Hay que Replantear el Control de la Riqueza y del Poder. Entrevista. 1961

Profesor Romero, nos interesaría conocer su apreciación del momento histórico en que está inserto nuestro país.

Ya es un lugar común decir que el país está pasando por una grave crisis. Supongo que a esta altura existe formada una conciencia general de que América y el mundo entero está en crisis. De lo que no estoy muy seguro es de que haya una opinión tan firme respecto de cuál es la salida a la crisis. Plantear, por ejemplo, que hay sólo una crisis específicamente argentina, y, por consiguiente, una salida únicamente argentina, me parece una creencia típicamente pueblerina, lugareña. Si algo se hace evidente, visible, es que se trata de una crisis de reajuste que supone un replanteo del control de la riqueza y del control del poder. Ninguna salida que no contemple estos dos problemas fundamentales será una verdadera solución.

Control de la riqueza y del poder, ¿por quién y para qué?

Estos controles deben tener una base social mucho más amplia. El límite lo fijan determinadas y precisas circunstancias históricas. Evidentemente, el control tiene que ampliar su base porque no puede concebirse que en esta era de la energía nuclear el destino de la inmensa mayoría esté cada vez más en manos de pequeños grupos. Con apariencias diversas, la lucha por conseguir esto es lo que caracteriza la actual etapa del mundo.

¿Han envejecido las estructuras programáticas, doctrinarias de nuestros partidos políticos tradicionales?

Si. Creo que casi todos los programas de los partidos políticos argentinos tradicionales han envejecido. La explicación es muy sencilla. Después de la Segunda guerra mundial, el mundo entero ha cambiado fundamentalmente y de modo muy especial en los países llamados de periferia. En esta zona hay una serie de fenómenos absolutamente originales tanto en la economía como en las relaciones sociales. Lo más novedoso, especialmente en los países latinoamericanos, es la nueva fisonomía de las masas populares, tan singular que no sólo ha desconcertado a los partidos conservadores y centristas sino que ha desconcertado a las izquierdas tradicionales, requiriéndoles planteos nuevos.

¿La Revolución Cubana sería una expresión de esa nueva fisonomía popular que usted menciona?

Yo no sé si la Revolución Cubana va a transformarse en un arquetipo; pero sí sé que expresa esta nueva situación, tal como, en 1945, la expresó aquí el peronismo. En ese sentido creo que el peronismo ha sido un movimiento precoz de la nueva situación latinoamericana, un movimiento de avanzada.

Practicando un paralelismo entre ambos movimientos, ¿diría usted, profesor Romero, que la Revolución Cubana es una suerte de peronismo sin Perón o que el peronismo fue una Revolución Cubana frustrada?

No. Tengo una opinión personal elaborada. La Revolución Cubana ha recogido las nuevas ideas populares y ha asumido la responsabilidad de llevarlas hasta sus últimas consecuencias. El peronismo, en cambio, estimuló los anhelos más primarios pero sus capas superiores se abstuvieron de modificar el sistema básico de las relaciones económicas y sociales.

Regresando al tema de la crisis del país y de los partidos políticos argentinos tradicionales, ¿existe hoy una fuerza política nacional que por sí sola pueda representar una salida, una solución?

No, no hay ninguna fuerza política capaz de decidir el destino argentino. Es un hecho que está a la vista. Lo que se prepara para el 64 son grandes coaliciones. La de montada y la de centro-izquierda montándose. La historia política de Chile de los últimos veinticinco años puede servir para comprender lo que va a pasar en nuestros países.

¿El Frente Popular, sí quiere llamarlo así?

Llámese como se llame. Es claro el delineamiento de la nueva derecha, cuya dirección ha asumido la UCRI, tratando, evidentemente, de invertir los términos de la relación entre la derecha agropecuaria e industrial, antes con predominio de la primera y ahora con el de la segunda. Resulta evidente que el conservadorismo tradicional ha delegado a la UCRI la dirección de la derecha. En el caso de la izquierda el problema es mucho más difícil. En mi opinión, tendrá que girarse alrededor de la unificación de la fuerza obrera organizada y de los partidos políticos que sean capaces de orientarla y de sumar las fuerza populares marginales.

¿Cómo ve, usted, las nuevas actitudes de figuras de nuestra política tradicional que adhieren a la Revolución Cubana y que plantean salidas de carácter popular?

Celebro que existan figuras de los partidos tradicionales que sigan esa ruta, pero no creo que estén en condiciones de ganarse la simpatía de las masas.