Una historia acipayada del profesor Romero

MARTÍN BARRIENTOS

La virtud de la brevedad

El profesor José Luis Romero se ha lanzado nuevamente al ataque contra la historia argentina. Historiador dedicado preferentemente a los problemas del medievo europeo, sus incursiones por nuestra modesta historia de “natives” son esporádicas y regocijantes. Esta vez Romero agrega a esas virtudes una más: la brevedad —declarada desde el título mismo; 95 páginas bastan al autor para ultimar toda nuestra existencia (incluida la de nuestros aborígenes antecesores). [Breve historia de la Argentina, 1965]

Una historia conocida

Conocíamos la obra anterior del autor (Las ideas políticas en Argentina), escrita hace más de diez años y suponíamos que algo habría enseñado la vida en esta década a nuestro distinguido profesor “socialista”. Nos equivocábamos. El discípulo del Dr. Justo reitera aquí sus opiniones de aquel libro ya agotado. Y esas opiniones son una síntesis de la leyenda mitrista de la historia argentina decorada con algunas posturas “de gauche”.

Una  historia falsificada

Sin embargo, hay algo que queremos destacar. Esta década larga no ha pasado en vano. En su transcurso han ocurrido muchas cosas en el campo específico del estudio de nuestra historia. El revisionismo rosista primero y el moderno revisionismo histórico marxista representado por la izquierda nacional más tarde han dado a luz infinidad de ensayos interpretativos y de documentos importantísimos para la comprensión de nuestro pasado. El profesor Romero prefiere ignorarlo todo. No sólo las opiniones sino también los documentos. Y esta evidentemente mala fe intelectual es una demostración más de la debilidad de la posición sustentada.

Tomemos por ejemplo la revolución de Mayo. Es imposible explicar su significado sin hablar del Plan de Operaciones de Moreno. Hay varias ediciones del Plan que están al alcance de cualquiera, aún de los historiadores. Claro está que si uno quiere seguir identificando a Moreno con Rivadavia (al jacobino proteccionista con el cipayo librecambista) lo más cómodo —aunque no lo más verídico— será ignorar la posición del secretario de la Primera Junta.

¿Y qué decir de Alberdi?

Romero prefiere citar la famosa frase “gobernar es poblar”, olvidándose en el esfuerzo que el 80% de las obras de Alberdi están compuestas por polémicas contra Mitre y Sarmiento; que en esas páginas el gran tucumano identifica a las montoneras con la verdadera democracia; que allí denuncia la guerra criminal contra el Paraguay y da la clave del significado histórico de Buenos Aires, la provincia-metrópoli. Estas y muchas otras cosas son desconocidas por Romero.

Si para mejor falsificar nuestra historia se llegó a incendiar los Archivos de la Confederación. ¿Cómo no va a poder Romero -guiado por el mismo patriótico fin— desconocer lo que no le conviene?

Mayo- Caseros- José León Suárez

Con lo que hemos adelantado hasta el lector menos advertido habrá adivinado ya cuál es la línea histórica preferida por el profesor. Se trata, efectivamente, de la famosa “línea Mayo- Caseros”. Línea que empieza tergiversando el significado de Mayo, prosigue reivindicando una fecha equívoca y culmina lógicamente en la glorificación de la Revolución Libertadora, cuyo símbolo más representativo es la localidad de José León Suárez, sede de los fusilamientos clandestinos de 1956. Proponemos —al pasar— una ampliación del recorrido de la línea que podría pasar a llamarse Mayo-Caseros-José León Suárez para dar una idea más gráfica y actual de su contenido político.

Los héroes de esta historia son Rivadavia, Mitre, Alem, Juan B. Justo, la Unión Democrática, Aramburu y Rojas.

En cuanto al “otro país”, el de las lanzas y los descamisados he aquí la opinión de Romero:

Las montoneras: representaban a las oligarquías del interior. Yrigoyen: un santón anacrónico.

FORJA: su antiliberalismo la llevó al fascismo.

El peronismo: “nada alteró fundamentalmente en el país”. Engañó a “las masas inadvertidas” con “su singular justicia social inexistente” y con “métodos adquiridos en Italia durante la época fascista”.

Todo esto que hace diez años podía ser explicable hoy es una caricatura; la dignidad profesoral con que se podía acusar de fascista al movimiento encabezado por Perón en 1945 se convierte hoy en un ex abrupto y lo que ayer fuera recatada atención del alumnado hoy es una sonora carcajada, que seguramente hará sonrojar al profesor.

Vuelva a la Edad Media, profesor Romero

Hace pocos meses Romero, como decano de la Facultad de Filosofía y Letras, fue objeto de reiterados ataques de parte de La Prensa, La Nación, FAEDA y otras organizaciones liberales, asustadas porque los estudiantes se acercaban “demasiado” a los obreros. Eso debió haberle servido para comprender el significado de la “democracia” que él ayudó a implantar en 1955 y hoy defiende, democracia incapaz de soportar a un liberal tan inofensivo como él mismo al frente de una facultad de señoritas. Pero parece que el profesor no ha comprendido nada. O, tal vez, ha comprendido pero no ha juntado todavía el valor suficiente para romper con una tradición antinacional… que todavía mantiene la posesión del aparato de promoción cultural más poderoso de América Latina.

De todos modos, no nos preocupamos. El profesor Romero no cuenta ya con auditorio para sus aventuras argentinas.

Si lo tuviéramos delante le daríamos un buen consejo: Vuelva a la Edad Media, profesor.