramiento de una conciencia. En verdad, es el problema total de la ciencia histórica y -de ahí el exacto título- el de la relación de la historia con la vida el que usted plantea. El libro tiene por ello, no obstante la aparente composición dispersa, la más rigurosa unidad. Inclusive en las Ideas para una historia de la educación puede verse esto claramente. Pero sobre todo en los cuatro primeros capítulos y, para mi gusto, en los tres primeros, incluyendo uno que en muchos aspectos resulta profético si se tiene en cuenta el tiempo en que se escribió: La formación histórica, que se firma en 1936, pero que por ciertos párrafos parece proceder de una conferencia de 1932. Tanto éste como el primer y el tercero, sobre los cuales he acumulado las anotaciones, proporcionan el material para otro libro que usted debe hacer: un tratado “sistemático” que ponga en claro estos dos temas: qué es la historia como ciencia y cómo es posible una ciencia histórica -cuál es la relación última de la historia con la vida y cómo se ha manifestado a lo largo de la historia misma, sobre todo en la obra de los grandes historiadores.
No haga usted caso de mi retraso y escríbame bien pronto sobre sus trabajos y sobre su situación. Renée agregará unas líneas para Teresa, a quien le ruego salude muy afectuosamente. Yo voy a recomenzar dentro de unos días mis clases, pero espero que ello no me impida demasiado proseguir lo que tengo iniciado. Me gustaría hablar otro día de ello. Creo que dentro de poco recibiré algunos ejemplares de otras dos pequeñas obras mías: La ironía, la muerte y la admiración, y Cuestiones españolas, que me dicen han salido ya en México. Escríbame bien pronto. Un abrazo de su buen amigo,
Estamos esperando aquí la confirmación del triunfo democrático.
https://jlromero.com.ar/wp-content/uploads/2024/01/JFM-a-JLR-26021946.pdf
De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
Santiago de Chile, 29 de julio de 1946.
Sr. D. José Luis Romero
Buenos Aires
Querido amigo:
Recibí su carta, pero ninguna de las cosas suyas que me anunciaba en ella. Espero que cumpla bien pronto su promesa. En cuanto a mi librito sobre “La Ironía”, es posible que Guillermo de Torre tenga el ejemplar que le corresponde a Ud. Espero que se hayan puesto de acuerdo. También le envié mis “Cuestiones españolas” y dentro de poco irá mi “Introducción a Bergson”. Pero le prometo estar un tiempo prudencial sin bombardearle con más literatura. Ahora me decidí a emplear todo mi tiempo a la terminación de mi libro “El sentido de la muerte”, que acaso pueda acabar este mismo año, aunque no estoy nada seguro. En todo caso, hasta bien entrado el año próximo no sería publicado y, por lo tanto, hasta aquella fecha quedarían suspendidos mis envíos. Pero… no; recuerdo ahora que hay un pequeño trabajo titulado “Para la historia de la filosofía contemporánea: el problema del naturalismo”, que debía salir en la Revista de la Universidad de Buenos Aires. Corregí las pruebas hace unos meses, pero no tuve noticia ni de la publicación del trabajo ni… del pago de 80 pesos que me habían prometido. Le agradecería que me informara si, por fin, salió la cosa, para en este caso poder reclamar los ejemplares separados y el correspondiente monto de nuestro común amigo Raimundo Lida. Entonces iría para usted también el nuevo trabajo -afortunadamente muy breve -.
Supongo que habrá usted visto por ahí a Arturo Soria, quien debe de regresar a Santiago uno de estos días. En tal caso, ya tendrá abundantes noticias nuestras de todo lo que no haya constado en las cartas. Dígame cómo va esa empresa “Argos”, de que me hablaba en su carta. Espero, por lo demás, que haya tranquilidad suficiente para consagrarse a sus trabajos y a sus clases. Las mías siguen como de costumbre; hoy reanudo el curso después de un mes de vacaciones y ya tengo que comenzar a desarrollar mi tema del segundo semestre: “Metafísica de la vida”, amén de unas horas consagradas al estudio de la fenomenología y de otras que van a girar en torno al tratado “De ente et essentia”. Todo esto, aunque por un lado agradable, me va a quitar bastante tiempo para mis cosas más personales. Pero el mundo está hecho así y no hay manera de rectificarlo. Tal vez su hermano Francisco le haya comunicado ya que me concedieron una beca Guggenheim para Estados Unidos; nosotros pensamos ir allí tan pronto como consigamos un alojamiento decente. La cosa es para un año; no sabemos, de todos modos, lo que haríamos una vez transcurrido el plazo: si quedarnos o regresar. Ello dependería, sin duda, de las circunstancias -factor cuya importancia es innegable o, para decirlo más castizamente, impepinable.
No deje no sólo de enviarme las cosas que prometió, sino también de volver sobre los asuntos que le interesaran. Lo mejor sería, desde luego, que discutiéramos todo esto de viva voz. Y ahora pienso que si Latcham no le contestó es porque dimitió de Decano de la Facultad. Voy a ponerme ahora mismo en comunicación con el nuevo Decano para preguntarle como está el asunto. Y dejo interrumpida la carta hasta hablar con él (afortunadamente llegué al cabo de la página, de modo que la reasumo tan pronto como tenga noticias del nuevo Decano sobre el asunto).
***
Acabo de hablar con el Decano actual: el Sr. Juan Gómez Millas. Me dice que lo que le había propuesto Latcham era, sin duda, uno de los “Cursos de Facultad” que se habían organizado a principios de año por el Decano anterior, pero que, por falta de fondos, no pudieron llevarse a cabo (Esto último, por lo menos, es innegable, porque hasta ahora no he visto que funcionara ninguno). Pero me dice, al mismo tiempo, que para el próximo año tendrá mucho gusto en que venga usted por acá, a ser posible durante el primer semestre. Para ello sería preciso que, con tiempo, enviara usted al Decano un plan del curso que pensaba desarrollar (en 10 lecciones). Lo malo (esto es de cosecha propia) es que para entonces habrá cambiado el Decano unas tres o cuatro veces más. Pero nada cuesta probar: nosotros estaríamos, desde luego, encantados de que fuera posible su venida antes de la ya mencionada probable marcha a los Estados Unidos.
Renée agrega unas líneas para dar a Teresa noticias de Jaimito. Yo pongo por ahora punto y final, no sin darle un gran abrazo,
Ferrater Mora
P. S. – Después de haber hablado con el actual Decano hablé con Latcham sobre su asunto; me dijo que él hablaría con el Rector con el fin de ver si podía usted venir este mismo año. Yo estaría, desde luego, encantado. Tan pronto como tenga alguna noticia firme al respecto, volveré a escribirle.
Me escribe ahora su hermano Francisco diciéndome que apareció mi artículo en la “Revista de la Universidad de Buenos Aires”. Si no le fuera a usted difícil, ¿podría ver cuándo se me envía el correspondiente modesto, pero necesario cheque?
P.S. bis. Después de escribir esto, recibo carta de la “Revista”; no hace falta, pues, la gestión.
Querida Teresa:
Jaimito me da mucho que hacer, pues, no quiere comer. Las mamaderas de leche con Fosfatina, se las toma mas o menos, pero como ya tiene cerca del año no le basta. No quiere ver ni la sopa, ni siquiera las papillas de leche (…) con una harina. No quiere plátano, no quiere jugo de naranja, no quiere nada. Claro esta que le salen los dientes; ya tiene 2 y 2 más que le van a salir prontito. No creo sin embargo que esto sea una razón suficiente para dejarlo sin comer, sobre todo que es más bien delgadito. A los 11 meses y una semana pesaba 8 kg y 200 lo que me parece poquísimo. Es muy nervioso, se agita continuamente. Ahora anda a gatas por toda la casa y da pasitos de la mano, pero no se suelta aún. Va a cumplir el año el 18 de este mes. Ya les mandaremos otro retrato que le vamos a hacer sacar.
Sin más, y con besos para sus niños, se despide cariñosamente de Ud. su amiga,
Renée.
https://jlromero.com.ar/wp-content/uploads/2024/01/JFM-a-JLR-29071946.pdf
De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
Santiago de Chile, 24 diciembre 1946.
Querido amigo: Unas líneas sólo para decirle que hemos decidido posponer nuestro viaje a los EE.UU. en vista de las casi insolubles dificultades de alojamiento que se presentan cuando no se parte solo. Así, esperamos tener ocasión de charlar ampliamente cuando venga (o vengan) a Santiago. No deje de avisarme de cualquier modo que sea, ya por carta o con un telefonazo (al 46314), en el momento en que esté acá.
Felices Pascuas y Año Nuevo.
Un saludo para todos, y un abrazo de
Ferrater Mora
https://jlromero.com.ar/wp-content/uploads/2024/01/JMFM-a-JLR-24121946.pdf
De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
Santiago de Chile, 4 de julio de 1947.
Sr. Don José Luis Romero
Guatemala, 4494
BUENOS AIRES
Querido amigo:
Unas líneas solo para comunicarle que el día 12 pensamos ir a B. Aires por vía aérea; no sé donde alojaremos, pero en todo caso en el hotel que nos habrá buscado ya López-Llausás, que se encargó del asunto. Le escribí también a su hermano y a varios amigos. No necesito decirle que espero verle con impaciencia y que deseamos saludar a su esposa y ver, por fin, a sus chicos.
Entretanto, un abrazo de
Ferrater Mora
https://jlromero.com.ar/wp-content/uploads/2024/01/JFM-a-JLR-04071947.pdf
De José Ferrater Mora a José Luis Romero.
Santiago de Chile, 4 de agosto de 1947.
Sr. Don José Luis Romero
Guatemala, 4494
BUENOS AIRES#
Querido amigo:
Por increíble que parezca, no se perdió, en el apresuramiento del viaje, ningún paquete, ni siquiera el niño. La cosa anduvo muy bien; sin embargo, después de la cordillera todo estaba cubierto de brumas y el avión tuvo que descender a ciegas sobre el aeródromo: momento emocionante, susceptible de indefinido abultamiento en la parte heroica de las futuras memorias. Descendióse, en fin; tramitóse todo lo tramitable y cobijámonos en casa desde primeras horas de la tarde. Yo me metí en cama dos o tres días (para adquirir prestigio); intento fracasado (en cuanto al prestigio), pero “exitoso” en sus efectos secundarios y completamente insignificantes de conseguir un merecido descanso después de tantas conferencias particulares-. Como le escribimos hoy mismo a Francisco, Jaimito sigue emperrado en articular sucesiva -y a veces simultáneamente- los nombres de los diversos vástagos, tales como Berto o Panchito, Marilú, Marisol, Loti, Beti, con un entusiasmo que remite ante el fracaso de sus invocaciones. Bromas aparte, estamos harto desolados por haber tenido que salir de Buenos Aires tan pronto; desgraciadamente, las empresas enciclopédicas no disponen de un acápite en sus proyectos que permita a sus presuntos colaboradores vivir sin necesidad de colaborar. En fin, y puesto que, de todos modos, y como diría Krause, lo enciclopédico no es totalmente inevitable, lo porteño no es transitorio, esperamos que dentro de poco tiempo, (si tomamos como medida de comparación el ritmo evolutivo) estaremos de nuevo con ustedes, consumiendo los víveres que todavía les queden.
Tan pronto como haya noticias concretas acerca de la hercúlea labor enciclopédica, es decir, tan pronto como la casa llegue a acuerdo definitivo y terminante con el propietario de la obra y, además, disponga el presunto director del material definitivo, nos pondremos de nuevo en relación formal para determinar lo colaborativo. Este estilo -que es el nuevo que he decidido adoptar con el fin de hacerme un nombre- no es el estilo que debería predominar en la susodicha enciclopedia.
Esperamos sus noticias; saluden, entretanto, a los amigos que ahí dejamos -el doctor Ruiz, Baudizzone, Romero Brest; mencionamos a los conspicuos con los cuales no tenemos todavía relación apostolar [sic]- se les saluda como corresponde y se les dice todo lo decible según la condición de cada cual.- Ahora recuerdo que olvidé hablar del importante asunto de la propaganda crítica de mi próximo y formidable libro; aunque yo le haré enviar un ejemplar sin la menor obligación de que se ocupe de él, me agradaría saber quién concretamente podrá hablar de él y en qué lugares con el fin de decirle a la E.S. que mande ejemplares.- ¿Le envió Urgoiti los libros de Fisher y Valentín?
Un saludo cordial para todos; Renée agregará probablemente unas líneas. Un gran abrazo de
Ferrater Mora
https://jlromero.com.ar/wp-content/uploads/2024/01/JFM-a-JLR-04081947.pdf
De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
Santiago de Chile, 14 de octubre de 1947.
Sr. D. José Luis Romero
Guatemala, 4494
BUENOS AIRES
Querido amigo:
Supongo en su poder mi ya vieja carta de no sé cuando. Aunque le imagino azacanado por tareas innúmeras, me agradaría tener algunas noticias suyas y de la familia. Nosotros, bien. Preparamos el viaje a EE.UU. para los primeros de Diciembre. Ya avisaremos el momento oportuno. Por lo tanto, abrumados por preparativos interminables y enojosos. Aun no salió mi “SENTIDO DE LA MUERTE”, pero ya sabe que le tengo reservado un ejemplar.
Lo de la Enciclopedia marcha… aunque un poco lentamente. La Sudamericana firmó ya contrato con la Columbia y se podría comenzar a trabajar si no fuese que hay que hacerlo, naturalmente, a base del texto de la nueva edición, que no estará lista hasta un poco entrado el año próximo. Sigo, de todos modos, contando con usted para la dilatada parte histórica, o la que elija de ella. Ya sabe que me interesa mucho que no me abandone en esto. No dejaré de tenerle informado al punto de lo que haya cuando haya algo efectivo, es decir, cuando haya texto.
Un asunto: el Decano, Juan Gómez Millas, a quien ya conoce, me dijo que estaba preparando un “Instituto de Cultura”, con un órgano cuatrimestral. Tiene mucho interés en que usted colabore en él y forme parte del comité directivo. Dice que la Universidad pagaría una parte substancial para la edición y que habría que ver si ahí se encuentra alguna institución que apoyara la idea, pues se trataría de un órgano de expresión de los problemas de la cultura no limitado a Chile, sino con vistas a toda la América hispana, pero por el momento con un fuerte lazo chileno-argentino. Además, pregunta qué posibilidades habría de venta y distribución, y si Argos podría encargarse de hacer imprimir la revista y cuanto costaría aproximadamente. Hay que suponer que las cosas se pagarán -así se lo hice constar, y me dio la conformidad. Por lo tanto, se pagarían artículos, notas, trabajo de dirección, etc. No deje de contestarme sobre este punto cuanto antes para transmitirle sus informaciones e impresiones.
Renée no sabe por donde se anda, con arreglos, clases, Jaimito multiplicándose hasta el infinito; escribirá cuando pueda. Abrazos a todos. Su buen amigo,
Ferrater Mora
https://jlromero.com.ar/wp-content/uploads/2024/01/JFM-a-JLR-14101948.pdf
De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
New York, 10 de enero de 1948.
Querido amigo:
Llevamos ya casi cuatro semanas en Nueva York, con un ajetreo imposible, debido a dos causas: la primera, ver la ciudad, cosa que no se hace en un día; la segunda, para encontrar un alojamiento conveniente, cosa que parece que no se hace ni en un año. Sin embargo, creemos haber resuelto el asunto. Después de tres semanas en un hotel carísimo, estamos instalados en un amplio departamento de una sola habitación de unos centímetros cúbicos, eso sí con Frigidaire, cocina y baño, de modo que podemos considerarnos felices, sobre todo habida cuenta de que solamente pagamos por ella 110 dólares mensuales. Pero como está en pleno Manhattan y a dos cuadras de la Columbia University, la cosa resulta tentadora. Por lo demás, la vida no está tan cara como se suele decir, y la ropa se vende por lo general a precios muy sugestivos. Desgraciadamente, la beca no da tampoco como para que se pase uno las horas muertas en las tiendas realizando una de las actividades económicas consideradas como indispensables en un mundo bien ordenado.
Bien. Las impresiones de N. York las guardamos para cuando, dentro de un año aproximadamente, si todo funciona como es debido, nos encontremos en B. Aires. Yo le escribí desde Santiago una carta que espero haya llegado a sus manos. También le hice enviar un importante libro mío, que usted leerá cuando Luis Alberto se lo permita. En cuanto a la Enciclopedia Cobia, no estarán listas las primeras pruebas revisadas hasta Octubre, pero ¡por Dios!, no me abandone usted en vista de la tardanza, pues confío en que sea usted el gran puntal de la parte histórica. Por lo que ví, me parece que la segunda edición estará muy mejorada, pero aun así le faltarán muchas cosas. Espero sus noticias confirmándome su decisión de ocuparse de esta magna empresa en pro de la cultura media universal.
Jaimito está muy bien y se conoce ya de punta a cabo desde el Empire State Building hasta las Rockettes del Radio City, pues es un niño muy adelantado.
Por cierto que en su carta del 14 de Octubre no venía el recorte de LA NACIÓN que me anunciaba y, por lo tanto, quedé a oscuras acerca del asunto; si usted lo recuerda, insista en él.
Renée los abraza a todos, y yo también, si esto no es considerado, por una parte y por otra, como una infidelidad conyugal. En estos momentos ha salido para comprar dos dólares y medio de latas de toda clase, desde el jugo de apio hasta el pollo machacado con tomate y las supervitaminas concentradas de queso, que de todo hay en la gran viña de las cadenas de tiendas alimenticias.
Espero que no se retrase en sus cartas. Un gran abrazo de
Ferrater Mora
https://jlromero.com.ar/wp-content/uploads/2024/01/JMFM-a-JLR-10011948.pdf
De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
New York, 11 de abril de 1948.
Sr. Don José Luis Romero
BUENOS AIRES.
Querido amigo:
Estaba, en efecto, en las mejores relaciones con Mr. Morgenthau, y ya me había prometido, para empezar, dos mil millones de dólares para mis gastos de bolsillo, pero una diferencia de opinión suspendió desgraciadamente nuestras relaciones, y ahora me veo obligado a contar de nuevo con una escuálida beca que me obliga a dedicarme a las matemáticas inferiores una buena parte del día. Mr. Morgenthau opinaba que las imágenes mediante las cuales conocemos la realidad exterior eran cualidades de esta realidad, en tanto que yo sostenía una opinión más cercana al idealismo gnoseológico. Pero usted comprenderá que una cuestión de esta índole era lo bastante importante como para sacrificar a ella una miserable ayuda financiera.
Cortada mi amistad con dichos círculos financieros, me he visto obligado a pasar mi tiempo en pacientes e interminables rebuscas en una biblioteca de varios centenares de millares de volúmenes filosóficos para ver si de vez en cuando hay algún dato apto para ser incluido en la tercera edición de mi “Diccionario de Filosofía”. Hasta el momento tengo redactadas unas 60.000 palabras de la nueva edición, pero como ésta tendrá que contener, según mis cálculos, unas 150.000 palabras más, no tendré más remedio que seguir tragando polvo -en las bibliotecas de EE.UU. también hay polvo- en las mentadas rebuscas. El tiempo que hace -primero nieve y frío; ahora viento y lluvia- acompaña benignamente esta repentina tendencia a la erudición, la cual remitirá tan pronto como se decida a salir el sol en una proporción correcta para espíritus meridionales. Jaimito tuvo, además, el empeño de caer enfermo un par de veces, la última con una roseola que lo tuvo con fiebre durante una semana, todo lo cual contribuyó a la tendencia al recogimiento. Renée escribió hace poco tiempo a Teresa, y espera que le haya llegado ya su carta.
Speculum, como usted sabe, no se publica en Nueva York, y creo que en Columbia University no hay nadie que pertenezca al comité de redacción. Sin embargo, hay los correspondientes profesores más o menos medievalistas. Ahora bien, tanto para la relación con ellos, como para la relación que haya que entablar a través de ellos, con Speculum, es absolutamente preciso que me diga usted algo concreto que usted desee. En Nueva York no es posible dirigirse a nadie diciéndole simplemente: “¡Hola¡, ¿Cómo le va? Vengo a verle para cambiar unas palabras y decirle que me intereso, o alguien se interesa, mucho por la edad media”. De ningún modo. Hay que llegar con preguntas precisas y muy determinadas, si no se quiere que la persona a quien uno se dirija no llame inmediatamente a la policía y lo haga prender por loco. De modo que con el mayor gusto cumpliré sus encargos si me dice en qué consisten éstos exactamente.
Le veo sumergido en montañas de papeles que va llenando sistemáticamente, y espero que algunos de ellos me será dado verlos en su tiempo. Escribí a la Sudamericana para la cuestión de mi libro; no tienen la menor animadversión contra usted, sospecho, y me dijeron que inmediatamente le habían enviado otra vez un ejemplar de mi terrorífica obra por si algún empleado se hubiese olvidado de cumplir a debido tiempo mi encargo. Espero que ya le haya llegado. En cuanto a su hermano Francisco, aun cuando campeón, según usted dice, de la Unión Postal de 1947, no tengo noticias suyas desde que llegué a EE.UU. Yo le escribí un par de veces, y como me temo que se haya perdido alguna carta, hágame el favor de decirle que espero con impaciencia sus epístolas.
Sospecho que de ahora en adelante no pensará en otra cosa que en contestar ampliamente a mi carta y que muy pronto veré, a través de la puerta de nuestro departamento de una sola habitación, deslizarse una misiva procedente de Guatemala, es decir, de Argentina, es decir, suya.
Saludos a todos muy cariñosamente. Le envía un abrazo su buen amigo,
Ferrater Mora
https://jlromero.com.ar/wp-content/uploads/2024/01/JMFM-a-JLR-11041948.pdf
De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
[Princeton], 20 de julio de 1948.
Sr. D. José Luis Romero
Buenos Aires
Querido amigo:
Acabo de recibir una carta de su hermano Francisco en la que me pone al corriente de sus últimos percances. Yo no sabía nada. De lo contrario, no necesito decirle que le habría escrito inmediatamente. Claro está que eso no le habría aliviado el dolor físico ni tampoco le habría servido para pagar el médico, de modo que mi intervención habría sido un poco inútil. No me atrevo a decir que acaso mi carta habría contribuido a reducir su dolor moral, porque frente al padecimiento físico y a las facturas médicas las cuestiones morales tienen la costumbre de aguardar. Espero, pues, que, por lo menos, mis líneas le sirvan de entretenimiento a la vez que de saludo cordial para todos ustedes, de mi numerosa familia.
Cierto que aun para entretenerle me doy cuenta de que mi carta va a servir para bien poco. Apenas tengo nada que contarle. Nuestra vida discurre apaciblemente del 1 al 20 de cada mes. Del 20 al 30 o al 31 se presenten problemas económicos que le dan un poco de animación. Personalmente, yo prefiero, bajo el mencionado respecto, la apacibilidad. Las preferencias personales, sin embargo, siendo consideradas como reaccionarias, no son atendidas debidamente por la sociedad. Hemos estado a punto de perecer de calor y humedad en Nueva York, pero un acontecimiento providencial o necesario, según la concepción filosófica sustentada, ha impedido ese triste acontecimiento. Don Américo Castro se fué a Francia hace casi un mes y se le ocurrió que si habitábamos su excelente casa de Princeton durante los dos meses de su ausencia, ello no implicaba forzosamente su destrucción. Por lo tanto, estamos en Princeton, N.J., en una casa de dos pisos, notablemente mayor que la reducida habitación que ocupamos en Nueva York, y rodeada de un hermoso jardín de estilo victoriano. Nos preocupa mucho la tensión internacional en Berlín, en primer lugar por nuestra conocido interés por la historia universal y las consecuencias que de ello se derivan para los individuos que, de todos modos, la componen, y en segundo lugar porque sería muy posible que este estado de cosas indujera a don Américo a regresar de inmediato y a arrebatarnos una casa que nos tenemos muy bien ganada. Desde luego, seguimos conservando, y pagando, nuestro miserable alojamiento de Nueva York para poder encontrar techo cuando regresemos. Por el momento, disfrutamos de las ventajas de Princeton, lugar universitario donde las violaciones son escasas y la criminalidad infantil casi nula, dando con ello poco motivo a una crónica animada e incitante, como la que un convaleciente merecería. Si usted quiere, me invento un crimen, pero no respondo de la coherencia de sus datos. Como usted sabe, Princeton está lleno de ilustres matemáticos, físicos y otras gentes importantes, pero como tienen poca influencia sobre la vida pública, los asuntos marchan con bastante regularidad. Por supuesto, la vecindad del insigne Einstein y del no tan insigne Toynbee me tiene sin cuidado. En cambio, agradezco hasta el fondo de mi corazón la regularidad con que pasa el distribuidor de leche y la persistencia con que se recoge la basura.
Cierto que desde el momento en que terminé mi último párrafo hasta el instante en que comencé éste ha habido una cesura en la cual se han insertado diversos acontecimientos que amenazan con dar al traste con tan idílica existencia. La situación en Europa se ha agravado de tal modo que ha conducido a don Américo Castro a tomar una máquina de escribir, colocar un papel en ella y enviarnos una carta donde amenaza con regresar de un momento a otro. Es posible, pues, que permanezcamos aquí sólo hasta fin de este mes. Si usted está de humor para enviarme unas líneas, hágalas llegar, pues, para mayor seguridad, a Nueva York (549 West 113th Street. Ap. 62); si nos hemos trasladado allí, allí las recibiremos; si no, nos las retransmitirán.
Pasemos a asuntos serios. La abundancia de bibliotecas o, para ser más exacto, la abundante biblioteca de que dispongo en Columbia University ha provocado en mí un súbito afán de erudición filosófica, científica e histórica que ha dado por resultado la producción industrial de notas y apuntaciones donde se hallan en germen varios importantes libros. Uno de ellos -el que más cerca puede estar de sus intereses- versaría sobre la historia, en un sentido mucho más riguroso que el contenido en mis más bien vagas “Cuatro visiones” que usted tuvo la bondad de reseñar y, además, de encontrar buenas. Tengo ciertas ideas que me agradaría cotejar con usted, pero me temo que esto resultaría un poco latoso en una correspondencia -sobre todo en la enviada a un supuesto convaleciente- y creo que habrá que esperar a que nos veamos si la marcha del mundo lo permite. De todos modos, si le interesara participar de tales ideas en alguna proporción, no tendría inconveniente en someterle algunas en una próxima carta. Hе encontrado varias soluciones -todas ellas incompatibles- para el problema de la historia universal, de modo que no resultaría improbable que de ellas saliera alguna luz para esta cuestión magna. Pero no quiero por el momento entrar en estos pavorosos problemas y espero que usted me dé antes la conformidad correspondiente.
No necesito decirle que le ruego saludar a todos los suyos. Renée recibió la carta de Teresa y la va a contestar, o ahora, o dentro de poco. Diga a su hermano Francisco que le contestaré pronto. Y reciba, con el deseo de su pronto restablecimiento, un abrazo muy cordial de su amigo,
Ferrater Mora
https://jlromero.com.ar/wp-content/uploads/2024/01/JMFM-a-JLR-20071948.pdf
De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
Baltimore, 11 de noviembre de 1948.
Sr. Don José Luis Romero
BUENOS AIRES, Argentina.
Querido amigo:
Supongo que su hermano Francisco le comunicó ya nuestro cambio de dirección a Baltimore, a menos que haya sido yo mismo quien escribiera a usted al efecto rogándole transmitiera la noticia a su hermano. Como no tengo -¡ay de mí!- secretaria, no puedo guardar en archivos estos importantes datos. En todo caso, su carta de finales de Agosto me fué retransmitida a Baltimore, después de haber rodado unos días por Princeton, N.J. Por ella me entero de que su período operativo, operático u operacional ha tocado a su fin sin otras consecuencias que las de haber aumentado su cultura clínico-farmacéutica y especialmente médico-económica. Veo, con relativa satisfacción, que entre sus amigos soy el único que ha tenido en cuenta lo que los escolásticos llamaban ya en su tiempo “las segundas extirpaciones” (no ajenas, por cierto, a las “segundas intenciones”), lo cual demuestra no mi inteligencia ni mi perspicacia, sino simplemente una coincidencia en angosturas económicas que nos honra y nos hace polvo. No prosigamos.
Sus actividades histórico-escripturarias me llenan de satisfacción, cosa que, por supuesto, le tendrá a usted sin cuidado. De todos modos, quiero dejar constancia de que me complace verle avanzando en una teoría sobre la historia de Occidente, aunque no se digne usted proporcionarme más datos que la escueta noticia de su avance. Imagino, en todo caso, que algo tendrá que ver con lo que hemos debatido y dilucidado en nuestras espaciadas pláticas, donde hubo -usted lo recordará- una buena cantidad de acuerdos y coincidencias. Por lo que a mi hace, no me atrevo a confiarle mis secretos acerca de la historia universal, entre otras razones porque mis pensamientos al respecto permanecen por el momento en un estado bastante nebuloso. Desde luego, no he podido dedicar mucho tiempo a mi proyectado libro sobre “El sentido de la historia”, porque desde mi llegada a EE.UU. me he dedicado a revolver millares de volúmenes de filosofía con vistas a la preparación de una tercera y abultadísima edición de mi “Diccionario de Filosofía”. El término “preparación” es, por supuesto, un eufemismo; la verdad es que hasta el momento he redactado nada menos que más de 300.000 palabras “nuevas” (para emplear el metron de este país), amén de haber refundido una gran cantidad de artículos y de haber compilado una inmensa y abrumadora bibliografía. No sé si terminaré esta labor casi ciclópea, como me propongo, hacia Marzo del próximo año; en todo caso, puedo asegurarle que desde hace nueve meses vengo trabajando en el asunto nueve horas diarias (con descansos intermedios, algunos bastante dilataditos), y que este tren de vida (si puedo utilizar una palabra tan poco adecuada para semejante trabajo) me ha impedido consagrar tiempo a mis teorías personales. Estoy seguro de que mis presuntos lectores no lo lamentan en vista de la escasa atención que, con honrosas excepciones, prestan a mis sutiles argumentos. Pero, desde luego, no olvido el propósito, y espero realizarlo en parte cuando, ya en Buenos Aires, alterne mi fastidiosa labor enciclopédica -en la que usted, no lo olvide, está altamente y a la vez profundamente comprometido- con largas discusiones que tendremos en nuestros momentos de ocio. Mi proyecto es, por otro lado, lo suficientemente ambicioso para que no pueda llevarse a cabo sin algunos años preparatorios. No solamente quiero dar una interpretación del contenido total de la historia (nada menos), sino que, además, y sobre todo, quiero realizar una investigación “exhaustiva” de un asunto que hasta ahora, creo yo, está limpio y virgen: la fundamentación de una “lógica del lenguaje histórico”. Sospecho que de la historia puede hablarse de muchas maneras, y que es necesario establecer una especie de sintaxis general de los diversos lenguajes históricos posibles, con una jerarquía de niveles de lenguaje por medio de la cual llegue a tener sentido hablar de una historia nacional, de la historia de una civilización y, en último término, de una historia universal. El proyecto es grandioso. Porque, entre otras cosas, me veré obligado a elaborar con detalle e in extenso una lógica modal de los fenómenos históricos, en el marco de la cual se dé una significación a lo posible, a lo efectivo y a lo necesario de los acontecimientos históricos. No quiero entretenerle más tiempo con esta nebulosa; quisiera, de todos modos, que en su próxima carta me declarara con ferviente sinceridad si lo apuntado antes puede tener interés para un historiador o se trata de una ociosa y baldía elucubración sin consecuencias. Naturalmente, le estoy hablando en serio.
No me dice usted todavía si, al final, la Sudamericana le hizo solemne entrega de mi importante y decisiva obra titulada “El sentido de la muerte”. Supongo que así ocurrió. No tiene usted la menor obligación de leerla (no faltaba más); sin embargo, si algún día se decide a atacar ese ladrillo, creo que por lo menos hay unas páginas que podrían interesarle: se trata de aquellas (en el Cap. III) donde se bosqueja una teoría de la existencia humana como “substancia racional de naturaleza histórica”, y acaso las del Cap. IV donde se presenta una historia de la idea del alma que, por supuesto, tiene alguna relación con lo que podríamos llamar los fundamentos de Occidente.
No sabemos cuándo nos dirigimos a B. Aires; la famosa Enciclopedia no estará lista hasta Julio o Agosto próximo, y quisiéramos pasar un par de meses en Francia antes de encaminarnos al Plata. Todo depende, naturalmente, de este último término puesto bajo forma femenina, esto es, no del Plata, sino de la Plata que a la sazón pueda pedirse prestada. Ya seguirán al corriente de nuestras vicisitudes viajatorias, aunque imagino que de aquí a aquellas fechas todavía habrá tiempo de cruzarnos -paralelamente, puesto que Teresa y Renée mantienen una serie privada- una regular cantidad de correspondencia.
Como estoy relativamente aislado en este centro mundial, casi ignoro lo que, desde el punto de vista cultural, se está haciendo por ahí. No hablo de lo que se hace desde otros puntos de vista, que es de dominio público. Alguna que otra vez recibo “Sur”, pero nuestro querido Ayala o no me manda “Realidad” o, si me lo manda, es inmediatamente absorbido por algún aficionado en Correos de la literatura realista. Me gustaría ver los números en que he publicado dos reducidas, pero substanciosas notas, desde EE.UU., pues nada supera el placer de releerse. A pesar de todo, mi fidelidad a “Realidad” es tan grande que, a pesar de tanta inconexión y de un trabajo abrumador, estoy pensando en hacer algún día no demasiado lejano un artículo para la revista que producirá sensación…en mi casa. Se titula “Wittgenstein y la destrucción” y es de lo más original que se habrá publicado en los últimos tiempos, con consideraciones profundas sobre nuestro tiempo al hilo de un sutil y a la par magnífico examen de ciertos asuntos, etc. etc. (No le sorprenda este estilo; he venido observando en los últimos años que la única manera de que le hagan a uno caso es comenzar por insistir uno mismo sobre sus propias cualidades: estoy empezando con usted para ver lo que resulta).
Querido José Luis: ya sabe que sus cartas son recibidas aquí con gran placer. Los de casa están muy bien (si exceptuamos mi dolor de muelas); Jaimito está hecho un verdadero intelectual; conoce todas las letras del abecedario. A pesar de que yo lo he disuadido de este aprendizaje (que reputo peligroso), se ha empeñado en proseguirlo. Allá él; ya verá lo que el mundo del futuro reserva a los precipitadamente ilustrados. Reciba un fuerte abrazo de su amigo,
Ferrater Mora
P.S. Impacientes para ver el nuevo “nido”, con o sin gallinas.
https://jlromero.com.ar/wp-content/uploads/2024/01/JMFM-a-JLR-11111948.pdf
De José Luis Romero a José María Ferrater Mora.
Adrogué (Bs. As.), 22 de marzo de 1949
Mi querido amigo Ferrater:
Ha pasado tanto tiempo desde su última carta que ya no sé cuál es la última, y si debo contestar a una sola o a dos o tres anteriores. Por si acaso, no le contestaré a ninguna, y empezaré el monólogo ab ovo, como suele ser costumbre de historiadores y políticos.
Ya sabe Ud. que estamos en Adrogué (Cerreti 928); que me operaron, que mejoré de salud, que empeoré de medios circulantes, que sigo empeorando, etc.
Es lo que constituye mi “historia externa”, como decimos los sabios. En cuanto a la interna, tengo tan poco que decir que no sé por dónde empezar, de miedo de acabar excesivamente pronto. He trabajado mucho este verano, en medio del trajín de albañiles y pintores, y de múltiples dolores de cabeza de origen administrativo. He terminado un librito para Méjico (¡) sobre la Edad Media, he rehecho un texto escolar, y todavía he podido guardar las mañanas para estudiar. Creo que soy un verdadero atleta de la digitación estenográfica, casi tanto como Ud., que parece superar mi récord con su marca de 300.000 palabras señalada en el torneo de Baltimore.
Espero que de una vez se instale en Buenos Aires, donde me hace mucha falta para conversar. No quiero hacer confidencias sentimentales, pero la verdad es que tengo pocos amigos con quienes me guste tanto el diálogo como Ud. y por quienes sienta tan verdadero afecto. Le prometo largas tardes de sol suburbano, con abundantes coloquios sobre las únicas cosas que me interesan y me permiten olvidarme de tanta amargura. Pero es absurdo que yo le diga esto a Ud., que sabe de ello tanto o más que yo.
Dejo para entonces dilucidar nuestros puntos de vista sobre la cultura occidental, en lo que trabajo con ahínco por mi parte. Ahora he centrado mi interés en la baja Edad Media, donde creo hallar algunas de las claves que buscaba, y que creo haber sorprendido: el siglo XIV, primer ensayo general -fracasado- de la modernidad. Son innumerables los datos curiosos y significativos que ofrece ese período tan estudiado. De allí para atrás y de allí para adelante, tomo notas sobre mil cosas que me parecen reveladoras, y como no puedo con el genio, empiezo a preparar un libro sobre esa época -que llamaré LA EDAD FLORIDA- para rebatir a fondo la tesis de Huizinga e intentar una explicación que integre el fenómeno del barroco flamenco borgoñón y el fenómeno del naturalismo italiano. Sólo el juego de ambos explica algo a mi juicio: la época misma, y los contenidos oscilantes de toda la cultura occidental. Pero no sigo, aunque tengo bastante claridad ahora sobre el tema.
Por aquí no pasa nada nuevo. Todo es viejo. Yo quizá viaje semanalmente a Montevideo a dictar unas clases, y entonces me pondré un poco a tono con el alza del costo de la vida, aunque dejaré seguramente el poco hígado que me queda en el trajín. No me quejo, por lo menos demasiado.
Abrazos a los suyos, y uno grande de su amigo.
https://jlromero.com.ar/wp-content/uploads/2024/01/JLR-a-JFM-22-de-marzo-1949-1.pdf
De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
La Habana, 20 de julio de 1949.
Querido amigo:
Su carta me hizo recordar de inmediato los sublimes versos (cuya paternidad -o maternidad- usted me hará el favor de silenciar):
Recuerdo de Adrogué las calles adormidas paseadas bien despacio después de las comidas etc. etc.
Con lo cual me lo imagino, acompañado de su numerosa familia, digiriendo churrascos por las apacibles calles de la susodicha población. Quizás esto sea indigno de la dignidad de la historia y su correspondiente filosofía, pero “tripas llevan corazón”, “primum vivere, dende philosophare”, “la salud del cuerpo se fragua en la oficina del estómago”, etc. etc. ¡Quién pudiera gozar de tan apacible existencia (si así lo es)! Vea: nosotros andamos de una parte para otra sin que nadie nos explique por qué ocurre semejante acontecimiento. Ahora estamos en La Habana. En Septiembre próximo esperamos estar de nuevo en EE.UU. (aunque en parte distinta de las antes usadas); en Junio de 1950… ¿quién puede saber dónde pararán nuestros cuerpos? Voy a explicarme brevemente: mi proyecto de instalación en B. Aires fracasó por los motivos económicos de todos ustedes conocidos: los inconvenientes de la inflación mezclados con los de la deflación, por no decir nada de los trastornos causados por el “receso” (términos cuyo significado usted y yo ignoramos aunque los sufrimos) me obligaron a suspender mi compromiso con la Sudamericana. Las condiciones en que se había firmado el contrato parecían pertenecer a los primeros años del siglo XVIII, cuando no se habían inventado todavía el modo de hacer fluctuar las monedas en el breve espacio de dos semanas, de suerte que lo que me correspondía por mi labor ímproba hubiera alcanzado apenas para una magra pitanza. Por otro lado, como la Sudamericana estaba asimismo asustada por el giro de las cosas, convino conmigo en suspender la ejecución del proyecto por lo menos para un par de años. No sé si voy a ocuparme de él en el futuro (en el caso de que se haga); sospecho que no, aunque la cosa me agradaría con el exclusivo objeto (y no es halago) de encontrarme con algunos amigos de ahí y sobre todo con ustedes, con quienes nos entendemos tan bien (esto es un suceso tan raro hoy día que vale bien la pena de un desplazamiento geográfico radical). En fin, ya veremos. El caso es que durante un tiempo estuvimos, como suele decirse, en la estacada. Teníamos la intención de pasar unos meses en París, pero mi visado francés tardó más a tres mees en llegar. Pude quedarme como profesor en Brooklyn College, con un sueldo casi fabuloso, pero comprobé que era un lugar infectamente regimentado. Me invitaron desde Caracas. Me insistieron para que volviera a Chile. Yo, pobre de mí, parecía ser el blanco de las más diversas solicitaciones. Pero todo esto era (como siempre) un resplandor fugitivo y efímero. Para ir a cualquiera de estas partes necesitaba dinero, visados y otras menudencias. De repente, el Bryn Mawr College, el más distinguido de EE.UU., y de tal rango académico que hasta otorgan grados de doctor (naturalmente, todo esto me tiene sin cuidado), tuvo la feliz ocurrencia de invitarme a dar en principio un curso, el de 1949-1950, bastante bien pagado y con pocas horas de trabajo. Fui allí, comprobé que se trata de un lugar ideal para lo que suele llamarse la fecunda y callada labor del pensador, que había una biblioteca más que excelente, que se me prometía alquilarme un departamento amoblado con toda clase de aparatos, y decidí aceptar. Ahora bien, como para trabajar en EEUU. hay que tener no sé qué visado, hubo que salir de EE.UU. para volver a entrar en EE.UU. Todo esto representó molestias, gastos, obstáculos de todas clases (no me dejaban entrar en Cuba, porque no podía reingresar en EE.UU., ni salir de EE.UU. porque no podía entrar en Cuba, porque, etc. etc.). Al fin, se solucionó todo. Poderosos amigos (y mi prestigio creciente en la Isla) intervinieron. Y aquí nos tienen desde el 18 de Junio. Naturalmente, hemos topado con otras dificultades para obtener los nuevos visados, pero parece que todo se ha solucionado otra vez. Aquí estoy, pues, dando conferencias (casi una diaria) con el metafísico objetivo de pagar los viajes, la estancia y de ahorrar un par de centenares de dólares para cuando volvamos a EE. UU. Por ahora se están consiguiendo los fines dictados por el mando. Entre otras cosas, el Gobierno del país me ha invitado a dar cinco conferencias por 500 dólares. Y la Universidad de Puerto Rico acaba de ofrecerme otros 500 dólares por tres conferencias. Esto va a alegrar mucho…a un amigo mío que hay en EE.UU., y a quien debo 450 dólares que, si las cosas van como van, le pagaré con una puntual religiosidad.
Mi éxito es, pues, completo. Y mi fastidio también. Mis conferencias sobre “Filosofía, angustia y renovación” han despertado histérico entusiasmo en las damas de la localidad (por desgracia, casi todas ellas tienen más de 50 años; las de edad inferior prefieren a Hugo del Carril). Bueno, voy a dejar de hablar de mi para que no crea que me dediqué al narcisismo. Lo que ocurre es que el resto de la familia sigue mis avatares y no hace sino doblar o triplicar mi destino. Renée envía muchos abrazos a Teresa. Y yo quedo esperando noticias suyas (envíelas antes del 6 de Septiembre al domicilio arriba indicado y desde el 23 de Septiembre a: Profesor J. Ferrater Mora. – Cartref. – Bryn Mawr, Pa. U.S.A). Un abrazo muy grande de
Ferrater Mora
https://jlromero.com.ar/wp-content/uploads/2024/01/JMFM-a-JLR-20071949.pdf
De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
Bryn Mawr, 1 de abril de 1950.
Querido amigo:
Hace varios lustros que no tengo noticias suyas. Sin embargo, sé que piensa, es decir, existe, a juzgar por un libro que acabo de comprar sobre la edad media (Fondo de Cultura Económica, México, D.F.) y que presumiblemente está redactado por usted. El libro, dicho sea de paso, es excelente y gustable.
Yo le he escrito alguna carta a la cual, siguiendo su mala costumbre, no ha contestado todavía. Ahora encuentro entre lo que los sabios llaman “mis papeles” una nota en la cual consta del modo más formal e inequívoco que por lo menos le escribí una misiva hacia el 20 de Julio de 1949. Recapitulando mi biografía, descubro que en aquella fecha estaba en La Habana acompañado de mi numerosa familia. Mi memoria me dice, sin embargo, que ya por aquel entonces le comunicaba mis sucesivos domicilios durante los próximos meses para que no tuviese usted la menor excusa. Es posible que le haya escrito alguna otra carta, aunque este último punto no puedo comprobarlo y científicamente me abstengo de hacerlo valer como seguro. Para que no se disculpe usted en lo sucesivo (si tal se le ocurre), le comunico desde ahora que si Dios, la Providencia, la Idea o cualquier otra entidad metafísica no lo impide u obstaculiza, mis futuros domicilios serán los siguientes:
Hasta el 6 de Junio de 1950.- Bryn Mawr College. Bryn Mawr, Penna., USA.
Del 20 de Junio al 20 de Septiembre de 1950.- Marthe Petitsigne. 30, rue du Plateau. Paris (XIX). France.
Del 2 de Octubre de 1950 a ¿?.- Bryn Mawr College. Bryn Mawr, Penna., USA.
No se habrá escapado a su sagacidad que, en el fondo, mi domicilio es por ahora Bryn Mawr College, etc. y que en el intermedio vamos a pasar (es una manera de hablar) el verano el Francia. Esto quiere decir que sigo en Estados Unidos. Este truismo o tautología es significativo: quiere decir que sigo por aquí y que no veo motivo para mudarme. Aunque supongo que ya se lo he explicado en alguna de mis anteriores cartas, lo de Buenos Aires se fué al pozo (por lo demás, no era un pozo de petróleo) y decidí, por ende, aceptar un puesto de profesor en esta grata institución, prestigiosa en EE.UU., y situada a poca distancia de Filadelfia. Aquí enseño (o intento hacerlo) historia de la filosofía -en inglés- historia del pensamiento hispánico -en español-. Mi sueldo es aceptable (por otro lado, no tengo más remedio que aceptarlo), y aunque no boyante nos permite pasar una existencia relativamente tranquila sin azacanarnos por otros ingresos (que no serían del todo inútiles). Cuando usted me conteste en una carta extensísima acerca de su vida pública y privada, yo haré lo propio. Entre otros asuntos, le contaré mis proyectos (que son numerosos e irrealizables). Quizás haya leído usted alguno de los pocos, pero substanciosos, artículos que he publicado por esas zonas. Esto es, naturalmente, sólo una muestra de mi producción.
No se queje usted de mi parquedad. La verdad es que tengo muchas ganas de escribirle in extenso. Pero quisiera que usted lo hiciera antes y me asegurara que va a leer mis misivas. Un gran abrazo de todos y uno especial de
Ferrater Mora
https://jlromero.com.ar/wp-content/uploads/2024/01/JMFM-a-JLR-01041950-1.pdf
De José Luis Romero a José María Ferrater Mora.
Adrogué (Bs. As.), 25 de abril de 1950.
Sr. José M. Ferrater Mora.
Muy querido amigo:
Debo confesarle que el tono de su última carta me ha llenado de congoja, esta vez, fuera de broma, he tenido la sensación de la culpa. Sobre todo porque no tengo disculpa alguna. Sólo una cosa una cosa puedo asegurarle, y es que sólo la pereza epistolar ha tenido la culpa de que no le haya escrito, pues es la verdad, y esto también sin broma, que no solo lo recuerdo permanentemente, sino que puedo asegurarle que cuando hago la lista de mis amigos visibles e invisibles su nombre es siempre de los primeros que acuden. Por lo demás, la lista es breve. Pero no me abandona la certidumbre de que si pudiéramos conversar difícilmente cambiaría yo el coloquio con Ud. por ningún otro. Esto es casi una declaración de amor, o por lo menos de amor intelectual, pero además se robustece con una inequívoca simpatía personal que se mantiene incólume desde que Ud. se apareció por primera vez en el hotel Victoria, en Santiago, hace ya un buen número de años. Todo ello -y la satisfacción que me produce decir por ahí que soy amigo suyo- me cerciora que no he dejado de escribirle por ningún sentimiento secreto sino por una torpeza que en este caso es notoriamente idiota, y de la que me arrepiento de veras. Le anticipo, pues, antes de llegar al final de la carta, un gran abrazo fraternal, con el que va la seguridad de que puede Ud. contarme entre sus amigos más seguros para lo que sea, y un ruego humilde de perdón.
Mi pereza epistolar es ya proverbial y me ha dado muchos disgustos, algunos de este tipo sentimental, y otros de tipo práctico. Como no me corrijo, supongo que debe ser congénita y constitutiva, aunque no hereditaria, pues es notorio que mi hermano Francisco adolece de la enfermedad contraria, siendo del mismo padre y madre. En realidad, parecería ser falta de imaginación, pues con frecuencia me ocurre que no sé qué decir cuando me instalo frente a la máquina. Y no porque no me pasen cosas, sino porque suelo pensar que lo que me pasa no le interesa a nadie.
En esto debe residir el error, que es en el fondo pecado de soberbia más que de humildad.
De mi vida sólo puedo decirle que manifiesta una sensible monotonía. Durante el año pasado, aunque me moví mucho, no escapé de los esquemas tradicionales del profesor viajero. Una vez por semana me trasladaba a Montevideo donde permanecía dos días, y regresaba luego a Adrogué. Este año hago lo mismo exactamente, y la noche que paso en el río de ida y la que paso de vuelta constituyen para mí -que padezco de agorafobia- una especie de enajenación de la que solo me curo encerrándome en mi escritorio hasta la semana siguiente. Esta enajenación me preocupa. A veces no me recuerdo a mí mismo y paseo mi existencia con una sensible irresponsabilidad. Pero espero que la costumbre solucione este problema psicológico, aun cuando no se solucione el problema efectivo de tener que abandonar mi trabajo durante tres días seguidos entre unas cosas y otras. Porque, naturalmente, no he dejado la editorial Argos ni Losada, a causa de que lo de Montevideo solo dura siete meses. Pero si las cosas se normalizan, espero contar con más tiempo para algunas cosas.
Creo que ahora aprovecharía bien el tiempo, si lo tuviera, y lo tendré si lo de Montevideo me permite atenerme a eso solamente. Por lo pronto he dejado de escribir libritos, como el que Ud. ha leído, que no hace más que fastidiarme y obligarme a dar dos sabidas cosas que tengo a medio averiguar. Tampoco quiero escribir artículos ni dar conferencias, cosa que acaso consiga el año próximo. Porque tengo entre manos un vasto plan al que quiero atenerme estos próximos años, si las circunstancias no me son excesivamente adversas. Ahora tengo un plan claro. Quiero escribir una EDAD FLORIDA, esto es una cultura de los siglos 14 y 15, y quiero abordar luego -como programa para varios años- una historia de la cultura occidental en la que sabe Ud. que estoy pensando hace mucho tiempo.
La Edad Florida está planeada y dibujada en sus grandes líneas. Buena parte de las ideas conjunto están bastante afinadas; pero la cantidad de fuentes que me queda por revisar me asusta, pese a lo cual sigo en eso metódicamente. Las dificultades son numerosas. Muchas no las tengo a mano, mi latín es flojo, mis recursos escasos, y además necesito imprescindiblemente ir a Europa. Como no tengo dinero, he inventado un sistema que voy a poner en práctica. Pienso solicitar una bolsa de viaje a alguna de las fundaciones americanas, valiéndome de que me han nombrado miembro de la Medieval Academy of America, Camb. Mass. y de los buenos oficios de algunas gentes de ese país que acaso quieran informar bien de mis proyectos. El pedido lo haré acompañando el plan de la obra, y destacando la necesidad imprescindible de ver Cataluña, Provenza, Delfinado, Sicilia y Nápoles, Toscana y Borgoña, esto es, lo que llamo algunas veces “la otra Edad Media” -menos Borgoña- y esta última por otras razones.
En cuanto a la historia de la cultura occidental, estoy preparándome a través de un curso de tres años cíclicos que estoy dando en el Colegio Libre. Tengo ya -sospecho- un caudal de ideas claras, y lo que es más importante, me siento en posesión de un método histórico-cultural seguro. Necesito seis meses para ciertas lecturas filosóficas en las que estoy atrasado, y espero que no me confunda entonces. Recomiéndeme algo si se le ocurre para esto. Conste que después del diálogo aéreo, sigo creyendo que la cultura occidental empieza con la Edad Media, más un período de incubación antiguo; pero lo propio es la Europa desde las invasiones.
Afortunadamente estoy cosechando discípulos aquí y en Montevideo. Tengo ya un pequeño grupo de estudiantes que podrán ayudarme -ya lo hacen- y acaso me decida a distribuir ordenadamente ciertos trabajos. El inconveniente es la insanable falta de cultura general que se advierte, que obliga a empezar siempre por el principio y preguntarle a cada uno si ha leído alguna vez a Montaigne. La respuesta es siempre negativa, y se acompaña con una mirada de extrañeza. Con todo se puede hacer algo.
¿Cree Ud. que hay algún punto de vista interesante en la segunda parte de mi Edad Media? Si le ha parecido así, dígamelo. Debo confesarle que me han sido muy útiles sus ensayos sobre Filosofía de la historia y que he puesto en circulación las Formas de la vida catalana y España y Europa, insospechadamente llenos de cosas que me interesan enormemente.
En cuanto a las cosas que Ud. ha publicado por aquí en los últimos tiempos -Realidad, Sur- he leído algunas cosas, no todas. Se imaginará que sólo con un extremado egoísmo en materia de lecturas puedo seguir trabajando en mis temas a pesar de la vida ambulatoria que hago. Pero así como contesto sus cartas con sentimiento de culpa, le prometo leerlo todo en cuanto pase los apurones en que estoy ahora, con motivo de la inauguración de los cursos y de un par de seminarios que he iniciado con gran entusiasmo.
De la vida privada, poco. Los chicos están bien. La mayor ha entrado ya al colegio secundario y el menor ha empezado a ir al colegio. Tere está muy bien, y comienza a tranquilizarse y puede volver a sus abandonadas aficiones, de las que la alejaron los cuidados domésticos. Imaginemos que el Jaimitó, según la peculiar entonación de Reneé debe estar hecho ya un ciudadano norteamericano con todas las de la ley, excepto la ley seca.
¿Dónde nos veremos? Quizá pueda un día ir por allí, o pueda Ud. venir. De todos modos, tenga la absoluta seguridad de que no volverá a transcurrir tanto plazo sin que tenga noticias mías. Les mandamos muchos abrazos para todos, y espero que Tere le escriba a su mujer. Yo le envío uno vigoroso y con abundante palmoteo, que entre los latinos es signo inequívoco de verdadera y cordial amistad.
https://jlromero.com.ar/wp-content/uploads/2024/01/20-JLR-a-F-25-abril-1950-1.pdf
De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
París, 29 de junio de 1950.
Querido amigo:
Recibí su carta en el Estado de Pennsylvania; la contesto desde el Departamento del Sena. Como verá – ¡ay! – me desplazo o, mejor dicho, nos desplazamos. Digo “¡ay!”, porque, como creo haberle dicho ya alguna vez, mi deseo profundo consiste en una (relativa) inmovilidad. Pero al fin cumplimos un proyecto mantenido desde hacía algún tiempo: pasar unos meses en Francia para ver la familia: la de Renée, aquí mismo; la mía, en espera de que pase la frontera y esté unos días con nosotros. Nuestra intención consiste en permanecer aquí hasta el 20 de Septiembre aproximadamente, fecha en la que debemos, si podemos, regresar a EE.UU. Si usted se decide a escribirme pronto, hágalo a la dirección siguiente: c/o Marthe Petitsigne, 30, rue du Plateau, Paris, XIX, France. Si, en cambio, a pesar de sus arrepentimientos neoplatónicos, no alcanza a escribirme antes de la mencionada fecha del proyectado regreso a EE.UU., hágalo a la misma “antigua” dirección de: Bryn Mawr College, Bryn Mawr, Pa., U.S.A. En todo caso, hágalo, aunque no sepa qué decir ni tenga nada que comunicar.
Celebro su decisión de dejar de escribir libritos (por buenos que sean), confeccionar artículos o articular conferencias. Lo malo es que uno propone y los otros disponen. Yo me lo he propuesto varias veces, y nunca lo he conseguido totalmente. Pero si uno no se lo propone, no lo consigue ni relativamente. Le diré que mi interés por su futura obra histórica -La Edad Florida, y luego, si todavía piensa en ello, Los ideales de la romanidad- obedece a algo más que al natural interés por lo que hacen los buenos amigos. Luego le contaré por qué. Mejor dicho, se lo contaré ahora mismo.
Después de haber pasado casi tres años corrigiendo y ampliando mi “Diccionario de Filosofía” (afortunadamente, estoy en estos momentos ya pluma en ristre sobre las galeradas), he decidido que ya había perdido bastante tiempo. Tenía varios proyectos, de la más varia índole y condición (desde la lógica a la metafísica), pero, al final, me decidí por algo “histórico”. No todavía por mi proyectado libro sobre “El sentido de la historia”, sino por algo más concretamente histórico. Se trata de un libro, que ya comencé a redactar, pero que tuve que interrumpir, y cuyo título no dice por el momento nada: “Filosofía, angustia y renovación”. Su contenido, empero, es -supongo- algo más concreto: se trata de una descripción histórico-filosófica de ciertas actitudes que aparecen en los momentos de transformación histórica y humana. Los casos tomados como ejemplares son dos: el final del mundo antiguo; la época “moderna”. En rigor, se trata del desarrollo de unos gérmenes de ideas cosechados mientras, hace ya cinco años, daba en la Universidad de Chile un curso sobre “Helenismo y Cristianismo” (tema, por supuesto, harto sobado, pero a veces inevitable). Para que tenga una idea de lo poco hecho: hay un capítulo primero (que quizás publique en “Sur” si logro comunicarme con José Bianco, a quien envié varias cartas sin obtener respuesta) en el cual planteo el tema. Luego viene un capítulo sobre “Cinismo y estoicismo”; otro, sobre el tema de la “huída del mundo”. Vendrá luego un capítulo sobre el poder, otro sobre el futurismo y la apocalipsis, etc. etc. Todo ello sazonado con abundantes citas y referencias históricas, lo cual, naturalmente, no agregará nada a mis ideas sino, quizás, un poco de confusión. Pero cuando uno se mete en la “scholarship”, ya no puede salir de ella. Esto hará que la redacción sea lenta. Por ejemplo, para escribir treinta páginas (o apenas) sobre los cínicos y los estoicos, he leído todos los textos pertinentes, más la mayor parte de los textos sobre los textos, y otros sobre los textos que versan sobre los textos que versan sobre los textos, y así sucesivamente. En resumen: para un libro de esta índole necesito su ayuda, y naturalmente no puedo esperar que usted vaya a Europa, regrese, ordene sus papeles, etc. etc. Por eso le digo que mi interés en su obra es más -o menos- que amistoso. Supongo que, a pesar de su promesa, dará usted algún anticipo en alguna parte. Si es así, tenga en cuenta que no puedo enterarme de todo, y hágame el favor de enviármelo.
Me parece muy bien que no lea mis artículos. A lo sumo, si tiene tiempo, dé una ojeada a mi artículo “Wittgenstein o la destrucción” que apareció en el N° 14 de “Realidad”. Es lo único que he escrito durante estos últimos tiempos con cierto entusiasmo.
Ya ve usted que tan pronto como he comenzado a hablar de usted, inmediatamente, he aprovechado la oportunidad para hablar de mí. No sé si yo soy el objeto que tengo más cerca (como pretenden los solipsistas) o bien el que está más lejos (como sostienen los místicos); lo único que sé es que poseo acerca de él alguna información que me he complacido en transmitirle. Ahora no le toca a usted más remedio que continuar informándome acerca de usted.
Nuestra vida en París -excepto cuando leemos el periódico- es bastante apacible. Como tenemos muy poco dinero, no podemos gastarlo (esta tautología no es tan simple como parece); ello hace que nos consagremos algo al trabajo (yo he de preparar un curso en inglés sobre filosofía griega, para Octubre) y algo al paseo gratuito por las conocidas calles de la villa. Mi impresión es que la ciudad no ha cambiado mucho; si todo es caro, lo es también en el resto del planeta; si hay un poco más de ruido, lo mismo acontece en otras partes. El metro sigue siendo tan racional y cartesiano como de costumbre. Queríamos ir a Bélgica, pero la falta de numerario hará este viaje imposible. En resumen, y para decirlo con las conocidas palabras del gran filósofo: Todo está mal – nada es mejor, etc. (La única razón por la cual estas palabras y las que siguen no figuran en el frontispicio del College de France, es que no se han encontrado en las obras de Platón).
Renée está bien y envía a todos muchos saludos. Jaimito tiene casi cinco años, habla francés y español, pero se ha negado a entrar en el inglés. El curso que viene tendrá que ir a una escuela (nuevos gastos). Supongo que ahora sí no transcurrirá tanto plazo sin tener noticias suyas. Entretanto, un cordial abrazo de
Ferrater Mora
https://jlromero.com.ar/wp-content/uploads/2024/01/JMFM-a-JLR-29061950.pdf
De José Luis Romero a José María Ferrater Mora.
Adrogué, 12 de septiembre de 1950.
Mi querido Ferrater:
Vencidos todos los plazos, me atrevo a escribirle todavía a París una carta, puramente simbólica. Otra más larga será despachada de inmediato -me puede creer- la semana entrante, que tengo feriado en la facultad (1)[ver nota manuscrita en el original de la carta], esta vez a E.C., con largas disquisiciones sobre temas varios.
Pero esta tiene más mérito. Es la carta de la amistad pura, sin tema, como las mejores obras literarias de nuestra época, y como puro mensaje. No quería dejar de escribirle a París, y se me han pasado los días sin sospecharlo. Y eso que más de una vez pensé encomendarle alguna pesquisa en librería de viejo de alguna cosa que necesitaba. Pero la dispersión de los viajes en superior a mis fuerzas. Trabajo bastante, pero con un consumo de voltaje que me desespera. La Edad Florida anda, y creo que en dos años más podré empezar a escribir, Dios mediante.
Espero que lo habrán pasado bien y que Reneé y Jaimito estén satisfechos. Tere y los chicos les mandan abrazos. Y reciba un gran apretón de manos mío, en la certidumbre de que la verdadera carta será escrita antes de diez días. Con el afecto de siempre.
JLR
[nota manuscrita:] Esta facultad no es ninguna de las del alma, de las que también estoy de vacaciones -según algunos- hace tiempo. Es una de la Univ. de Montevideo, de la que vivo.
https://jlromero.com.ar/wp-content/uploads/2024/01/20bis-JLR-a-F-12-sept-1950.pdf
De José Luis Romero a José María Ferrater Mora.
Adrogué, 3 de enero de 1951.
Sr. José M. Ferrater Mora.
Muy querido amigo:
Supongo que habrá recibido la carta que le escribí a París, en la que le ofrecía toda suerte de excusas por mi desidia culpable. Tendré que volver a repetir la argumentación, pero entre todas las causas considere Ud. que mi pereza tiene algo de invencible, y sepa que me he perjudicado seriamente más de una vez por no escribir a tiempo. Sin embargo, créame que es a Ud. a uno de los amigos a quienes más le escribo… Y no es adulación, sino la pura verdad.
Para entusiasmarlo a Ud. -solo para eso- le contaré algunos detalles de mi vida pública y privada, como me pedía Ud. en alguna de sus cartas. Pero solo a condición de que haga Ud. lo propio mucho más por extenso, pues pese a todo es su vida más interesante que la mía, en cuyo transcurso no ocurre casi nada. En lo privado poco puedo decirle. Los chicos crecen, según su deber, van al colegio y afortunadamente aprueban sus cursos. Tere está muy bien y estudia un poco, lo cual me pone muy contento. Porque la “casa” -la propiedad, mejor dicho- tiene muchas exigencias y nos insume a ambos mucho tiempo. Le confesaré que le he tomado gusto a la jardinería, y pierdo abundantes ratos en ese menester; pero nada más que los que me fijo metódicamente para no distraer tiempo que necesito para cosas mejores. Por lo demás, trabajo mucho. Mi vida pública no tiene grandes exigencias. Ya sabe Ud. que viajo -cuando no estoy en vacaciones- a Montevideo todas las semanas, y estoy allá dos días, pero me quedan cuatro para mí, en mi casa, y sin ninguna otra obligación importante. En ese tiempo trabajo en mis cosas, y no estoy disconforme. Dicto en Montevideo Hist. Contemporánea, Filosofía de la Historia y este año tendré también un seminario que han creado a mi medida de historia de la cultura para que haga lo que se me ocurra. No me puedo quejar, y las perspectivas son muy buenas. Sólo lamento la falta de libros en ambas márgenes del Plata, que me obliga a dibujar más planes en función de las posibilidades.
El punto capital de estos planes es mi Edad Florida, que ya empieza a llamarse Orígenes del espíritu burgués. Si Ud. quiere que discutamos el enfoque, empezaré por mandarle una copia del sumario, pues me gustaría mucho que volviéramos a lo que Ud. llamó una vez “debate aéreo”. Mi problema son las fuentes que leo en cantidades prodigiosas pero que no se acaban nunca, aparte de las que no puedo leer porque no existen por aquí. Con todo tengo ya muchísimo material. Ahora ha salido un ensayito sobre Dante y la crisis en Colombia, y preparo otros dos -quizá para Cuadernos Americanos- sobre los movimientos sociales de los siglos XIV y XV. Son materiales que tengo que indagar pero que no usaré en el trabajo sino analizando su significado en conjunto. En febrero empezaré a poner en orden otro fragmento para leer en la Academia internacional de hist. de las ciencias (grupo arg.) sobre el empirismo y el conocimiento de la realidad social en la baja Edad Media, como signo del espíritu burgués. Ya ve Ud. que me ocupo de mis cosas. Y en cuanto a los ideales de la romanidad, para el cual tengo un par de miles de fichas en acecho, espero encontrar un grupo en el nuevo seminario de Mont. para ponerlo en movimiento y quizá me anime a ocuparme de él alguna vez. Pero acaso lo que más le interese sea una teoría de la hist. de la cultura en que trabajo hace un par de años. Necesitaría un año de lecturas para atreverme a soltarlo, pero entre tanto acumulo observaciones y tengo grandes esperanzas en ese planteo, que me parece original y promisorio.
Sólo me quedaría por agregar que he terminado un tomito para la Austral, que título De Heródoto a Polibio, sobre la historiografía griega. Pero creo que será el último de los libros de encargo, pues resuelto el problema económico, no quiero distraer tiempo en cosas secundarias.
Creo que no se podrá quejar ahora de falta de noticias. Sabe Ud. de mi tanto como yo, porque de todos los demás yo no sé casi nada excepto que carece de importancia. El curso de las cosas me clasifica cada vez más como un animal intelectual, acaso más animal de lo que deseara. Una sola cosa me conmueve, y es la de poder hacer un viaje a Europa a fines de este año, si se puede. A ese fin voy a valerme de la circunstancia de haber recibido la invitación -que debo a su recuerdo- para presentarme a la beca de Carnegie. No lo haré, pero pienso escribir a Moe a ver si hay manera de que alguna fundación me provea de una bolsa de viaje para completar una parte de la investigación en que ando, que supone un conocimiento directo de la cultura mediterránea (Aragón y Cataluña, Provenza y Languedoc, Sicilia y Nápoles, con prolongación a Toscana y Borgoña y Países Bajos. Ya se imaginará Ud. por donde voy. Pienso en “otra” Edad Media que hace irrupción en el seno de la que se tiene por ortodoxa y provoca la crisis. Todo esto requiere ver paisaje, pintura, escultura, arquitectura, y revisar algunas fuentes que por aquí no encuentro. Pero sin ese auxilio el viaje, como se imaginará, es inverosímil. Aprovecharé la circunstancia de ser miembro de una Medieval Academy of America (Cambridge) para ver si me socorren.
De todos los informes que me da Ud. sobre su labor, me impresiona mucho su preocupación por el sentido de la historia. La comparto, pero descubro que es un tema que escapa a mi competencia. Me gustaría poder hacer pie, y espero que me sirva su punto de partida. Si en algo le puedo ser útil, yo me pondría a trabajar en alguna cosa que Ud. me indicara.
Deme noticias suyas, y sobre todo, no se enoje conmigo si soy poco diligente en contestarle. Lo recuerdo con el cariño de un viejo amigo, y con la certidumbre y el pesar de que podríamos serlo aún mas si no nos separaran tantas millas. Tarde o temprano he de contestarle, porque no dejo de considerarlo siempre entre los mejores que tengo, y uno de los que tienen conmigo mayores afinidades.
Trasmítale a Renée nuestros mejores saludos, y abrazos a Jaimito. Tere le envía un cordialísimo saludo y yo le envío un gran abrazo fraternal.
JLR
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De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
Bryn Mawr, 26 de marzo de 1951.
Sr. Don José Luis Romero
BUENOS AIRES, Argentina.
Muy querido amigo:
En el fondo, el panorama que me presenta de su existencia es encantador. ¡Nada menos que dedicarse a la jardinería, como cualquier burgués de 1812! Bien es verdad que tiene usted sus clases un poco lejos, pero pronto me vendrá usted con que están prácticamente a la esquina de su casa, puesto que sólo necesita una noche y varias horas anteriores y posteriores a ella para ocupar la cátedra. Además, hay en su carta una frase sublime: “Las perspectivas son muy buenas”. Supongo que no se refiere a las del planeta Tierra, sino a alguno de los sistemas planetarios perdidos en el Espacio-Tiempo y cuya existencia ignoro. Bromas aparte, celebro mucho que su carta sea más optimista que las anteriores en lo que toca a las particulares condiciones de su existencia; que lo del Uruguay, no obstante su evidente lejanía, marche y le ocupe dos días por semana y no más; que su nueva casa, de la cual es, ¡ay! propietario les depare ocios que a un tiempo que descansan el espíritu no dejan de fortalecer el cuerpo. Además, me abruma el recuento de sus actividades. Dicho sea en dos palabras (nada más que dos): le envidio. ¿Cómo, me dirá, usted, que está cómodamente instalado en el mundo altamente mecanizado, disfrutando de bien redondeados dólares, envidiarme a mí, habitante del Plata, con moneda depreciada e innumerables ajetreos? Pues, sí, así es: los dólares son cada día menos redondeados; la mecanización no pasa de unos cuantos aparatos que, al mismo tiempo que lavan, por ejemplo, la ropa, la destruyen no menos sistemáticamente; en suma: todas las ventajas que puedan atribuírseme (si por acaso tuvieran la intención de hacerlo) son módicas y de monta escasa. Por si fuera poco, mis clases son cada vez más numerosas, y ahora ya me queda poco tiempo para dedicarme a lo que llaman las labores propias de mi sexo (que, por lo que tengo entendido, no tienen nada que ver con el sexo, pero valga la metáfora). Como consecuencia de ello, mis proyectos siguen aumentando, pero las realizaciones disminuyen pavorosamente. Pero precisemos estos conceptos.
Hablando en serio (conviene hacerlo de vez en cuando), me interesan mucho sus proyectos. ¿De qué beca Carnegie me habla? Para la que le recomendé fué la beca Guggenheim, con el calor que no es necesario subrayarle (“Eminente historiador, uno de los mas sólidos scholars del continente, etc. etc.”). Supongo que a ello debe el haber recibido la invitación para presentarse como candidato. Usted me dice que no lo hará. Lo lamento. Claro que tal beca no es una vaca (el chiste es inevitable) y que se entiende que es para hacer alguna labor de investigación en Estados Unidos, pero usted podía haber pedido por medio año (para no abandonar a la familia demasiado tiempo) y pasarse aquí tres o cuatro meses buscando en los libros que puedan interesarle, que de todos modos son muchos (en los últimos diez años ha aumentado considerablemente la riqueza bibliográfica de este país, por las muchas cosas antiguas traídas de Europa). Además, esto nos hubiera permitido verle aquí y ofrecerle nuestra modesta casa. Desde luego, el proyecto de su viaje es más divertido y sin duda que intelectualmente más fructífero. No se trata, en efecto, sólo de fuentes bibliográficas, sino, como usted subraya, hasta del paisaje. ¡Ojalá consiga su propósito y salga de ello pronto el libro -o la serie- de que usted me habla! El tema y la manera de plantearlo me parecen muy bien, en la medida en que pueda juzgar acerca del asunto. Creo que el único modo de poder decirle algo -aunque fuese insensato- consistiría en que me remitiera usted el sumario que me promete. Hasta le voy a rogar que lo haga cuanto antes, por un motivo perfectamente egoísta. De vez en cuando me pongo a la máquina y escribo unas cuantas cuartillas de mi libro “Filosofía, angustia y renovación”, del cual posiblemente le he hablado varias veces, lo cual no es extraño si se tiene en cuenta que lo tengo entre manos (es un modo de decir, pues casi nunca trabajo en él) desde hace mucho tiempo. Pues bien, si la primera parte de este libro es una “descripción interpretativa” del final del mundo antiguo, la segunda parte pretende ser una descripción e interpretación del proceso de la época moderna. No tengo que decir cuánto me interesa todo lo que se refiere a los “orígenes del espíritu burgués”, probablemente el punto de toque de todo. No necesito decirle que lo que yo quiero por lo pronto es “aprovecharme” de sus indagaciones, ya que en mi caso no se trata -por desgracia- de poder examinar las fuentes; me basta con que otra persona se encargue de la indispensable tarea y saque en limpio todo lo necesario. Dicho sea de paso, parece que hace tiempo usted y yo nos estamos ocupando de la misma cosa, aunque probablemente desde distintos ángulos: el mío es, claro está, predominantemente filosófico, y por ello, un tanto “sospechoso” (hablo completamente en serio). Sólo espero que no sea totalmente innecesario.
No deje de enviarme el tomito que prepara, o ha preparado para la Austral, si es que tiene ejemplares. A mí me agradaría publicar en la Austral alguna colección de cosas no recogidas -pienso en un libro de ensayos sobre “Introducción al mundo hispánico” o en una colección de ensayos titulada “De la ironía a la admiración”-, pero no conozco a nadie en esa casa. Naturalmente, esto es una invitación a que si algún día tiene usted la oportunidad de proponer tales libros a la persona que se encargue de la colección, no deje de hacerlo. Cierto que podría yo proponerlos a la Sudamericana, pero como ya les estoy haciendo mi “Filosofía, angustia, etc.” y sé que los negocios editoriales no son ahora precisamente muy brillantes (para los autores no lo han sido, claro es, nunca), no me atrevo a hacer la propuesta.
¿Puede usted hacerme un favor? El último cuaderno de los id. de la historia de España que recibí (todavía en Chile) es el Cuaderno VI, de 1946. Supongo que han aparecido muchos otros desde entonces. ¿Por qué no me dice usted a Sánchez Albornoz que diga a quien se encargue de los envíos, que tome nota de mi nombre y dirección? Me gustaría completar la colección.
Las noticias personales nuestras son escasas, por fortuna. Seguimos en Bryn Mawr, lugar todavía apacible; el chico, que ya tiene más de cinco años y medio, va a la escuela y espera agregar el inglés al francés y al español, que domina. Renée se pasa el día delante de una máquina de lavar ropa que adquirimos recientemente a plazos y que le parece más hermosa que la Venus de Milo. La vida se pasa entre las clases, las vagas reuniones o “parties” que se celebran entre las mismas personas de siempre, y la lectura de las múltiples informaciones que estampan los diarios sobre la situación del mundo. Esta última es, como insinué al principio de esta carta, lo bastante detestable para que el doctor Pangloss necesite ser refutado de nuevo. La estupidez está tan bien repartida (como el sentido común, según Descartes), que no se sabe por dónde comenzar. Mejor será, pues, terminar esta carta, con saludos a todos, deseos de próxima correspondencia, y un abrazo cordial de su buen amigo
Ferrater Mora
https://jlromero.com.ar/wp-content/uploads/2024/01/JMFM-a-JLR-26051951.pdf
De José Luis Romero a José María Ferrater Mora.
Adrogué, 17 de septiembre de 1951.
Sr. J. M. Ferrater Mora
Bryn Mawr Penn.
Muy querido amigo:
Estoy condenado a arrastrar frente a Ud. un complejo de culpa. Le confieso que no puedo saber si le he contestado su carta del 26 de marzo, pero me inclino a creer que no, pues de lo contrario tendría la seguridad. Debo comenzar, pues, con las excusas del caso. Esta vez se me ocurre una nueva. Piense Ud. que han transcurrido nada más que 21 semanas y que para mí cada semana cuenta con tres días. En consecuencia, mi pereza epistolar queda justificada además con mis múltiples ocupaciones.
De lo que estoy seguro es de haberle hablado a Sanchez Albornoz de su pedido sobre los Cuadernos. Espero que haya surtido efecto. En cuanto a lo de Espasa-Calpe, no he hecho nada pensando en hacerle una consulta, que no le he hecho -y esto es lo que me hace suponer que no le he contestado. Se trata de lo siguiente. Como Ud. sabrá, Paco tiene allí muchas relaciones, pues es autor de un libro afortunado. Su prestigio es, pues, grande; el mío no está probado pues el libro aún no ha salido -ni está impreso. ¿Por qué no le pedimos a Paco que haga la gestión? No he querido proponérselo por no saber si tenía Ud. algún reparo; pero si me autoriza, yo le hablo y en todo caso vamos juntos una mañana de esas que salimos por el centro.
No puedo pasar más tiempo sin decirle que acepté plenamente sus proposiciones en cuanto a la Guggenheim, y que todo salió a pedir de boca. Pedí la beca por seis meses y me aceptaron dejándome la dotación completa. De modo que hacia el 10 de noviembre llegaré a Nueva York. ¿Qué me dice?
Le debo una comida por la invitación, la sugestión previa, y todo lo demás que yo sé. Espero que haya en Bryn Mawr un restaurant digno del acontecimiento. En el plano puramente sentimental, le confieso que el día que recibí la comunicación de la beca, yo -que no suelo tener arranques sentimentales- tomé una hoja de papel y le escribí cuatro líneas comunicándoselo y anunciándole visita, todo con muchos abrazos y que sé yo qué más. Pero de pronto me acordé que no le había escrito contestando a su última carta y me llené de vergüenza. Entonces decidí postergar la carta, y así se ha pasado casi otro mes.
Necesito que me diga Ud. dónde está Bryn Mawr. Supongo que cerca de Filadelfia. Supongo que no muy lejos de Nueva York. Es descabellado pensar que el primer fin de semana me voy para allá? Mi plan es el siguiente: Llegaré a N.Y. el 12. Me quedaré allí hasta fines de mes, y entretanto viajaré a Washington, Filadelfia y -supongo- Bryn Mawr. Y desde principios de diciembre me instalaré en Cambridge, pues he resuelto fijarme en la Biblioteca de Harvard. Se me ocurre que, si le parece bien, puedo pasar la Navidad con ustedes; quiero decir, en Bryn Mawr, pero no instalado de huésped, sino de honorable vecino. Aunque no tengo la menor idea de si las distancias y los dólares no hacen de esto una utopía. En todo caso, allí resolveremos, pues puedo incluirlo en la pequeña gira que quiero hacer.
De todos modos, quedamos firmes en esto: en cuanto llegue a N.Y. me pongo en comunicación con Ud. y me largo para allá al fin de la semana. Pero deme algunos datos sobre distancias.
Aquí trabajamos intensamente en la propaganda de su Diccionario, bajo la diligente dirección de mi hermano, que la prepara como un general. A mí me ha tocado Montevideo, y he recibido 50 prospectos que estoy colocando con sabia discriminación. Por lo que he visto es verdaderamente magnífico. En cuanto a mis temas, llevo para allá material y podremos conversar largo sobre el asunto. Para eso, precisamente, pedí la beca -debo aclarar que contestaron negativamente a mi proposición europea-, y he hecho un recuento minucioso de los materiales y las ideas para saber a qué atenerme frente al maremágnum de los libros que debo consultar.
No sé si entretanto habrá recibido un folleto en el que adelantaba algunas ideas que salió en Montevideo.
Pero ya habrá tiempo de hablar de todo eso. La verdad es que ahora he perdido un poco el reposo, con tanto preparativo como tengo que hacer.
Ayer he tenido que hacer un verdadero esfuerzo para arreglar el jardín…
En Montevideo -aquí a la vuelta- se han portado muy bien conmigo y me han facilitado todo. El panorama sigue sonriendo… Además yo no creo en la guerra. En fin, como Ud. dice, Pangloss tenía razón (!!). Antes de ir a USA pasaré por Puerto Rico, Habana y Santiago de Cuba para dar unas conferencias. Pero el 12, en N.Y. y el 17 en Bryn Mawr. No deje de preparar el chuño que dicen que constituye el alimento al que deberé acostumbrarme.
Esta vez, y con motivo de la proximidad, el abrazo que les mando es para los tres juntos.
JLR
https://jlromero.com.ar/wp-content/uploads/2024/01/25.-JLR-a-F-17-set-1951.pdf
De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
Bryn Mawr, 29 de septiembre de 1951.
Querido amigo:
Voy a ser breve como un historiador helénico. Hasta voy a dividir mi carta en “puntos” como cualquier diplomático respetable.
1. No sólo esperamos que venga usted a Bryn Mawr el fin de semana primero que propone, los otros a que alude y las Navidades, sino en otras varias, muchas y reiteradas fechas. Desde luego, no le perdonamos si deja incumplida su promesa de pasarse por aquí ya apenas llegado a Nueva York. He aquí algunos datos que pueden serle útiles:
a) Bryn Mawr está a veinte minutos en tren (un pequeño tren) de Filadelfia.
b) Filadelfia está a hora y media de tren de Nueva York (Pennsylvania Station).
c) Por consiguiente, Bryn Mawr está a poco menos de dos horas de distancia de Nueva York.
Consecuencia de lo antedicho es el hecho de que Bryn Mawr está situado en lugar muy céntrico, puesto que sólo dos horas (o muy poco más) la separan, a su vez, de Washington. Esto nos hace esperar de usted lo siguiente:
a) Que demore lo más posible sus investigaciones en esta zona entre Nueva York y Washington.
b) Que vaya lo menos posible a Boston, puesto que aquí las distancias comienzan a ser respetables (seis o siete horas en tren) y, por lo tanto, los precios excesivos.
Todo esto le será tanto más fácil cuanto que si usted va en busca de bibliotecas, tardará largo rato en agotar las de nuestra zona. En Nueva York tiene (entre otras) la Public Library y la Universidad de Columbia. En Filadelfia, la de la Universidad de Pennsylvania y otras diversas. En Washington, la del Congreso. Hasta en Bryn Mawr podrá usted demorarse: nuestros 300.000 volúmenes, aunque exiguos en comparación con las bibliotecas monstruas en torno, están bien seleccionados y pueden dar algo de sí. Además, desde aquí se pueden pedir por un servicio especial cuantos volúmenes se quieran leer o consultar, con excepción de incunables y otros de especies análogas.
2.- El último párrafo es una invitación velada a que, además de las fechas diversas aludidas, pase usted un tiempo algo largo entre nosotros. A este efecto, le comunicamos:
a) Que tenemos una casa suficientemente amplia para albergar a cualquier clase de historiadores ilustres.
b) Que la amplitud de la casa supone la existencia de una habitación especial con una cama correspondiente.
c) Que recientemente hemos adquirido una especie de sofá-cama que puede complementar los anteriores artefactos.
d) Que la mesa del comedor puede contener a un número bastante crecido de personas.
3. Por si se me olvidaba, he aquí el número de teléfono: Bryn Mawr, 5-3317. Apenas haya llegado usted a N. York y se haya sacudido (o sin sacudirse) el polvo de sus sandalias, llámeme por teléfono (personal calling, para ahorrarse pagar en caso de que ocasionalmente no esté en casa) al número citado. Puede llamar por Mr. Mora para no complicar las cosas. Además de saludarle, le indicaré entonces qué vehículos deben tomar para llegar sano y salvo a Bryn Mawr, donde le esperaré en la estación (aunque quizás sea mejor irle a esperar a Filadelfia; ya nos pondremos de acuerdo).
4. Respecto a mi posible libro en la Colección Austral, le agradezco su ofrecimiento de hablar a la editorial acerca de él junto con Francisco. No lo haga de momento; estoy pensando qué es lo que podría realmente ofrecer. Ya le diré algo sobre el particular oportunamente, aunque como supongo que me decidiré cuando usted esté ya aquí, le hablaré de ello personalmente y entonces será quizás ocasión de pedirle a Francisco que haga la gestión.
5. Gracias por la propaganda que está haciendo de mi “Diccionario”. Ya sé que su hermano se ocupa de él no sólo con gran buena voluntad y generosidad, sino, según usted indica, “como un general en campaña”. No necesito decirles cuánto las agradezco lo que hacen por mi (e incidentalmente por nuestro común amigo López-Llausás).
6. Debo advertirle que cuando usted llegue a Bryn Mawr (tras unos breves momentos de descanso) le serán implacablemente colocadas unas páginas del libro El hombre en la encrucijada, que estoy acabando de revisar (para enviarlo a la Sudamericana). El asunto roza en muchos puntos los que usted está dilucidando y se propone desarrollar aquí (aunque, por supuesto, sin pretensiones historiográficas). Como compensación, le dejaré hablar de sus proyectos durante más de quince minutos ininterrumpidamente. Recibí -y me gustó de veras mucho- su folleto sobre la crisis bajomedieval y el nacimiento de la burguesía. Ya hablaremos, de acuerdo con la conocida norma “Te leo si me lees”.
Creo que no se me olvida nada esencial que pueda ser comunicado. Las clases ya empezaron -ay de mi!- y es más que probable que mi cabeza ande sin la relativa regularidad acostumbrada.
Abrazos de esta casa para la suya. Ya nos traerá muchas y muy detalladas noticias de Teresa y los niños.
Un abrazo de
Ferrater Mora
https://jlromero.com.ar/wp-content/uploads/2024/01/JMFM-a-JLR-29091951.pdf
De José Luis Romero a José María Ferrater Mora.
Cambridge, [s.d. Primeros meses de 1952].
Querido José María:
El s.d. es una forma de evitar que pase a la posteridad una prueba más de mi inmensa desidia, que no han podido alterar los hábitos dinámicos de este país. Hoy me dijo Marichal que Ud. le había escrito, y una ola de vergüenza me cubrió el rostro, hasta el punto de casi perder el apetito, una cosa que, finalmente, no llegó a ocurrir, a Dios gracias. Pero me resolví a escribir inmediatamente, como lo estoy haciendo.
Desde tanto tiempo, tengo que revisar mi cansada mente para ver que le debo decir. Llegué con la radio, y el chisme ha cumplido con su deber alegrando mis tristes horas de proscripto (Espronceda, II, xvi). Yo llegué con ella, y también he cumplido con mi deber, devorando fuentes, lo cual origina una metáfora un poco extraña y ligeramente surrealista. En este momento me dedico a las obras políticas de Occam y a unos deliciosos procesos por brujería que son muy divertidos.
Como a Ud. le gustan las cosas raras y tiene buena memoria, busque en Thorndike, Hist. of Magic and Exp. Science, III, p. 12-13 la clasificación de la matemática prohibida de Tadeo de Parma y póngala en cuadro sinóptico; luego embroma a los amigos con las misteriosas posibilidades que deja entrever la terminología.
Por lo demás, he trabajado bien y me he ganado la confianza del difunto Sr. G. -que en gloria esté- aunque ya veo que mis planes excedían las posibilidades. En la semana entrante le enviaré una copia del reajuste que he hecho de los 2 primeros capítulos para que me dé su opinión si tiene un rato libre.
Para probar mi memoria y buena fe, ahí va la lista de la ópera casi omnia que posee Harvard de su poderoso numen: Cuatro visiones, 1° y 2° edición de Diccionario, España y Europa, Formas de la vida catalana, Sent. de la muerte y Unamuno. Para ser un genio relativamente joven y de lengua extranjera me parece que no está mal.
Otra novedad: Me vi con J. M. a quien entregué el libro. Anécdota del genio torerazo. Por teléfono combinamos la entrevista en Harvard Square, a la salida del subway. ¿Cómo nos reconoceremos? Le pregunto; y él: Bueno, como Ud. llevará mis Introducción a la Filosofía… Y yo: Pero podría haber otros que también… No pude seguir porque me pareció un abuso. Pero él se apresuró a decir. No… mire Ud… yo llevaré una gabardina… Se ve que le pareció verosímil.
Novedad patriótica. Me he convertido al catalanoaragonesimo en materia de hist. esp. Voy a releer sus Formas… a ver si Ud. sabe algo de lo que yo busco ahora. He recorrido todos los cat-arg. De XIV y XV. ¿Sabe Ud. de alguien que haya estudiado ese período en el sentido que a mí me interesa?
Novedad financiera. “Recibí sucesivamente los dos cheques. A Dios gracias, recibí otro más del representante del mencionado Sr. G. -que Dios haya tenido en la gloria-?.
Novedad gastronómica: me dedico a cargarme de hamburger en vista de mi próximo regreso a mi país. Hasta pronto. Abrazos a Jaimito y a Reneé. Y uno grandote para Ud. de
JLR
https://jlromero.com.ar/wp-content/uploads/2024/01/27.-JLR-a-F-18-marzo-1952.pdf
De José Luis Romero a José María Ferrater Mora.
Adrogué, 5 de octubre de 1952.
Mi querido José María:
Me sorprende en una carta de Marichal la noticia de que va a visitarle a Ud. en Bryn Mawr. Yo le hacía a Ud. en París.
¿Qué ha pasado? No necesito decirle que sólo esa ha sido la causa de que no le haya escrito, excusa, lo comprendo, que sólo vale a partir de junio. Pero bien puede Ud. comprender que durante los primeros días no estaba en condiciones de escribir, dado los muchos trabajos que, como Hércules, tuve que padecer al llegar para poner en orden mis ideas, mis papeles, el jardín, otras cosas que se desordenaron por falta de mi habitual presencia. De no ser así, a estas horas hubiera Ud. recibido noticias mías, pues me he propuesto ser ahora muy formalito en materia epistolar.
No tengo que decirle que llegué a mi país y a mi casa. No había pasado de nada, y a los pocos días de llegar resultó que era como si no me hubiera ido, tanto que ahora mismo estoy yo pensando si el viaje no ha sido una mera ilusión óptica. Aunque de vez en cuando me descubro una opinión o una reacción espontánea frente a las cosas que me avisa de que ha cambiado en algo. Será que estoy más viejo. Me he puesto a trabajar de firme ya en el montaje del libro, y eso me tiene muy contento, de modo que solo espero las vacaciones para sumergirme en mis problemas. En cuanto a otros ya estoy sumergido.
Pero vuelvo a lo primero. ¿No fueron a Francia? Cuénteme que ha pasado y cómo andan. Supongo que Reneé habrá comenzado sus clases, que Jaime también y que Ud. estará embarcado en otro libro siniestro. Todo eso necesito saber. En la próxima le daré noticias sobre su libro, del cual le adjunto la reseña de La Nación; y hasta opiniones.
Y a propósito… ¿Por qué no me manda un ensayito breve -y gratis- para esta revista que ha fundado un grupo de jóvenes amigos de los que soy algo así como consejero? Es un esfuerzo bonito por sobrevivir. Le despacho un ejemplar del primer número.
Por aquí estuvo el antiguo huésped de Wellesley (él dice que de Harvard) [Julián Marías] vulgarizando la vulgarización de las vulgaridades sobre O y U [Ortega y Unamuno] que ya tenía escritas. Siempre tan cuco y tan mono; pero ha tenido éxito de señoras sine nobilitate de las que forman la nobleza local, por otro nombre oligarquía. Y a propósito: hay que buscar más filósofos hispánicos para tratar: dos son pocos y ustedes se van a desacreditar. Le propongo dos títulos: Vivencias de Vives y Caída de Zubiri. Muñoz Seca (hijo) podría sugerir otras combinaciones atractivas, que no me atrevo a sugerir a su colega “recién llegado de Harvard” por temer que las acepte.
Escríbame. Un abrazo para todos de
JLR
https://jlromero.com.ar/wp-content/uploads/2024/01/28.-de-JLR-a-F-5-de-octubre-de-1952.pdf
De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
Bryn Mawr, 14 de octubre de 1952.
Querido José Luis:
Sí, su excusa por no escribir vale sólo hasta el mes de Junio. Puede usted alegar que, a pesar de todo, yo podía haberle enviado por lo menos unas líneas desde la que suele llamarse -ignoro por qué- “la vieja Europa”. Pero lo de siempre: pensaba “La carta de José Luis no puede tardar en llegar; ¡no va a quedar poco sorprendido cuando se la conteste al día siguiente!”. Pasó Junio y pasó Julio, pasó Julio y pasó Agosto; al final de este mes, decidí…esperar a regresar a Estados Unidos para ver si me esperaba allá su carta. Pues, no. ¿Por qué no le escribí entonces inmediatamente recordándole su ingratitud, su falta de formalidad, su, etc. etc.?. Pues porque desde el 11 de Septiembre, en que pusimos pie de nuevo en estas tierras, hasta hace pocos días hemos andado medio locos o debo decir: “más locos que de costumbre”?). Tuvimos (para seguir la norma habitual) que mudarnos de piso, ahora para trasladarnos a uno “definitivo”. Hubo que habitar durante casi quince días en medio del caos primigenio producido por pintores, cerrajeros y electricistas; hubo que adquirir nuevos muebles y, a la vez, cargar con los de la antigua arrendataria hasta fin de mes (los dejó allá para que pudiéramos hacer ejercicio físico trasladándolos de continuo de una parte para otra). No sigo. Su poderosa facultad imaginativa, aguzada en los esfuerzos para penetrar las insondables nieblas de la historia, le hará comprender de inmediato nuestra situación existencial. Por fortuna, y como casi siempre acontece, todo terminó: estamos ya instalados, por lo menos en la proporción suficiente para poder decirle: “Pida otra beca Guggenheim o de cualquier otra especie y véngase a instalar acá: hallará a su disposición un modernísimo sofá-cama, con muelles de la última hornada, amén de numerosos dispositivos que le permitirán considerar los sufrimientos de las masas en la historia como algo que, en fin, debía de tener algún sentido”. Amén.
Como no se escapa a su perspicacia, inmediatamente de haber ejecutado los esfuerzos referidos en el párrafo anterior, y aunque sufro todavía de un fuerte catarro que, etc. etc., he comenzado ya la redacción de otro siniestro libro. En este caso es aún más siniestro que los otros: en efecto, se trata de una breve, pero sustanciosa, lógica matemática, que redacto en colaboración con mi colega Leblanc (a quien usted conoció) y que publicará en su día (desdichados) el “Fondo de Cultura Económica”. Le aseguro que será un libro precioso, como lo muestra el siguiente párrafo que en estos momentos acabo de esculpir trabajosamente y que espero merezca la aprobación de mi colaborador:
“La expresión
p > q > r
carece de significación, y el lector es invitado a hacer una lectura lógica del mismo. En cambio, las expresiones
(p > q) > r (1)
p > (q > r) (2)
tienen significación, aunque (1) es distinto de (2). La diferente lectura lógica depende precisamente de la distinta colocación de ‘(‘y’)'”, etc. etc.
con la continuación que puede usted imaginar. Será precioso. De todos modos, a partir del mes de Abril próximo en que la obra quedará terminada, pienso dedicarme otra vez a asuntos menores, tales como los histórico-filosóficos en que con frecuencia me he embarcado. Ya le avisaré acerca de mis nuevos proyectos. Por desgracia, varias editoriales insisten y me urgen para que les dé por lo menos algunas migajas de mi poderosa producción, de suerte que quizás me decida a armar un libro (o dos) de ensayos, sin hablar de algún que otro articulejo que hace tiempo tengo prometido, como uno para la revista Kultura. También Buenos Aires Literaria está que no puede más sin mi colaboración; no sé si sabrá usted que me han pedido un artículo, y claro está que al final no tendré más remedio que ceder (porque, ¿cómo no ceder a tan insistentes peticiones?, ¿cómo negarse a oír la voz de los que claman sin cesar por mis colaboraciones?, etc. etc.); sin embargo, no podré hacerlo hasta dentro de un tiempo razonable, a causa de los muchos compromisos que, etc. etc. Usted me comprende.
Yo también lo comprendo a usted. Nosotros nos comprendemos. Ellos se comprenden. Sí, estoy de acuerdo en que los españoles deberíamos hallar a algún otro filósofo además de los dos que nos llevamos y traemos a todo meter. Yo iba a proponer a nuestro colega de Harvard que el tal filósofo (el tercer filósofo, como quien dice) fuera yo mismo, pero tengo sospechas de que mi proposición no sería aceptada con gran entusiasmo, por lo que de momento me callo. Usted opinará.
Gracias por el recorte de La Nación. Fué la primera noticia que tuve de la resonancia mundial adquirida por mi Hombre en la encrucijada. Pocos días después me llegaron algunos ejemplares de autor, uno de los cuales, naturalmente, procedí a leer con avidez. Supongo que lo mismo le habrá ocurrido a usted cuando le habrá llegado el ejemplar que le hice enviar (o entregar) por la Sudamericana. ¿Han cumplido el encargo? ¿Se precipitó usted sobre él? Noticias todas que me interesa mucho tener, lo mismo que las de las opiniones que me promete usted en su carta,
Las noticias particulares nuestras son varias, pero sospecho que poco interesantes. Como habrá colegido por el primer párrafo de esta carta, estuvimos en Europa desde Junio a mediados de Septiembre. Dos meses en París y uno en Barcelona (la primera vez que visité España en casi catorce años). En general, lo pasamos muy bien (yo no hice nada), pero imagino que usted exigirá un “informe” largo, veraz y objetivo de la situación en las tierras visitadas. Renuncio a él, porque no podría decir nada que usted no supiera. De Francia, lo sabe todo. De España, más o menos. La situación económica de este último país ha mejorado bastante, según todo el mundo convino en decirme. La situación política, es más o menos igual a la que describía Cadalso en una correspondencia que acabo de leer: en ella se queja de que no se puede hacer nada (o, peor, de que no se sabe si se puede hacer nada o no, porque todo esté pendiente de un hilo y cuando se rompe el hilo…pues hay otro). La actividad intelectual es, como usted sabe, variada y caótica: hay gentes que hacen cosas muy bien y otros que las hacen detestables (Pero Grullo dixit). Lo más lindo es la situación eclesiástica: a usted le encantaría. Le daré un ejemplo: me presentaron a una familia en el momento en que procedían a hacer bendecir… un automóvil que acababan de adquirir. Se dice que algunos hacen bendecir hasta las cacerolas. La influencia clerical es omnipresente. El fervor religioso es altísimo. Hay sobre ello dos teorías: una según la cual todo es hueco; otra según la cual nada hay más sólido. Sospecho que la teoría correcta es la que está en medio de las dos. Procuré sondear a varios antiguos amigos que antes eran indiferentes y ahora son casi Opus Dei: no logré averiguar que había de verdad y/o de mentira en la cosa. ¿Habrá los dos? Es probable. Algunos lectores míos que me presentaron alabaron mucho mis libros, pero lamentaron que no fueran lo bastante ortodoxos. Desde este punto de vista, es delicioso. Pero, eso sí, en ninguna otra parte del mundo se comen tan buenos camarones.
Tomo en serio sus líneas: “me he propuesto ser ahora muy formalito en materia epistolar”. Yo también. Escribo al mismo tiempo a su hermano Francisco, a quien debo carta hace tiempo. Saludos nuestros a Teresa y a los “niños”. Un gran abrazo de
Ferrater Mora
https://jlromero.com.ar/wp-content/uploads/2024/01/JMFM-a-JLR-15101952.pdf
De José Luis Romero a José María Ferrater Mora.
Adrogué (Bs. As.), 22 de diciembre de 1952.
Mi querido José María:
Por primera vez me encuentro perplejo al comenzar una carta para Ud., porque no sé si disculparme o no por la tardanza en contestar. Creo que dos meses es un plazo prudente. Porque repare en que, si exageramos, no vamos a poder hacer otra cosa que escribirnos, lo cual, a pesar del interés que tendría para la posteridad, representada por nuestros respectivos escoliastas, haría poco llevadera esta existencia tan llena de pesadumbres y trabajos. Dos meses me parece un plazo ideal: seis cartas por año harán un bonito volumen, con las notas correspondientes, al cabo de cinco años (período 1952-57, por ejemplo); pero no conviene que se publiquen antes del cincuentenario de nuestros respectivos fallecimientos, de modo que sólo podrán leernos los nietos de nuestros hijos.
Entretanto, dediquémonos a satisfacer las ansias de nuestros trescientos lectores (quiero decir, tres mil…no.…trescientos mil), y prosigamos denodadamente en la producción de nuestros respectivos engendros. Veo que Ud. prepara un tratado de lógica simbólica, pero veo también que subestima mis poderosas influencias en el Fondo de la Cultura. ¿Qué sería de Ud. sin mi apoyo? ¿O es que no vale nada que yo le dijera a Orfila que Ud. era un tipo estupendo? ¿Y acaso no merece eso que Ud. se de por aludido? Me parece una terrible ingratitud. Pero ya estoy acostumbrado a estos trances. Mi indignación es tan grande que estuve a punto de meterle una puya en el artículo que cocino (quiero decir, redacto) en este instante para la poderosa publicación mensual que asesoro llamada B.A.L. sobre su despreciable libro sobre el hombre en la esquina. Pero mi magnanimidad lo ha salvado, y casi no hay nada más que elogios, método que me evita además el trabajo de leerlo después de haber tenido que escucharlo, so pena de que me echaran de la casa. Esta razón me permite no expedirme aquí sobre el susodicho engendro de su máquina (de escribir, no de pensar), pues me remito a las páginas de la revista que tendré la bondad de enviarle en su oportunidad. De nada. Sólo le anticipo que me ha parecido bien, y que ha tenido Ud. la suerte de coincidir con algunos de mis puntos de vista, lo cual lo salva y le asegura la posibilidad de ser citado como uno de los precursores en alguna edición crítica que se haga de las obras que todavía no he publicado.
Por esa razón me atrevo a robarle abundantes ideas y sobre todo numerosas citas de las que Ud. a su vez roba de los libros que…pide prestados en la envidiable biblioteca de Bryn Mawr College. Con mi bonhomía tradicional, le aconsejo que siga por ese camino, que va bien. La cuerda históricofilosóficoculturoexistencial parece que le sienta, y si alguna vez coincidimos en algún continente (¿qué le parece la universidad de Cambodge?), y Ud. ha llegado a estar bien preparado, podríamos escribir juntos una colosal Historia de Occidente que, de otro modo, tendremos que escribir por separado haciéndonos una ruinosa competencia. Stop. Dice mi secretario que el libro de marras es hermoso, que se recibió el ejemplar de la Sudamericana, que su amo ya lo leyó y que está verdaderamente entusiasmado. Vale.
A propósito de becas, le diré que no pienso por el momento en pedir ninguna, ni veo a quién, en cuyo caso no sé si no cambiaría de opinión. Pero aprovecho para decirle que si alguna vez le piden un tipo que pueda ir a hacer un cursillo de un año de historia de la cultura española, no se olvide de que iría con gusto: lo cual pertenece al delicioso reino de Utopía en el que veraneo cuando no me alcanza para ir a Mar del Plata.
Esa sería una probabilidad de que visitara su nueva casa, o la que para entonces hiciera el papel de definitiva, que puede ser esta, o la quinta después de ésta, dado el temperamento nómade que caracteriza a la raza franco-catalana, a la que pertenece Jaimito, desde tiempo inmemorial. Entretanto, sigamos con las epístolas. Habrá visto Buenos Aires Literaria. Es pasable. En realidad, esperamos su colaboración, pero no crea que es un caso de delirium tremens del cuerpo de redacción; lo que ocurre es que yo, por darme pisto, dije que no tenía más que levantar un dedo para tener siete u ocho colaboraciones suyas. Los demás no se inmutaron, debo confesarle, y hasta hubo uno que dijo: ¿Ferrater qué? Yo respondí: ¡Mora, ignorante!! A lo que él repuso: ¡Ah! Pero, efectivamente, no era un espíritu cultivado sino un poeta despreciable. Yo los convencí de sus méritos y finalmente accedieron a que le pidiera un solo artículo. A eso se debe que no pueda publicarle más; pero ése, sí. De modo que lo espero, nada más que para no desprestigiarme. Espero que le salga bueno. ¡Ah! No lo quieren con signos.
Como ahora estoy familiarizado con la vida de la populosa Bryn Mawr, me gustaría que me diera Ud. noticias de ella, de sus cursos y los numerosos amigos de los que hablamos mal en las crudas noches del invierno pasado. Podemos seguir -nada se opone- hablando mal de ellos por carta. Y si por excepción alguno diera motivo para que habláramos bien, podríamos hacerlo por excepción. Si Ud. me da una lista de quien quiere que le hable mal de los de esta zona del universo mundo, lo haré con el mayor gusto.
En cuanto a mí, vago en Adrogué, y aprovecho para proseguir mis monumentales O R Í G E N E S (como se los citaré en el futuro). Mientras los elaboro, más los admiro, pareciéndome imposible que puedan salir de mí solamente! Son, además, los O R Í G E N E S más largos que aspiren a las prensas, pues superarán en dos o tres mil páginas a los de las especies. Hay partes a las que se le podrá poner música.
Y para terminar, quiero anunciarle que aquella Polyhistor de que le hablé parece que podrá hacerse como por arte de magia. En estos días ha de resolverse. Y si fuera por sí, volveré a escribirle con el correspondiente SOS (que es como decimos los porteños cuando queremos decir eres), pues Ud. es “uno de los principales pilares en que se basa tan alta empresa” como tuve ya ocasión de decir a uno a quien había que convencer de que la costeara. Muchos abrazos para los tres y un apretón de cómplices para Ud. solo de
José Luis
https://jlromero.com.ar/wp-content/uploads/2024/01/30.-JLR-a-F-22-diciembre-1952.pdf
De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
Bryn Mawr, 15 de marzo de 1953.
Querido José Luis:
Dos meses para contestar una carta es, en efecto, un plazo prudente. Atengámonos a él. Es cierto que del 22 de Diciembre, fecha trucada de su última misiva (la fecha real es la que lleva el por vez primera legible timbre de la posta: 29 de Diciembre), hasta el 15 de Marzo, fecha real de la presente (espero que el timbre en cuestión sea ilegible), han transcurrido no dos meses, sino dos meses y 21 días. Sin embargo, tenga presente que una delicada operación en las amígdalas que sufrí (según las noticias de sociedad del periódico local) el día 26 de Diciembre de 1952 y varias reacciones secundarias y terciarias que fueron muy comentadas por esta región me permiten deducir del plazo 27 días. Por lo tanto, si de acuerdo con el superficial calendario mi respuesta ha sido demorada, según la realidad tiene usted que felicitarme e imitarme; su respuesta es debida, como aquí dicen, por allá el 9 o 10 de Mayo (del año en curso), sin que le valgan excusas de operaciones y reacciones porque ha tenido usted en su debido tiempo todas las que debe disfrutar una persona que se estima.
El entusiasmo que ha causado en usted la lectura de EL HOMBRE EN LA ENCRUCIJADA es perfectamente explicable. Una delicada sensibilidad como la suya no podía reaccionar de otra manera, y ello muestra, dicho sea de paso (y contra notorias opiniones en contrario), que no se ha agotado todavía la especie de las inteligencias poderosas capaces de comprender las obras que hacen época, marcan rumbo y ejecutan otras operaciones similares. Si sigue usted en sus trece y no se retracta, puede tener la seguridad que sus ORIGENES causarán en mi delicado espíritu reacciones análogas. Nuestras coincidencias en la admiración de nuestras respectivas obras y el hecho, por usted finamente subrayado, de que cada vez que leemos una de nuestras paginas nos admiramos cada vez más y hasta nos parece increíble que la hayamos escrito, no puede deberse a pura casualidad; es el natural resultado de la evolución de nuestras inteligencias que, después de incomprensibles vacilaciones, han llegado a comprender por fin que se hallan situadas en el mismo cruce del desenvolvimiento universal. Punto. Espero con impaciencia que sus elogios salgan del recinto privado de Adrogué y me lleguen vehiculados (como diría el más reciente comentador de Constancio C. Vigil) en la vigorosa BUENOS AIRES LITERARIA sobre la cual, incidentalmente, se ha suscitado por estos pagos una violenta discusión, pues mientras unos, apoyándose en fuentes dudosas, afirman su existencia, otros (entre los que me inclino) la niegan. Estos últimos alegan que no han visto jamás un solo ejemplar de la susodicha revista; el hecho de aparecer en correspondencia privada con la sigla B. A. L. (o a veces BAL) no garantiza en modo alguno su existencia física aun cuando hay poderosas razones para mantener su existencia espiritual. Personalmente, expreso una vez mas mis ansias de ver por lo menos un ejemplar, lo cual no solo me dará la oportunidad de leer sus geniales observaciones sobre mi HOMBRE, sino también me dará la medida espacial que ha de tener el artículo que usted me pide atendiendo al clamor constante de sus redactores y que yo hasta el presente me he empeñado en retener en alguno de mis pliegues de mi cerebro. Punto y aparte.
Como usted puede comprender, después del entusiasmo suscitado por mi último libro, hubiera sido una falta de consideración para mis lectores no persistir en el empeño de seguir suministrándoles alimento espiritual, por lo cual procedo en este momento a perpetrar una tercera redacción provisional de mi LOGICA MATEMATICA (en colaboración), libro que ha de llevar a las masas hispano-parlantes a nuevas explosiones de admiración. En modo alguno pretendo negar su influencia en esa proteica entidad llamada FONDO DE CULTURA ECONÓMICA y en particular en Orfila. Lo cierto es que durante varios meses me estrujé (a intervalos) el magín pensando en cómo era posible que el FONDO hubiera accedido a mi proposición de ofrecerles un volumen tan lleno de signos esotéricos que más parece un fragmento de viejo ugarítico que un texto redactado en la sonora lengua en que por decreto del Destino (salúdelo en mi nombre) comulgamos. Ahora se confirma lo que barruntaba: que usted no solamente defendió mi personalidad literaria, sino que asimismo le auguró a Orfila una venta abrumadora. Sobre este último punto no tenga usted la menor preocupación; el libro se venderá a las futuras generaciones y constituirá, por consiguiente, un fondo editorial que el Fondo podrá siempre presentar como garantía a los acreedores. Mil gracias. Haré lo propio cuando la ocasión se presente con los editores que aspiren a la gloria de figurar al pie de sus libros. Sea como fuere, mi libro (o nuestro libro) experimentará una última y espero que definitiva redacción hacia el mes de Mayo, de modo que en Junio o Julio se despachará a Orfila. Acto seguido no tengo más remedio que componer un pequeño libro sobre Ortega en la lengua de Chaucer para satisfacer las comprensibles ansias de un editor inglés que no descansara hasta que mi nombre no quede incorporado a sus catálogos. Tendrá usted, pues, que aguardar un tanto para que comencemos a componer nuestra colosal HISTORIA DE OCCIDENTE (quizás con especial consideración a sus relaciones con la de Oriente), obra que si no se publica no será por faltarnos la materia gris correspondiente. Le emplazo a la obra para dentro de once años, cuando haya terminado las obrillas citadas, la cuarta edición de mi DICCIONARIO, una traducción del griego para F. Ayala, un importante volumen sobre EL SENTIDO DE LA HISTORIA y diversos artículos de interés variado. Dentro de esta modesta contribución al haber cultural de la Humanidad tenía que figurar un librito para una colección en Emecé que dirige Sábato y en la que creo que usted también colabora, pero el asunto quedó sin concretar. Sábato me propuso un volumen sobre la HISTORIA DE LA MUERTE; yo le contrapropuse un volumen sobre la HISTORIA DE LA LENGUA UNIVERSAL. Mi contraproposición quedó incontestada, con notable daño para todos los que aguardaban ya este nuevo engendro.
Si alguna vez sé de un cursillo sobre historia de la cultura española o algo por el estilo en que su nombre pueda brillar, cuente conmigo; yo soy el mas interesado en verle de nuevo por estas zonas. Las encontrara usted como antes, excepto nuestra casa, que ha progresado algo. Este verano persistiremos aquí, pero el entrante haremos, si se puede, un nuevo viaje a la Europa occidental, acaso coincidiendo con un año o medio año sabático, en cuyo caso de los países visitados serán más de dos. Respecto a noticias locales, por las que bondadosamente se interesa, la más importante es la venida el año próximo como Associate Professor de nuestro común amigo Juan Marichal, acompañado de su familia. Será excelente tenerlo aquí. En cuanto a mis cursos, el año entrante entrare en las zonas profundas del pensamiento dando un seminario sobre el pensamiento contemporáneo español y otro curso sobre historia de la filosofía moderna. Se preparará todo lo menos posible. Los parties siguen con moderación; hace un mes hubo un baile de etiqueta en el cual participé danzando el tango, la samba y el charleston: como consecuencia de ello, la Presidenta me escribió una carta diciéndome que el año entrante iban a renovar mi contrato de todos modos, y que aun cuando normalmente se espera hasta aquella fecha para comunicar la renovación lo hacía ya ahora a petición del alumnado, cuya admiración por mis facultades pedagógicas creció aún más (si cabe) a consecuencia de mis hazañas en el arte de Terpsícore (o quien sea).
Hábleme de sus ORIGINES; confírmeme la existencia de BAL enviándome un numero; reporte sobre POLYHISTOR; discurra abundantemente sobre Teresa y los chicos. Accediendo a su petición, comencé a componer una lista de personas de quienes quería que me hablara mal, pero he desistido: llegué sólo a BAC y la lista contiene ya mil setecientas cuarenta y dos personas. Lo dejo a su discreción y me ofrezco a la recíproca. De casa a casa mil abrazos. Otro especial de su buen amigo
Ferrater Mora
https://jlromero.com.ar/wp-content/uploads/2024/01/JMFM-a-JLR-15031953.pdf
De José Luis Romero a José María Ferrater Mora.
Adrogué, 23 de marzo de 1953.
Querido José María:
Aunque no he recibido respuesta suya a mí última carta, vuelvo a escribirle para informarle que la revista de Historia de la Cultura de que hablamos en su casa se ha transformado en una realidad. Se llamará IMAGO MUNDI y aparecerá trimestralmente. Están en el Consejo de Redacción Aznar, Babini, Epstein, Fatone, Giusti, Márquez Miranda, Orgaz, Francisco Romero, Romero Brest, Rovira Armengol, Salas y Sánchez Albornoz. Como usted ve estamos entre amigos y espero que podamos hacer una cosa de gran calidad sin demasiado esfuerzo porque la financiación de la revista se ha resuelto providencialmente.
Lo que necesitamos es colaboración y ya he pedido abundante colaboración extranjera. Pero me interesa mucho más la colaboración de “hispanoparlantes”, entre los cuales usted ocupa un lugar destacado: esto es el cuarto lugar entre los pensadores españoles empatado en sangrienta lucha con Julián Marías. Dados los compromisos que entraña un cuarto lugar, espero que no se negará a honrarnos con su nombre.
Lo que le pedimos, es, para empezar, un ensayo de alrededor de quince páginas sobre un tema en el estilo de los que trata en El hombre en la encrucijada, cuyo planteo se ajusta a la dirección historio-cultural que debe tener la revista. Con el objeto de despertar su entusiasmo filosófico le comunico que pagaremos 25 dólares por esos ensayos. Si de momento no tuviera usted tiempo para hacerlo podría enviarnos una nota de 2 a 3000 palabras, este es un ensayo breve, siempre dentro de la misma cuerda.
Le ruego que se ocupe de IMAGO MUNDI como de cosa suya, y que me busque colaboradores y me trasmita todas las sugestiones que se le ocurran, especialmente en cuanto a libros publicados para comentar ya que aquí es frecuente que se nos escapan muchas novedades.
Espero sus noticias con verdadero interés. Cordiales saludos de Tere y míos para Renée y Jaimito y un gran abrazo para usted de
JLR
Le envío el número de Buenos Aires Literaria donde salió mi nota sobre su libro.
https://jlromero.com.ar/wp-content/uploads/2024/01/32-JLR-a-F-23-marzo-1953.pdf
De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
Bryn Mawr, 29 de marzo de 1953.
Sr. Don José Luis Romero
Adrogué, Buenos Aires.
Querido José Luis:
Su carta del 23 es alarmante; no me dice usted que ha llegado ya a sus manos mi importante misiva del 15. ¿Es que no es así? Sería lamentable; mi carta contenía, además de noticias del más alto interés, profundos pensamientos. Sospecho que algún enemigo personal la ha secuestrado para publicarla por su cuenta. Ya me dirá usted si mis previsiones son ciertas.
Me parece excelente que la IMAGO MUNDI esté ya en marcha. Puede contar con un artículo mío siempre que se avenga usted a las dos condiciones siguientes:
1. Promoverme del cuarto al segundo lugar y considerar el primero como provisionalmente vacante con el fin de que pueda ocuparlo en tiempo oportuno en medio de las aclamaciones del público.
2. Esperar un tiempo prudencial. Estamos, no lo olvide, en lo que suele llamarse el período álgido del curso. Por si fuera poco, trabajo con intensidad digna de mejor causa en la LÓGICA MATEMÁTICA -que, dicho sea de paso, va a resultar preciosa-. Hasta que la Presidenta de B. M. College no dé la esperada señal de que ha cesado por este año académico toda actividad inútil -esto es, el 2 de Junio- me parece difícil que mi cerebro pueda volcarse sobre los graves asuntos que requiere IMAGO MUNDI. De todos modos, haré un esfuerzo para ir pensando antes sobre qué diablo voy a escribir. Su promesa de pago de los artículos, aunque me deja indiferente, la acepto con gusto, porque en manera alguna quisiera ser considerado una excepción desagradable.
Espero con impaciencia el ejemplar de BUENOS AIRES LITERARIA que, según parece, me ha enviado y que, según me anuncia, contiene una magnífica nota sobre EL HOMBRE EN LA ENCRUCIJADA. Todas las notas que he leído hasta ahora han sido hechas a base de la lectura de las páginas 1 a 5 del libro (con una excepción notable: un amigo común que escribió una reseña de la que resultaba patente que leía solo -vaya usted a saber por qué- las páginas impares). No me cabe duda de que, aunque respirando fatigosamente, habrá llegado usted hasta el índice de nombres (inclusive). Hablando en serio, espero con gran interés la lectura de su nota y ¡guay! de usted si hay el menor asomo de crítica a tan fundamental producción histórico-cultural-existencial-literarial. Como usted es también autor, no se le escaparán las graves consecuencias de ese hecho.
Supongo que los dos meses de plazo que fijó usted quedarán en este caso considerablemente reducidos. Hasta pronto, con un abrazo cordial de su siempre amigo
Ferrater Mora
https://jlromero.com.ar/wp-content/uploads/2024/01/JMFM-a-JLR-29031953.pdf
De José Luis Romero a José María Ferrater Mora.
Adrogué, 14 de junio de 1953.
Querido José María:
Contesto ahora a sus cartas del 15 y del 29 de marzo, aunque en el ínterin hubo una carta mía. Pero no nos gastemos en excusas, pues no están los tiempos para pompas y vanidades. El mes de mayo le he consumido malamente con complicaciones de familia y personales. Pero como lo último en perderse es el optimismo, seguimos con el proyecto Imago Mundi, cuyo primer número saldrá, Dios Mediante, el 18 de setiembre. Me atrevo a recordarle que sus vacaciones deben haber comenzado ya, con lo cual supongo que su intelecto privilegiado y convenientemente dirigido se habrá volcado hacia la elucubración del prometido ensayo, que espero largo y enjundioso. Le propongo un temita: La lógica, de Aristóteles a la lógica matemática (!). Si le parece breve el tema, puede ocuparse también de la metafísica. Pero, hablando en serio, no sería malo una pequeña historia de cómo el pensamiento lógico vino a desembocar en la lógica matemática, si es que puede hacerlo en quince páginas (o alguna más o menos). Supongo, además, que es un tema que tiene Ud. en la punta de los dedos.
Como Ud. ve, tengo ahora bastante tiempo libre para ocuparme de estas cosas, y una de mis preocupaciones es cómo ocuparlo. Estudio bastante, pero no basta. Mis trabajos progresan, y eso me tiene contento, pues salgo muy poco y no me disperso. A propósito, le pido un consejo. Estoy en el primer capítulo de Orígenes. Se trata de la situación espiritual de la temprana Edad Media (a. V-VIII); me interesa el problema de la confluencia religiosa y las relaciones entre magia, creencias paganas y cristianismo, tal como se advierte en Gregorio de Tours, Isidoro, Beda, Martín Dumiense, Jornandes, Venancio Fortunato, etc. ¿Conoce Ud. algún libro moderno, en el tipo de The Medieval Mind, que se ocupe de estas cosas? Me gustaría el dato, porque no encuentro nada. Kurth es un poco tonto y Cochrane no llega al período.
Le ruego que piense en colaboradores posibles para IMAGO en esas latitudes. Creo que la revista saldrá bien. Y mándeme pistas sobre libros nuevos. ¿No podría UD. encargar una nota de 1000 palabras sobre el libro que Ud. cita -y del que me habló- sobre los griegos y lo irracional, de Dodds? Casi no me atrevo a pedírsela a Ud. mismo…
Le envío un gran abrazo para los tres, y los mejores saludos de Tere.
JLR
https://jlromero.com.ar/wp-content/uploads/2024/01/34.-JLR-a-F-14-junio-1953.pdf
De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
Bryn Mawr, 19 de junio de 1953.
Querido José Luis:
Contesto su carta del 14; la misiva del interín a la cual usted vagamente alude no ha llegado a mis manos. Es una sensible pérdida para las letras y hasta para las ciencias. Stop. Cuente con ensayo para IMAGO MUNDI que comenzaré a perpetrar dentro de unos días y le remitiré oportunamente bajo un elegante sobre. El tema que me propone “De la lógica aristotélica a la lógica matemática”- ha despertado el entusiasmo de mis familiares y, por ende, el mío. Lo tengo, como usted acertadamente sospecha, en la punta de los pies. El otro tema que le había propuesto -“Los lenguajes de la historia”- está todavía inmaduro en mi mente o en lo que funge de tal, y, por consiguiente, habrá que esperar un tanto para abrevarse en mis ideas al respecto. Stop.
Ya sé que tiene usted, ¡ay! mucho tiempo libre. Mis sospechas sobre el particular quedaron debidamente confirmadas por las noticias que de usted me proporcionó Jorge López (mediados de Mayo) y Mantovani (comienzos de Junio). Estuve con el último en San Juan, Puerto Rico, pues debe usted suponer que fui uno de los invitados de honor de la Universidad. Pasé en la isla unos diez días; hablé abundantemente con los amigos, comunes y no comunes, y hasta di una conferencia brillantemente improvisada. De regreso a Bryn Mawr, me he sumido en los trabajos estivales, entre los cuales, como habrá podido usted colegir por el párrafo anterior, se halla mi próximo artículo en IMAGO MUNDI.
Los colaboradores que yo puedo mencionarle para la IMAGO son los mismos que usted ya conoce, pero veré de encontrar otros que no conoce nadie. Espero que haya pensado usted en Marichal. Para la nota sobre el libro de Dodds, se me ocurre Adolfo P. Carpio, un discípulo de Francisco, que está ahora en Puerto Rico; creo que lo haría bien. No puedo recomendarle ningún libro sobre el asunto que trae entre manos, porque no conozco ninguno aparte los que usted menciona en su carta, los que usted sabe y probablemente Sarton y Duhem, a quienes tiene usted en la punta de los dedos (para reiterar su imagen, ahora con ventaja).
¿Hace usted algo para la colección de textos básicos (traducción, introducción, comentario y notas) que dirige Ayala en Puerto Rico (edición de la Universidad en combinación con la Revista de Occidente)? Tengo idea de que pagan decentemente. Yo me comprometí a hacer un comentario al Discours de d’Alembert, siempre que alguien se encargue de la traducción de tal pieza más algunos artículos de la Encyclopédie que señalaré. Piense en el asunto y escríbale a Ayala, a menos que quiera usted, por alguna razón, que le escriba yo, lo que haría con gusto y celeridad. Mi interés es que se gane usted algunos miserables pesos; mi delicada sugestión no tiene otra finalidad.
Como tiene usted ahora tiempo sobrante, ¡ay!, espero que me escriba una carta memorable y suficientemente extensa para ocuparme una tarde (merienda excluida).
Un gran abrazo para los suyos de los míos. Y uno muy considerable de su fiel amigo
Ferrater Mora
P. S. No he recibido aún el ejemplar de BUENOS AIRES LITERARIA donde, según me dijo usted, salió su feroz crítica del hombre en la esquina. Lo espero con la natural impaciencia.
https://jlromero.com.ar/wp-content/uploads/2024/01/JMFM-a-JLR-19071953.pdf
De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
Bryn Mawr, 14 de julio de 1953.
Querido José Luis:
No vaya usted a creer; yo también cumplo. Prueba fehaciente de ello es el magnífico y largo (25 páginas) artículo que con esta misma fecha y como carta ordinaria le remito para su inmediata publicación en IMAGO MUNDI. Sudor me ha costado, pero los resultados, como decían en mi tiempo, han sorprendido a la misma empresa. El artículo se titula modestamente DE BOECIO A ALBERTO DE SAJONIA: UN FRAGMENTO DE HISTORIA DE LA LÓGICA. Como verá, he seguido su sugestión, pero considerablemente modificada. Comencé, en efecto, a redactar DE LA LÓGICA ARISTOTÉLICA A LA LÓGICA MATEMÁTICA, pero al llegar a la página 456 me detuve considerando que, puesto que estaba todavía en los comienzos de un análisis de Teofrasto, el artículo iba a resultar un tanto extenso. Limité, pues, mis ambiciones, que como usted sabe son muchas, a la lógica medieval. Con ello, además, presto un señalado servicio a los medievalistas, entre los cuales cuenta V. E. Mi artículo, aunque contiene algunos aburridos pasajes de índole lógica, es en efecto, predominantemente histórico. En suma, le va como anillo al dedo a IMAGO MUNDI y no se le ocurra por ningún motivo rechazármelo.
Si por intrincadas y nunca satisfactorias razones se le ocurriera a usted hacer lo que en el último párrafo se insinúa como incompatible con la sana razón humana (o gesunder Menschenverstand, que diría García Bacca), le ruego me lo diga en seguida, sin devolvérmelo todavía, con el fin de darle destino más adecuado que el de la detestable revista que usted dirige.
El artículo lleva, ¿cómo no?, un cierto número de apasionantes footnotes. Las he numerado correlativamente -del 1 al 45- y las he puesto al fin del artículo. Puede usted seguir el mismo procedimiento en la impresión, o bien, si la costumbre es meterlas al pie de página, hacerlo de este último modo. A mí me es totalmente homogéneo y me someto a los hábitos ejemplares de la insigne revista que usted dirige.
Acúseme recibo PRONTO, amén de contestar a mi última interesantísima carta. Cuando el artículo en cuestión se publique, le ruego POR FAVOR que NO DEJE de mandarme componer unas cuantas separatas -digamos, 50-; mis numerosos y crecientes admiradores (pues crecen en número, además de en edad) no deben quedar defraudados. Si la confección de los sobretiros cuesta dinero, le doy permiso para deducir el monto de los cuantiosos honorarios que me corresponden. Si por un azar lamentable no me correspondieran honorarios (lo cual produciría en esta casa una lamentable impresión), estoy hasta dispuesto a pagar los sobretiros, pero supongo que no se llegará a extremos que comprometerían el buen nombre de la revista de historia de la cultura que con tanta insistencia me anuncia en sus últimas cartas.
Un gran abrazo de su fraternal amigo
Ferrater Mora
P.S. ¿Como está su artículo sobre mi libro en B. A. Literaria? No llegó aún el ejemplar que prometía.
https://jlromero.com.ar/wp-content/uploads/2024/01/JMFM-a-JLR-14071953.pdf
De José Luis Romero a José María Ferrater Mora.
3 de agosto de 1953.
Querido José María:
Contesto a sus dos cartas anteriores, aunque creo que su última debe haberse cruzado con una mía. Mi tiempo libre se ha visto considerablemente disminuido con este invento diabólico de la revista, que me lo consume con una insospechada voracidad. La obra parece justificarlo, porque la gente, sobre todo la gente joven, está bastante entusiasmada y creo que iremos bien.
La noticia de que viene en viaje su artículo nos ha llenado de juvenil y noble regocijo a cuantos participamos de la empresa. Suponemos que Ud. ha concebido el plan original mío (de Aristóteles a la lógica matemática) en folletones, y que la entrega de ahora continuará en el futuro. Le invito, sin embargo, a que lo interrumpa, pues más me gustaría que su próxima colaboración fuese el trabajo sobre LOS LENGUAJES DE LA HISTORIA, cuyo solo aviso ha producido escalofrío entre los redactores y público concurrente. Tamaña expectativa no puede dejarse insatisfecha, y es justo que, habiendo desatado la angustia, se apresure a calmarla, por ejemplo en el número 4.
Entre tanto (¡qué hemos de hacerle!) nos conformamos con la lógica. Hasta ahora no ha llegado -y conste que la verdadera fecha de esta carta es 5; no sé porqué he tomado esta costumbre de antedatar las cartas-. Vamos todos los días a la llegada de la diligencia, pero no nos la entregan, y estamos ya requetesucios con el polvo de los caminos, cubiertos de gauchos. Lo leeremos en alguno de los fogones que acostumbramos a hacer después de los asados y antes de la hora de los duelos criollos, para evitar que tengan que juzgar sobre Boecio y Alberto de Sajonia tan sólo los sobrevivientes.
Hanse tomado -por donde corresponde- las medidas administrativas para la confección de los sobretiros pedidos aquí llamados separatas o apartados, los que le serán despachados a la brevedad.
Le enviaré el número 1 tan pronto como salga, pero Ud. se compromete a conseguirme diez (10) suscripciones en Bryn Mawr y sus aledaños. Si son cinco, nos entristeceremos, pero aceptamos igual. Como ya hemos organizado el refuerzo con Marichal y Anita Barrenechea, las antedichas suscripciones podrían llegar a 15 o quizá a 30- Todo cuanto se haga por nosotros merecerá bien de la posteridad y el administrador. Si consigue muchas suscripciones, pondremos al pie de su artículo una nota muy elogiosa (más o menos según el número de suscripciones). En pocos días más partirán por el chasque los boletines pertinentes.
Llegado a este punto, no tengo nada que agregar. De mí no sé qué diga sino que aprovecho el tiempo que puedo para los Orígenes. Estoy muy contento con eso porque creo que anda.
Le escribiré en cuanto llegue su artículo. Entretanto, saludos para Reneé y Jaimito y un abrazo para Ud. de
JLR
https://jlromero.com.ar/wp-content/uploads/2024/01/37.-JLR-a-F-3-agosto-53.pdf
De José Luis Romero a José María Ferrater Mora.
19 de agosto de 1953.
Querido José María:
Llegó su estudio ayer. Lo encuentro insustancial y trivial, de manera que, en vez de publicarlo en IMAGO, he decidido pasarlo a HISTORIETAS, donde saldrá ilustrado con cartoons. Espero que acepte, pues allí pagan mucho más. Me han prometido representar a Boecio como a Superman.
Mi secretario, en cambio, lo encuentra formidable, opinión que comparte con el subgerente, el prosecretario, el administrador adjunto, el subsecretario de redacción y el cuerpo de asesores, que pese a ser 19, se han puesto de acuerdo en ese juicio. Quizá me vea obligado a transigir y a publicarlo en el tercer número de IMAGO, o acaso en el segundo si la presión es muy grande. Yo no tengo más remedio que agradecerle de verdad su dedicación y amistoso empeño en cumplir con nosotros, lo cual hace de Ud. una especie de marciano.
En premio -mientras busco la manera de hacerle llegar el obsequio que le prometí- le mandaré el primer número por avión, que Ud. tendrá la amabilidad de disecar y comunicarme los resultados de su análisis.
Recuerde que siempre necesito consejo sobre colaboradores. Además ¿Cree Ud. posible hacer algunas suscripciones por ahí? Quizá al menos la de la biblioteca de Bryn Mawr? Acaso otras diez o doce? Todo queda librado a su ingenio.
Hablando en serio: el trabajo es ejemplar desde el punto de vista del contenido y del enfoque. Creo que contribuirá a fijar la fisonomía de la revista. Le ruego que la considere como suya y que nos mande todo lo que quiera, en pocas o en muchas páginas, y toda clase de sugestiones. Si le digo que lo consideramos el amigo número 1, es posible que no le diga nada nuevo. Un gran abrazo para todos tres de
JLR
https://jlromero.com.ar/wp-content/uploads/2024/01/38.-JLR-a-F-19-agosto-1953.pdf
De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
Bryn Mawr, 29 de agosto de 1953.
Sr. D. José Luis Romero
ADROGUÉ.
Querido amigo:
Me alegra saber que mi erudita disertación le pareció tan detestable que no tuvo más remedio que aceptarla para su publicación en IMAGO MUNDI. No sé si le dije que me la habían rechazado en varias revistas y que consideré IMAGO MUNDI como el último recurso. Lo mismo seguiré haciendo en lo sucesivo cuando alguno de mis trabajos me salga lo suficientemente mal; lo expediré inmediatamente a IMAGO. Ahora bien, usted sabe que esto no me ocurre casi nunca y, por lo tanto, me temo mucho que tendrá usted que aguardar bastante hasta mi próximo trabajo. ¿Qué le parece de momento una reseña bibliográfica sobre una HISTORIA DE LA FILOSOFÍA RUSA en 2 volúmenes, recientemente traducida al inglés por G. Kline y publicada -o, mejor, a publicar en Septiembre- simultáneamente en Inglaterra y Estados Unidos? Le prometo que me saldrá ilegible y, por consiguiente, no tengo ninguna duda de que la aceptará usted encantado.
Por el momento, espero con impaciencia el número 1 de IMAGO que me promete por avión. Espero que no suceda lo mismo que con BUENOS AIRES LITERARIA, cuya inexistencia me resulta ahora indudable. Tan pronto como reciba la IMAGO en cuestión procederé a enviarle una implacable critica tanto del contenido como de la forma (con excepción, naturalmente, de los numerosos pasajes en los cuales seguramente se me cita).
Cuando llegue aquí la Srta. Barrenechea y Marichal, estudiaremos las posibilidades de suscripción en este país indigente. Auguro por el momento escasos resultados en vista de la manía que aquí tienen de no suscribirse a revistas que no lleven por lo menos un año de existencia. Se hará, de todos modos, lo que se pueda y la campaña será preparada hasta los últimos detalles. Debe usted resignarse a perder varios ejemplares de IMAGO para enviarles a los distintos sitios que le recomendaremos. En cuanto a Bryn Maw, invitaré a una opípara cena al profesor Félix Gilbert, del departamento de historia para incitarle (al llegar a los postres) a que su departamento se suscriba. Inmediatamente después enviaré a usted la factura de la comida, que pienso celebrar en uno de los restaurantes mas caros de Pennsylvania (yo pagaré la propina). Si esto no resulta, haré un regalo al susodicho profesor para ponerlo en buena disposición y enviaré a ustedes también la factura correspondiente. ¿Qué le parece una Enciclopedia Británica completa? Si es poco, sugiérame algún complemento.
Por favor, no olvide mandarme componer las separatas de mi artículo. Ya he recibido numerosas cartas de mis admiradores (incluyendo una de Ceylán) en las cuales me piden un ejemplar de mi trabajo. Espero no defraudarlos.
Por aquí todo anda como de costumbre. Yo estoy terminando mi librito en ingles sobre Ortega y Gasset, que se publicará simultáneamente en dos continentes y que, según me aseguran, no me proporcionará un solo centavo (en Inglaterra no pagan por dificultades de transferencia; en Estados Unidos, es mejor que no paguen para no aumentar desmesuradamente los impuestos). Cuando haya dado cima a esta labor, dedicaré parte considerable de mis escasas fuerzas a la confección de la cuarta edición de mi DICCIONARIO. Nuestro común amigo López-Llausás me ha escrito con gran entusiasmo diciendo que la actual edición se agotará antes de lo que preveía. Ignoro si su entusiasmo tiene alguna correspondencia con la realidad. En todo caso, me urge a que prepare otra edición y me emplaza a no hacer otra cosa durante los doce o trece meses que, según le he dicho, necesito para escribir 200 páginas más, reescribir 300, aumentar la bibliografía, etc. etc. Por desgracia, a partir del 1 de Octubre no tengo mas remedio que cumplir con las obligaciones académicas, sin cuyo requisito me dicen que es muy probable que mi sueldo no llegara a tiempo.
Hábleme de sus ORÍGENES, quiero decir de la voluminosa obra llamada ‘ORÍGENES’.
Me consideran ustedes como el amigo No. 1 de IMAGO. Lo considero insuficiente hasta que no declaren que no hay amigo No. 2. No admito competencia.
Hablando en serio; ya sabe que me tiene aquí, con muchos deseos de volverle a ver. Por el momento, haga llegar una parte sustancial de su personalidad por medio de una larga carta. Un gran abrazo de para todos ustedes y de todos nosotros, y uno especial para usted
Ferrater Mora
https://jlromero.com.ar/wp-content/uploads/2024/01/JMFM-a-JLR-29081953.pdf
De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
Bryn Mawr, 24 de octubre de 1953.
Querido José Luis:
Es usted un insensato. He aquí algunas razones que prueban mi aserto.
(a) Escribió usted un estupendo artículo sobre mí y sobre mi Hombre en la encrucijada en Buenos Aires Literaria y ni siquiera se le ocurrió a Vd. enviármelo. He tenido que verlo en un ejemplar que tiene Marichal. ¿Qué espera? Hágame enviar al mismo tiempo la colección completa de la susodicha revista.
(b) Ha aparecido ya el primero número de Imago Mundi según testimonios fehacientes de Marichal y la Srta. Barrenechea, y usted tan fresco: ningún ejemplar ha llegado a mis manos. Afortunadamente, he tenido oportunidad de leer los que poseen -y guardan celosamente- nuestros comunes amigos. La revista está muy bien en todos los sentidos, y su artículo inicial más que bien: Me han encantado dos cosas especialmente: el europeísmo universalista que mantiene y la idea (que me ha robado usted ignominiosamente) de que los hechos históricos incluyen las posibilidades. Lo perdono de todo corazón, en vista de que yo probablemente he robado esta idea de otro (quizás de Aristóteles). Una sola crítica a la revista: necesitaría mas notas e informaciones. Pero ello, sospecho, irá llegando. También creo que habría que imprimir los artículos en dos tipos de letras: unos -los que vienen al principio- en letra mayor, y otros menos importantes o mas breves- en letra mas chica. Creo que ello le daría mas variedad y ayudaría a su organización intelectual.
No olvide mandar componerme las separatas de mi artículo cuando aparezca. Además de las peticiones de Estambul y Bangkok (que ya le mencioné) he recibido últimamente varias de Samarcanda. También me han llegado algunos telegramas urgentes y, naturalmente, angustiados. En sus manos está la alegría o la desesperación de mis lectores.
Marichal -con quien sostenemos vastas conversiones donde aparece usted con frecuencia- está preparando algo bueno sobre el siglo XV para Imago Mundi. Dígame si le interesa para la misma revista la reseña de la Historia de la filosofía rusa, de Zenkovski, de que le hablé en mi última carta.
Escríbame. Saludos de casa a casa y un gran abrazo de
Ferrater Mora
P. S. ¡Ah! Le envío aparte un artículo de George L. Kline titulado “Humanities and Cosmologies: the background of certain humane values”, publicado en una revista prácticamente desconocida aquí y en el resto del universo. Es un excelente artículo que iría muy bien para Imago si ustedes quieren traducirlo y publicarlo. El autor les da el permiso. Es una persona muy inteligente que estoy seguro- irá teniendo cada día más prestigio y sería bueno que lo presentaran en Imago. Por favor, contésteme sobre esto.
https://jlromero.com.ar/wp-content/uploads/2024/01/JMFM-a-JLR-24101953.pdf
De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
Bryn Mawr, 23 de noviembre de 1953.
Querido José Luis:
Como es frecuente en corresponsales tan activos, su carta del 23 de Octubre se cruzó con la mía de fecha cercana o parecida. Imagino que otro tanto sucederá con la presente; si no es así, apresúreseme a enviarme su misiva, con el fin de no quedar atrasado.
Sigo sin recibir el No. 1 de IMAGO MUNDI. Para que no tenga excusas, considéreme suscrito a la revista, deduciendo el importe de la suscripción del pago (si lo hay) de mi próximo artículo. Si considera esta propuesta insuficiente, avíseme y le enviaré un cheque que contribuirá a pagar el cosido de los 150 primeros ejemplares.
No se preocupe por el retraso en la publicación de mi artículo. Como usted perspicazmente habrá advertido, mi artículo tiene un interés eterno. Análogo interés tendrá (cuando es escriba) mi reseña sobre la historia de la filosofía rusa. Por el momento, tengo que esperar a recibir los ejemplares, proceder a leer la Introducción y el índice y muy lueguito tendrá usted mi reseña.
Si usted insiste en mantener ocultos sus Orígenes, me vengaré manteniendo un completo silencio sobre mis actuales actividades literarias. Me limitare a decirle que andan muy bien, y que si no fuera por los errores que mis escritos contienen, ostentarían una perfección envidiable. Por el momento, he terminado mi libro sobre Ortega y he procedido a redactar varios sugestivos artículos nuevos para mi nuevo Diccionario. No le hablo de varios papers que he leído ante sociedades eruditas para no suscitar su envidia. El próximo será leído en Rochester, a 11 horas de distancia en tren rápido de Nueva York. Prometen asistir varios filósofos de Nevada. El paper será muy discutido, especialmente en aquellos pasajes que carecen por completo de significación.
Saludos y abrazos. Uno los míos más cordiales
Ferrater Mora
P.S.- Marichal y el que antescribe hemos procurado interesar al Departamento de Historia en Bryn Mawr en IMAGO MUNDO con resultado hasta ahora parcial. Vendrán más datos oportunamente. Marichal promete hacer varias suscripciones, PERO TIENE USTED QUE ENVIAR BOLETOS DE SUSCRIPCION. Es requisito indispensable.
Otro P. S. Ya que hay tiempo para la impresión de mi artículo, le ruego que después del título y en la parte derecha haga introducir la siguiente cita, que puede servir de lema al trabajo:
“So far as the logic of an age adequately represents the methods of thought of that age, its history is that a history of the human mind”
Ch. S. Peirce
https://jlromero.com.ar/wp-content/uploads/2024/01/JMFM-a-JLR-23111953.pdf
De José Luis Romero a José María Ferrater Mora.
Buenos Aires, 4 de enero de 1954.
Querido José María:
Supongo que a estas horas no sólo habrá recibido el número uno sino también el número dos de IMAGO. Espero su opinión sobre este último.
En el número tres, que ya está en prensa, sale su ensayo, y espero que me mande pronto la reseña sobre la Historia de la Filosofía Rusa de que me habló. Se imaginará qué interés tengo en asegurarle a la Revista colaboración como la suya, de modo que cuente con IMAGO para cuanto quiera publicar por estas regiones.
He leído atentamente el artículo de Kline que me envía y le confieso que no me parece ajustado a la línea de la Revista; por lo menos tanto como para retractarnos de nuestro propósito de no publicar artículos éditos. Supongo que no se tratará de un compromiso suyo muy grave, razón por la cual preferiría no publicarlo. Con todo, como el artículo me gusta mucho, me gustaría mucho que el autor nos diera algo inédito y sobre un tema de los que puedan interesarnos. Pienso por ejemplo en un desarrollo de alguna idea de este mismo ensayo a la que pudiera dársele un planteo históricocultural.
Ya le he enviado algunas fichas de suscripción para la Revista y le enviaré más. Le ruego que utilice toda su influencia para que Marichal me mande alguna colaboración. Y dígale a Anita que siempre esperamos algún material de ella.
Saludos a Reneé y a Jaimito y un abrazo de
JLR
https://jlromero.com.ar/wp-content/uploads/2024/01/43.-4-enero-1954.pdf
De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
Bryn Mawr, 16 de enero de 1954.
Querido José Luis:
Ya recibí -como creo haberle dicho- el número 1 de IMAGO MUNDI; espero que le hayan llegado mis comentarios sobre el mismo, que hice a base del ejemplar de Marichal. No ha llegado, en cambio, todavía el número 2. Quiero que sepa que lo espero con impaciencia.
Encantado de saber que mi artículo está ocupando la atención de los tipógrafos bonaerenses. NO SE OLVIDE, POR FAVOR, DE MANDARME COMPONER ALGUNAS SEPARATAS; se las pagaré, si es necesario. Comprendo las razones que le incitan a no publicar el artículo de Kline. Le recomendaré a éste fraguar otro artículo original en el sentido que usted apunta. Cuando pueda, le enviaré mi reseña de la Historia de Zenkovski, pero sospecho que no podré hacerlo antes de dos o tres meses. He tenido que revisar mi libro sobre Ortega -que ya envié al editor-, escribir un “paper” para la American Philosophical Society -leído en la importante ciudad de Rochester el 28 de Diciembre- y hacer algunas otras labores propias de mi sexo. Estoy atrasadísimo en la preparación de la cuarta edición de mi Diccionario -que se propone dejar a la tercera como un tímido intento- y no tengo la menor idea de cuando tendré un rato libre. Para colmo, he de preparar para el próximo inminente segundo semestre un curso nuevo -sobre el Estagirita-. No prosigo.
Marichal está ya trabajando en su artículo para IMAGO. Lo he visto con mis propios ojos (he usado, en efecto, los míos para mayor seguridad). Tiene ya 8 páginas (con las correspondientes notas) y se propone dejarlo listo a fin de la semana entrante. Anita Barrenechea prometió también hacer algo.
Las invitaciones a colaboración que usted remitió se enviaron estratégicamente a diversos puntos. Las reacciones -si las hay- son lentas. Yo le incluyo mi propia boleta de suscripción con un hermoso cheque, que le ruego se apresuren a cobrar por si acaso.
Me debe usted más noticias. No se le olvide. Grandes saludos de casa a casa. Un abrazo cordialísimo de
Ferrater Mora
https://jlromero.com.ar/wp-content/uploads/2024/01/JMFM-a-JLR-16011954.pdf
De José Luis Romero a José María Ferrater Mora.
Buenos Aires, 10 de marzo de 1954.
Querido José María:
No sé si contesté en su oportunidad a su carta del 16 de enero. Pero para evitar discusiones prefiero darme por culpable desde ahora y solicitar las correspondientes excusas por los fundamentos expresados en cartas anteriores.
Ocurre que desde que estoy en esta aventura tengo que escribir tantas cartas que las pocas ganas de hacerlo que tengo siempre han disminuido considerablemente. Así que hasta que uno de estos días me decida a escribirle desde mi casa, me limitaré a cosas formales.
Supongo que a estas horas habrá recibido el número dos. En cuanto al tres, está ya en camino con su artículo adentro que ha gustado mucho a todos los que entienden algo de eso.
He mandado componer las separatas que me pedía, pero me tiene un poco preocupado el envío pues no sé qué va a decir nuestro correo de él. Se me ocurre, mientras averiguo, que podríamos despacharle de aquí todas las que quiera mandar; usted nos envía la lista y nosotros le retribuimos comunicándole el monto de franqueo. De ese modo reduciríamos considerablemente la magnitud del envío, que ya veríamos como realizarlo. Espero que sus innumerables ocupaciones le permitan hacerme la reseña del libro de Zenkovski, y no se olvide de hacernos alguna ficha para la bibliografía si cae en sus manos algún libro muy reciente que verosímilmente va a tardar en aparecer por aquí.
En cuanto a mí, sigo sin novedades, es decir condenado a la situación de sedentario, lo cual no sólo altera los hábitos nómades que ya había adquirido, sino que altera también sensiblemente mi presupuesto. Estoy pensando seriamente qué podría hacer en el futuro sin que por el momento se me ocurra nada. Pese a todo trabajo bastante y creo que bien. Le escribiré un día largo sobre los “Orígenes”, porque tengo ya alguna cosa que consultarle. Le adelanto una: ¿Hay algún buen trabajo sobre el desarrollo en la Edad Media del epicureísmo, y de lo que en la Edad Media se llamó epicureísmo? Yo no conozco nada y me interesa sustancialmente. Si de paso me quiere dar una pista sobre el problema me interesaría mucho.
Espero que me mande su libro sobre Ortega, que reseñaremos.
Muy afectuosos saludos a todos y un gran abrazo de
JLR
https://jlromero.com.ar/wp-content/uploads/2024/01/45.-JLR-a-F-10-de-marzo-de-1954.pdf
De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
Bryn Mawr, 1 de abril de 1954.
Querido José Luis:
He recibido su carta del 10 de marzo. En cambio (y permítame que enrojezca de indignación) no he recibido ni el No. 2 ni el No. 3 de IMAGO MUNDI. Marichal, que es más afortunado (o más bienquisto por el directorio de la revista) tiene ya los dos susodichos números, que me ha prestado -no sin protestas de su parte y que, por lo tanto, ya he leído. Los dos son excelentes; mejores que el primero, y ello no solamente a causa de mi colaboración, sino también por las colaboraciones de otros insignes escolarcas -o, mejor, escolares-. Mis moderadas críticas al No. 1 carecen ahora de todo fundamento. Desearía, eso sí, ver más notas e informaciones al final, pero todo vendrá a su tiempo. Espero que la revista tenga larga vida, no solamente para poder renovar a su debido tiempo mi suscripción, sino también para mandar alguna colaboración que me sea rechazada en otras partes. Por el momento no se asuste: no hay nada en el telar. Pero todo es posible en este mundo. Creo poder hacer la reseña sobre el libro de Zenkovski el verano próximo cuando, por falta de material bibliográfico (estaré en Europa, lo más lejos posible de las bibliotecas) no tendré más remedio que suspender la laboriosa preparación de la nueva edición de mi Diccionario (que me ocupará hasta el 17 de febrero de 1955) y consagrarme a más humildes labores.
Espero, pues, recibir pronto los citados Nos. 2 y 3, y luego los Nos. 4, 5, 6, 7, 8, 9 … n (“¡qué cómoda es esta n!”, decía Unamuno) para mantenerme en contacto con las grandes corrientes histórico-culturales.
Respecto a los numerosos sobretiros que han preparado de mi artículo, accedo a su propuesta de enviarle direcciones (siempre que me prometa pasarme seriamente la factura, que será pagada filosóficamente). Ahí van en hoja aparte. Si le parecen demasiadas, comuníquemelo. De todos modos, espero recibir aquí un CIERTO NUMERO de sobretiros, pues los voy a necesitar para compromisos urgentes. MÁNDEME, por favor, VARIOS, los que pueda. Creo que se puede solventar el asunto de correos indicando simplemente -como veo que hace la Sudamericana- “Muestras sin valor” en la hoja de la portada interior o de la primera página. La verdad es que debería ponerse “Muestras valiosísimas”, pero sospecho que los empleados de Correos carecen del humor necesario para entender las grandes verdades.
Naturalmente, tendrán un ejemplar de mi “Ortega” cuando salga. Pero no sé cuando va a salir: quizás en 1984. Mi “Lógica matemática” esta también durmiendo el sueño de los justos en los almacenes del Fondo de Cultura Económica. En vista de este escaso interés en mis producciones, tan pronto como termine mi Diccionario emprenderá la redacción de mis próximos tres libros, de cuyo contenido creo haberle dado ya oportunamente cumplida noticia.
Me preocupa su situación de sedentario, y no porque ello impide desarrollar su indudable dinamismo sino -como usted sutilmente apunta-, porque ello afecta su presupuesto. Espero de veras que muy pronto pueda pasar (como diría Aristóteles, sobre quien estoy dando ahora un resonante curso) de la potencia de andar al acto. Comuníqueme todo lo que atañe a este punto, que considero muy importante (y usted, claro, también).
De todos modos, me alegra saber que, a pesar de todo, sigue usted con sus “Orígenes”, acerca de los que espero me escriba -como me promete- más extensamente en una fecha próxima. Decídase usted pronto a armarlos: los huecos que queden ya se irán llenando sobre la marcha. Como usted sabe, espero mucho de ese libro (o libros).
Supongo que me escribirá usted antes de junio, pero por si acaso aquí va mi dirección desde el 15 de junio hasta el 3 de septiembre: c/o. Mme. M. Petitsigne. 30, rue du Plateau. Paris, XIX, Francia. Desde el 3 de septiembre, o poco menos, otra vez a Bryn Mawr. Supongo que pasaremos un tiempo en España y el resto en París.
Saludos de casa a casa. Un gran abrazo de
Ferrater Mora
P. S. No crea que mi carta terminó. He aquí varios puntos de considerable interés:
1. Mis referencias a la falta de notas e informaciones en IMAGO MUNDI NO rigen para el No. 3. Tiene todas las que se necesitan.
2. Veo que en mi artículo han puesto bastantes separaciones después de puntos y aparte. ¿Ha sido hecho a propósito?
3. Los títulos de artículos debían ser impresos en letra pequeña ordinaria entre comillas: “…” y los títulos de revistas en letra pequeña cursiva, sin comillas. No siempre han seguido esta norma. Creo que convendría hacerlo para otros artículos (míos o ajenos).
4. Tanto el No. 1 como los Nos. 1, 2 y 3 de IMAGO recibidos respectivamente por el que suscribe y por Marichal han llegado EN UN ESTADO LAMENTABLE. Ello se debe a falta de embalaje (venían envueltos en un papel casi inexistente). Convendría que en el futuro remitieran los números de la susodicha IMAGO envueltos en mas sustancioso material, con el fin de poder conservarlos y encuadernarlos como merecen.
5. Leí con mucho interés el art. de Sánchez Albornoz en el No. 2. Aunque me critica, habla de mí, y esto es lo importante. Agradézcale en mi nombre su referencia a mi persona en términos notoriamente elogios al comienzo del artículo.
6. En este momento acaba de llegarme el No. 2 de IMAGO en estado lamentable (la cubierta es casi irreconocible). Todavía no ha llegado, empero, el No. 2, que espero, así como -si es posible- un ejemplar en buen estado del 3. Creo que deberían modificar su política de embalajes para países distantes. Se lo digo pensando en sus suscriptores, no en mí por supuesto.
7. Poca cosa parece haber sobre epicureísmo en la edad media. Por el momento se me ocurren dos libros: Lucretius and His Influence, de G.P. Hadzsits (Longmans, Green and Co. New York, 1935) con extensos -y no malos- capítulos sobre Lucrecio y la edad media (de hecho, llega hasta el presente), y Epicurus and His Philosophy, 1954, con algo sobre influencia posterior del epicureísmo. No veo por el momento nada en alemán, pero debe de existir. Seguiré averiguando y le daré (si los hay) resultados.
Un nuevo cordial abrazo.
https://jlromero.com.ar/wp-content/uploads/2024/01/JMFM-a-JLR-01041954.pdf
De José Luis Romero a José María Ferrater Mora.
Buenos Aires, 13 de mayo de 1954.
Querido José María:
Le ruego encarecidamente que se ponga de acuerdo con el correo porque ahora tengo la certidumbre de que la culpa tiene que ser suya si no recibe los envíos. Para B. AL. su nombre es una obsesión, aquí, donde llevamos minuciosos registros y estadísticas, hemos llegado a la conclusión de que usted nos engaña o que el Presidente Eisenhower lo odia. Lo cierto es que hemos hecho un nuevo envío, eligiendo los mejores ejemplares, envolviéndolos en el mejor papel y certificando el envío. Si ahora no lo recibe, se lo mandaremos a usted pero bajo seudónimo. Propóngame alguno.
Celebro que la revista que no recibe le parezca transitable. Naturalmente ha mejorado mucho desde el número tercero por razones que callo para no ofender su natural modestia, pero debo confesarle que su artículo no ha determinado el alud de suscriptores que era de esperarse teniendo en cuenta la palpitante actualidad del tema. Quizá ocurra cuando publiquemos su próxima colaboración, que, aunque todavía no ha sido anunciada, ha despertado universal interés.
Empezaremos a despachar las separatas y le mandaré en pequeños paquetes todo lo excedente. Confío en que haré todo lo posible para que las cosas se hagan bien. Tomo buena nota de sus observaciones al pie de página. En cuanto a la tipografía la cuidamos tanto como es posible, dados los escasos recursos de personal que tenemos.
Muchas gracias por su solidaridad y sus buenos deseos.
La próxima se la escribiré a París como me dice. Créame que lo envidio. Pero como ya lo he encontrado en tantas partes del mundo espero que en una de éstas lo encontraré allí.
Abrazos a Reneé y a Jaime y uno grande para usted de
JLR
https://jlromero.com.ar/wp-content/uploads/2024/01/46.-JLR-a-F.-13-mayo-1954.pdf
De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
Bryn Mawr, 15 de mayo de 1954.
Sr. D. José Luis Romero:
Adrogué.
Querido José Luis:
No sé si le servirá esta pequeña lista de publicaciones donde hay alguna referencia al epicureísmo en la edad media:
G. E. B. Saintsbury, A History of Criticism and Literary Taste in Europe, 3 vols., Edinburgh y London, Blackwood, y N. Y. Dodd, Mead & Co. 2° ed, 1906.
Max Lehnerdt, “Lukretius in der Renaissance”, Festschrift zur Feier des 600 jährigen Jubiläums des Kniephöfischen Gymnasiums, zu Königsberg, 1904.
No le menciono las referencias que hay en el Manitiius (Geschichte der lateinischen Literatur des Mittelalters) y en el de Labriols (Histoire de la litt. Latine chrétienne), porque me imagino que se las debe saber de memoria. Por lo demás, no creo que haya ni una cuarta parte de lo que usted necesita.
En la lista de sobretiros a remitir a mis admiradores, olvidé el siguiente nombre:
Profesor Bogumil Jasinowski. Clasificador 810. Santiago de Chile, Chile.
Espero que me mande el modesto número de separatas de mi artículo que me prometió (aparte los enviados a los susodichos admiradores).
Creo que en mi carta última le comuniqué mi dirección postal veraniega: por si acaso, la repito. Es: c/o M. Petitsigne, 30, rue du Plateau, París, XIX. Estaré allá (o por los alrededores) del 8 de junio al 2 de Septiembre.
Entre mis varios y sugestivos proyectos tengo el de calmar las ansias de mis lectores ofreciéndoles uno o dos tomos con ensayos hasta ahora dispersos (y en parte no escritos). Como usted sabe, es el tipo de libro que los editores aceptan encantados. Por este motivo, estoy haciendo vagos planes estratégicos para saber dónde publicar tales producciones (probables títulos: Espejo de los filósofos y Filosofía y arquitectura). Excluyo la Sudamericana, porque, además de tener ya cuatro mamotretos míos, y haberse comprometido a reeditar mi Unamuno, disfrutarán la incomparable dicha de enviar oportunamente a la imprenta mi inédito Sentido de la Historia. Pienso como posibilidades Emecé y en la Colección Austral, pero ignoro los nombres de los directores, gerentes o administradores a quienes podría dirigirme. ¿Me podría usted dar discretamente la información requerida? Se lo agradeceré hasta el fin de mis días, que auguro largos.
Un gran abrazo de
Ferrater Mora
https://jlromero.com.ar/wp-content/uploads/2024/01/JMFM-a-JLR-15051954.pdf
De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
París, 22 de junio de 1954.
Sr. D. José Luis Romero
IMAGO MUNDI. Callao, 56, 1°
Buenos Aires
Querido José Luis:
Contesto a su carta del 13 de mayo desde la otra ribera. Llegamos a París el 15 de mayo después de un viaje abominable (el mar estaba calmado, pero a Jaime se le ocurrió tener el sarampión en el QUEEN MARY). El día 29 salimos de esta conocida capital para dirigirnos a España en el automóvil de unos colegas de Bryn Mawr (el matrimonio Leblanc, que usted conoce y en cuya casa comió usted una vez, como ellos pretenden, opíparamente). No sabemos aún si iremos vía Port-Bou o vía Irún-Burgos, pero en todo caso estaremos en Barcelona hacia el 2 o 3 de julio (nuestra dirección: Santa Teresa 7). Renée y Jaime saldrán de la susodicha ciudad hacia París a fines de Julio, pero yo me quedaré allá hasta el 15 de Agosto. Tome nota, por favor, de las fechas y domicilios para enviarme alguna de sus suculentas cartas. Del 15 de Agosto al 2 de Septiembre estaré en París; el QUEEN MARY nos espera de nuevo para trasladarnos Bryn Mawr, donde llegaremos (supongo) el 7 u 8 de Septiembre.
Tanto Eisenhower como el Postmaster General me han asegurado que se ocupan personalmente de que llegue todo mi correo y que, por lo tanto, la Argentina es la única responsable de las pérdidas. Han sugerido enérgicamente una intervención en las N. U., que yo modestamente he rechazado. Me llegó ya UN ejemplar de BUENOS AIRES LITERARIA y Ana María me aseguró que si insistía acaso me enviarían otro ejemplar del número en que salió mi resonante artículo sobre la poesía -que supongo siguen ustedes comentando por ahí-. También recibí un ejemplar de los Nos. 2 y 3 de IMAGO MUNDI, pero todavía no las separatas de que usted habla. No se preocupe. Sigan enviando material, que yo recogeré cuidadosamente cuando regrese a Bryn Mawr. Espero también con impaciencia el No. 4 de la citada IMAGO y los subsiguientes. Mi próxima colaboración será la reseña de la historia de la filosofía rusa, que ejecutaré y enviaré a fines de Septiembre. Por favor, no la anuncie todavía, para evitar que las suscripciones aumenten de un modo excesivo y tengan dificultades con el papel.
Acabo de terminar para CUADERNOS de París un apasionante artículo con el novedoso tema de “El intelectual en el mundo contemporáneo”. Si usted insiste, le enviaré un ejemplar de la revista cuando aparezca. Ahora me ocuparé de otro artículo titulado “Filosofía y arquitectura”, con el fin de completar un volumen de ensayos que se disputan los editores de varios países. Estoy haciendo gestiones para una versión al francés de mi HOMBRE EN LA ENCRUCIJADA; hasta el momento los resultados son altamente insatisfactorios. En cambio, parece inminente una traducción al islandés. Tengo suspendido mi DICCIONARIO hasta mi regreso al campus que usted conoce.
No deje de escribirme. Saludos cariñosos a los suyos. Un gran abrazo de su buen amigo
Ferrater Mora
https://jlromero.com.ar/wp-content/uploads/2024/01/JMFM-a-JLR-22061954.pdf
De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
Bryn Mawr, 21 de noviembre de 1954.
Querido amigo:
Claro que me imagino que no tiene usted tiempo, ganas ni humor para consagrarse a la actividad epistolar. Si quiere usted le sea franco, yo tampoco. Pero no tenemos más remedio: nos debemos a la posteridad. Imposible dejar un hueco tan considerable entre carta y carta; los eruditos del futuro enemigos nuestros se encargarían de llenarlo con lo que más tarde sería conocido bajo el nombre de Pseudo-José Luis Romero-Ferrater Mora.
Marichal me habló de los bandazos que recibe IMAGO MUNDI. A pesar de ser suscriptor (y de estar dispuesto a renovar mi suscripción en tiempo oportuno; dicho sea de paso, ¿por qué no envían ustedes boletines de información a fin de que cada uno sepa cuándo ha llegado el momento?), no recibí la larga misiva con que fue favorecido nuestro amigo. Espero que en su próxima carta recuperará usted el espacio y el tiempo perdidos y me hará partícipe no solamente de las aventuras de IMAGO, sino también -y muy particularmente- de las suyas. No llegan a este rincón del mundo más noticias del universo de las que nos proporciona la prensa local.
Por la radio y la televisión se habrá usted enterado ya de nuestro triunfal viaje a Europa el verano pasado, viaje que pensamos repetir el año próximo, con ocasión de mi permiso sabático. Por lo tanto, si las autoridades no se oponen estaremos en Europa de Junio de 1955 a Septiembre de 1956. Conviene que nos mantengamos en contacto. Debo advertirle que no obstante mis triunfos, éstos siguen siendo negados por mis numerosos enemigos, los cuales se obstinen en declarar que, a pesar de mis esfuerzos meritorios, todavía no he conseguido que traduzcan a ningún idioma culto ninguna de mis resonantes obras. Con el fin de taparles la boca he procedido a preparar un par de nuevos libros, que recibirá usted oportunamente, cuando los editores quieran publicarlos. De momento, prefiero dejarlo en sorpresa.
Trabajo ahora en una cuarta edición de mi Diccionario, tan rehecha y aumentada que no la va a conocer ni la propia familia (que, dicho sea de paso, es la única que hasta ahora se ha interesado por la obra). Querido José Luis: espero sus cartas; no se olvide de saludar cariñosamente a los suyos de parte de los míos. Un gran abrazo de
Ferrater Mora
https://jlromero.com.ar/wp-content/uploads/2024/01/JMFM-a-JLR-21111954.pdf
De José Luis Romero a José María Ferrater Mora.
Buenos Aires, 22 de noviembre de 1954.
Muy querido amigo:
Doy por verosímilmente perdidas las innumerables cartas que he pensado escribirle desde que recibí la última suya. Puedo asegurarle que las he leído con el interés y el afecto que usted puede imaginar, que lo he envidiado considerablemente por su periplo, y que he resuelto mentalmente contestarle al día siguiente. La respuesta mental era extensa y llena de largos desarrollos sobre innumerables problemas. Tanto que no me he decidido a ponerla por escrito, pero no sin que cada día, o por lo menos una vez por semana, dejara de pensar que debía hacerlo, y que no hacerlo era una pequeña canallada. Esta larga explicación podría extenderse aún más con innumerables detalles acerca de lo mucho que tengo que hacer, del escaso ocio de que disfruto y del peculiar estado de ánimo que necesito para escribir cartas a los amigos. Pero, en fin, hoy espero hacerme perdonar.
Ya sé que su viaje por Europa ha sido magnífico y que ha tenido un gran éxito en su país. Supongo que habrá regresado lleno de entusiasmo y que habrá vuelto al trabajo con la tenacidad que lo caracteriza. Espero que pronto se vean los frutos en incontables volúmenes que distribuirá por las diversas editoriales de todos los continentes. Un poco más abajo le hablaré de un proyecto de inversión de una pequeña parte de mi tiempo.
Supongo que recibirá usted regularmente IMAGO MUNDI, cuyos números salen unos bien y otros regular según la opinión de mis más generosos amigos. La Revista marcha, pero, naturalmente no es fácil meterla tanto como se necesitaría para asegurar su éxito y su perduración. Uno de los planes que se nos han ocurrido para llegar a un público más extenso es publicar en junio o septiembre un número dedicado a la llamada “crisis contemporánea”, tema que ha comenzado a seducir a mucha gente pacífica cuya alarma es totalmente injustificada, pues la crisis verosímilmente no llegará a afectarla. Pero como son un número considerable, podría ocurrir que vendiéramos mil ejemplares más, cosa no despreciable desde el punto de vista rentístico. Para este New Deal querría su colaboración. Caracterízase ésta no sólo porque debe tener alrededor de tres mil palabras, sino, además, porque tratándose de amigos íntimos no pienso pagarla (lo que comunico para su gobierno). Tendrá usted en cambio la satisfacción de figurar al lado de Spranger, Stevenson, Merlau- Ponty, y posiblemente de Marylin Monroe y Gina Lollobrígida. Las nobles páginas que usted no se va a negar a escribir versarán sobre si hay o no hay una crisis contemporánea, problema conceptual que creo que puede ser tratado por poca gente con tanta claridad como por usted, es seguro que se dicen muchas tonterías sobre el tema, pero en parte por errores de planteo; y estos serían los que yo querría que usted y otros amigos aclararan.
Como usted vé, tengo ocios suficientes para proyectar pequeños disparates como éste. Mi familia carnal y parte de la política opinan que más me valdría aumentar el índice de mi productividad, medida en bienes muebles. Yo sostengo que no solo de pan vive el hombre sino también de nobles ideales, como por ejemplo, la defensa y difusión de la cultura, argumento que ha provocado más de una vez sutiles y refinadísimos insultos de uno de los bandos. Pero quizás me reivindique si consigo colaboraciones como la suya (gratis), que revelarán la solidez de mis conections internacionales.
A pesar de todo sigo trabajando un poco y sobrellevo la amena situación en que mis congéneres y yo nos hallamos. Sé que ustedes están a gusto en Bryn Mawr y que, salvo que tener que hablar en inglés, no lo pasan mal. Por lo menos usted podrá escribir sus libros tranquilo y dar clase sobre lo que le guste, lo cual, visto a la distancia, constituye un ideal.
Dígame qué norteamericano lúcido podría escribir sobre el mismo tema que le pido a usted y decir algo interesante, siempre que se conforme con diez dólares, que es de lo que dispongo para desconocidos ilustres. Espero sus noticias y mientras llegan le envío un gran abrazo para Renée, Jaimito, y para usted una efusión que en los otros casos no sería prudente.
JLR
https://jlromero.com.ar/wp-content/uploads/2024/01/50.-JLR-a-F-22-noviembre-1954.pdf
De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
Bryn Mawr, 21 de enero de 1955.
Sr. D. José Luis Romero
Adrogué
Muy querido amigo:
Sigo recibiendo regularmente IMAGO MUNDI, lo cual me sorprende dado el escaso predicamento de que gozo en las administraciones postales; no puedo, pues, decir que la revista no marcha, como sus enemigos (que son los míos) propagan cínicamente. He leído con gozo algunos de sus artículos; he ojeado displicentemente otros; he saltado varios: en suma, he hecho con los sucesivos números de la citada IMAGO lo que se suele hacer con las revistas verdaderamente interesantes. Dicho sea de paso, admiro su decisión de continuar con una empresa que, con toda seguridad, no está hecha para suscitar el entusiasmo de las masas.
Observo que su carta adolece de algunas incoherencias, entre las cuales me permito llamar su atención sobre la siguiente. Por un lado, sospecha (con excelentes razones) que mi actividad es tan intensa que muy pronto se verán los frutos de la misma en incontables volúmenes publicados (pero no distribuidos) por las editoriales de varios continentes. Por otro lado, insinúa (con razones no menos sólidas) la necesidad de que mi nombre figure en un número especial de IMAGO MUNDI dedicado al novedoso tema de la crisis. Tengo la impresión de que el penúltimo citado párrafo (que, naturalmente, es cierto) constituye un gravísimo obstáculo para la realización del último. Ahora bien, un compromiso descubre en el horizonte (como diría Vargas Vila) su rosada sonrisa: si me da usted tiempo a escribir un artículo sobre el problema de la crisis (siempre, claro está, que sea en estrecha colaboración con Gina Lollobrigida) hasta el próximo verano, trataré de enjaretar varios sublimes pensamientos. Razones para posponer mi escritura: (1) Estoy todavía preparando mi nueva (y muy aumentada) edición de mi Diccionario de filosofía (que no sé cuándo voy a terminar); (2) Me anuncian pruebas de los siguientes libros: Cuestiones disputadas (Revista de Occidente, Madrid), Lógica matemática (Fondo de Cultura Económica, México, D. F.); Las formas de la vida catalana (aumentada, con varios ensayos nuevos: Editorial Selecta, Barcelona); (3) Tengo que escribir antes de Junio una introducción nueva a mi agotado volumen Cuatro visiones de la historia universal que sea digno sustituto de la ya superada antigua introducción,; (4) Tengo que dar este semestre un curso nuevo sobre estética (materia de la que poseo una notoria ignorancia). Hay también (5), (6) y (7), pero los reservo para una próxima misiva.
Si no puede esperar, no tendrá más remedio que publicar el artículo firmado solamente con Gina Lollobrigida (lo cual reducirá indudablemente su interés). En cambio, ya sabe que esperando llega la hora del cumplimiento (como diría Sanz del Río): lo mismo aconteció (como dolorosamente recordará) con mi artículo sobre la lógica medieval: se lo envié aproximadamente dos años después de habérselo prometido, pero allá fue, y todavía constituye pasto de admiración para los lectores de la revista (como usted bien sabe y se niega envidiosamente a confesar).
En cuanto a la gratuidad de mi lejana colaboración, no hay que decir que estoy conforme con ella en los dos sentidos del vocablo.
Marichal está poseído de una inquietud creciente pensando en las separatas de su artículo en un número ya notoriamente envejecido de IMAGO MUNDI. Mándele, por favor, por lo menos una parte de las 10.000 separatas que, según razonable cómputo, le corresponden.
Aparte las noticias antes mencionadas (y cuyo interés, como habrá podido usted advertir, es escaso), no hay nada que decir. Este próximo verano pensamos ir de nuevo a Europa, pero como coincide la ida con mi año sabático, estaremos allá probablemente hasta el mes de Septiembre del año 1956.
Saludos de casa a casa. Escríbame de vez en cuando. Le abraza muy cordialmente su siempre amigo
Ferrater Mora
https://jlromero.com.ar/wp-content/uploads/2024/01/JMFM-a-JLR-21011955.pdf
De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
Bryn Mawr, 5 de junio de 1955.
Querido José Luis:
Unas líneas sólo antes de salir de Bryn Mawr. Tomamos el barco en Nueva York hacia el 11 y llegamos a París el 16 o 17. Estaremos allá hasta el 30 más o menos (dirección: 30, rue du Plateau. París, XIX, Francia). Luego nos dirigiremos a España (dirección postal desde el 2 de Julio hasta el 31de Agosto: Santa Teresa, 7, Barcelona). A comienzos de Septiembre regresaremos a París (misma dirección), posiblemente vía Italia, y estaremos en a capital francesa con intermitencias hasta Septiembre de 1956. Si hay dinero, humor y tiempo pensamos hacer breves visitas a diversos países del viejísimo continente, pero lo mejor será centralizar la correspondencia en la citada dirección parisina. Espero allá su próxima carta; considere que hace varios lustros que estoy limpio de noticias directas suyas.
Nuestra larga estancia en Europa se debe (como puede usted sospechar) al año sabático. Es una costumbre que algunos consideran nociva, pero que nosotros estimamos fundada, como diría Kant, en la naturaleza de las cosas. Espero darle más amplias noticias de nuestra insignificante existencia en tiempos próximos (previo recibo de su esperada carta). De momento me limitaré a decir que (1) acabo de publicar en la Revista de Occidente mi interesante volumen de ensayos filosóficos titulado CUESTIONES DISPUTADAS (del que le hice enviar ejemplar directamente desde Madrid); (2) se anuncia publicación de la LÓGICA MATEMÁTICA que pergeñé en colaboración con nuestro común amigo Leblanc; (3) la Sudamericana anuncia una segunda edición (con una introducción nueva) de mis CUATRO VISIONES DE LA HISTORIA UNIVERSAL; (4) dentro de cuatro o cinco meses espero tener listo el nuevo original de mi DICCIONARIO DE FILOSOFÍA (cuarta edición), que será considerado -por lo menos desde el punto de vista del esfuerzo físico- como una obra de romanos. Le hago gracia de varias pequeñeces; si tengo tiempo en Europa, iniciaré mi apasionante libro sobre EL SENTIDO DE LA HISTORIA.
¿Qué hay de IMAGO MUNDI? Hace tiempo que no recibo mi ejemplar (a pesar de que envié y seguiré enviando la substanciosa cantidad que importa su suscripción). Por lo pronto, y en la esperanza de que siga en vida, le incluyo el tantas veces prometido articulito-reseña de la HISTORIA DE LA FILOSOFÍA RUSA, del señor Zenkovsky. Dígame si le parece publicable.
Hasta pronto, con cariñosos saludos de casa a casa. Suyo, y un gran abrazo
Ferrater Mora
https://jlromero.com.ar/wp-content/uploads/2024/01/JMFM-a-JLR-05061955.pdf
De José Luis Romero a José María Ferrater Mora.
Adrogué, 12 de septiembre de 1955.
Mi querido José María:
Hace tiempo que estaba esperando que los plazos fueran cumplidos para dar rienda suelta a mi incontenible afán epistolar. Setiembre no llegaba empero, y he debido contenerme hasta hoy para escribirle a París, donde me lo imagino triste y desolado, añorando la verde pradera de Bryn Mawr, sus penetrantes discípulos y sus eruditos colegas. Y acaso compare esa sucia ciudad, tan vetusta, con la sublime gracia de Filadelfia, espíritu transformado en urbe en virtud del eros subsumido en el alma de Franklin. Si acaso tiene suficiente imaginación y ganas de envidiar, le aconsejo que me tome como punto de referencia. ¿Qué puede Ud. disfrutar de la vida en ese páramo, que carece de Plaza de la Discordia y yace olvidado de los mágicos sonidos ideados por el glorioso Nobel, músico supremo? La rue de la Paix no ha conocido los deleites que se experimentan en Florida, donde los ágiles peatones se sienten Aquiles flexípedes, al impulso de los poderosos estímulos que circulan por ella, y los Campos Elíseos se avergüenzan de ser una pura metáfora mientras abundan en otras partes Hades ad oc (o adhochades, si la etimología le parece más sugestiva y la semántica menos perjudicada). Lo compadezco, en fin, muy de veras, por verse obligado a permanecer en París, y espero que su próximo año sabático lo pase en nuestros lares, que ya procuraremos que para entonces conserven su dinamismo y solaz.
Claro que como Ud. es hombre metódico, será capaz de aprovechar su tiempo y disfrutar hasta en París. Parece que esta vez se va a dar Ud. el gusto, y se dedicará a vivir. Se lo merece, y todo hace suponer, dado su testimonio, que hay una justicia, no sé si in o trasc. Veo por el tono de sus cartas que está contento, y por los hechos que no han perdido el ánimo. Los felicito.
Lamento no poder servirle para el contracanto. Sobrevivir no es una empresa que incite a la melodía. Pero ya sabe Ud. que tengo mecanismos secretos para no desesperar. En realidad trabajo más que nunca y escribo vorazmente. Casi debo ensuciar tanto papel como Ud. aunque con menos gloria, dados los valores intrínsecos y, en parte -concédame- la envoltura de presentación.
He recibido sus CUESTIONES DISPUTADAS, algunas de las cuales -además del prólogo- he leído. Ya sabe cómo me seduce su precisión, que Ud. tanto busca y tiene la suerte de encontrar. Espero ahora que me manden las Cuatro versiones a IMAGO para ver las novedades, y espero sobre todo algún adelanto de su Sentido de la Historia, pues acabo de declarar por escrito que no creo que la historia tenga sentido.
Le confieso que me extraña sobremanera sus dificultades con IMAGO. Se envían regularmente y hay muchos a quienes les llega. Todo confluye hacia la idea de que Ud. es un elegido, pero no para el correo. Imago, la pobre, sigue saliendo. Es honesta y buena. Ignora cuanto ocurre a su alrededor, y persiste como una soldada del Ejército de Salvación en recorrer las calles que no se atrevería a recorrer si fuera prudente y tuviera sentido crítico. Su padre -un servidor- no sabe si avergonzarse de ella o envanecerse de su admirable tenacidad. Todos ustedes, los tíos y demás deudos piensan en ella como una sobrina lejana a la que sólo se ve en las fiestas de familia, pero yo que la alimento cada día (pues ella a mí, no) he llegado tomarle cariño. Siempre le digo que tengo que llevarla a tomar aire puro para que se tonifique, pero ella sonríe con un poco de estupidez (supongo que heredada) y se conforma con el aire humilde y ligeramente mefítico que la vio nacer. Ahora le he mudado, y la he puesto en Avda. Roque Sáenz Peña 832, of. 302, donde Ud. podrá mandar las colaboraciones que desee (sin que esto sea una indirecta ni una alusión al número sobre la crisis, con el que Ud. se va a morir de envidia si no participa, a causa de los colegas que no va a tener). Cuando sea mayorcita, seguramente mejorará, pero le temo a la anemia, porque las piernas se le están quedando flacuchas.
Su padre sigue ocupándose de sus cosas, la administración de sus compañías, la vigilancia de sus propiedades, la atención de sus acciones, amén de la limpieza de los enseres domésticos y otros menesteres de menor cuantía. En sus muchos ocios perpetra la historia de la cultura occidental que piensa mandar al fondo (pero con mayúscula) y abunda en los materiales para los orígenes. No hablemos de artículos y traducciones, pues el tea culpa tendría que ser mea. Pero afortunadamente nadie hace caso de sus admoniciones y las fábricas de papel siguen ofreciendo materia prima.
A propósito de artículos, se me ocurrió pedirle un favor, cuando vi que estaba Ud. invitado a no sé qué congreso de Milán. Si tiene relación con los Cuadernos, propóngales que me reiteren cierta invitación que me han hecho según carta que ha recibido Paco. Tengo un vago deseo de resumir algunas ideas (pocas) sobre el destino de la cultura de lengua española, y creo que es lugar adecuado para publicarlo. Amén de… Ya sabe Ud.
Le deseo que disfrute mucho de ese continente. He perdido las esperanzas de ir por ahora, aunque lo deseo y lo necesito. Estoy seguro de que le hará bien y compensará las ventajas y desventajas de su país de adopción, además verá gente y circulará por el mundo. Lo envidio. Aunque no tanto como para perderle mi cariño, de modo que le mando un gran abrazo, que Ud. compartirá con Reneé y Jaimito.
JLR
https://jlromero.com.ar/wp-content/uploads/2024/01/53-De-JLR-a-F-12-setiembre-1955.pdf
De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
Bryn Mawr, 14 de octubre de 1955.
Querido José Luis:
Hace unas semanas que tengo que contestar una carta que en principio tenía que estar dirigida a un humilde (bien que glorioso) ciudadano argentino. Parece que la cosa va resultando difícil: por diversos conductos me llega la (grata) información de que dicho ciudadano argentino (humilde, pero, repito, glorioso) no ha dejado de ser glorioso, pero ya no puede ser calificado de humilde. Lo único en que tales fuentes difieren es en el lugar desde el cual está dirigiendo los destinos culturales del país: unos dicen que desde la Interventoría (o lo que funge de tal) de la Universidad de Buenos Aires; otros, que desde el Ministerio de Instrucción Pública; otros, que desde una ilustre Embajada. No sigo: es deber de tal ciudadano precisar estos numerosos rumores y darles el relieve que corresponde a su realidad. Por lo que a mí hace, no me disgustaría nada que tal ciudadano rigiera los destinos del país desde la Presidencia. Bromas aparte: las noticias que me han dado (y que, a pesar de todo siguen vagas) acerca del cambio de régimen y de la nueva vida universitaria no han hecho otra cosa que colmarme de alegría (y de una botella de champán apresuradamente comprada en la esquina y que resulta un must para todo habitante -por transitorio que sea- de París) tan pronto como reciba noticias de cuya probabilidad había llegado ya a dudar.
Supongo que la intensificación obligada de actividades producidas por los mencionados acontecimientos no le impedirá arrojar unas líneas al ciudadano (humilde y a la vez inglorioso) que suscribe). Celebro, en todo caso, que hubiere recibido mis Cuestiones disputadas a tiempo para que pudiera leerlas. Lleno de optimismo, le he hecho enviar también por la Sudamericana mis nuevas Cuatro visiones y por el Fondo de México mi Lógica para uso de vagos adolescentes. También lleno de optimismo, iré a ver a las gentes de Cuadernos y les haré constar que a menos que reiteren su invitación a colaborar en la revista (por un precio siempre módico, pero no meno apetecible) usted se negará enérgicamente a enviarles nada. De Imago Mundi no sigo teniendo otras noticias que las de una persistente ausencia de números que ya había notado en Bryn Mawr, pero supongo que allá me esperan una tal cantidad de ellos que a mi regreso no podré hacer otra cosa sino pasar días y noches encerrado para apurar su lectura.
Estamos en París desde mediados de Septiembre. A mediados de Agosto salimos de España para darnos una vuelta por Italia (sobre todo, por Roma). Ahora pensamos anclarnos aquí con relativa firmeza, aunque ya en Noviembre tengo que hacer un (breve) viaje a la Gran Bretaña. Mi dirección es, pues, la misma a la cual me ha escrito su carta. Aquí me tiene pensando con tristeza en la hermosura de Filadelfia y procurando compensar estos sinsabores con la asistencia a diversos espectáculos y las excursiones (en automóvil que me ha legado un amigo de EE.UU. y que conduzco maravillosamente en medio del mar de vehículos que se ha enseñoreado de esta parte del mundo) por los alrededores de esta capital. Los ratos libres los dedico a empujar furiosamente mi ya infinito Diccionario, que aumenta, crece, se multiplica y ha alcanzado proporciones ante las cuales la Sudamericana piensa cesar toda publicación durante dos años para permitir la de mi mamotreto. Este invierno le daré la puntilla, incluyendo la corrección de pruebas con que el amigo López-Llausás me amenaza a cada instante.
Saludos muy cariñosos de nosotros tres a los suyos. Con la alegría por todo lo que me dicen de su buen amigo
Ferrater Mora
https://jlromero.com.ar/wp-content/uploads/2024/01/JMFM-a-JLR-14101955.pdf
De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
Bryn Mawr, 10 de septiembre de 1956.
Querido José Luis:
Hace meses, años, ¿qué digo? siglos que no tengo noticias directas suyas. Indirectas, algunas (su nombre apareció en una editorial de Le Monde con motivo de la “crisis universitaria” de hace unos meses; su hermano Francisco me dio recientemente algunas precisiones …). Pero, en todo caso, insuficientes. ¿Tendrá usted tiempo de entretener, con sus ágiles misivas, el frecuente spleen de este su siempre fiel amigo? Así lo espero para mayor honra y gloria del futuro compilador de nuestra correspondencia completa.
Hemos estado quince meses (sabáticos, según dicen) en Europa: la mayor parte del tiempo en Francia, con especial insistencia en París; dos veces en España, una en Italia, otra en Bélgica, otra en Alemania, otra en Inglaterra, Gran Bretaña o Reino Unido (escoja el nombre que la historia le recomiende) … Durante este tiempo he trabajado con tanto entusiasmo como escaso provecho (público). He terminado una nueva, y ya imponente, edición de mi “Diccionario de filosofía” (1.535.567 palabras, ni una menos), he reescrito completamente mi libro sobre Unamuno (con dos capítulos originales memorables), he escrito (y publicado) un considerable número de artículos varios (incluyendo en idiomas no hispánicos), he terminado casi un pequeño volumen para Columba sobre el apasionante tema qué es la lógica (¡como si le importara a alguien!), he corregido pruebas de un pequeño volumen en inglés (escrito en el mismo idioma por el que suscribe) sobre Ortega y Gasset, he contratado con una editorial norteamericana la publicación en inglés de mi “Hombre en la encrucijada” (dudo que aparezca jamás), he publicado diversos volúmenes de grata lectura, tales como una colección de ensayos en la Revista de Occidente, una lógica matemática, una nueva edición revisada (y mejorada) de mis “Cuatro visiones de la historia universal” (de que usted habló en su tiempo), varios de los cuales le envié o hice enviar sin la menor esperanza de que usted viera siquiera las cubiertas o leyera las solapas (hoy día la parte más importante de los libros) … ¿Qué más le diré? ¿Le daré la lista de las películas vistas, de las piezas de teatro encentadas, de las innumerables catedrales fatigadas? Prefiero dejarlo para otro día, cuando tenga la seguridad de que mis cartas no caerán, sin abrirse, en el cesto de los papeles. Me lo imagino tan ajetreado ahí por los acontecimientos, que no me extrañaría llevase usted a cabo mi insinuación pérfida.
Me he encontrado aquí con dos o tres números de IMAGO MUNDI, que aún no he tenido tiempo de ver. Creo que me falta algún número. Cuando haya hecho la revisión pertinente, escribiré (si existe todavía) a la administración. Pediré, además, humildemente, si les debo algo. Ahora me limitaré a hacerle una petición (que reitero por el mismo correo y en forma implacablemente oficial a la administración susodicha). EL profesor M. C. Nahm, que es jefe de mi departamento de filosofía, acaba de publicar un libro titulado “The Artist as Creator”, que me ha sugerido reseñar en alguna importante publicación de lengua española. El adjetivo “importante” me ha sugerido inmediatamente el nombre de IMAGO MUNDI (como “verano sugiera “calor” y “televisión” sugiere -en esta comarca- “Rheingold beer”). Pero, además, resulta que el libro en cuestión pertenece a la sugestiva disciplina, campo o esfera llamados de “historia de las ideas”. ¿Le interesaría (o no le indignaría) que les enviara oportunamente una reseña de extensión análoga a la que pergeñé sobre la trad. al inglés de la Historia de la filosofía rusa de Gaspadin Zenkhvski (y que creo ya se publicó en IMAGO MUNDI)? Contésteme, por favor, pronto para ponerme manos a la obra … cuando haya terminado la revisión de pruebas de galera de mi nuevo y descomunal Diccionario.
Querido José Luis; hasta pronto (espero). Saludos cariñosos de casa a casa, y un abrazo especialmente encargado de
Ferrater Mora
https://jlromero.com.ar/wp-content/uploads/2024/01/JMFM-a-JLR-10091955.pdf
De José Luis Romero a José María Ferrater Mora.
3 de diciembre de 1956.
Mi querido Ferrater:
No dispondría ni de tiempo ni de papel para iniciar una disculpa de mi imperdonable desidia. Pero cuento con su comprensión, y me apresuro a comunicarle que por un azar estaré en USA un par de semanas a partir del 10 de diciembre aproximadamente.
Le anticipo que con mucho gusto publicaremos su reseña, la cual naturalmente pudo haber sido mandada sin consulta, pues ya sabe Ud. cuanto lo estimamos.
En cuanto a mi viaje, me propongo visitarlo en Bryn Mawr -y supongo que veré a los Marichal allí- Escríbame si me admiten a J.L.R. c/o Arturo Morales Carrión, Depto. de Estado, Puerto Rico, pues estaré allí entre el 3 y el 10 de diciembre. Luego estaré unos días en Nueva York y luego lo visitaré (si me invita), deme su teléfono y dirección.
Hasta muy pronto, pues, y un gran abrazo de (para todos)
JLR
https://jlromero.com.ar/wp-content/uploads/2024/01/56.-JLR-a-FM-3-12-56-.pdf
De José Luis Romero a José María Ferrater Mora.
Buenos Aires, 31 de mayo de 1961.
Señor José Ferrater Mora.
Querido amigo:
Hace tanto tiempo que no nos escribimos que no sé cómo comenzar. Espero que después de ésta reanudemos el contacto regular. Pero ahora quiero explicarle el motivo concreto que me mueve a escribirle.
Me han nombrado director de la Revista de la Universidad de Buenos Aires y nos hemos propuesto dar a la misma una fisonomía nueva, centrando cada número en el estudio de un problema particular. El primer número, que ya está en la imprenta, trata el problema del desarrollo; el segundo, ya en marcha, estudia el impacto de la ciencia y de la técnica en el mundo moderno. Ahora estamos preparando el tercero cuyo tema central será “Humanismo y ciencias del hombre”. Hasta el momento tengo encargados los siguientes artículos:
– Rolando García, Humanismo y lenguaje.
– Butelman, Humanismo y psicología.
– Gregorio Klimovsky, Humanismo y ciencias exactas.
– Norberto Rodríguez Bustamante, Humanismo y sociología.
– Ramón Raggio, Metafísica y filosofía científica.
– Marcelo Bórmida, Humanismo y antropología.
Ahora bien: yo querría iniciar el número con un artículo general sobre el problema cuyos términos fundamentales girarían alrededor de la relación entre la noción tradicional de humanismo -en lo que tiene de tradicional y en lo que tiene de permanente- y los nuevos enfoques de las llamadas ciencias del hombre en los que parece predominar una fuerte tendencia empírica. Mi deseo sería que usted nos hiciera este artículo. Creo que no sería muy difícil para usted, porque sólo le pediríamos unas doce o catorce páginas tamaño carta, a doble espacio, y tendría que estar en nuestro poder en la primera quincena de agosto.
Se imaginará usted con cuánto interés espero su respuesta, y cuánto deseo que sea afirmativa; mientras llega le mando mis mejores saludos a su mujer y a Jaimito -que ya deberá llamarse Jaime- y a usted un gran abrazo de
JLR
https://jlromero.com.ar/wp-content/uploads/2024/01/57.-JLR-a-F-31-de-mayo-de-1961.pdf
De José Luis Romero a José María Ferrater Mora.
Adrogué, 28 de noviembre de 1966.
Mi querido Ferrater Mora:
A pesar de que nuestra correspondencia se interrumpió ya hace tiempo y no tengo sino espaciadas noticias de ustedes, una de las cosas que me produce alegría en este próximo viaje a Estados Unidos es la posibilidad de encontrarnos y conversar largo con ustedes. Ahora descubro que, contra mi costumbre, me ha salido un comienzo retórico casi barroco; pero no voy a cambiar la hoja por eso, y me limito a jurar que ha sido fruto de la más espontánea inspiración. Por lo demás es cierto. Cuando le dije a mi mujer que me invitaban para estar cinco meses en Nueva York, lo primero que se le ocurrió es que podíamos ir a visitarlos a ustedes. De modo que, siendo el hecho exacto, se puede perdonar la forma expresiva.
Estaremos en Nueva York desde enero hasta mayo, invitado yo por Tanenbaum (Latin American Seminar), en Columbia University, School of International Affairs. Seguramente residiremos en el Hotel Middlestowne, en 148 East 48 th st. Me gustaría que estuviéramos en contacto porque querría visitarlos un fin de semana. Hasta el 19 estaré en Buenos Aires, y ese día salimos para Lima, Guayaquil, Bogotá y México. Estamos muy contentos.
Espero que hablaremos largo, y en más de una oportunidad. Muchos saludos para su mujer y su hijo, y un gran abrazo de
JLR
Noticias mías podrá darle en todo caso la Srta. Vera Kwochka, Institute of International Education, 809 United Nations Plaza, N. Y.
https://jlromero.com.ar/wp-content/uploads/2024/01/58-JLR-a-F-28-noviembre-1966.pdf
De José Luis Romero a José María Ferrater Mora.
Hotel Middletowne [Nueva York, enero/mayo de 1967].
Estimado José María:
Hace tiempo que quiero escribirte, pero me han detenido ciertas incertidumbres con respecto a fechas, pues me encontré con compromisos preestablecidos.
Pienso si podríamos visitarlos algún día entre el sábado 18 y el miércoles 22. Nosotros aprovecharíamos para visitar Filadelfia un par de días -antes o después- de la fecha que a ustedes les conviniera. A nosotros nos da lo mismo cualquiera de esos días.
Si prefieres contestarme por teléfono, puedes llamar cualquier día antes de las 9 y media.
Muy cordiales saludos de los dos para los tres.
De más está decir que si no les vienen bien esas fechas podemos buscar otras. Esta propuesta es un punto de partida.
JLR
https://jlromero.com.ar/wp-content/uploads/2024/01/60-9-febrero-1967.pdf