José Luis Romero – José María Ferrater Mora, 1944-1967

De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
Santiago de Chile, 27 de marzo de 1944.


De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
Santiago de Chile, 19 de julio de 1944.


De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
Santiago de Chile, 28 de noviembre de 1944.


De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
S. f.  [primeros meses de 1945].    


De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
Santiago de Chile, 30 de mayo de 1945.


De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
Santiago de Chile, 8 de septiembre de 1945.


De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
Santiago de Chile, 26 de febrero de 1946.


De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
Santiago de Chile, 29 de julio de 1946.


De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
Santiago de Chile, 24 diciembre 1946.


De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
Santiago de Chile, 4 de julio de 1947.


De José Ferrater Mora a José Luis Romero.
Santiago de Chile, 4 de agosto de 1947.


De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
Santiago de Chile, 14 de octubre de 1948.


De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
New York, 10 de enero de 1948.


De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
New York, 11 de abril de 1948.


De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
[Princeton], 20 de julio de 1948.


De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
Baltimore,  11 de noviembre de 1948.


De José Luis Romero a José María Ferrater Mora.
Adrogué (Bs. As.), 22 de marzo de 1949

Mi querido amigo Ferrater:

Ha pasado tanto tiempo desde su última carta que ya no sé cuál es la última, y si debo contestar a una sola o a dos o tres anteriores. Por si acaso, no le contestaré a ninguna, y empezaré el monólogo ab ovo, como suele ser costumbre de historiadores y políticos.

Ya sabe Ud. que estamos en Adrogué (Cerreti 928); que me operaron, que mejoré de salud, que empeoré de medios circulantes, que sigo empeorando, etc.

Es lo que constituye mi “historia externa”, como decimos los sabios. En cuanto a la interna, tengo tan poco que decir que no sé por dónde empezar, de miedo de acabar excesivamente pronto. He trabajado mucho este verano, en medio del trajín de albañiles y pintores, y de múltiples dolores de cabeza de origen administrativo. He terminado un librito para Méjico (I) sobre la Edad Media, he rehecho un texto escolar, y todavía he podido guardar las mañanas para estudiar. Creo que soy un verdadero atleta de la digitación estenográfica, casi tanto como Ud., que parece superar mi récord con su marca de 300.000 palabras señalada en el torneo de Baltimore.

Espero que de una vez se instale en Buenos Aires, donde me hace mucha falta para conversar. No quiero hacer confidencias sentimentales, pero la verdad es que tengo pocos amigos con quienes me guste tanto el diálogo como Ud. y por quienes sienta tan verdadero afecto. Le prometo largas tardes de sol suburbano, con abundantes coloquios sobre las únicas cosas que me interesan y me permiten olvidarme de tanta amargura. Pero es absurdo que yo le diga esto a Ud., que sabe de ello tanto o más que yo.

Dejo para entonces dilucidar nuestros puntos de vista sobre la cultura occidental, en lo que trabajo con ahínco por mi parte. Ahora he centrado mi interés en la baja Edad Media, donde creo hallar algunas de las claves que buscaba, y que creo haber sorprendido: el siglo XIV, primer ensayo general -fracasado- de la modernidad. Son innumerables los datos curiosos y significativos que ofrece ese período tan estudiado. De allí para atrás y de allí para adelante, tomo notas sobre mil cosas que me parecen reveladoras, y como no puedo con el genio, empiezo a preparar un libro sobre esa época -que llamaré LA EDAD FLORIDA- para rebatir a fondo la tesis de Huizinga e intentar una explicación que integre el fenómeno del barroco flamenco borgoñón y el fenómeno del naturalismo italiano. Sólo el juego de ambos explica algo a mi juicio: la época misma, y los contenidos oscilantes de toda la cultura occidental. Pero no sigo, aunque tengo bastante claridad ahora sobre el tema.

Por aquí no pasa nada nuevo. Todo es viejo. Yo quizá viaje semanalmente a Montevideo a dictar unas clases, y entonces me pondré un poco a tono con el alza del costo de la vida, aunque dejaré seguramente el poco hígado que me queda en el trajín. No me quejo, por lo menos demasiado.

Abrazos a los suyos, y uno grande de su amigo.


De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
La Habana, 20 de julio de 1949.


De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
Bryn Mawr, 1 de abril de 1950.


De José Luis Romero a José María Ferrater Mora.  
Adrogué (Bs. As.), 25 de abril de 1950. 

Sr. José M. Ferrater Mora.

Muy querido amigo:

Debo confesarle que el tono de su última carta me ha llenado de congoja, esta vez, fuera de broma, he tenido la sensación de la culpa. Sobre todo porque no tengo disculpa alguna. Sólo una cosa una cosa puedo asegurarle, y es que sólo la pereza epistolar ha tenido la culpa de que no le haya escrito, pues es la verdad, y esto también sin broma, que no solo lo recuerdo permanentemente, sino que puedo asegurarle que cuando hago la lista de mis amigos visibles e invisibles su nombre es siempre de los primeros que acuden. Por lo demás, la lista es breve. Pero no me abandona la certidumbre de que si pudiéramos conversar difícilmente cambiaría yo el coloquio con Ud. por ningún otro. Esto es casi una declaración de amor, o por lo menos de amor intelectual, pero además se robustece con una inequívoca simpatía personal que se mantiene incólume desde que Ud. se apareció por primera vez en el hotel Victoria, en Santiago, hace ya un buen número de años. Todo ello -y la satisfacción que me produce decir por ahí que soy amigo suyo- me cerciora que no he dejado de escribirle por ningún sentimiento secreto sino por una torpeza que en este caso es notoriamente idiota, y de la que me arrepiento de veras. Le anticipo, pues, antes de llegar al final de la carta, un gran abrazo fraternal, con el que va la seguridad de que puede Ud. contarme entre sus amigos más seguros para lo que sea, y un ruego humilde de perdón.

Mi pereza epistolar es ya proverbial y me ha dado muchos disgustos, algunos de este tipo sentimental, y otros de tipo práctico. Como no me corrijo, supongo que debe ser congénita y constitutiva, aunque no hereditaria, pues es notorio que mi hermano Francisco adolece de la enfermedad contraria, siendo del mismo padre y madre. En realidad, parecería ser falta de imaginación, pues con frecuencia me ocurre que no sé qué decir cuando me instalo frente a la máquina. Y no porque no me pasen cosas, sino porque suelo pensar que lo que me pasa no le interesa a nadie.

En esto debe residir el error, que es en el fondo pecado de soberbia más que de humildad.

De mi vida sólo puedo decirle que manifiesta una sensible monotonía. Durante el año pasado, aunque me moví mucho, no escapé de los esquemas tradicionales del profesor viajero. Una vez por semana me trasladaba a Montevideo donde permanecía dos días, y regresaba luego a Adrogué. Este año hago lo mismo exactamente, y la noche que paso en el río de ida y la que paso de vuelta constituyen para mí -que padezco de agorafobia- una especie de enajenación de la que solo me curo encerrándome en mi escritorio hasta la semana siguiente. Esta enajenación me preocupa. A veces no me recuerdo a mí mismo y paseo mi existencia con una sensible irresponsabilidad. Pero espero que la costumbre solucione este problema psicológico, aun cuando no se solucione el problema efectivo de tener que abandonar mi trabajo durante tres días seguidos entre unas cosas y otras. Porque, naturalmente, no he dejado la editorial Argos ni Losada, a causa de que lo de Montevideo solo dura siete meses. Pero si las cosas se normalizan, espero contar con más tiempo para algunas cosas.

Creo que ahora aprovecharía bien el tiempo, si lo tuviera, y lo tendré si lo de Montevideo me permite atenerme a eso solamente. Por lo pronto he dejado de escribir libritos, como el que Ud. ha leído, que no hace más que fastidiarme y obligarme a dar dos sabidas cosas que tengo a medio averiguar. Tampoco quiero escribir artículos ni dar conferencias, cosa que acaso consiga el año próximo. Porque tengo entre manos un vasto plan al que quiero atenerme estos próximos años, si las circunstancias no me son excesivamente adversas. Ahora tengo un plan claro. Quiero escribir una EDAD FLORIDA, esto es una cultura de los siglos 14 y 15, y quiero abordar luego -como programa para varios años- una historia de la cultura occidental en la que sabe Ud. que estoy pensando hace mucho tiempo.

La Edad Florida está planeada y dibujada en sus grandes líneas. Buena parte de las ideas conjunto están bastante afinadas; pero la cantidad de fuentes que me queda por revisar me asusta, pese a lo cual sigo en eso metódicamente. Las dificultades son numerosas. Muchas no las tengo a mano, mi latín es flojo, mis recursos escasos, y además necesito imprescindiblemente ir a Europa. Como no tengo dinero, he inventado un sistema que voy a poner en práctica. Pienso solicitar una bolsa de viaje a alguna de las fundaciones americanas, valiéndome de que me han nombrado miembro de la Medieval Academy of America, Camb. Mass. y de los buenos oficios de algunas gentes de ese país que acaso quieran informar bien de mis proyectos. El pedido lo haré acompañando el plan de la obra, y destacando la necesidad imprescindible de ver Cataluña, Provenza, Delfinado, Sicilia y Nápoles, Toscana y Borgoña, esto es, lo que llamo algunas veces “la otra Edad Media” -menos Borgoña- y esta última por otras razones.

En cuanto a la historia de la cultura occidental, estoy preparándome a través de un curso de tres años cíclicos que estoy dando en el Colegio Libre. Tengo ya -sospecho- un caudal de ideas claras, y lo que es más importante, me siento en posesión de un método histórico-cultural seguro. Necesito seis meses para ciertas lecturas filosóficas en las que estoy atrasado, y espero que no me confunda entonces. Recomiéndeme algo si se le ocurre para esto. Conste que después del diálogo aéreo, sigo creyendo que la cultura occidental empieza con la Edad Media, más un período de incubación antiguo; pero lo propio es la Europa desde las invasiones.

Afortunadamente estoy cosechando discípulos aquí y en Montevideo. Tengo ya un pequeño grupo de estudiantes que podrán ayudarme -ya lo hacen- y acaso me decida a distribuir ordenadamente ciertos trabajos. El inconveniente es la insanable falta de cultura general que se advierte, que obliga a empezar siempre por el principio y preguntarle a cada uno si ha leído alguna vez a Montaigne. La respuesta es siempre negativa, y se acompaña con una mirada de extrañeza. Con todo se puede hacer algo.

¿Cree Ud. que hay algún punto de vista interesante en la segunda parte de mi Edad Media? Si le ha parecido así, dígamelo. Debo confesarle que me han sido muy útiles sus ensayos sobre Filosofía de la historia y que he puesto en circulación las Formas de la vida catalana y España y Europa, insospechadamente llenos de cosas que me interesan enormemente.

En cuanto a las cosas que Ud. ha publicado por aquí en los últimos tiempos -Realidad, Sur- he leído algunas cosas, no todas. Se imaginará que sólo con un extremado egoísmo en materia de lecturas puedo seguir trabajando en mis temas a pesar de la vida ambulatoria que hago. Pero así como contesto sus cartas con sentimiento de culpa, le prometo leerlo todo en cuanto pase los apurones en que estoy ahora, con motivo de la inauguración de los cursos y de un par de seminarios que he iniciado con gran entusiasmo.

De la vida privada, poco. Los chicos están bien. La mayor ha entrado ya al colegio secundario y el menor ha empezado a ir al colegio. Tere está muy bien, y comienza a tranquilizarse y puede volver a sus abandonadas aficiones, de las que la alejaron los cuidados domésticos. Imaginemos que el Jaimitó, según la peculiar entonación de Reneé debe estar hecho ya un ciudadano norteamericano con todas las de la ley, excepto la ley seca.

¿Dónde nos veremos? Quizá pueda un día ir por allí, o pueda Ud. venir. De todos modos, tenga la absoluta seguridad de que no volverá a transcurrir tanto plazo sin que tenga noticias mías. Les mandamos muchos abrazos para todos, y espero que Tere le escriba a su mujer. Yo le envío uno vigoroso y con abundante palmoteo, que entre los latinos es signo inequívoco de verdadera y cordial amistad.


De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
París, 29 de junio de 1950.


De José Luis Romero a José María Ferrater Mora.  
Adrogué, 12 de septiembre de 1950. [No se conserva original]

Mi querido Ferrater:

Vencidos todos los plazos, me atrevo a escribirle todavía a París una carta, puramente simbólica. Otra más larga será despachada de inmediato -me puede creer- la semana entrante, que tengo feriado en la facultad (1)[ver nota manuscrita en el original de la carta], esta vez a E.C., con largas disquisiciones sobre temas varios.

Pero esta tiene más mérito. Es la carta de la amistad pura, sin tema, como las mejores obras literarias de nuestra época, y como puro mensaje. No quería dejar de escribirle a París, y se me han pasado los días sin sospecharlo. Y eso que más de una vez pensé encomendarle alguna pesquisa en librería de viejo de alguna cosa que necesitaba. Pero a dispersión de los viajes en superior a mis fuerzas. Trabajo bastante, pero con un consumo de voltaje que me desespera. La Edad Florida anda, y creo que en dos años más podré empezar a escribir, Dios mediante. Espero que lo habrán pasado bien y que Reneé y Jaimito estén satisfechos. Tere y los chicos les mandan abrazos. Y reciba un gran apretón de manos mío, en la certidumbre de que la verdadera carta será escrita antes de diez días. Con el afecto de siempre.


De José Luis Romero a José María Ferrater Mora.
Adrogué, 3 de enero de 1951.

Sr. José M. Ferrater Mora.

Muy querido amigo:

Supongo que habrá recibido la carta que le escribí a París, en la que le ofrecía toda suerte de excusas por mi desidia culpable. Tendré que volver a repetir la argumentación, pero entre todas las causas considere Ud. que mi pereza tiene algo de invencible, y sepa que me he perjudicado seriamente más de una vez por no escribir a tiempo. Sin embargo, créame que es a Ud. a uno de los amigos a quienes más le escribo… Y no es adulación, sino la pura verdad.

Para entusiasmarlo a Ud. -solo para eso- le contaré algunos detalles de mi vida pública y privada, como me pedía Ud. en alguna de sus cartas. Pero solo a condición de que haga Ud. lo propio mucho más por extenso, pues pese a todo es su vida más interesante que la mía, en cuyo transcurso no ocurre casi nada. En lo privado poco puedo decirle. Los chicos crecen, según su deber, van al colegio y afortunadamente aprueban sus cursos. Tere está muy bien y estudia un poco, lo cual me pone muy contento. Porque la “casa” -la propiedad, mejor dicho- tiene muchas exigencias y nos insume a ambos mucho tiempo. Le confesaré que le he tomado gusto a la jardinería, y pierdo abundantes ratos en ese menester; pero nada más que los que me fijo metódicamente para no distraer tiempo que necesito para cosas mejores. Por lo demás, trabajo mucho. Mi vida pública no tiene grandes exigencias. Ya sabe Ud. que viajo -cuando no estoy en vacaciones- a Montevideo todas las semanas, y estoy allá dos días, pero me quedan cuatro para mí, en mi casa, y sin ninguna otra obligación importante. En ese tiempo trabajo en mis cosas, y no estoy disconforme. Dicto en Montevideo Hist. Contemporánea, Filosofía de la Historia y este año tendré también un seminario que han creado a mi medida de historia de la cultura para que haga lo que se me ocurra. No me puedo quejar, y las perspectivas son muy buenas. Sólo lamento la falta de libros en ambas márgenes del Plata, que me obliga a dibujar más planes en función de las posibilidades. El punto capital de estos planes es mi Edad Florida, que ya empieza a llamarse Orígenes del espíritu burgués. Si Ud. quiere que discutamos el enfoque, empezaré por mandarle una copia del sumario, pues me gustaría mucho que volviéramos a lo que Ud. llamó una vez “debate aéreo”. Mi problema son las fuentes que leo en cantidades prodigiosas pero que no se acaban nunca, aparte de las que no puedo leer porque no existen por aquí.


De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
Bryn Mawr, 26 de marzo de 1951.


De José Luis Romero a José María Ferrater Mora.  
Adrogué, 17 de septiembre de 1951.

Sr. J. M. Ferrater Mora

Bryn Mawr Penn.

Muy querido amigo:

Estoy condenado a arrastrar frente a Ud. un complejo de culpa. Le confieso que no puedo saber si le he contestado su carta del 26 de marzo, pero me inclino a creer que no, pues de lo contrario tendría la seguridad. Debo comenzar, pues, con las excusas del caso. Esta vez se me ocurre una nueva. Piense Ud. que han transcurrido nada más que 21 semanas y que para mí cada semana cuenta con tres días. En consecuencia, mi pereza epistolar queda justificada además con mis múltiples ocupaciones.

De lo que estoy seguro es de haberle hablado a Sanchez Albornoz de su pedido sobre los Cuadernos. Espero que haya surtido efecto. En cuanto a lo de Espasa-Calpe, no he hecho nada pensando en hacerle una consulta, que no le he hecho -y esto es lo que me hace suponer que no le he contestado. Se trata de lo siguiente. Como Ud. sabrá, Paco tiene allí muchas relaciones, pues es autor de un libro afortunado. Su prestigio es, pues, grande; el mío no está probado pues el libro aún no ha salido -ni está impreso. ¿Por qué no le pedimos a Paco que haga la gestión? No he querido proponérselo por no saber si tenía Ud. algún reparo; pero si me autoriza, yo le hablo y en todo caso vamos juntos una mañana de esas que salimos por el centro.

No puedo pasar más tiempo sin decirle que acepté plenamente sus proposiciones en cuanto a la Guggenheim, y que todo salió a pedir de boca. Pedí la beca por seis meses y me aceptaron dejándome la dotación completa. De modo que hacia el 10 de noviembre llegaré a Nueva York. ¿Qué me dice?

Le debo una comida por la invitación, la sugestión previa, y todo lo demás que yo sé. Espero que haya en Bryn Mawr un restaurant digno del acontecimiento. En el plano puramente sentimental, le confieso que el día que recibí la comunicación de la beca, yo -que no suelo tener arranques sentimentales- tomé una hoja de papel y le escribí cuatro líneas comunicándoselo y anunciándole visita, todo con muchos abrazos y que sé yo qué más. Pero de pronto me acordé que no le había escrito contestando a su última carta y me llené de vergüenza. Entonces decidí postergar la carta, y así se ha pasado casi otro mes.

Necesito que me diga Ud. dónde está Bryn Mawr. Supongo que cerca de Filadelfia. Supongo que no muy lejos de Nueva York. Es descabellado pensar que el primer fin de semana me voy para allá? Mi plan es el siguiente: Llegaré a N.Y. el 12. Me quedaré allí hasta fines de mes, y entretanto viajaré a Washington, Filadelfia y -supongo- Bryn Mawr. Y desde principios de diciembre me instalaré en Cambridge, pues he resuelto fijarme en la Biblioteca de Harvard. Se me ocurre que, si le parece bien, puedo pasar la Navidad con ustedes; quiero decir, en Bryn Mawr, pero no instalado de huésped, sino de honorable vecino. Aunque no tengo la menor idea de si las distancias y los dólares no hacen de esto una utopía. En todo caso, allí resolveremos, pues puedo incluirlo en la pequeña gira que quiero hacer.

De todos modos, quedamos firmes en esto: en cuanto llegue a N.Y. me pongo en comunicación con Ud. y me largo para allá al fin de la semana. Pero deme algunos datos sobre distancias.

Aquí trabajamos intensamente en la propaganda de su Diccionario, bajo la diligente dirección de mi hermano, que la prepara como un general. A mí me ha tocado Montevideo, y he recibido 50 prospectos que estoy colocando con sabia discriminación. Por lo que he visto es verdaderamente magnífico. En cuanto a mis temas, llevo para allá material y podremos conversar largo sobre el asunto. Para eso, precisamente, pedí la beca -debo aclarar que contestaron negativamente a mi proposición europea-, y he hecho un recuento minucioso de los materiales y las ideas para saber a qué atenerme frente al maremágnum de los libros que debo consultar.

No sé si entretanto habrá recibido un folleto en el que adelantaba algunas ideas que salió en Montevideo.

Pero ya habrá tiempo de hablar de todo eso. La verdad es que ahora he perdido un poco el reposo, con tanto preparativo como tengo que hacer.

Ayer he tenido que hacer un verdadero esfuerzo para arreglar el jardín…

En Montevideo -aquí a la vuelta- se han portado muy bien conmigo y me han facilitado todo. El panorama sigue sonriendo… Además yo no creo en la guerra. En fin, como Ud. dice, Pangloss tenía razón (!!). Antes de ir a USA pasaré por Puerto Rico, Habana y Santiago de Cuba para dar unas conferencias. Pero el 12, en N.Y. y el 17 en Bryn Mawr. No deje de preparar el chuño que dicen que constituye el alimento al que deberé acostumbrarme.

Esta vez, y con motivo de la proximidad, el abrazo que les mando es para los tres juntos.


De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
Bryn Mawr, 29 de septiembre de 1951.


De José Luis Romero a José María Ferrater Mora.
Cambridge, [s.d. Primeros meses de 1952].

Querido José María:

El s.d. es una forma de evitar que pase a la posteridad una prueba más de mi inmensa desidia, que no han podido alterar los hábitos dinámicos de este país. Hoy me dijo Marichal que Ud. le había escrito, y una ola de vergüenza me cubrió el rostro, hasta el punto de casi perder el apetito, una cosa que, finalmente, no llegó a ocurrir, a Dios gracias. Pero me resolví a escribir inmediatamente, como lo estoy haciendo.

Desde tanto tiempo, tengo que revisar mi cansada mente para ver que le debo decir. Llegué con la radio, y el chisme ha cumplido con su deber alegrando mis tristes horas de proscripto (Espronceda, II, xvi). Yo llegué con ella, y también he cumplido con mi deber, devorando fuentes, lo cual origina una metáfora un poco extraña y ligeramente surrealista. En este momento me dedico a las obras políticas de Occam y a unos deliciosos procesos por brujería que son muy divertidos.

Como a Ud. le gustan las cosas raras y tiene buena memoria, busque en Thorndike, Hist. of Magic and Exp. Science, III, p. 12-13 la clasificación de la matemática prohibida de Tadeo de Parma y póngala en cuadro sinóptico; luego embroma a los amigos con las misteriosas posibilidades que deja entrever la terminología.

Por lo demás, he trabajado bien y me he ganado la confianza del difunto Sr. G. -que en gloria esté- aunque ya veo que mis planes excedían las posibilidades. En la semana entrante le enviaré una copia del reajuste que he hecho de los 2 primeros capítulos para que me dé su opinión si tiene un rato libre.

Para probar mi memoria y buena fe, ahí va la lista de la ópera casi omnia que posee Harvard de su poderoso numen: Cuatro visiones, 1° y 2° edición de Diccionario, España y Europa, Formas de la vida catalana, Sent. de la muerte y Unamuno. Para ser un genio relativamente joven y de lengua extranjera me parece que no está mal.

Otra novedad: Me vi con J. M. a quien entregué el libro. Anécdota del genio torerazo. Por teléfono combinamos la entrevista en Harvard Square, a la salida del subway. ¿Cómo nos reconoceremos? Le pregunto; y él: Bueno, como Ud. llevará mis Instrucciones a la Filosofía… Y yo: Pero podría haber otros que también… No pude seguir porque me pareció un abuso. Pero él se apresuró a decir. No… mire Ud… yo llevaré una gabardina… Se ve que le pareció verosímil.

Novedad patriótica. Me he convertido en catalanoaragonesimo en materia de hist. esp. Voy a releer sus Formas… a ver si Ud. sabe algo de lo que yo busco ahora. He recorrido todos los cat-arg. De XIV y XV. ¿Sabe Ud. de alguien que haya estudiado ese período en el sentido que a mí me interesa?

Novedad financiera. “Recibí sucesivamente los dos cheques. A Dios gracias, recibí otro más del representante del mencionado Sr. G. -que Dios haya tenido en la gloria-?.

Novedad gastronómica: me dedico a cargarme de hamburger en vista de mi próximo regreso a mi país. Hasta pronto. Abrazos a Jaimito y a Reneé. Y uno grandote para Ud. de


De José Luis Romero a José María Ferrater Mora.  
Adrogué, 5 de octubre de 1952.

Mi querido José María:

Me sorprende en una carta de Marichal la noticia de que va a visitarle a Ud. en Bryn Mawr. Yo le hacía a Ud. en París.

¿Qué ha pasado? No necesito decirle que sólo esa ha sido la causa de que no le haya escrito, excusa, lo comprendo, que sólo vale a partir de junio. Pero bien puede Ud. comprender que durante los primeros días no estaba en condiciones de escribir, dado los muchos trabajos que, como Heracles, tuve que padecer al llegar para poner en orden mis ideas, mis papeles, el jardín, otras cosas que se desordenaron por falta de mi habitual presencia. De no ser así, a estas horas hubiera Ud. recibido noticias mías, pues me he propuesto ser ahora muy formalito en materia epistolar.

No tengo que decirle que llegué a mi país y a mi casa. No había pasado de nada, y a los pocos días de llegar resultó que era como si no me hubiera ido, tanto que ahora mismo estoy yo pensando si el viaje no ha sido una mera ilusión óptica. Aunque de vez en cuando me descubro una opinión o una reacción espontánea frente a las cosas que me avisa de que ha cambiado en algo. Será que estoy más viejo. Me he puesto a trabajar de firme ya en el montaje del libro, y eso me tiene muy contento, de modo que solo espero las vacaciones para sumergirme en mis problemas. En cuanto a otros ya estoy sumergido.

Pero vuelvo a lo primero. ¿No fueron a Francia? Cuénteme que ha pasado y cómo andan. Supongo que Reneé habrá comenzado sus clases, que Jaime también y que Ud. estará embarcado en otro libro siniestro. Todo eso necesito saber. En la próxima le daré noticias sobre su libro, del cual le adjunto la reseña de La Nación; y hasta opiniones.

Y a propósito… ¿Por qué no me manda un ensayito breve -y gratis- para esta revista que ha fundado un grupo de jóvenes amigos de los que soy algo así como consejero? Es un esfuerzo bonito por sobrevivir. Le despacho un ejemplar del primer número.

Por aquí estuvo el antiguo huésped de Wellesley (él dice que de Harvard) vulgarizando la vulgarización de las vulgaridades sobre O y U que ya tenía escritas. Siempre tan cuco y tan mono; pero ha tenido éxito de señoras sino no vil trato de las que forman la nobleza local, por otro nombre oligarquía. Y a propósito: hay que buscar más filósofos hispánicos para tratar: dos son pocos y ustedes se van a desacreditar. Le propongo dos títulos: Vivencias de Vives y Caída de Zubiri. Núñez Soca (hijo) podría sugerir otras combinaciones atractivas, que no me atrevo a sugerir a su colega “recién llegado de Harvard” por temer que las acepte.

Escríbame. Un abrazo para todos de (firma)

[Nota al pie manuscrita]


De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
Bryn Mawr, 14 de octubre de 1952.


De José Luis Romero a José María Ferrater Mora.  
Adrogué (Bs. As.), 22 de diciembre de 1952.

Mi querido José María: Por primera vez me encuentro perplejo al comenzar una carta para Ud., porque no sé si disculparme o no por la tardanza en contestar. Creo que dos meses es un plazo prudente. Porque repare en que, si exageramos, no vamos a poder hacer otra cosa que escribirnos, lo cual, a pesar del interés que tendría para la posteridad, representada por nuestros respectivos escoliastas, haría poco llevadera esta existencia tan llena de pesadumbres y trabajos. Dos meses me parece un plazo ideal: seis cartas por año harán un bonito volumen, con las notas correspondientes, al cabo de cinco años (período 1952-57, por ejemplo); pero no conviene que se publiquen antes del cincuentenario de nuestros respectivos fallecimientos, de modo que sólo podrán leernos los nietos de nuestros hijos.

Entretanto, dediquémonos a satisfacer las ansias de nuestros trescientos lectores (quiero decir, tres mil…no.…trescientos mil), y prosigamos denodadamente en la producción de nuestros respectivos engendros. Veo que Ud. prepara un tratado de lógica simbólica, pero veo también que subestima mis poderosas influencias en el Fondo de la Cultura. ¿Qué sería de Ud. sin mi apoyo? ¿O es que no vale nada que yo le dijera a Orfila que Ud. era un tipo estupendo? ¿Y acaso no merece eso que Ud. se de por aludido? Me parece una terrible ingratitud. Pero ya estoy acostumbrado a estos trances. Mi indignación es tan grande que estuve a punto de meterle una puya en el artículo que cocino (quiero decir, redacto) en este instante para la poderosa publicación mensual que asesoro llamada B.A.L. sobre su despreciable libro sobre el hombre en la esquina. Pero mi magnanimidad lo ha salvado, y casi no hay nada más que elogios, método que me evita además el trabajo de leerlo después de haber tenido que escucharlo, so pena de que me echaran de la casa. Esta razón me permite no expedirme aquí sobre el susodicho engendro de su máquina (de escribir, no de pensar), pues me remito a las páginas de la revista que tendré la bondad de enviarle en su oportunidad. De nada. Sólo le anticipo que me ha parecido bien, y que ha tenido Ud. la suerte de coincidir con algunos de mis puntos de vista, lo cual lo salva y le asegura la posibilidad de ser citado como uno de los precursores en alguna edición crítica que se haga de las obras que todavía no he publicado.

Por esa razón me atrevo a robarle abundantes ideas y sobre todo numerosas citas de las que Ud. a su vez roba de los libros que…pide prestados en la envidiable biblioteca de Bryn Mawr College. Con mi bonhomía tradicional, le aconsejo que siga por ese camino, que va bien. La cuerda históricofilosóficoculturoexistencial parece que le sienta, y si alguna vez coincidimos en algún continente (¿qué le parece la universidad de Cambridge?), y Ud. ha llegado a estar bien preparado, podríamos escribir juntos una colosal Historia de Occidente que, de otro modo, tendremos que escribir por separado haciéndonos una ruinosa competencia. Stop. Dios mi secretario que el libro de marras es hermoso, que se recibió el ejemplar de la Sudamericana, que su amo ya lo leyó y que está verdaderamente entusiasmado. Vale.

A propósito de becas, le diré que no pienso por el momento en pedir ninguna, ni veo a quién, en cuyo caso no sé si no cambiaría de opinión. Pero aprovecho para decirle que si alguna vez le piden un tipo que pueda ir a hacer un cursillo de un año de historia de la cultura española, no se olvide de que iría con gusto: lo cual pertenece al delicioso reino de Utopía en el que veraneo cuando no me alcanza para ir a Mar del Plata.

Esa sería una probabilidad de que visitara su nueva casa, o la que para entonces hiciera el papel de definitiva, que puede ser esta, o la quinta después de ésta, dado el temperamento nómade que caracteriza a la raza franco-catalana, a la que pertenece Jaimito, desde tiempo inmemorial. Entretanto, sigamos con las epístolas. Habrá visto Buenos Aires Literaria. Es pasable. En realidad, esperamos su colaboración, pero no crea que es un caso de delirium tremens del cuerpo de redacción; lo que ocurre es que yo, por darme pisto, dije que no tenía más que levantar un dedo para tener siete u ocho colaboraciones suyas. Los demás no se inmutaron, debo confesarle, y hasta hubo uno que dijo: ¿Ferrater qué? Yo respondí: ¡Mora, ignorante!! A lo que él repuso: ¡Ah! Pero, efectivamente, no era un espíritu cultivado sino un poeta despreciable. Yo los convencí de sus méritos y finalmente accedieron a que le pidiera un solo artículo. A eso se debe que no pueda publicarle más; pero ése, sí. De modo que lo espero, nada más que para no desprestigiarme. Espero que le salga bueno. ¡Ah! No lo quieren con signos.

Como ahora estoy familiarizado con la vida de la populosa Bryn Mawr, me gustaría que me diera Ud. noticias de ella, de sus cursos y los numerosos amigos de los que hablamos mal en las crudas noches del invierno pasado. Podemos seguir -nada se opone- hablando mal de ellos por carta. Y si por excepción alguno diera motivo para que habláramos bien, podríamos hacerlo por excepción. Si Ud. me da una lista de quien quiere que le hable mal de los de esta zona del universo mundo, lo haré con el mayor gusto.

En cuanto a mí, vago en Adrogué, y aprovecho para proseguir mis monumentales   O R Í G E N E S (como se los citaré en el futuro). Mientras los elaboro, más los admito, pareciéndome imposible que puedan salir de mí solamente! Son, además, los O R Í G E N E S más largos que aspiren a las prensas, pues superarán en dos o tres mil páginas a los de las especies. Hay partes a las que se le podrá poner música.

Y para terminar, quiero anunciarle que aquella Polyhistor de que le hablé parece que podrá hacerse como por arte de magia. En estos días ha de resolverse. Y si fuera por sí, volveré a escribirle con el correspondiente SOS (que es como decimos los porteños cuando queremos decir eres), pues Ud. es “uno de los principales pilares en que se basa tan alta empresa” como tuve ya ocasión de decir a uno a quien había que convencer de que la costeara. Muchos abrazos para los tres y un apretón de cómplices para Ud. solo de (firma)


De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
Bryn Mawr, 15 de marzo de 1953.


De José Luis Romero a José María Ferrater Mora.  
Adrogué, 23 de marzo de 1953.

Querido José María:

Aunque no he recibido respuesta suya a mí última carta, vuelvo a escribirle para informarle que la revista de Historia de la Cultura de que hablamos en su casa se ha transformado en una realidad. Se llamará IMAGO MUNDI y aparecerá trimestralmente. Está en el Consejo de Redacción Aznar, Babini, Epstein, Fattone, Giusti, Márquez Miranda, Orgaz, Francisco Romero, Romero Brat, Rovira Armengol, Salas y Sánchez Albornos. Como usted ve estamos entre amigos y espero que podamos hacer una cosa de gran calidad sin demasiado esfuerzo porque la financiación de la revista se ha resuelto providencialmente.

Lo que necesitamos es colaboración y ya he pedido abundante colaboración extranjera. Pero me interesa mucho más la colaboración de “hispanoparlantes”, entre los cuales usted ocupa un lugar destacado: esto es el cuarto lugar entre los pensadores españoles empatado en sangrienta lucha con Julián Marías. Dados los compromisos que entraña un cuarto lugar, espero que no se negará a honrarnos con su nombre.

Lo que le pedimos, es, para empezar, un ensayo de alrededor de quince páginas sobre un tema en el estilo de los que trata en El hombre en la encrucijada, cuyo planteo se ajusta a la dirección historio cultural que debe tener la revista. Con el objeto de despertar su entusiasmo filosófico le comunico que pagaremos 25 dólares por esos ensayos. Si de momento no tuviera usted tiempo para hacerlo podría enviarnos una nota de 2 a 3000 palabras, este es un ensayo breve, siempre dentro de la misma cuerda.

Le ruego que se ocupe de IMAGO MUNDI como de cosa suya, y que me busque colaboradores y me trasmita todas las sugestiones que se le ocurran, especialmente en cuanto a libres publicados para comentar ya que aquí es frecuente que se nos escapan muchas novedades.

Espero sus noticias con verdadero interés. Cordiales saludos de Tere y míos para René y Jaimito y un gran abrazo para usted de (firma)

Le envío el número de Buenos Aires Literaria donde salió mi nota sobre su libro.


De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
Bryn Mawr,  29 de marzo de 1953.


De José Luis Romero a José María Ferrater Mora.  
Adrogué, 14 de junio de 1953.

Querido José María:

Contesto ahora a sus cartas del 15 y del 29 de marzo, aunque en el ínterin hubo una carta mía. Pero no nos gastemos en excusas, pues no están los tiempos para pompas y vanidades. El mes de mayo le he consumido malamente con complicaciones de familia y personales. Pero como lo último en perderse es el optimismo, seguimos con el proyecto Imago Mundi, cuyo primer número saldrá, Dios Mediante, el 18 de setiembre. Me atrevo a recordarle que sus vacaciones deben haber comenzado ya, con lo cual supongo que su intelecto privilegiado y convenientemente dirigido se habrá volcado hacia la elucubración del prometido ensayo, que espero largo y enjundioso. Le propongo un temita: La lógica, de Aristóteles a la lógica matemática (!). sí le parece breve el tema, puede ocuparse también de la metafísica. Pero, hablando en serio, no sería malo una pequeña historia de cómo el pensamiento lógico vino a desembocar en la lógica matemática, si es que puede hacerlo en quince páginas (o alguna más o menos). Supongo, además, que es un tema que tiene Ud. en la punta de los dedos.

Como Ud. ve, tengo ahora bastante tiempo libre para ocuparme de estas cosas, y una de mis preocupaciones es cómo ocuparlo. Estudio bastante, pero no basta. Mis trabajos progresan, y eso me tiene contento, pues salgo muy poco y no me disperso. A propósito, le pido un consejo. Estoy en el primer capítulo de Orígenes. Se trata de la situación espiritual de la temprana Edad Media (a. V-VIII); me interesa el problema de la confluencia religiosa y las relaciones entre magia, creencias paganas y cristianismo, tal como se advierte en Gregorio de Tours, Isidoro, Beda, Martín Dumiense, Jornandes, Venancio Fortunato, etc. ¿Conoce Ud. algún libro moderno, en el tipo de The Medieval Mind, que se ocupe de estas cosas? Me gustaría el dato, porque no encuentro nada. Kurth es un poco tonto y Cochrane no llega al período.

Le ruego que piense en colaboradores posibles para IMAGO en esas latitudes. Creo que la revista saldrá bien. Y mándeme pistas sobre libros nuevos. ¿No podría UD. encargar una nota de 1000 palabras sobre el libro que Ud. cita -y del que me habló- sobre los griegos y lo irracional, de Dodds? Casi no me atrevo a pedírsela a Ud. mismo…

Le envío un gran abrazo para los tres, y los mejores saludos de Tere.


De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
Bryn Mawr, 19 de junio de 1953.


De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
Bryn Mawr, 14 de julio de 1953.


De José Luis Romero a José María Ferrater Mora.
3 de agosto de 1953.

Querido José María:

Contesto a sus dos cartas anteriores, aunque creo que su última debe haberse cruzado con una mía. Mi tiempo libre se ha visto considerablemente disminuido con este invento diabólico de la revista, que me lo consume con una insospechada voracidad. La obra parece justificarlo, porque la gente, sobre todo la gente joven, está bastante entusiasmada y creo que iremos bien.

La noticia de que viene en viaje su artículo nos ha llenado de juvenil y noble regocijo a cuantos participamos de la empresa. Suponemos que Ud. ha concebido el plan original mío (de Aristóteles a la lógica matemática) en folletones, y que la entrega de ahora continuará en el futuro. Le invito, sin embargo, a que lo interrumpa, pues más me gustaría que su próxima colaboración fuese el trabajo sobre LOS LENGUAJES DE LA HISTORIA, cuyo solo aviso ha producido escalofrío entre los redactores y público concurrente. Tamaña expectativa no puede dejarse insatisfecha, y es justo que, habiendo desatado la angustia, se apresure a calmarla, por ejemplo en el número 4.

Entre tanto (¡qué hemos de hacerle!) nos conformamos con la lógica. Hasta ahora no ha llegado -y conste que la verdadera fecha de esta carta es 5; no sé porqué he tomado esta costumbre de antedatar las cartas-. Vamos todos los días a la llegada de la diligencia, pero no nos la entregan, y estamos ya requetesucios con el polvo de los caminos, cubiertos de gauchos. Lo leeremos en alguno de los fogones que acostumbramos a hacer después de los asados y antes de la hora de los duelos criollos, para evitar que tengan que juzgar sobre Boecio y Alberto de Sajonia tan sólo los sobrevivientes.

Hanse tomado -por donde corresponde- las medidas administrativas para la confección de los sobretiros pedidos aquí llamados separatas o apartados, los que le serán despachados a la brevedad.

Le enviaré el número 1 tan pronto como salga, pero Ud. se compromete a conseguirme diez (10) suscripciones en Bryn Mawr y sus aledaños. Si son cinco, nos entristeceremos, pero aceptamos igual. Como ya hemos organizado el refuerzo con Marichal y Anita Barrenechea, las antedichas suscripciones podrían llegar a 15 o quizá a 30- Todo cuanto se haga por nosotros merecerá bien de la posteridad y el administrador. Si consigue muchas suscripciones, pondremos al pie de su artículo una nota muy elogiosa (más o menos según el número de suscripciones). En pocos días más partirán por el chasque los boletines pertinentes.

Llegado a este punto, no tengo nada que agregar. De mí no sé qué diga sino que aprovecho el tiempo que puedo para los Orígenes. Estoy muy contento con eso porque creo que anda.

Le escribiré en cuanto llegue su artículo. Entretanto, saludos para Reneé y Jaimito y un abrazo para Ud. de (firma)


De José Luis Romero a José María Ferrater Mora.  
19 de agosto de 1953.

Querido José María:

Llegó su estudio ayer. Lo encuentro insustancial y trivial, de manera que, en vez de publicarlo en IMAGO, he decidido pasarlo a HISTORIETAS, donde saldrá ilustrado con cartoons. Espero que acepte, pues allí pagan mucho más. Me han prometido representar a Boecio como a Superman.

Mi secretario, en cambio, lo encuentra formidable, opinión que comparte con el subgerente, el prosecretario, el administrador adjunto, el subsecretario de redacción y el cuerpo de asesores, que pese a ser 19, se han puesto de acuerdo en ese juicio. Quizá me vea obligado a transigir y a publicarlo en el tercer número de IMAGO, o acaso en el segundo si la presión es muy grande. Yo no tengo más remedio que agradecerle de verdad su dedicación y amistoso empeño en cumplir con nosotros, lo cual hace de Ud. una especie de marciano.

En premio -mientras busco la manera de hacerle llegar el obsequio que le prometí- le mandaré el primer número por avión, que Ud. tendrá la amabilidad de disecar y comunicarme los resultados de su análisis.

Recuerde que siempre necesito consejo sobre colaboradores. Además ¿Cree Ud. posible hacer algunas suscripciones por ahí? Quizá al menos la de la biblioteca de Bryn Mawr? Acaso otras diez o doce? Todo queda librado a su ingenio.

Hablando en serio: el trabajo es ejemplar desde el punto de vista del contenido y del enfoque. Creo que contribuirá a fijar la fisonomía de la revista. Le ruego que la considere como suya y que nos mande todo lo que quiera, en pocas o en muchas páginas, y toda clase de sugestiones. Si le digo que lo consideramos el amigo número 1, es posible que no le diga nada nuevo. Un gran abrazo para todos tres de (firma)


De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
Bryn Mawr, 29 de agosto de 1953.


De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
Bryn Mawr, 29 de octubre de 1953.


De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
Bryn Mawr, 23 de noviembre de 1953.


De José Luis Romero a José María Ferrater Mora.  
Buenos Aires, 4 de enero de 1954.

Querido José María:

Supongo que a estas horas no sólo habrá recibido el número uno sino también el número dos de IMAGO. Espero su opinión sobre este último.                   

En el número tres, que ya está en prensa, sale su ensayo, y espero que me mande pronto la reseña sobre la Historia de la Filosofía Rusa de que me habló. Se imaginará qué interés tengo en asegurarle a la Revista colaboración como la suya, de modo que cuente con IMAGO para cuanto quiera publicar por estas regiones.

He leído atentamente el artículo de Kline que me envía y le confieso que no me parece ajustado a la línea de la Revista; por lo menos tanto como para retractarnos de nuestro propósito de no publicar artículos éditos. Supongo que no se tratará de un compromiso suyo muy grave, razón por la cual preferiría no publicarlo. Con todo, como el artículo me gusta mucho, me gustaría mucho que el autor nos diera algo inédito y sobre un tema de los que puedan interesarnos. Pienso por ejemplo en un desarrollo de alguna idea de este mismo ensayo a la que pudiera dársele un planteo históricocultural.

Ya le he enviado algunas fichas de suscripción para la Revista y le enviaré más. Le ruego que utilice toda su influencia para que Marichal me mande alguna colaboración. Y dígale a Anita que siempre esperamos algún material de ella.

Saludos a Reneé y a Jaimito y un abrazo de

(firma)


De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
Bryn Mawr, 16 de enero de 1954.


De José Luis Romero a José María Ferrater Mora.  
Buenos Aires, 10 de marzo de 1954.

Querido José María:                          

No sé si contesté en su oportunidad a su carta del 16 de enero. Pero para evitar discusiones prefiero darme por culpable desde ahora y solicitar las correspondientes excusas por los fundamentos expresados en cartas anteriores.

Ocurre que desde que estoy en esta aventura tengo que escribir tantas cartas que las pocas ganas de hacerlo que tengo siempre han disminuido considerablemente. Así que hasta que uno de estos días me decida a escribirle desde mi casa, me limitaré a cosas formales.

Supongo que a estas horas habrá recibido el número dos. En cuanto al tres, está ya en camino con su artículo adentro que ha gustado mucho a todos los que entienden algo de eso.

He mandado componer las separatas que me pedía, pero me tiene un poco preocupado el envío pues no sé qué va a decir nuestro correo de él. Se me ocurre, mientras averiguo, que podríamos despacharle de aquí todas las que quiera mandar; usted nos envía la lista y nosotros le retribuimos comunicándole el monto de franqueo. De ese modo reduciríamos considerablemente la magnitud del envío, que ya veríamos como realizarlo. Espero que sus innumerables ocupaciones le permitan hacerme la reseña del libro de Zenkovski, y no se olvide de hacernos alguna ficha para la bibliografía si cae en sus manos algún libro muy reciente que verosímilmente va a tardar en aparecer por aquí.

En cuanto a mí, sigo sin novedades, es decir condenado a la situación de sedentario, lo cual no sólo altera los hábitos nómades que ya había adquirido, sino que altera también sensiblemente mi presupuesto. Estoy pensando seriamente qué podría hacer en el futuro sin que por el momento se me ocurra nada. Pese a todo trabajo bastante y creo que bien. Le escribiré un día largo sobre los “Orígenes”, porque tengo ya alguna cosa que consultarle. Le adelanto una: ¿Hay algún buen trabajo sobre el desarrollo en la Edad Media del epicureísmo, y de lo que en la Edad Media se llamó epicureísmo? Yo no conozco nada y me interesa sustancialmente. Si de paso me quiere dar una pista sobre el problema me interesaría mucho.

Espero que me mande su libro sobre Ortega, que reseñaremos.

Muy afectuosos saludos a todos y un gran abrazo de

(firma)


De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
Bryn Mawr, 1 de abril de 1954.


De José Luis Romero a José María Ferrater Mora.  
Buenos Aires, 13 de mayo de 1954.

Querido José María:

Le ruego encarecidamente que se ponga de acuerdo con el correo porque ahora tengo la certidumbre de que la culpa tiene que ser suya si no recibe los envíos. Para B. AL. su nombre es una obsesión, aquí, donde llevamos minuciosos registros y estadísticas, hemos llegado a la conclusión de que usted nos engaña o que el Presidente Eisenhower lo odia. Lo cierto es que hemos hecho un nuevo envío, eligiendo los mejores ejemplares, envolviéndolos en el mejor papel y certificando el envío. Si ahora no lo recibe, se lo mandaremos a usted pero bajo seudónimo. Propóngame alguno.

Celebro que la revista que no recibe le parezca transitable. Naturalmente ha mejorado mucho desde el número tercero por razones que callo para no ofender su natural modestia, pero debo confesarle que su artículo no ha determinado el alud de suscriptores que era de esperarse teniendo en cuenta la palpitante actualidad del tema. Quizá ocurra cuando publiquemos su próxima colaboración, que, aunque todavía no ha sido anunciada, ha despertado universal interés.

Empezaremos a despachar las separatas y le mandaré en pequeños paquetes todo lo excedente. Confío en que haré todo lo posible para que las cosas se hagan bien. Tomo buena nota de sus observaciones al pie de página. En cuanto a la tipografía la cuidamos tanto como es posible, dados los escasos recursos de personal que tenemos.

Muchas gracias por su solidaridad y sus buenos deseos.

La próxima se la escribiré a París como me dice. Créame que lo envidio. Pero como ya lo he encontrado en tantas partes del mundo espero que en una de éstas lo encontraré allí.

Abrazos a Reneé y a Jaime y uno grande para usted de

(firma)


De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
Bryn Mawr, 15 de mayo de 1954.


De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
París, 22 de junio de 1954.


De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
Bryn Mawr, 21 de noviembre de 1954.


De José Luis Romero a José María Ferrater Mora.  
Buenos Aires, 22 de noviembre de 1954.

Muy querido amigo:

Doy por verosímilmente perdidas las innumerables cartas que he pensado escribirle desde que recibí la última suya. Puedo asegurarle que las he leído con el interés y el afecto que usted puede imaginar, que lo he envidiado considerablemente por su periplo, y que he resuelto mentalmente contestarle al día siguiente. La respuesta mental era extensa y llena de largos desarrollos sobre innumerables problemas. Tanto que no me he decidido a ponerla por escrito, pero no sin que cada día, o por lo menos una vez por semana, dejara de pensar que debía hacerlo, y que no hacerlo era una pequeña canallada. Esta larga explicación podría extenderse aún más con innumerables detalles acerca de lo mucho que tengo que hacer, del escaso ocio de que disfruto y del peculiar estado de ánimo que necesito para escribir cartas a los amigos. Pero, en fin, hoy espero hacerme perdonar.

Ya sé que su viaje por Europa ha sido magnífico y que ha tenido un gran éxito en su país. Supongo que habrá regresado lleno de entusiasmo y que habrá vuelto al trabajo con la tenacidad que lo caracteriza. Espero que pronto se vean los frutos en incontables volúmenes que distribuirá por las diversas editoriales de todos los continentes. Un poco más abajo le hablaré de un proyecto de inversión de una pequeña parte de mi tiempo.

Supongo que recibirá usted regularmente IMAGO MUNDI, cuyos números salen unos bien y otros regular según la opinión de mis más generosos amigos. La Revista marcha, pero, naturalmente no es fácil meterla tanto como se necesitaría para asegurar su éxito y su perduración. Uno de los planes que se nos han ocurrido para llegar a un público más extenso es publicar en junio o septiembre un número dedicado a la llamada “crisis contemporánea”, tema que ha comenzado a seducir a mucha gente pacífica cuya alarma es totalmente injustificada, pues la crisis verosímilmente no llegará a afectarla. Pero como son un número considerable, podría ocurrir que vendiéramos mil ejemplares más, cosa no despreciable desde el punto de vista rentístico. Para este New Real querría su colaboración. Caracterízase ésta no sólo porque debe tener alrededor de tres mil palabras, sino, además, porque tratándose de amigos íntimos no pienso pagarla (lo que comunico para su gobierno). Tendrá usted en cambio la satisfacción de figurar al lado de Spranger, Stevenson, Merlau- Ponti, y posiblemente de Marylin Monroe y Gina Lollobrígida. Las nobles páginas que usted no se va a negar a escribir versarán sobre si hay o no hay una crisis contemporánea, problema conceptual que creo que puede ser tratado por poca gente con tanta claridad como por usted, es seguro que se dicen muchas tonterías sobre el tema, pero en parte por errores de planteo; y estos serían los que yo querría que usted y otros amigos aclararan.

Como usted vé, tengo ocios suficientes para proyectar pequeños disparates como éste. Mi familia carnal y parte de la política opinan que más me valdría aumentar el índice de mi productividad, medida en bienes muebles. Yo sostengo que no solo de pan vive el hombre sino también de nobles ideales, como por ejemplo, la defensa y difusión de la cultura, argumento que ha provocado más de una vez sutiles y refinadísimos insultos de uno de los bandos. Pero quizás me reivindique si consigo colaboraciones como la suya (gratis), que revelarán la solidez de mis conections internacionales.

A pesar de todo sigo trabajando un poco y sobrellevo la amena situación en que mis congéneres y yo nos hallamos. Sé que ustedes están a gusto en Bryn Mawr y que, salvo que tener que hablar en inglés, no lo pasan mal. Por lo menos usted podrá escribir sus libros tranquilos y dar clase sobre lo que le guste, lo cual, visto a la distancia, constituye un ideal.

Dígame qué norteamericano lúcido podría escribir sobre el mismo tema que le pido a usted y decir algo interesante, siempre que se conforme con diez dólares, que es de lo que dispongo para desconocidos ilustres. Espero mis noticias y mientras llegan le envío un gran abrazo para Reneé, Jaimito, y para usted una efusión que en los otros casos no sería prudente.

(firma)


De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
Bryn Mawr, 21 de enero de 1955.


De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
Bryn Mawr, 5 de junio de 1955.


De José Luis Romero a José María Ferrater Mora.  
Adrogué, 12 de septiembre de 1955.

Mi querido José María:

Hace tiempo que estaba esperando que los plazos fueran cumplidos para dar rienda suelta a mi incontenible afán epistolar. Setiembre no llegaba empero, y he debido contenerme hasta hoy para escribirle a París, donde me lo imagino triste y desolado, añorando la verde pradera de Bryn Mawr, sus penetrantes discípulos y sus eruditos colegas. Y acaso compare esa sucia ciudad, tan vetusta, con la sublime gracia de Filadelfia, espíritu transformado en urbe en virtud del eros subsumido en el alma de Franklin. Si acaso tiene suficiente imaginación y ganas de envidiar, le aconsejo que me tome como punto de referencia. ¿Qué puede Ud. disfrutar de la vida en ese páramo, que carece de Plaza de la Discordia y yace olvidado de los mágicos sonidos ideados por el glorioso Nobel, músico supremo? La rue de la Paix no ha conocido los deleites que se experimentan en Florida, donde los ágiles peatones se sienten Aquiles flexípedes, al impulso de los poderosos estímulos que circulan por ella, y los Campos Elíseos se avergüenzan de ser una pura metáfora mientras abundan en otras partes Hades ad oc (o adhochades, si la etimología le parece más sugestiva y la semántica menos perjudicada). Lo compadezco, en fin, muy de veras, por verse obligado a permanecer en París, y espero que su próximo año sabático lo pase en nuestros lares, que ya procuraremos que para entonces conserven su dinamismo y solaz.

Claro que como Ud. es hombre metódico, será capaz de aprovechar su tiempo y disfrutar hasta en París. Parece que esta vez se va a dar Ud. el gusto, y se dedicará a vivir. Se lo merece, y todo hace suponer, dado su testimonio, que hay una justicia, no sé si in o trasc. Veo por el tono de sus cartas que está contento, y por los hechos que no han perdido el ánimo. Los felicito.

Lamento no poder servirle para el contracanto. Sobrevivir no es una empresa que incite a la melodía. Pero ya sabe Ud. que tengo mecanismos secretos para no desesperar. En realidad trabajo más que nunca y escribo vorazmente. Casi debo ensuciar tanto papel como Ud. aunque con menos gloria, dados los valores intrínsecos y, en parte -concédame- la envoltura de presentación.

He recibido sus CUESTIONES DISPUTADAS, algunas de las cuales -además del prólogo- he leído. Ya sabe cómo me seduce su precisión, que Ud. tanto busca y tiene la suerte de encontrar. Espero ahora que me manden las Cuatro versiones a IMAGO para ver las novedades, y espero sobre todo algún adelanto de su Sentido de la Historia, pues acabo de declarar por escrito que no creo que la historia tenga sentido.

Le confieso que me extraña sobremanera sus dificultades con IMAGO. Se envían regularmente y hay muchos a quienes les llega. Todo confluye hacia la idea de que Ud. es un elegido, pero no para el correo. Imago, la pobre, sigue saliendo. Es honesta y buena. Ignora cuanto ocurre a su alrededor, y persiste como una soldada del Ejército de Salvación en recorrer las calles que no se atrevería a recorrer si fuera prudente y tuviera sentido crítico. Su padre -un servidor- no sabe si avergonzarse de ella o envanecerse de su admirable tenacidad. Todos ustedes, los tíos y demás deudos piensan en ella como una sobrina lejana a la que sólo se ve en las fiestas de familia, pero yo que la alimento cada día (pues ella a mí, no) he llegado tomarle cariño. Siempre le digo que tengo que llevarla a tomar aire puro para que se tonifique, pero ella sonríe con un poco de estupidez (supongo que heredada) y se conforma con el aire humilde y ligeramente mefítico que la vio nacer. Ahora le he mudado, y la he puesto en Avda. Roque Sáenz Peña 832, of. 302, donde Ud. podrá mandar las colaboraciones que desee (sin que esto sea una indirecta ni una alusión al número sobre la crisis, con el que Ud. se va a morir de envidia si no participa, a causa de los colegas que no va a tener). Cuando sea mayorcita, seguramente mejorará, pero le temo a la anemia, porque las piernas se le están quedando flacuchas.

Su padre sigue ocupándose de sus cosas, la administración de sus compañías, la vigilancia de sus propiedades, la atención de sus acciones, amén de la limpieza de los enseres domésticos y otros menesteres de menor cuantía. En sus muchos ocios perpetra la historia de la cultura occidental que piensa mandar al fondo (pero con mayúscula) y abunda en los materiales para los orígenes. No hablemos de artículos y traducciones, pues el tea culpa tendría que ser mea. Pero afortunadamente nadie hace caso de sus admoniciones y las fábricas de papel siguen ofreciendo materia prima.

A propósito de artículos, se me ocurrió pedirle un favor, cuando vi que estaba Ud. invitado a no sé qué congreso de Milán. Si tiene relación con los Cuadernos, propóngales que me reiteren cierta invitación que me han hecho según carta que ha recibido Paco. Tengo un vago deseo de resumir algunas ideas (pocas) sobre el destino de la cultura de lengua española, y creo que es lugar adecuado para publicarlo. Amén de… Ya sabe Ud. Le deseo que disfrute mucho de ese continente. He perdido las esperanzas de ir por ahora, aunque lo deseo y lo necesito. Estoy seguro de que le hará bien y compensará las ventajas y desventajas de su país de adopción, además verá gente y circulará por el mundo. Lo envidio. Aunque no tanto como para perderle mi cariño, de modo que le mando un gran abrazo, que Ud. compartirá con Reneé y Jaimito.


De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
Bryn Mawr,  14 de octubre de 1955.


De José María Ferrater Mora a José Luis Romero.
Bryn Mawr, 10 de septiembre de 1956.


De José Luis Romero a José María Ferrater Mora.  
3 de diciembre de 1956.

Mi querido Ferrater:   

No dispondría ni de tiempo ni de papel para iniciar una disculpa de mi imperdonable desidia. Pero cuento con su comprensión, y me apresuro a comunicarle que por un azar estaré en USA un par de semanas a partir del 10 de diciembre aproximadamente.

Le anticipo que con mucho gusto publicaremos su reseña, la cual naturalmente pudo haber sido mandada sin consulta, pues ya sabe Ud. cuanto lo estimamos.

En cuanto a mi viaje, me propongo visitarlo en Bryn Mawr -y supongo que veré a los Marichal allí- Escríbame si me admiten a J.L.R. c/o Arturo Morales Carrión, Depto. de Estado, Puerto Rico, pues estaré allí entre el 3 y el 10 de diciembre. Luego estaré unos días en Nueva York y luego lo visitaré (si me invita), deme su teléfono y dirección.

Hasta muy pronto, pues, y un gran abrazo de (para todos) (firma)


De José Luis Romero a José María Ferrater Mora.  
Buenos Aires, 31 de mayo de 1961.

Señor José Ferrater Mora.

Querido amigo:

Hace tanto tiempo que no nos escribimos que no sé cómo comenzar. Espero que después de ésta reanudemos el contacto regular. Pero ahora quiero explicarle el motivo concreto que me mueve a escribirle.

Me han nombrado director de la Revista de la Universidad de Buenos Aires y nos hemos propuesto dar a la misma una fisonomía nueva, centrando cada número en el estudio de un problema particular. El primer número, que ya está en la imprenta, trata el problema del desarrollo; el segundo, ya en marcha, estudia el impacto de la ciencia y de la técnica en el mundo moderno. Ahora estamos preparando el tercero cuyo tema central será “Humanismo y ciencias del hombre”. Hasta el momento tengo encargados los siguientes artículos:

– Rolando García, Humanismo y lenguaje.

– Butelman, Humanismo y psicología.

– Gregorio Klimovsky, Humanismo y ciencias exactas.

– Norberto Rodríguez Bustamante, Humanismo y sociología.

– Ramón Raggio, Metafísica y filosofía científica.
– Marcelo Bórmida, Humanismo y antropología.

Ahora bien: yo querría iniciar el número con un artículo general sobre el problema cuyos términos fundamentales girarían alrededor de la relación entre la noción tradicional de humanismo -en lo que tiene de tradicional y en lo que tiene de permanente- y los nuevos enfoques de las llamadas ciencias del hombre en los que parece predominar una fuerte tendencia empírica. Mi deseo sería que usted nos hiciera este artículo. Creo que no sería muy difícil para usted, porque sólo le pediríamos unas doce o catorce páginas tamaño carta, a doble espacio, y tendría que estar en nuestro poder en la primera quincena de agosto.

Se imaginará usted con cuánto interés espero su respuesta, y cuánto deseo que sea afirmativa; mientras llega le mando mis mejores saludos a su mujer y a Jaimito -que ya deberá llamarse Jaime- y a usted un gran abrazo de

                                                               JOSE LUIS ROMERO


De José Luis Romero a José María Ferrater Mora.  
Adrogué, 28 de noviembre de 1966.

Mi querido Ferrater Mora:

A pesar de que nuestra correspondencia se interrumpió ya hace tiempo y no tengo sino espaciadas noticias de ustedes, una de las cosas que me produce alegría en este próximo viaje a Estados Unidos es la posibilidad de encontrarnos y conversar largo con ustedes. Ahora descubro que, contra mi costumbre, me ha salido un comienzo retórico casi barroco; pero no voy a cambiar la hoja por eso, y me limito a jurar que ha sido fruto de la más espontánea inspiración. Por lo demás es cierto. Cuando le dije a mi mujer que me invitaban para estar cinco meses en Nueva York, lo primero que se le ocurrió es que podíamos ir a visitarlos a ustedes. De modo que, siendo el hecho exacto, se puede perdonar la forma expresiva.

Estaremos en Nueva York desde enero hasta mayo, invitado yo por Tanenbaum (Latin American Seminar), en Columbia University, School of International Affairs. Seguramente residiremos en el Hotel Middlestowne, en 148 East 48 th st. Me gustaría que estuviéramos en contacto porque querría visitarlos un fin de semana. Hasta el 19 estaré en Buenos Aires, y ese día salimos para Lima, Guayaquil, Bogotá y México. Estamos muy contentos.

Espero que hablaremos largo, y en más de una oportunidad. Muchos saludos para su mujer y su hijo, y un gran abrazo de

 (firma)

Noticias mías podrá darle en todo caso la Srta. Vera Kwochka, Institute of International Education, 809 United Nations Plaza, N. Y.

Cerreti, 928

Adrogué, Buenos Aires

2-12-66


De José Luis Romero a José María Ferrater Mora.
Hotel Middletowne [Nueva York, enero/mayo de 1967].

Estimado José María:

Hace tiempo que quiero escribirte, pero me han detenido ciertas incertidumbres con respecto a fechas, pues me encontré con compromisos preestablecidos.

Pienso si podríamos visitarlos algún día entre el sábado 18 y el miércoles 22. Nosotros aprovecharíamos para visitar Filadelfia un par de días -antes o después- de la fecha que a ustedes les conviniera. A nosotros nos da lo mismo cualquiera de esos días.

Si prefieres contestarme por teléfono, puedes llamar cualquier día antes de las 9 y media.

Muy cordiales saludos de los dos para los tres.

De más está decir que si no les vienen bien esas fechas podemos buscar otras. Esta propuesta es un punto de partida.