Encuesta sobre el papel del intelectual. 1956

I ¿Cree usted que en su país ha sido armónico el desarrollo político, económico y cultural?

No, ni creo que pudiera serlo. El desarrollo cultural, en la medida en que es propio de minorías, ha sido mucho más acelerado y denso que el desarrollo político. Este se ha visto contenido por problemas económicos y sociales – derivados en gran parte de las dificultades creadas por el proceso inmigratorio que ha sufrido el país – que han permitido a ciertas oligarquías detener el desarrollo social en beneficio propio. En cambio, el desarrollo cultural ha alcanzado un considerable nivel y creo que ha logrado constituir las estructuras para un amplio desarrollo de masas en lo futuro.

II. ¿Considera usted qué el desarrollo social de su país en el siglo XX se ha debido preferentemente a una acción de tipo político o cultural?

El desarrollo social del país en el siglo XX se ha debido en muy buena parte a la acción cultural. Han sido grupos intelectuales los que han incidido en la política para hacerla más sensible a los problemas sociales, y los que han propiciado las fórmulas para resolver los problemas del país. Los movimientos políticos han estado en retardo con respecto a esas voces de alerta; y cuando las han recogido, ha sido en ocasiones con un propósito demagógico. Sería de desear una mayor penetración de los grupos intelectuales en la política, pues su labor puede ser útil en el terreno doctrinario y la determinación de los objetivos últimos de la acción política.

III. ¿Qué papel desempeñan en la actualidad las fuerzas intelectuales de su país con respecto a la vida social y política?

Las fuerzas intelectuales desempeñan en este momento en Argentina una función limitada. El país vive todavía bajo la influencia maléfica de una política destinada a separar indebida y deliberadamente a las clases trabajadoras de las clases intelectuales, que siempre habían afirmado su lealtad a la causa de las reivindicaciones sociales. Pero es evidente que ese espejismo ha de desaparecer y la confluencia entre unos y otros grupos ha de volver a establecerse. Sólo se requiere que las clases intelectuales adopten una actitud política más decidida, si no en la militancia directa, en el enfrentamiento con los problemas del país.

IV. ¿La mayoría de sus intelectuales participan en este proceso o se mantienen neutrales?

No creo que sea la mayoría de los intelectuales la que se mantiene neutral, aunque puede ser que un gran grupo considere impropio de su misión expedirse categóricamente sobre los problemas del país. Es una cuestión de decisión. Sólo los nacionalistas y los comunistas no tienen límites para su militancia. Pero las demás fuerzas no han concluido por convencerse de que la inteligencia debe comprometerse. Creo que las circunstancias de la realidad precipitarán a los intelectuales a la toma de posición.